San Juan, Puerto Rico.- La
credibilidad y las estrategias del Gobierno quedaron maltrechas con la
apabullante victoria estudiantil que paralizó todo el sistema de la
Universidad de Puerto Rico y sorprendió con su superioridad tecnológica y
judicial, su disposición a resistir las fuerzas policiales y un modelo de
democracia directa que hizo lucir mal a la institucionalidad política
nacional.
Luego de sufrir pérdidas que
el propio Gobierno calcula en 305 millones de dólares en la lucha frustrada
contra los estudiantes, la jefatura universitaria tuvo que acceder a todas las
demandas económicas de los huelguistas y posponer el plan urdido en enero de
2009 en el Palacio de Santa Catalina por el entonces recién inaugurado
gobernador Luis Fortuño para que el Estado se quedara con todo el aumento en
el subsidio que Estados Unidos envía para los estudiantes.
“¡Victoria, victoria,
victoria para la historia!”, coreaban cientos de estudiantes que llegaron
poco antes de la medianoche al Centro Judicial de San Juan tras conocerse que
nueve de los trece miembros de la Junta de Síndicos de la UPR se habían
virado contra su presidenta, Ygrí Rivera, para avalar el acuerdo con el Comité
Negociador Nacional. Las intensas negociaciones a través de un mediador
fueron impuestas por el tribunal el viernes pasado, después de las últimas
intentonas del Gobierno de usar las temibles divisiones anti motines de la
Policía Nacional en el conflicto que la jefatura universitaria tildaba de
ilegal.
Sin embargo, la noche del miércoles
–ya perdidos todos los puntos económicos- el Gobierno aceptó que “no
formulará cargos a estudiantes y miembros de la comunidad universitaria que
en el ejercicio de sus derechos constitucionales legítimos a la libertad de
expresión y asociación hayan participado de la huelga, marchas, mítines,
piquetes o cualquier otra actividad legal relacionada con la misma y realizado
en cualquier predio de la Universidad de Puerto Rico”. De hecho, aún para
los casos que hubiere en que se imputen daños u otra actividad delictiva, el
Gobierno se comprometió a no imponer castigos sumarios y seguir el más
estricto debido proceso de ley en los foros administrativos.
La mención a “miembros de
la comunidad universitaria” tiene en este caso la importancia particular de
proteger a profesores y otros empleados –en especial los que no tienen plaza
fija- de cancelación de sus contratos, pues ahora tendrían posibles causas
de acción legal por violación a los derechos civiles. El asunto se remonta a
la huelga estudiantil de 1973, cuando luego de tener que negociar con los
estudiantes el Gobierno procedió a despedir 70 profesores que habían apoyado
el movimiento.
En los cruciales temas económicos,
los huelguistas lograron mantener que los estudiantes que tienen exención de
matrícula sigan recibiendo la beca que envía EEUU, prohibir las alianzas con
el sector privado para privatizar instalaciones universitarias, y, sobre todo,
que en agosto no se impondrán cuotas, con las que se pretendía aumentar los
costos de matrícula. En ese último punto, el Gobierno dejó claro en el
documento que “la Junta de Síndicos considera que será necesaria el
establecimiento de una cuota a partir de enero de 2011”, pero los
estudiantes incluyeron entonces otra cláusula en la que se advirtió que
“lo antes dispuesto no debe ser entendido como una aceptación” a la
imposición planificada.
De hecho, el Gobernador Fortuño
le dijo a la cadena radial NotiUno, que “eso es exactamente lo que va a ser
la solución”, en referencia a que se intentará otra vez imponer el
aumento. El mandatario explicó que el plan, tan específico que incluía la
cantidad de 1,100 dólares de aumentos anunciado recientemente como algo nuevo
por la jefatura universitaria, fue planteado personalmente por él en una
reunión “hace 16 o 17 meses”.
La línea de discurso para
promover dicho plan, con un gasto millonario en propaganda, fue difundir que
la UPR tenía un supuesto déficit de 200 millones de dólares producto de las
malas administraciones del pasado. Sin embargo, se filtró el documento en el
que la propia presidencia de la UPR consignaba tener un déficit de sólo 20
millones de dólares, lo que dejó el paso a que el Comité de Eficiencia
Fiscal demostrara que lo que estaba ocurriendo era la reducción calculada de
cientos de millones de dólares en los fondos asignados por el propio Estado.
Pero la realidad de las
finanzas actuales de la UPR, con una deuda de 700 millones de dólares en el
mercado de Wall Street, sigue siendo un misterio debido a que la jefatura
prefirió perder 305 millones de dólares antes que abrirles los libros de
cuentas a los huelguistas, al organismo licenciador del Estado o en el
tribunal. Esas presuntas pérdidas incluyen los 16 millones de dólares que se
planeaba recoger con la restricción de las exenciones, los 60 millones de dólares
de recaudos por las cuotas y los cuatro millones diarios que dijo le costaba
cada día de huelga.
Desde antes del acuerdo que
cerraría en victoria la décimo segunda huelga estudiantil de la UPR desde su
fundación en 1903, los estudiantes habían comenzado a limpiar por dentro los
recintos y hasta usaron un tractor para cortar el pasto. Pero, mientras se
preparan las asambleas de ratificación, el Gobierno también inicia sus
preparativos y el oficialista Partido Nuevo Progresista ya discute medidas
legislativas para prevenir que asambleas estudiantiles futuras puedan discutir
y decretar más huelgas.
Da la apariencia de dos
campos que se enfrentarán por el destino de Puerto Rico. En una graduación
simbólica organizada por estudiantes, profesores y hasta varios miembros de
la Junta de Síndicos, se concedió a los huelguistas el grado honorario de
“ciudadano ejemplar” y en la misma, el Profesor Distinguido Samuel Silva
Gotay, les felicitó por seguir la “milenaria tradición” de vincular la
ciudadanía a la misericordia y les conminó al compromiso con “la ciudadanía
que debemos continuar construyendo día a día, la del mundo del futuro, la
del otro mundo que es posible construir aquí”.
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