Recientemente,
en los medios de comunicación se anunció que sectores
religiosos, encabezados por la Iglesia Católica y otras
cristianas, finalizaron el proceso de recolección de
alrededor de 130 mil firmas, requisito necesario para la
convocatoria de un referendo nacional, para la validación
de un proyecto de ley que lleva varios años en la corriente
legislativa y lleva el nombre de Ley de Sociedades de
Convivencia.
No
se requiere de un ojo crítico para entender la aberración
de esta propuesta, pues por medio de una “consulta
popular” se define la accesibilidad de una minoría al
reconocimiento legal de un hecho como es la convivencia
entre personas del mismo sexo. La falsa democracia, o
democracia burguesa, permite que este intento de
discriminación nacional sea viable, ya que avala la
posibilidad de consultar a los habitantes de un país sobre
los derechos humanos de algunos sectores, con el fin de
saber si les parece “bien” que los ejerzan…
Esta
falsa democracia tiene una potente máquina electorera, la
cual fabrica opinión y es el campo preferido de la burguesía
costarricense para aplastar las intenciones de cambio y de
transformación social – tan bien aceitada a veces que no
necesita (tanto) el uso de la fuerza y la represión física
para imponerse–, aunque esto ha cambiado a medida que la
burguesía es menos capaz de contener los conflictos
sociales.
Aunque
la convocatoria a referendo todavía no es oficial, la campaña
sobre este tema ya inició, ya que hace meses las uniones
civiles o sociedades de convivencia entre parejas del mismo
sexo han sido discutidas en los medios de comunicación
masivos, polarizando el país –como lo han hecho antes–
a través de la desinformación, al advertir un “ataque”
contra el matrimonio y la familia costarricense.
Las
jerarquías religiosas y las altas esferas empresariales
todavía no se ponen de acuerdo
Es
importante analizar la intención de los sectores
fundamentalistas del país para realizar esta convocatorio a
este referendo. Primero, este mecanismo no se refiere solo a
la utilización, burda y simplista, de argumentos “democráticos”
para promover la vigencia de la opresión a la diversidad
sexual, sino que también tiene como objetivo recuperar
terreno en el ámbito político (y por lo tanto económico),
el cual han ido perdiendo tras el desprestigio mundial que
atraviesa la Iglesia Católica –que golpea a otras
iglesias protestantes–.
Sin
embargo, no están logrando la unidad de todos los sectores
burgueses. Algunos como la Defensoría de los Habitantes y
el Grupo Nación se han declarado en contra de esta
iniciativa, al calificarla de discriminatoria y grave
retroceso democrático; esta posición refleja como a los
empresarios no les conviene tener a la Iglesia Católica y
demás sectas religiosas exigiendo una cuota de poder político
(y económico), lo cual se reforzaría al salir victoriosos
de este referendo. Y bajo las características conservadoras
de la sociedad costarricense, este sería el resultado más
probable.
Segundo,
resulta necesario examinar la divergencia entre las posturas
burguesas, pues ellxs –como clase social explotadora– se
garantizan el control a través de muchos mecanismos, entre
estos el sistema patriarcal, mediante el cual se establece
un criterio único de familia: la heterosexual fundamentada
en la opresión de la mujer.
Por
esto mismo es que la clase trabajadora y los sectores
oprimidos no tienen propiedad sobre su propio cuerpo. Y
cuando un sector de la sociedad se plantea romper la norma
heterosexual, así como adquirir derechos civiles y jurídicos
mínimos (que en el plano ideológico definitivamente nos
acercan al derecho de autodeterminar el propio cuerpo y la
propia sexualidad) se considera un “atrevimiento”,
porque atenta contra las bases de una de las instituciones más
represoras y machistas de este sistema de relaciones entre
los seres humanos, el ideal –por demás inexistente– de
la familia tradicional.
Tercero,
un referendo sobre derechos humanos resulta bastante mal
visto para los negocios y el turismo (los ojos de los que
pagan): norteamericanos y europeos que vienen de sociedades
más liberales y laicas que la nuestra.
¡El
activismo por el respeto a la diversidad sexual debe
responder!
Ante
esta situación, desde la Juventud Socialista –parte del
colectivo Coordinadora del Beso Diverso– dejamos claro
nuestro absoluto repudio a este posible referendo, y
llamamos al conjunto de organizaciones y a lxs muchxs
activistas por el respeto a la diversidad sexual a
prepararnos para repeler esta oleada de conservadurismo que
nos quieren imponer los sectores fundamentalistas y
recalcitrantes.
Nos
parece que urge lanzar una campaña unificada en contra
de la realización del referendo, la cual denuncie la
aberración de una sociedad que somete a votación los
derechos de las minorías. Ante el muy posible hecho de que
este referendo del odio se lleve a cabo, desde la JS
planteamos la organización de una anti–campaña dinámica
y ágil, para sabotear esta consulta a través de un llamado
masivo a abstenerse de votar, y así, impedir el porcentaje
mínimo para que el proyecto sea vinculante.
Al
mismo tiempo creemos que se deben acrecentar las
movilizaciones y actos de visibilización, para lo cual el
movimiento ya cuenta con un instrumento privilegiado, la
Ruta del Beso Diverso, esta vez dirigida a la brutal
discriminación institucional que sería este referendo.
Para
poner en marcha todo esto, proponemos una asamblea democrática
y abierta de activistas por la diversidad sexual, en la
que rompamos además con el funcionamiento histórico de
este movimiento –que ha sido profundamente prestigista y
vertical– a la hora de discutir y tomar las
decisiones, corresponde garantizar un espacio libre de
autoritarismo y adultocentrismo.
Debe
ser este el espacio en el que la fuerza viva de lxs
activistas que han salido de los closets a las calles a
luchar contra la discriminación, sea la que realmente
decida cómo vamos a luchar contra la tiranía que pretenden
imponer sobre nuestra identidad sexual, porque sólo el
hecho de plantear una consulta popular sobre los derechos
jurídicos de las parejas del mismo sexo, es un atentado
contra nuestra autodeterminación del cuerpo y, por
tanto, nuestra libertad de ser y de querer como nos dé la
gana.
•
¡No al referendo del ODIO!
•
¡De los closets a las calles para luchar por nuestros
derechos civiles!