La muerte del preso Orlando Zapata
Tamayo a consecuencia de una huelga de hambre ha desatado un
debate en la izquierda. Las posturas van desde el apoyo
incondicional a todo lo que dice o hace el gobierno de
Raúl Castro y el régimen cubano hasta posiciones como las
del PSTU-LIT que los considera “una dictadura
capitalista” semejante a las de “Argentina,
en 1976-1982, o Brasil, en 1964-1984”.[1]
Por supuesto, rechazamos ambas
posiciones. Pero para ubicarnos en este debate, hay que
empezar por comprender el marco nacional e internacional
en que se presenta.
Los destinos de Cuba son de una importancia
trascendental, tanto para el proceso político
latinoamericano como mundial.
Es que estamos en medio de una crisis
del capitalismo que condena a millones de seres humanos a un
salto en la superexplotación, los salarios de hambre o
directamente la marginalidad del desempleo. Por esos
motivos, pese a la debilidad de las alternativas
anticapitalistas y socialistas, y a las desiguales
respuestas de lucha del movimiento obrero, se viene
desarrollando un profundo proceso de desprestigio y
deslegitimación del capitalismo, sobre todo en sus
formas neoliberales. ¡Esto puede terminar siendo explosivo!
En esa situación, le vendría muy bien
al capitalismo mundial hacer en Cuba la remake de la
película “El fracaso del socialismo”, que las
masas ya vieron hace 20 años con el derrumbe de la ex Unión
Soviética. Sería un golpe muy duro en la cabeza de
millones de trabajadores, que empiezan a pensar en “otra
cosa” frente la realidad cada vez más insoportable del
capitalismo.
¡Y hay que decir que el desastre económico,
social y político de la burocracia cubana está
contribuyendo a que este peligro pueda hacerse realidad!
Un crisis redoblada que es
aprovechada por el imperialismo
En artículos anteriores hemos venido
alertando sobre el curso cada vez más crítico seguido por
Cuba. En agosto pasado, ante el anuncio hecho por Raúl
Castro de postergación indefinida del Congreso del PC
–que se viene aplazando desde hace ¡10 años!– decíamos
lo siguiente:
“La
refracción de la crisis mundial en la isla, junto con los
fracasos de la conducción burocrática y su incapacidad
para alentar la productividad de los trabajadores, han
puesto otra vez a la economía de Cuba en una difícil
situación. [...] Esta doble crisis hace cada vez más
apremiante el surgimiento de una alternativa obrera y
popular independiente, antes de que el desastre burocrático
lleve a consumar una restauración del capitalismo como en
la ex Unión Soviética o China.
“Pero
el verdadero drama no consiste en el hecho (inevitable para
un pequeño país aislado) de que la crisis mundial lo
golpee. El gran problema es que esos golpes caen sobre una
economía cuya gestión burocrática sigue siendo un
desastre. Entonces, sus consecuencias se multiplican
peligrosamente.
“Un
economista ‘gusano’, residente en EEUU, se asombra y, al
mismo tiempo, se regocija de lo que llama ‘la gran
paradoja cubana: una economía centralizada que no toma
ventaja de su poder para planificar y establecer una
estrategia coherente que la saque del marasmo que sufre’
(Carmelo Mesa-Lago, “La paradoja económica cubana”, El
País, 12-7-09).
“Por
supuesto, este economista, satisfecho del nuevo ‘fracaso
del socialismo’, no puede (o no quiere) entender que la
clave de una ‘economía centralizada’ es quién
la conduce. De eso depende el ‘poder para planificar y
establecer una estrategia coherente’.
“La
experiencia del siglo XX con la URSS, China y demás países
(supuestamente) ‘socialistas’ y, ahora tardíamente con
Cuba, indica que las burocracias son orgánicamente
incapaces de lograr eso. Sólo la clase trabajadora
democráticamente autodeterminada podría resolver este
desafío de vida o muerte para marchar hacia una sociedad
superadora del capitalismo explotador.
“El
motivo es simple: los trabajadores se sienten ajenos
a planes siempre decididos desde arriba, y cuyos principales
beneficiarios no son ellos. No tienen mayor interés,
ni ponen mayor esfuerzo, en una producción que no
controlan ni deciden, y de cuyos frutos se apropian
principalmente los burócratas.
“El
resto del discurso de Raúl Castro que comentamos está en
gran medida dedicado a este atolladero de la economía: la productividad
del trabajo. Hoy es doblemente dramático, porque el
mayor déficit se viene dando en la producción de
alimentos. Esto se venía cubriendo con la importación.
Pero ahora la caída de los ingresos está llevando a un
callejón sin salida”.[2]
Desde
entonces, las cosas no han hecho sino empeorar. Y la
respuesta esencial de la burocracia ha sido profundizar
el recorte de las conquistas que restan de la revolución de
1959, mediante una política de ajuste que incluye la
eliminación de los comedores obreros gratuitos, la
disminución de los presupuestos de educación, vivienda y
salud pública, etc.
El
último ataque es contra la garantía de empleo: Raúl
Castro acaba de anunciar que “sobran cientos de miles de
trabajadores en los sectores presupuestado y empresarial...
el exceso de plazas sobrepasa el millón de personas”,
amenazando así con el despido del 20% de la fuerza
laboral de Cuba.[3] ¡En ese discurso, Raúl Castro hace
responsables de la baja productividad a los “trabajadores
haraganes” y no a los burócratas del PC!
Más concretamente, estamos ante
la crisis de la “vía china” (o, más modestamente, “vía
vietnamita”) elegida por los núcleos centrales de la
burocracia cubana –principalmente la oficialidad del ejército
que administra las empresas mixtas– como el curso de
restauración del capitalismo que puede preservar el régimen
de partido único y los consiguientes privilegios de
la burocracia. Esto implica, al mismo tiempo, tratar de
mantener una relativa
independencia frente a los distintos imperialismos,
aunque se busque
afanosamente hacer negocios y sociedades con sus
corporaciones. Es que el “modelo chino-vietnamita”
consiste esencialmente en la inversión de capitales para
instalar industrias de bienes de consumo para exportar y que
emplean mucha mano de obra de bajísimos salarios. Pero esto
no ha funcionado en Cuba. Y ahora la crisis mundial agrava
el fracaso.
En oposición a eso, desde EEUU
se presiona por otra forma muy diferente de
restauración capitalista: el derrumbe del régimen y
el regreso de la burguesía cubana (que vive en Miami
y que, además, hoy forma parte de la burguesía yanqui).
Con esa perspectiva, en EEUU se ha confeccionado
oficialmente un milimétrico catastro de las propiedades que
les serán devueltas a la burguesía cubana y a las
corporaciones de EEUU, no bien caiga el “comunismo” y
regrese la “democracia”. En este proyecto, que además
implica la recolonización de la isla, no hay mucho margen
de ganancia para la burocracia cubana. ¡Es como si el
imperialismo le hubiese exigido a la burocracia china
entregar todo a la burguesía de Taiwán para llegar a un
arreglo!
La asunción de Obama hizo pensar
que estas diferencias podrían acortarse. En vista de eso,
Raúl Castro dijo que “estamos listos para hablar de todo,
repito, de todo”.[4] Pero Obama, como en otras materias,
demostró su continuidad con las políticas del
imperialismo yanqui, más allá de cambios de modales.
La ubicación política de
la “disidencia” y su marco internacional
Es en este marco que hay que ubicar a
los grupos de la llamada “disidencia”. Son
organizaciones políticas en su gran mayoría financiadas
por EEUU, a través de organismos como el National
Endowment for Democracy (NED) y otras “fundaciones”. En
Argentina, por ejemplo, el NED financia a personajes como
Lilita Carrió y Macri; en Venezuela, a la derecha “escuálida”,
en Honduras a las diversas organizaciones de “camisas
blancas” que apoyaron al golpe, etc.
Más allá de sus diferencias, los
programas de la “disidencia” coinciden en la vuelta a la
“economía de libre mercado” y, a nivel político, en la
democracia burguesa modelo Washington. La casi totalidad de
la “disidencia” no condena el infame bloqueo que el
imperialismo yanqui mantiene desde hace casi medio siglo. Su
triunfo significaría la recolonización de la isla.
Como corriente política (no por sus
dimensiones), ocupan un lugar similar al de los “escuálidos”
de Venezuela y otras oposiciones de derecha en el
continente. Para aclarar esto con una comparación: tiempo
atrás, en una reunión pública que tuvo gran difusión, un
grupo de estudiantes encaró a Ricardo Alarcón (uno de los
máximos burócratas del régimen) con críticas, desde
posiciones socialistas, a los privilegios de la burocracia.
Se puede decir que esto, aunque fuese inorgánico,
expresaba, como esbozo, una oposición desde la izquierda
a la burocracia. La “disidencia”, por el contrario,
expresa un polo opuesto: hace oposición por la
derecha.
Junto con esto, hay que saber que,
coyunturalmente, son estas oposiciones de derecha las que
están teniendo la iniciativa en varios estados
latinoamericanos. En Cuba, por supuesto, no tienen, ni de
lejos, el volumen de masas de las de otros países, como
Venezuela, pero hoy tienen la iniciativa política como
oposición.
Por último, no es de sorprender que el
único punto del planeta donde ha habido movilizaciones
masivas de apoyo a la “disidencia” es en Miami, la
capital de la burguesía cubana. Por sus calles desfilaron
los mismos personajes y las mismas organizaciones que meses
atrás sostuvieron el golpe gorila en Honduras.
Estos hechos –y también sus aspectos
coyunturales– no pueden ser dejados de lado a la hora de
definir una posición.
Nuestra posición sobre
las libertades democráticas
Por supuesto, no podemos dar el más
mínimo apoyo político a la “disidencia”. Las
caracterizaciones adelantadas por algunos sectores de la
izquierda que le ven aspectos “progresivos” desde un
punto de vista “democrático” en abstracto nos parecen completamente
equivocadas.
Es un disparate, por ejemplo, la
semejanza que hace el PO (Partido Obrero) de Argentina entre
Zapata Tamayo y Bobby Sands, el militante del IRA fallecido
en 1981 en una huelga de hambre. Con todas sus limitaciones,
el IRA fue un movimiento muy progresivo contra el dominio
del imperialismo británico en Irlanda. ¡No tiene nada que
ver con una “disidencia” que en última instancia
expresa a la burguesía cubano-estadounidense de Miami y la
recolonización de la isla!
Pero también, con la misma fuerza, rechazamos
la política de represión permanente del régimen
burocrático, que no va dirigida, ante todo, a combatir la
injerencia del imperialismo, sino a impedir y amordazar
cualquier expresión independiente de la clase trabajadora,
el estudiantado y el pueblo cubano.
Cuba no está en situación de guerra
civil, y la misma burocracia reconoce que el arraigo de la
disidencia es insignificante. En verdad, la injustificada
falta de libertades a nivel masivo va dirigida, en
primer lugar, contra las masas trabajadoras.
Lo de Zapata Tamayo fue una
consecuencia de ese régimen represivo. Pero, insistimos, el
objetivo central de la ausencia de libertades va dirigido,
ante todo, contra las masas trabajadoras. Y esto se hace
cada vez más patente, en la medida en que la legitimidad y
el consenso que tuvo hace 50 años la dirección cubana se
ha ido desvaneciendo, especialmente en las nuevas
generaciones.
Las masas trabajadoras no tienen nada
que ver con el imperialismo yanqui ni con la burguesía
gusana de Miami, pero no obstante no tienen derecho a tener
las organizaciones sindicales que se les dé la gana, ni
tienen derecho a organizarse en sus propias corrientes políticas
aunque sean antiimperialistas y socialistas. No tienen
tampoco derecho a dirigir y controlar la producción, cuando
los mismos órganos de la burocracia –comenzando por el
diario Granma– reconocen un crecimiento fenomenal
de la corrupción y el saqueo de los burócratas, para los
cuales robar al Estado se ha convertido en una tarea
fundamental agudizada por la crisis.
¡Ni
gusanos ni burócratas!
Por una salida revolucionaria obrera
y popular independiente
En esa situación de crisis, creemos
que se ratifican algunos de los puntos programáticos que
planteábamos hace menos de dos años, cuando ya se esbozaba
este curso de crisis:
- Por una nueva revolución que
defienda las conquistas de 1959 y establezca realmente
el poder de la clase trabajadora.
- Por el fin del régimen de partido único
y de estatización de los sindicatos y demás organizaciones
obreras, populares, juveniles, femeninas, etc. Plena
libertad de organización política, sindical y asociativa
de los trabajadores, estudiantes y sectores populares que
defiendan las conquistas de 1959, especialmente la
independencia nacional y la expropiación del capitalismo, y
repudien el bloqueo imperialista. Por la constitución de un
partido o instrumento político obrero y socialista,
independiente de la burocracia.
- Por la democracia obrera y
socialista. Ni “democracia” burguesa fraudulenta estilo
Miami ni “voto unido” por la lista única de la
burocracia. Que las organizaciones de masas obreras,
campesinas, estudiantiles y populares, con funcionamiento
absolutamente democrático, designen el gobierno de Cuba, y
debatan y decidan los planes económicos y políticos.
- Ni plan económico burocrático, ni
anarquía capitalista. Democracia socialista para determinar
el plan económico, y verificación por el mercado de su
realización. Por la administración y/o control obrero
democrático de todas las empresas, con absoluta publicidad
de sus operaciones, como forma principal de avanzar en la
productividad y terminar con el saqueo a la propiedad
nacionalizada que hace la burocracia. Por una moneda única.
Frenar y revertir el crecimiento de la desigualdad.
- El aislamiento nacional de la economía
cubana y el bajo desarrollo de sus fuerzas productivas hacen
por supuesto imposible abolir “por decreto” la ley del
valor y las relaciones mercantiles, como se intentó en algún
momento. Esto, concretamente, implica peligrosas concesiones
en dos sentidos: hacia fuera, al capital extranjero; hacia
adentro, a sectores del campesinado y la pequeña burguesía
urbana. Pero el control y manejo de todo esto no puede ser
la tarea de una burocracia que no rinde cuentas a nadie. La
total transparencia de la democracia obrera y socialista
debe ser el contrapeso ante estas serias presiones, sobre
todo las más peligrosas, las que vienen del capitalismo
mundial.[5]
1. “Frente a la muerte de Orlando
Zapata Tamayo y las libertades en Cuba”, Boletín Electrónico
LIT-CI Nº 125, 15-3-10.
2. “Crisis económica y política -
Suspenden por tiempo indefinido el Congreso del partido único”,
SoB Nº 157 (en www-socialismo-o-barbarie.org, edición
del 16-8-09).
3. Raúl Castro, Discurso del 04/04/10,
Cubadebate, 5-4-10.
4. Raúl Castro, Discurso del 01/08/09,
Granma, 2-8-09.
5. Roberto Ramírez, “Cuba frente a
una encrucijada”, revista Socialismo o Barbarie Nº
22, noviembre 2008.