El
Estado retendrá áreas estratégicas como el petróleo, la
biotecnología
y el turismo, entre otras
Arranca
el “nuevo modelo cubano” con más
de
medio millón de despidos
La
nueva política laboral elimina el seguro de desempleo
Por
Gerardo Arreola
Corresponsal en Cuba
La Jornada, 14/09/10
La Habana,
13 de septiembre.– El gobierno del presidente Raúl Castro
inició los anunciados despidos masivos, suprimiendo el
seguro de desempleo indefinido, pero al mismo tiempo
impulsará el ahora minúsculo sector privado, al que “se
moverán cientos de miles de trabajadores en los próximos años”,
informó hoy la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), la
agrupación sindical única.
Un
comunicado de la CTC ofreció detalles adicionales al
discurso de Castro del mes pasado, en el cual el mandatario
perfiló lo que llama “actualización del modelo económico”
cubano. El cambio en el esquema laboral y de propiedad quizá
sea el mayor en la isla desde la estatización generalizada
de 1968, conocida como “ofensiva revolucionaria”, que
convirtió a más de 90 por ciento de los trabajadores en
empleados públicos.
Desde ahora
y hasta marzo de 2011 serán cesados más de medio millón
de empleados. Los despidos “se iniciarán de inmediato y
por su magnitud e incidencia abarcarán todos los
sectores”, reportó la CTC.
Apenas en
trazos generales, la central sindical dibujó el contorno de
un nuevo modelo económico cubano. El Estado retendrá ramas
estratégicas y ligadas al sector externo, como el petróleo,
la biotecnología, la farmacéutica y el turismo. En ésas y
en otras áreas de producción de bienes y exportación de
servicios habrá fuentes de empleo.
Abanico
de opciones
El Estado
también mantendrá plazas abiertas para actividades con
escasez de fuerza de trabajo, como la agricultura, la
construcción, la docencia y la policía. En contraste,
abrirá un abanico de opciones de empleo privado, mediante
el usufructo, el arrendamiento, las cooperativas y el
trabajo por cuenta propia, de acuerdo con el documento de la
CTC, que no entró en detalles.
Aún se
desconoce el panorama completo de las opciones para el
empleo privado, así como la forma en que los particulares
podrán contratar fuerza de trabajo, como anunció Castro en
agosto.
A la
“ofensiva revolucionaria” de 1968 sobrevivieron formas
marginales de propiedad privada productiva, en particular en
el campo. A mediados de los años 90, tras el derrumbe soviético,
el gobierno abrió un poco más ese sector para pequeñas
manufacturas, el comercio y los servicios. Pero esas nuevas
formas de autoempleo se mantuvieron restringidas por una
fuerte regulación y una virtual moratoria en la expedición
de permisos.
En los más
de cien oficios privados que se permitieron a partir de
1993, como mecánicos, albañiles, plomeros, taxistas y
relojeros, o en giros como el alquiler de habitaciones y los
restaurantes familiares, llegaron a inscribirse unos 210 mil
trabajadores, que a finales de 2009 eran sólo 143 mil.
La
expectativa de la CTC de que “cientos de miles” de
empleados pasarán al sector privado, junto con el cálculo
oficial ya conocido de que sobran cerca de un millón de las
actuales plazas de trabajo, indica que esta vez el viraje es
de mayores dimensiones, al menos en el proyecto.
En la nueva
política laboral, una novedad será la eliminación del
seguro de desempleo, que hasta ahora otorgaba a los cesantes
porciones hasta de 60 por ciento de su salario mientras
quedaran desocupados por responsabilidad de las empresas, en
algunos casos sin límite de tiempo.
“Ya no
será posible aplicar la fórmula de proteger o subsidiar
salarialmente de forma indefinida a los trabajadores”,
informó la central sindical. De inmediato no había
informes oficiales sobre el nuevo alcance del seguro de
desempleo o la cuantía de las eventuales liquidaciones.
Sin
embargo, la CTC precisó que la colocación de los
despedidos ya no es una carga pública como antes: “En la
identificación, traslado y ubicación hacia otras labores
tendrá un papel muy importante la gestión y disposición
personal del interesado”.
La nueva fórmula
modifica sustancialmente el criterio predominante en la política
de empleo en Cuba durante medio siglo, según el cual el
Estado tutelaba la colocación de los trabajadores o
subsidiaba la desocupación. Esa línea llegaba al extremo
de que algunos desempleados recibían su salario si cursaban
algún nivel de enseñanza, como ocurrió a partir de 2002,
cuando empezó a desmantelarse casi la mitad de la industria
azucarera.
La CTC
advirtió este lunes que será eliminado “el estudio como
fuente de empleo”, al igual que “los abultados” gastos
sociales, los “subsidios excesivos” y la jubilación
anticipada.
En
el "nuevo modelo" se legalizarán
actividades laborales que ahora están
en el mercado negro
Se
alista Cuba para privatización limitada
Por
Gerardo Arreola
Desde Cuba
La Haine, 17/09/10
La Habana,
14 de septiembre.– El gobierno de Cuba planea permitir que
particulares, organizados en cooperativas, fabriquen
materiales de construcción y piezas de carpintería; que
elaboren conservas, embutidos y vinos; que operen
estacionamientos y tintorerías; que reparen automóviles y
que presten servicios funerarios, informáticos y de arreglo
de calles, todo lo cual es ahora materia exclusiva de
empresas públicas.
Aún se
desconocen las reglas del juego del nuevo "modelo económico
cubano", que incluye entre sus pilares la apertura al
sector privado, pero en medios oficiales empezaron a
circular los criterios generales.
Las
cooperativas, que ya existen en el campo, se ampliarán en
el sector rural, pero llegarán hasta la producción de
bienes y servicios en las ciudades, en una de las nuevas
formas de propiedad, según pudo saber La Jornada por
conducto de diversas fuentes.
"En
buena medida se estaría legalizando lo que ahora es el
mercado negro", dijo una fuente, citando los ejemplos
de la fabricación de ladrillos; la creación de piezas de
carpintería; la confección de dulces, almíbares,
conservas, alimentos ahumados y embutidos; la hojalatería,
pintura y mecánica de autos o el transporte de carga, que
los particulares realizan hace años por la vía de los
hechos, enfrentando los riesgos de la semiclandestinidad,
multas y hasta penas de cárcel.
Todos esos
rubros, ahora perseguidos, serían legalizados para
realizarse mediante cooperativas, que pagarían impuestos
sobre ingresos personales, ventas y contratación de
empleados, además de sus aportaciones a la seguridad
social, de acuerdo con los datos que se están ofreciendo en
reuniones informativas en el gobierno, las empresas y el
Partido Comunista.
"Por
lo menos hay que preguntarse si se reformará el artículo
del Código Penal que prevé el delito de actividad económica
ilícita", añadió la fuente. Esa norma excluye las
sanciones para las labores o actos de comercio que, aun
siendo ilegales, tienen "reducida significación".
Sin embargo, considera una condena de cárcel de hasta tres
años para quien utilice medios de producción "de
procedencia ilícita" o contrate mano de obra.
Otro de los
ingredientes del "nuevo modelo" será la
autorización para que los microempresarios o autoempleados
contraten fuerza de trabajo, según anunció el presidente
Raúl Castro al parlamento el mes pasado. Las regulaciones
de esta modalidad tampoco se conocen todavía, pero su solo
enunciado marca un cambio en el esquema laboral cubano.
La fuente
subrayó que así como se considera hacer transparente una
situación de hecho, como la de albañiles o pintores que
prestan servicios particulares, también se abren opciones
para que surjan cooperativas que remplacen los oficios
reservados al Estado, como los que ejecutan el mantenimiento
de instalaciones públicas. Un caso notable es el de los
servicios funerarios, que durante cinco décadas han sido
una prestación gratuita para la población, pero ahora, al
abrirse a la concesión a cooperativas, quedaría dentro del
ámbito mercantil.
Aunque aún
no son concluyentes ni tienen la formalidad de una norma
oficial, las versiones sobre el nuevo "modelo"
indican que las cooperativas podrían prestar sus servicios
o vender sus productos no sólo a los particulares, sino
también a distintos niveles del gobierno.
En el
transporte público el ramo del taxi particular es uno de
los más extendidos, desde que se permitió a mediados de la
década pasada. Los dueños de autos viejos de factura
estadounidense o soviética fueron autorizados a trabajar el
vehículo, en una práctica que aún permanece y satisface
la necesidad a la que no pueden responder las empresas
estatales.
La idea es
ampliar ese sector, adecuarlo al uso de autos menos
envejecidos y extenderlo, además, a la operación de
microbuses de ruta fija e incluso de autobuses regulares
para itinerarios marginales, todo bajo el esquema de
cooperativas.
Cuba:
democracia y autogestión
como fuerzas productivas
Por
Guillermo Almeyra (*)
La
Jornada, 19/09/10
Previsiblemente,
la crisis mundial –a la que se agrega el criminal bloqueo
estadounidense– aumentará aún más su peso sobre Cuba,
reduciendo el turismo e incluso las remesas de los cubanos
emigrados. Las dificultades crecientes de la economía
venezolana, así como el agravamiento de los desastres climáticos,
son también factores que hay que tener en cuenta cuando se
piensa en cómo sacar del actual pozo a la economía de la
isla y en cómo reducir las tensiones sociales y políticas
en un país que está instalado en una crisis profunda desde
hace más de 20 años (la vida de una entera generación) y
que no ve en el horizonte ni cambios reales ni objetivos
alentadores sino sólo una dura lucha por la supervivencia
dirigida además por el mismo sistema y los mismos cuadros
que ayudaron a llegar a la actual dramática situación o
que no supieron cómo evitarla.
Para
salir de esta crisis, que se agrava con la crisis mundial
pero se viene arrastrando desde hace decenios por causas
específicamente cubanas, se necesita tensar todas las
fuerzas de la población, recurrir a su capacidad creativa,
su cultura, sus conocimientos, movilizarla como protagonista
de todas las decisiones, como patrona de su propio destino,
darle como objetivo la igualdad, la participación plena y
creativa. En una palabra, dejar de tratar a los cubanos como
súbditos y reconocerlos como ciudadanos plenos, movilizando
su voluntad, su conciencia, su voluntad de socialismo, no
detrás de huecas consignas desgastadas sino en pos de
objetivos democráticos y autogestionarios para que por
Estado no se entienda un aparato por sobre la sociedad y que
pretende controlarla sino la gestión colectiva de los
ciudadanos en primera persona.
La
democracia no es un obstáculo en el trabajo de los
especialistas, burócratas y tecnócratas: es una necesidad
vital para aumentar la producción y la productividad y
lograr nuevas invenciones colectivas.
¿Quién
discutió previamente las actuales medidas para salir de la
crisis que permiten vender propiedades en Cuba, por 99 años,
a extranjeros, cuando los cubanos mismos no pueden
comprarlas, que decide construir gran cantidad de campos de
golf de 18 hoyos (para extranjeros), costosísimos en agua y
en esfuerzos, que eliminan totalmente el magro subsidio por
desocupación o la gratuidad de los entierros?
¿La
Asamblea Nacional, que sólo se reúne siempre a posteriori
para refrendar las decisiones del vértice partidario?
¿Un
congreso o una conferencia del partido, siempre postergados
pues ese partido único, en el que milita lo mejor y también
lo peor del funcionariado cubano, está fusionado con el
aparato estatal, no tiene objetivos diferentes de éste y a
él está subordinado y, por supuesto, no controla en lo más
mínimo a los dirigentes del Estado-partido?
¿Los
llamados sindicatos, que en vez de ser la voz de los
trabajadores frente al aparato estatal supuestamente de esos
trabajadores son simplemente una parte de la burocracia
estatal, al extremo de ser incapaces de decir una palabra
frente a la pérdida de grandes y viejas conquistas, de
evaluar las políticas del Estado, de formular propuestas y
contrapropuestas surgidas de asambleas democráticas en las
empresas?
¿Por
qué no se discuten las medidas gubernamentales en cada
empresa, en cada barrio, en cada comunidad campesina?
¿Por
qué no se escucha la voz y las sugerencias de quienes deberán
sufrir las consecuencias de dichas medidas y, al mismo
tiempo, deberán poner el hombro para sacar al buey del
barranco?
Una
crisis es una oportunidad de cambiar. En vez de recurrir
solamente a un hipotético turismo o inversionismo de lujo,
¿por qué no discutir cuáles inversiones productivas son
hoy necesarias y deben ser permitidas al capital privado
–por ejemplo, en la producción agroalimentaria y la
distribución de los alimentos en la isla–? En vez de
centralizar una vez más, ¿por qué no descentralizar y dar
poder de decisión y de organización a nivel territorial,
horizontal, a los productores y poner a su disposición
insumos y medios de transporte? El combate a la burocracia
no consiste sólo en reducir el número de funcionarios
redundantes o improductivos y de reglamentaciones absurdas:
consiste en cambio fundamentalmente en trasladar el poder de
información y de discusión a los ciudadanos, que son
usuarios-productores-consumidores atados por esa burocracia.
La
democracia, la autogestión, la planificación desde el
territorio y desde los lugares de producción, la libertad
de opinar, disentir, expresarse, informarse, son
indispensables si se quiere sacar a la población de una
desmoralizante y creadora de apatía resignación ante las
decisiones que llueven desde el vértice del Estado tal como
llegan los huracanes.
Repetimos:
la vía china o la vietnamita son irrepetibles en Cuba, no sólo
por razones demográficas, históricas, culturales, sino
también porque esa es una salida que sólo se podría
encarar abriendo completamente el país al capital y la
intervención de Estados Unidos y eliminando lo que queda de
la revolución para que acabe el bloqueo y lleguen
inversiones masivas.
Cuba
nunca fue socialista, aunque sí luchó por aportar a la
construcción del socialismo en la isla y en el mundo. Pero
su revolución democrática, antiimperialista, de liberación
nacional, fue importantísima para la isla y para todo el
continente y, aunque está estancada desde hace rato porque
no puede profundizar su curso y, por el contrario,
retrocede, sigue siendo la garantía de la independencia
nacional y es la base del consenso político que aún
mantiene el gobierno, sobre todo entre las generaciones más
viejas, que conocieron el pasado y no quieren retornar a él,
como lo expresa claramente Silvio Rodríguez.
Es
suicida enterrar los restos de revolución para atraer
inversionistas. Por el contrario, hay que reanimarla con un
gran cambio, sobre la base de la democracia, la autogestión,
la libre organización, la eliminación de la autocracia y
la burocracia y la extensión al máximo del poder de los
productores.
(*) Guillermo Almeyra, historiador, nacido en Buenos Aires en 1928 y radicado en México, doctor en Ciencias Políticas por la Universidad de París, es columnista del diario mexicano La Jornada y ha sido profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México y de la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Xochimilco. Entre otras obras ha publicado Polonia: obreros, burócratas, socialismo (1981), Ética y Rebelión (1998), El Istmo de Tehuantepec en el Plan Puebla Panamá (2004), La protesta social en la Argentina (1990–2004) (Ediciones Continente, 2004) y Zapatistas–Un mundo en construcción (2006).
Recortarán
un millón de puestos de trabajo en el estado y, como
contrapartida,
se legalizará el empleo por cuenta propia en
varias áreas
Hacia
una economía mixta
La
reforma económica va en serio
The
Economist, 16/09/10
La
Nación, 18/09/10
Desde
que Raúl Castro asumió el poder en Cuba, en 2006, parece
haber dado a entender que desea reformar la moribunda economía
de la isla, planificada centralmente. Pero los cambios que
ha introducido han sido limitados o prácticamente
intrascendentes (otorgó más libertad a los productores agrícolas,
permitió a los peluqueros trabajar por su cuenta y dejó
que los cubanos tuvieran teléfonos móviles, inalcanzables
desde el punto de vista económico). Eso fue hasta ahora.
El
13 de este mes, el gobierno anunció, a través de la
confederación sindicalista oficial, que más de un millón
de personas (un quinto de la mano de obra) serán despedidas
de sus puestos de trabajo estatles, la mitad de ellas quedrás
sin trabajo a partir del 1º de abril de 2011.
A
algunos de los des empleados se les orecerán nuevos puestos
en el gobierno, entre los cuales se incluyen la policía y
el turismo. Pero sientos de miles debrán arreglárselas
solos.
Para
ayudarlos, se legalizará el empleo por cuenta propia en
docenas de áreas, desde el transporte hasta la construcción.
Las reformas también permitirán a muchas firmas estatales
convertirse en cooperativas manejadas por los empleados.
Deberán pagar impuestos aunque todavía no se ha explicado
en detalle cuáles serán los montos.
Esta
es la mayor reorganización de la economía desde que Fidel
Castro expropió las pequeñas empresas en 1968.
Impresionando a sus benefactores soviéticos al colocal bajo
el control del estado a prácticamente todos los
trabajadores, desde los lustradores de zapatos hasta los
mozos de restaurantes.
A
mediados de la década de 1990, cuando la Unión Soviética
y sus subsidios para Cuba desaparecieron, Fidel permitió a
regañadientes que los cubanos utilizaran el dólar
estadounidense como moneda legal y que se embarcaran en
pequeños negocios (tales como el alquiler de habitaciones y
y la apertura de pequeños restaurantes de poca
envergadura).
Pero
muchos de esos pequeños negocios fracasaron debido a los
elevados impuestos y a lo complejo que resultaba obtener
licencias para trabajar.
Cuando
Hugo Chávez, el presidente de Venezuela, se convirtió en
el nuevo benefactor de Cuba, ofreciendo petróleo barato,
Castro recentralizó la economía.
El cambio
del gobierno
Con
frecuencia, Raúl Castro expresó su enejo por la aguda
falta de eficiencia de Cuba. “Tenemos que borrar para
siempre la idea”, dijo a la Asamblea Nacional el mes último,
“de que Cuba es el único país del mundo donde no es
necesario trabajar”.
El
país ya no puede permitirse esto: el precio del níquel,
que es lo que más se exporta, ha bajado. La recesión
mundial ha reducido la cantidad de turistas que llegan a
Cuba. La isla sufrió los daños provocados por un huracán
en 2008. La mitad del terreno agrícola es improductivo. Por
ello, el país importa el 80 por ciento de los alimentos que
consume. Asimismo, ha luchado por hacer pagos en moneda
fuerte.
A
comienzos de este mes, a Fidel Castro mismo se le escapó,
ante un periodista estadounidense que visitaba Cuba, que el
modelo económico cubano “ya ni siquiera funciona para
nosotros”.
Aunque
más tarde, él, solapadamente dijo haber sido mal
interpretado, ésta es claramente la visión de su hermano.
Los economistas cercanos a Raúl, quienes durante mucho
tiempo han estado a favor de la economía mixta, como la de
China o la de Vietnam, finalmente parecen haberse salido con
la suya.
Beneficios
que no cambian
El
anuncio de la reforma le sucede a una ronda de debates sobre
la economía, promocionados oficialmente, en las entidades
de base.
Esto
puede allanar el camino para hacer un congreso largamente
postergado del Partido Comunista que está en el gobierno
(el último se llevó a cabo en 1977). Raúl ha dicho que el
congreso será el último en ser presidido por “el
liderazgo histórico de la revolución”.
Los
trabajadores despedidos continuarán teniendo los siguientes
beneficios: asistencia sanitaria y educación gratuitas,
vivienda y transporte con elevados subsidios y modestas
raciones de alimentos gratuitos.
Durante
mucho tiempo, una gran cantidad de cubanos complementaron
sus míseros sueldos estatales, de alrededor de 20 dólares
por mes, con empresas privadas ilegales en el mercado negro.
Pero las reformas profundizarán las ya evidentes
desigualdades en los ingresos en Cuba. Y también debilitarán
el control que el estado tiene sobre la vida de los cubanos.
“Un
día podríamos recordar esto como el comienzo de la
Perestroika”, dice un diplomático occidental en La
Habana.
El
crudo diagnóstico de Fidel Castro sobre la crisis se vincula con
la urgente necesidad de inversiones para la
isla
Deciden
despedir masivamente a empleados públicos
Por
Marcelo Cantelmi
Clarín,
18/09/10
La
tarea de improbable cumplimiento, es intentar siempre
aparcar la pasión lo suficientemente lejos si de abordar la
cuestión cubana se trata. Por ese desvío inevitable de la
razón se suelen colar interpretaciones a veces inverosímiles
sobre lo que en verdad está sucediendo en la isla
comunista. O en la traducción política de declaraciones
que, como es usual en el resto del mundo, también allí
difieren bastante de lo que parecen o pretenden parecer. La
pasión nubla a enemigos y amigos con igual fanatismo y
también entre ellos.
Hay
dos novedades que han puesto nuevamente los focos sobre Cuba
y cada cual en esos multiplicados bandos, se ha lanzado a
apropiarse de la verdad como una misión revelada. Una de
las noticias provino del ahora reaparecido e impetuoso Fidel
Castro, quien reconoció a un periodista de la prestigiosa Atlantic
Monthly de los Estados Unidos que “el modelo” ya no
funciona “ni siquiera para nosotros”. La otra, fue la
decisión sin precedentes dentro de la tradición de esta
etapa histórica de Cuba, de despedir a 500.000 trabajadores
estatales.
Esa
cifra equivale al 10% de la población laboral del país. Y
aún así es la mitad de la cantidad que públicamente citó
en abril pasado Raúl Castro como la cuota necesaria de
sacrificios para reducir la capa superflua en el empleo público.
Ambos
hechos tienen un vínculo que si se lo explora puede
resultar esclarecedor. Fidel lanzó aquella frase
premeditadamente, según es posible reconstruir, después de
que en la dura interna que se libra en las alturas del poder
–que en Cuba, concordemos, no son las de las masas–,
volvió a trabarse el proyecto de su hermano para
transformar la estructura económica del país.
El
dato más resonante de ese retroceso fue la forma atípica
en que se desarrollaron los actos del 26 de abril pasado que
conmemoran el inicio, hace 57 años, de la Revolución. Allí
no habló ninguno de los Castro y quien tomó el micrófono,
el vicepresidente Ramón Machado Ventura, hizo honor a sus
antecedentes ortodoxos al ignorar totalmente la palabra
reforma.
La
frase del comandante al colega norteamericano, que en una
interpretación inverosímil pero extendida fue traducida
como una autocrítica al modelo comunista –no es
precisamente lo que haría Fidel en este momento–, fue en
verdad la repetición de otra que su hermano no ha dejado de
pronunciar desde que lo relevó en el máximo sillón del país.
La cuestión es más que eso, además. La cita, desmentida
incluso para que no sea un desmentido, fue una ratificación
de que hay una decisión real para los cambios, al menos en
este vértice del poder cubano que, claramente, no es el único
vigente en la isla.
El
licenciamiento de una cifra de tal magnitud de empleados
estatales es una victoria de los Castro para profundizar ese
giro e imponerlo sobre los atavismos de la fuerte burocracia
del Partido Comunista, cuyo componente principal reconoce
dos vertientes: una estratificada que es la de la
gerontocracia abulonada al poder y otra idealista que
percibe que un modelo asiático en Cuba, será también puro
capitalismo con una máscara socialista. En ese punto es
donde se da la controversia de buscar un camino propio,
debido a la cercanía con EE.UU. que implicaría el riesgo
de que Washington se apropie de las debilidades que
conllevaría la apertura.
Pero
es un callejón: si no hay cambios, el sistema colapsará
porque la realidad económica no muestra alternativas.
Nunca como ahora estuvo en situación tan difícil la mayor
de las Antillas y el auxilio petrolero de Venezuela es una
gota frente al tamaño oceánico del desafío.
El
plan que se menea para que Cuba salga del actual abismo,
tiene diferentes rostros, los primeros fueron los pasos
inclusivos que se dieron desde hace cuatro años permitiendo
un mayor acceso de la población a los hoteles de turistas,
la compra de celulares o de otras bienes de líneas blanca.
Pero en la base de esto se encuentra la decisión de acabar
con el igualitarismo a ultranza heredado de los orígenes de
la Revolución. Esa parte del proceso está en marcha desde
el momento que, hace años, Raúl Castro impuso en las más
de 800 empresas del Ministerio de Defensa que encabeza, el
criterio del estímulo material sobre el moral.
En
otras palabras, ganará más quien más se esfuerce . En la
lista de cambios también caerán los comedores públicos
que suman 18.600 en toda la isla, y con ellos las famosas
tarjetas de racionamiento con la idea de que todos esos
instrumentos se coaligaron para que gran cantidad de gente
viva sin el esfuerzo de pelear por su empleo.
Son
solo argumentos. No hay que perder de vista que Cuba tiene
hoy los sueldos más reducidos del hemisferio, en torno a
entre diez y doce dólares mensuales, no importa el nivel
académico de la persona o el tipo de trabajo que desempeñe.
Eso explica la crisis de conciencia , sobre todo entre la
juventud que reconoció el propio Raúl Castro en sus
discursos. Sería un escenario ideal para la proliferación
de inversiones extranjeras, que es el objeto del deseo de
esta transformación. Pero la isla no tiene una población
numerosa como sus camaradas de Vietnam o China, y además,
esencialmente, soporta un embargo anacrónico impuesto por
la Casa Blanca que traba la circulación de bienes y
personas. Esa medida, de neto corte electoralista en EE.UU.
es promovida por una minoría anticastrista de Florida cada
vez más enfrentada a la posición de la mayoría de la
derecha republicana y demócrata que aspiran a amplificar el
comercio con Cuba .
La
apuesta es entonces producir una apertura que atraiga esas
inversiones, configurando un negocio que justifique en el
exterior la ruptura de los bloqueos existentes contra la
isla y que el resultado multiplique la circulación del
dinero para atenuar el enorme costo social de la crisis que
se expresa también en el vigor del mercado negro. Los pasos
realizados hasta ahora, sin embargo, muestran en su lentitud
y confusión las extremas contradicciones que se
experimentan en la isla. Sólo vale advertir que no existe
hoy, e improbablemente en el futuro inmediato, empleo
privado que absorba al medio millón de empleados que
comenzara a gotear el Estado .
Se estima que solo cien mil
lo lograrán y en actividades cuentapropistas de destino
incierto. De modo que las tensiones sociales pueden
incrementarse y acelerar cambios que brotarían por presión
y no decisión. Es el riesgo de que Cuba acabe pareciéndose
más a la URSS del ocaso que a la China de la reconversión.
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