1.
Consolidación del régimen
El
cada vez mayor reconocimiento internacional logrado
por el gobierno de Pepe Lobo le ha permitido ganar
legitimidad internacional. A medida que va pasando el tiempo
se va rompiendo el aislamiento que tuvo el régimen golpista
en el gobierno de Micheletti.
Lo
anterior le permite contar nuevamente con el apoyo del
FMI y otros organismos de financiamiento internacional
que se traduce en una política articulada con el
imperialismo alrededor del modelo neoliberal y en el marco
del llamado "Plan de País".
En
el plano nacional, algunos sectores han firmado una especie
de tregua tácita con el gobierno, como es el caso de
las organizaciones campesinas que en el marco del conflicto
del Aguán le dan un respaldo político al gobierno (en
contra de los cuestionamientos de la ultra derecha) que se
suma a la política de apoyo brindada por UD con su
incorporación al gobierno así como el de un sector
magisterial.
Otro
factor clave íntimamente ligado al anterior es la desmovilización
de la resistencia. Las movilizaciones de fin de mes han
sido asimiladas por el gobierno en la medida que se trata de
marchas pacíficas sin organización y que se convocan por
un simple llamado radial.
Estas
movilizaciones no cuestionan el orden vigente como sí lo
hacían las del primer mes del golpe de estado, son marchas
de oposición que además no están articuladas
nacionalmente y tampoco confrontan a la policía.
Lo
anterior no quiere decir que la resistencia como sujeto
social haya desaparecido. Las marchas en la capital son
numerosas y en algunos casos combativas, como la del 25 de
marzo que luego de estar en la Universidad Autónoma se
dirigió al Ministerio Público.
Tampoco
ha desaparecido una amplia vanguardia que participa en las
actividades cotidianas del Frente Nacional. Actividades
saturadas de reuniones de todo tipo en cualquier lugar del
país para definir estrategias y planes que muchas veces sólo
quedan en el papel. Sin embargo, estas marchas y actividades
mantienen a media máquina la resistencia sin articular un
verdadero plan de lucha.
La
estrategia central sigue siendo resistir hasta llegar a las
próximas elecciones y participar en las mismas.
2.
Ofensiva contra la clase trabajadora
La
consolidación del régimen se traduce en la aprobación del
duro Paquetazo económico que busca recuperar las ganancias
de la burguesía golpista y fortalecer los recursos del
estado mediante un golpe directo a la clase obrera y al
pueblo en general con el alza de impuestos. Este paquetazo
se suma al dado con los planes de arbitrio de las
municipalidades y los constantes aumentos al combustible.
Acompañando
estos golpes económicos hay una ofensiva contra los
sindicatos cuya máxima expresión ha sido el
encarcelamiento y proceso contra la Junta Directiva del
Sitraunah [sindicato de la Universidad Autónoma], además
del asesinato de varios directivos sindicales en los últimos
meses, y el asesinato y persecución de periodistas
independientes o críticos.
En
este contexto, la represión tiene un objetivo absolutamente
claro: golpear a la clase y sus dirigentes (gremiales,
sindicales y políticos) como forma de impedir que la
resistencia tome un marcado carácter de independencia de
clase combinando la lucha por la Constituyente con el
conjunto de demandas populares.
3.
Cooptación del oportunismo
La
otra cara de este política es la continuación del intento
de cooptación de los dirigentes de la Resistencia para
asimilarlos al régimen, mediante la repartición de cargos
en el gobierno.
Tal
el caso del Partido Unificación Democrática con César Han
en el INA, Marvin Ponce en la Junta Directiva del Congreso
Nacional y Martín Pineda.
El
reconocimiento de Pepe Lobo a Mel Zelaya como presidente
cuando autorizó su salida del país y la ratificación y
nombramiento de Jorge Arturo Reina como embajador en la ONU
y muy posiblemente ante los países que integran el ALBA son
parte de la misma política.
Esto
coloca a los dirigentes del Frente en una contradicción,
dado que mantienen una estrecha alianza con los liberales
melistas que están reconociendo poco a poco al régimen. En
una reunión del Frente en la capital, Rasel Tomé,
recientemente llegado al país de Dominicana y vocero
directo de Mel Zelaya, planteó que había que ir
contemplando el reeconocimiento de Pepe Lobo, para no ser
responsabilizados por el gobierno ante la crisis económica
y falta de recursos. La discusión fue cortada y no se
analizó.
Todo
indica que el gobierno se juega a tratar de enamorar a la
dirigencia liberal mientras golpea duro al movimiento
popular y en especial su ala izquierda.
4.
¿Quién gobierna?
La
escalada represiva en el gobierno de Pepe plantea el
interrogante si es éste quién está gobernando y tomando
las decisiones, el ala micheletista o los militares.
Descartamos
que sean los militares como dirección política, aunque es
evidente que debido al carácter más represivo del régimen
surgido del Golpe de Estado, el rol de las Fuerzas Armadas y
todos sus organismos legales o paramilitares juegan un rol
determinante y de primera fila. Sin embargo, consideramos
que no estamos ante una dictadura o un régimen militar tal
cual fueron los de la década de los 70 y 80 en Latinoamérica.
Las Fuerzas Armadas juegan su papel en el actual régimen
pero no toman las decisiones.
El
régimen surgido del Golpe de Estado tiene una serie de
características muy inestables y que no terminan de
asentarse. Se trata de un régimen del con junto de la
burguesía y el imperialismo (con todas sus instituciones)
que, para quitar un presidente burgués, tuvo que romper
violenta y militarmente su propio orden democrático burgués,
poniendo en precario todo el orden burgués vigente.
Su
intento de "democratizarse" vía las elecciones de
noviembre no logra legitimar y "normalizar" el régimen
debido a la masiva Resistencia popular, que no fue más allá
por la dirección burguesa del melismo.
Debido
a lo anterior, todas las fuerzas burguesas, que tienen
diferentes tácticas para hacerle frente a la crisis, se
mantienen unidas debido fundamentalmente al rol del
imperialismo norteamericano que es el gran árbitro entre
esas facciones.
De
tal manera que en los meses que van del gobierno de Pepe
hemos visto cómo el imperialismo presiona para que se
cumplan los acuerdos de San José y Tegucigalpa negociando
permanentemente: reconocimiento de Mel como presidente
constitucional tras asumir Pepe y su inmediata salida del país;
amnistía y procesamiento de los militares involucrados en
el golpe acompañados de sobreseimiento definitivo; retiro
del general Romeo Vásquez como Jefe del Estado Mayor
Conjunto y su nombramiento como gerente general de la estratégica
Hondutel; retiro de Micheletti como presidente del Partido
Liberal sin ningún tipo de deducción de responsabilidades;
y sobre todo denuncias de corrupción y un manto de silencio
e impunidad frente a la misma para mantener el botín de los
golpistas.
En
este ajedrez, que refleja las enormes dificultades de la
burguesía para seguir gobernando como hasta ahora, cada
facción burguesa tiene cuotas de poder y autonomía que
buscan incrementar para convertirse en hegemónicas, sin que
lo hayan logrado hasta ahora.
Por
detrás de ellos los grandes empresarios y políticos (los
Facussé, Ferrari, Callejas, Nazar y otros) apoyan a uno y a
otro según los vaivenes de sus intereses y de la lucha de
clases.
En
este contexto, no podemos afirmar claramente que es la facción
de Pepe Lobo en el poder quien impulsa la represión
selectiva o si son los grupos de extrema derecha (vinculados
a la derecha colombiana, venezolana y cubana) que actúan
por su propia cuenta. Nos parece que en todo caso se trata
de políticas que el gobierno de Pepe tolera y encubre,
independientemente que de la orden o no, mientras se
consolida y negocia cuotas de poder.
En
la medida que la represión va dirigida contra la clase
obrera y los sectores populares y de izquierda se mantiene
en el marco de un acuerdo general de la burguesía en su búsqueda
de recuperar la
gobernabilidad, recuperar sus ganancias y desmovilizar la
resistencia.
5.
La situación no se ha cerrado. No todo está resuelto
Creemos
que si bien hay una consolidación del régimen y una
desmovilización de la resistencia con incremento de la
represión selectiva hacia la clase obrera y el movimiento
popular y la izquierda, la situación abierta con el golpe
no se ha cerrado.
Las
diferentes coyunturas que se van dando responden a la
correlación de fuerzas y de alianzas de las clases
enfrentadas, pero no podemos hablar de derrota todavía. Las
contradicciones del frente burgués en medio de una profunda
crisis económica lo vuelven inestable y lo obligan a
derrotar a la clase y en particular a al resistencia.
Ésta,
por su parte, con la profunda crisis en la dirección que no
le garantiza ningún triunfo, aun mantiene su disposición
de lucha (más débil que en los meses posteriores al golpe)
y con la obligación de hacerle frente a la ofensiva
represiva y económica del gobierno.
Esto
genera sumas tensiones entre la dirigencia que por todos los
medios busca mantener la unidad con el liberalismo melista y
una base que exige movilización y posiciones más claras,
pero que no rebasa a sus dirigentes.
En
esta lucha hay dos sectores claramente identificados: el
melismo liberal y la Coordinadora Nacional junto con otros
dirigentes que buscan la independencia de la dirección
liberal. Entre medio hay una amplia gama de grupos y
corrientes populares y de izquierda oportunista que
privilegian la unidad policlasista a la independencia de
clase.
6.
Nuestra política y orientaciones
En
este contexto, el CC considera que hay que hacer un ajuste a
nuestra política para la coyuntura poniendo como eje los
aspectos democráticos contra la escalada represiva, en
primer lugar; entrelazados con los ejes económicos
derivados del paquetazo.
Este
debe ser el eje ordenador de toda nuestra política general
y sectorial, buscando como siempre los más amplios acuerdos
que apunten a la movilización. Para ello peleamos por la más
amplia democracia e independencia del movimiento obrero y
popular.
Desde
los sectores en los que estamos ubicados, debemos politizar
nuestra periferia, en particular la Juventud Socialista,
para poder llegar en mejor relación de fuerzas a los
espacios unitarios de la Coordinadora y el Frente
(recordemos que los espacios unitarios están en ambas
organizaciones) de cara al Conversatorio del 10 de abril próximo.
En
esta pelea política debemos ser muy firmes políticamente
pero amplios en el debate, para evitar caer en el
oportunismo y el sectarismo. Por eso, cada equipo debe
discutir muy detenidamente hacia quienes va a orientar su
actividad política y la forma de hacerlo. No basta con ir a
plantar bandera. Es necesario buscar la claridad política y
la unidad de acción para movilizar.