Cuba

El marenostrum que se avecina: lo que el debate en Cuba calla

El placebo burgués de la igualdad diferenciada

Por Roberto Cobas Avivar (*)
Kaos en la Red, 13/04/11

En la medida que toma dinámica en Cuba la reforma economista del Gobierno del Jefe de Estado y Jefe en funciones del PC, Raúl Castro R., resurgen «ideas» que es necesario re-poner en su lugar, so pena de abonar por omisión de la palabra la polvareda ideológica que las mismas intentan levantar una y otra vez.

A las puertas del trámite formal - ratificación de los "Lineamientos de Política Económica y Social" - que asumirá el VI Congreso del PC cubano (16 de abril 2011), vestidos con trajes “nuevos” se presentan conceptos del «socialismo burocrático de estado» sin el menor apego a la razón crítica.

El analista Aníbal Garzón (España), reñido con el entendimiento de la igualdad socialista, traslada a la realidad cubana contaminaciones ideológicas de la “izquierda” pos marxista. La casualidad desde la dialéctica materialista no existe. Es sólo el momento donde se encuentran trayectorias aparentemente aleatorias.

Siguiendo la pauta infundada de la politología oficial cubana, el analista asume el socialismo como hecho consumado. “El socialismo cubano sigue su Revolución[1] (subrayado mío) - nos dice en la entrada de su análisis. Tras el pensamiento único apoderado de la opinión pública en Cuba, entiende que “el modelo ya no le sirve ni siquiera los cubanos”, y lo que necesita es “una actualización”. Un socialismo asumido como hecho dado, con un modelo económico desactualizado. Lo general ya terminado, con lo particular desarreglado. Se ha concluido la estructura de la casa empezando por la cobija (techo). La contradicción cognitiva no es mera ausencia de conocimiento.

Con el acriticismo de dicho enfoque - recurrente en la izquierda no cubana preocupada con la suerte del socialismo en Cuba - el debate al respecto viene a retrotraerse cuando menos en 20 años. Ha caído el muro de Berlín que el mismo analista menciona, y con el muro toda la experiencia de lo que ha sido asumido por sus propios exégetas como el “real socialismo”. Lo de “real” ha pretendido establecer como dogma inapelable el pensamiento único de su centro político. La acepción enmarca un sistema, cuyas características y regularidades funcionales tiene su matriz en el estado obrero deformado soviético. Es la evaluación de Lenin. Ese Estado, como el árbol que nace torcido, ya no se enderezará bajo la doctrina del estalinismo e implosionará apenas 70 años después de la revolución que lo trae al mundo. Como en un efecto dominó se desploma todo el sistema. ¿En qué fundamentación científica puede sostenerse la tesis de socialismo?.

Lo que ha caducado es una formación socioeconómica en ciernes, que intenta negar desde el marxismo vulgar la formación capitalista en que se incuba. Su régimen político anti democrático, cortado a la medida, no ha podido más que asfixiarla. Sistema de economía soportado sobre el dominio de la propiedad estatal y el trabajo asalariado. Planificación burocrático-centralizada de la macroeconomía y verticalización del movimiento microeconómico (sistema de ordeno y mando). Mediatización administrativa del mercado. Voluntarismo político en la determinación de la correlación entre acumulación y consumo. Todo ello bajo la égida de un sistema de partido único de gobierno, fusionado con el estado en tanto instancias de poder económico, administrativo y político autoritarias. Democracia representativa subordinada al partido-único de gobierno. Control político-policial del movimiento de la sociedad, institucionalizado como sistema de represión y coacción, invalidante de la noción de estado de derecho. La restricción a las libertades ciudadanas como distintivo del ordenamiento civil.

La caracterización expuesta de ese “socialismo real” - ampliamente fundamentada en los estudios más exigentes al respecto - tipifica la formación socioeconómica cubana y el régimen político que le es inherente. Las especificidades responden al “grado de libertad” que condicionan los factores historio-concretos particulares.

Ahora bien, lo que hace la semejanza determinante es el núcleo duro de la formación socioeconómica del “real socialismo”: su modo de producción.

El “real socialismo” no cambia la naturaleza capitalista de las relaciones sociales de producción e intercambio. Propiedad sobre la fuerza de trabajo, trabajo asalariado mediante. En dichas relaciones monta un sistema de distribución con pretensiones de racionalidad y justicia social superiores al capitalismo. La fe se calza en la creencia de que al estado en su función de hegemón, le asisten ambos supuestos como prerrogativas sistémicas. Alienando la relación política entre la esfera de la producción y la esfera de la distribución, el “socialismo real” se vulgariza - según impenitente observa Marx. Ello sucede sin que tampoco la formación alcance las cotas redistributivas ni la racionalidad económica que el estado de bienestar capitalista más avanzado llega a establecer – entendiéndose la racionalidad y la justicia social fuera de toda idea de absolutum.

Con comprensible entusiasmo, pero atrapado en la propaganda ideológica, el analista español define a Cuba como: “el único modelo socialista que resistió la caída del Muro del Berlín en 1989 y sigue resistiendo el bloqueo del imperialismo norteamericano[2] – subrayado mio. El “real socialismo” cubano deviene la única manifestación con vida del socialismo vulgar. El «socialismo vulgar» es inviable, en tanto interregno político justo en el sentido gramsciano. La razón de su inviabilidad estriba en una inevitable paradoja: la superación cualitativa del “real socialismo” la plantea como praxis exitosa el capitalismo socialdemócrata, específicamente su expresión escandinava. ¿Cuál es el significado político de esta apreciación objetiva, a la luz del rumbo que para Cuba definen los dos máximos Líderes del PC?.

Que la condición necesaria y suficiente para que los “Lineamientos de Política Económica y Social del PC” tengan éxito, está en el tránsito conceptual y estructural-funcional hacia el estado de bienestar planteado por el capitalismo socialdemócrata. Por cuanto la opción del social-liberalismo chino que estima la máxima Dirigencia del Partido-Estado cubano, constituye una violentación criminosa de la cultura de solidaridad e igualdad cultivada por el espíritu humanista de la Revolución cubana.

“Todas y todos los cubanos, abastecidos con un salario muy similar y la disposición de los mismos servicios, aún realizando diferentes trabajos y con diversos niveles de productividad, acaban sometidos a una economía estatista muy asistencialista”. En este “por tanto” economicista se equivoca políticamente de pies a cabeza el analista «español» AG.

La redistribución de la renta en Cuba hasta 1995 merodea un 23% en términos del coeficiente GINI. El equilibrio de esa relación de igualdad - curiosamente visto como un “igualitarismo” dañino en relaciones sociales socialistas - caracteriza la distribución de la renta en los países con más desarrollo socio-humano en el mundo. El deterioro del equilibrio de la distribución de la riqueza en Cuba entre 1995 y 2010 constituye una realidad o­nerosa. La subsistencia de la igualdad en la precariedad apenas se apuntala en el sistema de derechos y seguridad social (estructuralmente resentido).

“Mientras tanto, tal como demuestran, entre otros, Hernan E. Daly y Kennet N. Towsend, el desarrollo social equilibrado, medido económicamente según una diferenciación mínima de la renta (tomemos el coeficiente GINI), decide sobre el alto confort sico-social de la sociedad (¿el indicador de la felicidad?). El egalitarismo, entendido como la distribución equilibrada de la riqueza, excluye por definición la competencia en la reproducción material del ser humano. Apuesta por la solidaridad de los lazos sociales y mediante ello a una actitud no depredatoria en el aprovechamiento de los recursos” (RCA, Sociedad de Economistas de Polonia, nov. 2009)[3].

La propaganda liberal peyorativa sobre el egalitarismo puede “hacer su agosto” en el reino de la ignorancia cognitiva. “Suecia y Finlandia, tomando por caso, exponen la ausencia de contradicción entre el egalitarismo y el alto estándar de vida por una parte, y el egalitarismo y la competitividad en las relaciones económicas internacionales, por otra”[4].

No por confuso y de poco rigor cognitivo - o precisamente por ese motivo - debe obviarse la idea que glosa el analista A.Garzón sobre lo que habría de ser “uno de los pilares fundamentales del socialismo” y, según acota, del “avance en Cuba”, a saber: “la dicotomía entre igualdad e igualitarismo”[5].

Para fundamentar su apreciación el analista expone que: “Hasta la actualidad, Cuba, inspirada en parte en el modelo soviético, creó una estructura social de igualitarismo que paralizaba el aumento de la productividad y de la iniciativa comunitaria en mejora de la economía social y nacional”. El planteamiento es evidentemente incoherente en su intención argumental.

Lo que por dicotomía asume el analista español, en Cuba se da como sinonimia. Desde la semiótica política del discurso de la Revolución, el “igualitarismo” se ha inducido como expresión de igualdad. Ello constituye la manifestación legítima de la radicalidad axiológica de la revolución social que se desencadena en 1959. Lo importante a observar como determinante político es que ni la idea de igualitarismo ni la idea de igualdad en el socialismo de estado cubano engarzan con la radicalidad de la idea socialista marxiana. No pueden hacerlo.

La igualdad puede ser objetiva sólo en cuanto a la posesión de los medios de producción y reproducción humana. Causa aprensión que este axioma marxiano de la igualdad sea tan inaprehensible para el pensamiento de izquierda.

El Proyecto de Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución (LPES)  - nos dice el analista español - quiere convertir el socialismo asistencialista cubano e igualitarista, en un socialismo de igualdad con las mismas oportunidades[6]subrayado mio. Sin proponérselo - dado el trasfondo encomiástico de la observación - el analista pone en tela de juicio la “cosa” que trasiega “la forma” en los LPES del PC cubano.

La idea de igualdad asociada a la igualdad de oportunidades ha cristalizado como el distintivo del social-liberalismo capitalista. La igualdad se identifica como la posición del ciudadano con respecto al derecho. El estado de derecho ha de garantizar la igualdad de oportunidades, y no las oportunidades de la igualdad. Por consiguiente – argumenta AG: “en relación al cálculo del nivel salarial de cada trabajador, debe buscarlo a partir de los indicadores del tipo de producción que ejecuta, del nivel de productividad, de los resultados programados y conseguidos,… para hacer mas eficiente el sistema de la economía socialista”.

Al Sur de España, en la conocida comunidad de Marinaleda, se desarrolla un proyecto socialista donde la propiedad común sobre los medios de producción y el igualitarismo de la remuneración en un régimen cooperativo de producción y autogestión comunitaria, demuestran que la eficiencia del sistema de economía queda en una relación directamente proporcional al grado de igualdad. Igualdad con respecto a la posesión de los medios de producción. No deja de llamar la atención que el ejemplo haya faltado como «estudio de caso» en la antología cubana sobre el cooperativismo lanzada en Cuba recientemente[7].

Préstese atención cómo la idea de socialismo en los seguidores del “real socialismo” cubano, permanece invariablemente fusionada con el trabajo asalariado y el productivismo, propios del modo de producción capitalista. Por lo cual, el axioma de la distribución burguesa que plantea Marx en la crítica al programa político del partido obrero alemán (Gotha) “de cada cual según sus capacidades, a cada cual según su trabajo”, es tomado - también por el analista español -, como expresión de la distribución socialista.

El socialismo de igualdad con las mismas oportunidades” que identifica el analista es el mismo que establece, tras la idea de Raúl Castro, que en el capitalismo los propietarios exijan el máximo de su capacidad a cada cual, y remuneren el trabajo según la ecuación costos/beneficios. Asumido el trabajo asalariado cual constante en el "socialismo real", dicha ecuación define, como en el modo de producción capitalista, costos y beneficios en una correlación negativa. En “el cálculo del nivel salarial[8] - al que hace referencia el analista español - el salario no deja de ser parte de los costos de producción. No lo dejará de ser bajo la lógica del modo de producción atenido al fetiche de la propiedad, sea privada o estatal[9].

En cambio - enfatiza el analista español -, en el «comunismo» (“la sociedad sin clases”), la distribución será “..., a cada cual según sus necesidades”. De manera que en una sociedad capitalista clasista como la noruega, donde la distribución puede considerarse técnicamente dentro del principio “a cada cual según sus necesidades”, el «comunismo» vendría a ser una realidad tangible. Lo positivo de las interpretaciones de cliché del marxismo es que conducen a paradojas esclarecedoras.

No quiero terminar esta breve apreciación crítica a las contaminaciones ideológicas de las interpretaciones sobre el rumbo pro capitalista que obra el proceso sociopolítico cubano, sin poner patas abajo la especulación sobre el inconciente de las nuevas generaciones cubanas, según el analista español.

Las nuevas generaciones nacidas después del triunfo de la Revolución que no conocían el sistema dictatorial de Batista o el funcionamiento de otros países capitalistas con alto índice de subdesarrollo y desigualdad, etiquetan la realidad económica cubana y la posibilidad de acudir a servicios y bienes del estado (educación, sanidad, víveres con la carta de racionamiento,..) como algo evidente y normal, sin percibir su duro coste[10] (el subrayado es de AG, las negritas, mías).

Las generaciones cubanas nacidas con el triunfo de la Revolución no etiquetan la realidad en la que se insertan, sino que la asimilan justamente como algo evidente y normal. Más allá de serlo como derecho adquirido, lo que en ello prima es el entendimiento político en el pueblo cubano de la igualdad socio-humana como cosa evidente y normal. “Con ello la sociedad cubana se ha desplazado fuera de la servidumbre de las relaciones sociales de producción e intercambio capitalistas. Ese acervo cultural, empero, ha sido depreciado por la propia Dirigencia Histórica”[11].

El sofisma de que esa juventud beneficiaria de la universalidad de los servicios de salud y educación en Cuba no perciba “su duro coste”, pertenece a la falsedad ideológica del paternalismo utilitarista del socialismo de estado. Bastaría constatar el llamado Ejército Juvenil del Trabajo (EJT) para poner el sofisma sobre la conciencia del "duro coste"  en su lugar.

La Revolución no da, el Estado gestiona lo que el pueblo, juventud ante todo, produce

El Estado de la burocracia que encarna el “real socialismo” cubano, sin embargo, ha agotado su capacidad de gestión eficiente de los recursos que genera el trabajo del pueblo. La libreta de abastecimiento, símbolo del racionamiento en oposición a la racionalidad, ha sido declarada por el Jefe de Estado como un freno al desarrollo de la economía cubana. El pensamiento único reconoce el hecho con 30 años de retraso[12]. De manera que lo que al analista español le llega a parecer “acceso a bienes del estado[13], constituye uno de los lastres de la «economía de la carencia» (J.Kornai) inherente al modo de producción del “real socialismo”.

El reformismo economista estructural que inminentemente será sancionado por el VI Congreso del PC (16 abril 2011) empiedra el camino hacia la república socialista. La lógica de sus postulados economicistas prefiguran dinámicas de acumulación y concentración excluyentes de capital, ya fecundamente larvadas. El ágil reposicionamiento de los capitales privados de matriz estadounidense con respecto a las oportunidades que abren los LPES del PC - como los índices en la bolsa de valores -, constituye un indicador cierto de que la fruta ha madurado.

El Cuba Study Group , con el instinto del “empresario de éxito” cubano-americano Carlos Saladrigas (firmante del proyecto Concordia[14]), toma con apropiado instinto la palabra en Wahsington[15]. Su informe de abril del 2011 debe ser publicado íntegramente por la prensa cubana para su debate revolucionario crítico. Sin embargo, los medios de comunicación en manos de la burocracia política cubana callan al respecto del marenostrum que actúa detrás del bloqueo yanqui y también ya aboga por su eliminación. El pueblo permanece perniciosamente desinformado sobre la telaraña de interrelaciones económico-políticas que se viene tejiendo alrededor de la “actualización del modelo económico” cubano.

Ni el socio-liberalismo ni el socialdemocratismo garantizan la salida del subdesarrollo sistémico de Cuba. Esa constatación estará reforzada por las tensiones geoeconómicas y políticas que signarán indefinidamente las relaciones entre los EEUU y A.Latina. Ambos rumbos ponen en alto riesgo la soberanía de la nación y la integridad del incipiente estado cubano. Por su parte, el socialismo de estado acumula las contradicciones naturales que lo agotan como modelo de acumulación y lo harán estallar socialmente en cualquier momento.

La declaración del Jefe de Estado que acríticamente se presenta: “No me eligieron Presidente para restaurar el capitalismo en Cuba ni para entregar la Revolución. Fui elegido para defender, mantener y continuar perfeccionando el socialismo, no para destruirlo”[16]; no encuentra sostén alguno en un ideario político transparente comprometido con la transición socialista revolucionaria en Cuba.

El «socialismo revolucionario» de la mano de Marx pone la suerte del pueblo en las manos del pueblo. Y “nada puede contra el instinto de conservación amenazado” del pueblo. Ese hilo dialéctico invisible hace a Martí, marxiano.


(*) Economista cubano. Lic. Master en Ciencias Económicas – Universidad de Gdansk, 1981, Polonia. Diploma en Estudios de Factibilidad Económico Financiera y Planificación de Proyectos de Inversión y Desarrollo – Oficina de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial, UNIDO ITPO Varsovia, 2000. Ha trabajado y publicado en Cuba como especialista del Instituto de Investigaciones del Transporte. Sus trabajos abarcan problemas económicos, sociales y políticos de América Latina y en particular Cuba. Hoy reside en el extranjero.

Notas:

[1] Aníbal Garzón, “Congreso del PCC: El socialismo cubano sigue su Revolución, del igualitarismo a la igualdad”, en:
www.kaosenlared.net/noticia/congreso-pcc-socialismo-cubano-sigue-revolucion-igualitarismo-igualdad

[2] Aníbal Garzón, ibídem

[3]RCA. Para atender un enfoque más detenido del problema ver:
http://www.kaosenlared.net/noticia/quo-vadis-capitalismo

[4] Ibídem

[5]A.Garzón, ibídem

[6] Ibídem

[7] RCA, “Cuba: el presente es de lucha, si el futuro ha de ser nuestro – I”; en:
http://www.kaosenlared.net/noticia/cuba-presente-lucha-si-futuro-ha-ser-pueblo-i

[8] A.Garzón, ibídem

[9] RCA, “Hacia el socialismo en Cuba: ni propiedad ni excedente”; en:
http://www.kaosenlared.net/noticia/hacia-socialismo-cuba-ni-propiedad-ni-excedente

[10] Ibídem

[11] RCA, “Cuba: General, así no se construye la república socialista”; en:
www.kaosenlared.net/noticia/cuba-general-asi-no-construye-republica-socialista

[12] Entre1978 y 1980 discutíamos con dirigentes del PC lo apropiado de eliminar la susodicha libreta de abastecimiento. Las fundamentaciones no eran peores que las que hoy esgrime esa misma Dirigencia para proponer su eliminación. La diferencia estriba en que entonces, teníamos mucho mejores condiciones para asumir la reforma estructural que eliminara ese lastre a la economía cubana, sin que el impacto social fuera, según nuestras estimaciones, negativo siquiera en el corto plazo.

[13] Ibídem

[14] Ver: www.kaosenlared.net/noticia/cuba-presente-lucha-si-futuro-ha-ser-pueblo-ii

[15] Carlos Saladrigas visita Cuba recientemente (maryo 2011) recurriendo al "canal mediador" de la Iglesia Católica «institucionalizado» por Raúl Castro. Ver el informe presentado en Washington auspiciado por Carlos Saladrigas desde Miami.  “Apoyo a la pequeña empresa en Cuba. Recomendaciones para líderes del sector privado y público”, en:http://progreso-semanal.com/4/index.php?option=com_content&view=article&id=3313:apoyo-a-la
-pequena-empresa-en-cuba&catid=6:nuestro-pulso-florida&Itemid=2

[16] A.Garzón, ibídem


General, así no se construye la república socialista

Qué levanten la mano los vasallos

Por Roberto Cobas Avivar
Kaos en la Red, 11/04/11

Es José Martí quien ya en las postrimerías del s.XIX nos alerta con agudeza política sobre el fracaso del empeño en el «socialismo de campamento», si de la construcción de una res-pública se trataba.

Su análisis se arraiga en la pertinente crítica al “socialismo burocrático” que en el real capitalismo de estado veía H. Spencer, a través de las mediocres miras de la economía política burguesa[1]. Empero, la crítica martiana se hace contundente cuando deshace en menudos pedazos el ideario caudillista de los generales mambises de la «Guerra de Independencia» de 1895.

Para el intelectual y Líder político revolucionario cubano, una república no admitía ni podía dirigirse como un «campamento militar». Sin beber en la fecunda fuente del ideario marxiano, el iluminismo revolucionario del pensamiento político de J.Martí le permitía advertir que la idea de «socialismo» no era ni progresista ni admisible, si por ella el Estado habría de convertirse en regente de la vida de sus ciudadanos y de sus formas de reproducirse material y culturalmente. Ello anunciaba no una república, sino una «futura esclavitud».

No es ese precisamente el pensamiento martiano que celebra la Dirección política de Cuba. La unicidad revolucionaria en un partido aglutinador – el Partido Revolucionario Cubano fundado por J.Martí - ha sido indispensable como cerebro político organizador de la guerra militar insoslayable. "El problema cubano sólo podría ser resuelto fuera de los marcos políticos del poder español"[2]. Para ganar la guerra, la experiencia militar de los generales constituía la condición necesaria, pero para ganar la independencia no era la condición suficiente. La táctica tenía que inscribirse en la estrategia de la proyección política del orden republicano de Cuba. En ello consistía para J.Martí la gesta de independencia. La independencia no se reducía a la «libertad negativa», liberarse del yugo. Su sentido político estaba en la «liberación positiva», en su ideario: “alcanzar la dignidad plena del hombre”. Dentro del republicanismo martiano ya no hay lugar para un sistema político de partido-único.

Las fuerzas revolucionarias que en nombre del pueblo luchan por el poder político, se legitiman cuando una vez alcanzado el poder lo ponen en “manos” del pueblo. La democracia constituye la consecuencia política dialéctica de la revolución. Esta convergencia del pensamiento martiano y marxiano ha sido desterrada por la doctrina cubana acendrada en la politología del “comunismo” soviético, con la cual se ha negado a romper hasta hoy el PC de Cuba.

El ideario republicanista en J.Martí se forma sobre la virtud de la moral. Su proyección se identifica con el imperativo de la moralidad kantiana. En ese sentido más que reñirse, converge con la ética de la doctrina social marxiana. La moralidad en Kant, más allá del paradigma de la moralidad cristiana, empero, deviene igual que ésta un imposible materialista. La república moral no podía ser, por tanto, una res-pública política.

De la misma manera como no puede llegar a ser desde dicho subjetivismo la república “pos-moderna” capitalista. Ese summum del orden republicano burgués, aprehendido en la propia interpretación del pensamiento socioliberal - encarnado en el pos-marxismo de E.Laclau -, lo que viene a expresar es  el: “kulturkampf creado bajo la égida de la moralidad, de distintas opciones morales, no de alternativas políticas”.

Limitada a la percepción fenomenológica de la historia, la visión de una república socialista - en tanto alternativa política - no adquiere fundamento en J.Martí. No es un posicionamiento estratégico, es un entendimiento político pre-marxista. Hacer la guerra necesaria, para luego empeñarse en desenterrar las raíces de una transformación  que apenas trascendiera la decadencia de la moralidad del republicanismo burgués. No es legítimo ver en ello algo más allá de las fronteras que el  capital privado le impone al trabajo social[3].

Pre-marxismo y pos-marxismo se identifican en la infundada desestimación del antagonismo de clases en la lucha por la reproducción de la materialidad de la vida, bajo relaciones sociales de producción capitalistas. El pensamiento en el uno no llega a ser revolucionario, en el otro ha dejado de serlo. De ahí la mediatización de su fecundidad política.

El «ir a las raíces martiano» no incorpora la objetividad historio-materialista de las raíces marxianas. La educación económica de J. Martí conoce del papel del dinero como relación de poder político en el capitalismo. “El pueblo que compra, manda. El pueblo que vende, sirve”[4]. Pero las fronteras del capital son escurridizas para el avanzado pensamiento político martiano del fin de siècle decimonónico hispano-americano. El idealismo en la subjetividad del pensamiento no es casuística. De esa misma forma, en este s.XXI, la génesis del capital se hace escurridiza a lo más avanzado del pensamiento político socio-liberal, desarrollado por J.Rawls (Teoría de la justicia) y celebrado como el cenit de ese «izquierdismo occidental» empeñado en darle un rostro humano al capitalismo. El esfuerzo intelectual y político no llega a la concepción humanista del socialismo revolucionario. Ahí están sus cotas historio-dialécticas.

En un subjetivismo de semejante estirpe ideológica se diluye la idea de revolución socialista cubana proclamada por Fidel Castro ya en 1961. Lo que al principio  - y al calor de la defensa de la soberanía de Cuba - ha podido ser consecuencia del romanticismo revolucionario propio de la tradición de pensamiento del socialismo utópico, decanta en un dogma anti martiano y, en esencia, anti marxiano. El “estado socialista” deviene el «estado de la burocracia» que repudia Martí. El «socialismo de estado» deviene el «socialismo vulgar» que repudia Marx.[5]

Si desde el análisis marxiano la opción por el «socialismo vulgar» del PC puede conducir sólo a la renovación capitalista en Cuba, desde la visión martiana el «socialismo de campamento» alimentado por el orden sociopolítico cubano no tiene futuro cultural alguno. La aberración política ha podido subsistir gracias al dominio omnímodo sobre la sociedad cubana desde el poder anti democrático del sistema partido-estado.

Conseguir un supuesto apoyo social a decisiones bajo un régimen de “participación” que no admite las alternativas como síntesis del convencimiento político de los miembros de la sociedad - mucho más allá de lo ilegítimo de decisiones bajo tales condiciones -, induce de facto la “doble moral” en el comportamiento de la sociedad. Cuba constituye el reino de dicho virus. El ciudadano no deja de advertir que todo el constructo de unidad política no pasa de recordar un queso gruyere. La contradicción es de calado.

Desde el pueblo la “doble moral se ejerce en defensa propia ante el poder suprasocietal del sistema partido-estado. Es por tanto legítima. Desde el dominio de la burocracia político-administrativa se ejerce en defensa utilitarista del poder que se usufructúa. Es en consecuencia ilegítima. El dominio del poder por encima de la hegemonía política democrática.

El problema no se reduce al comportamiento individual disfuncional sociológicamente visto[6]. Desfilar en marcha masiva un primero de mayo por el Malecón de la Habana y tomar una balsa proa a la Florida dos meses después, es reflejo de “doble moral” legítima; por cuanto no es posible la auto determinación del individuo bajo condiciones de dominio sistémico sobre su voluntad. Es decir, sin  condiciones estructurales que alimenten consensos demo-cráticos. ¿Acaso no basta ver cómo mantiene el PC de manera autoritaria e ilegítima - entre incontables prohibiciones de campamento - la prohibición de entrada, salida y libre asentamiento en su país a los ciudadanos cubanos? No importa aquí que esa autodeterminación no llegue a ser real dentro de las relaciones sociales capitalistas a las que “se emigra”.

Empero, la autodeterminación referida a relaciones sociales socialistas se atiene, en realidad, a la complejidad del concepto de autogestión socioeconómica y autogobierno político. Entiéndase que aquí la idea de autogestión comporta la condición de emancipación del trabajo. Así asumido, la alternativa de organización democrática incorpora el factor de autonomía del movimiento de la sociedad. Guantánamo - pongamos por caso aleatorio - no tiene por qué aplicar indefectiblemente soluciones de organización económica y comunal que se aplican y establecen en Artemisa. ¿Qué significa ello?.

Que el marco constitucional y jurídico del orden político ha de garantizar la autonomía como caldo de cultivo de la participación creativa, marcada por las particularidades socioeconómicas y socioculturales de regiones, territorios, ciudades y comunidades. No se trata de los autonomismos céntrifugas que en ello querrá siempre ver el Estado de la burocracia. Conceptuamos la proyección práctica de la idea socialista sobre la horizontalidad democrática del movimiento socioeconómico y político de la sociedad.

Lo expuesto, por supuesto, no da cabida a los apologistas del “socialismo de campamento”. En Cuba se trata de la opción en el entendimiento de aquellas alternativas de desarrollo capaces de interaccionar programáticamente, en torno a los principios revolucionarios e inalienables de participación y emancipación democrática. Ello significa que tampoco hay cabida para los apologistas del capitalismo.

Participación y emancipación democrática significa la indefectible opción por el socialismo revolucionario

La filosofía del «socialismo de campamento» impuesta al pueblo por el PC ha sembrado en la realidad cubana una contradicción corrosiva. No existe certeza alguna que una “unidad revolucionaria” impuesta desde el absoluto dominio político y económico de la sociedad, pueda mantener su coherencia interna bajo condiciones de democracia. No tiene esa certeza, en primer lugar, el PC gobernante. No la puede tener. Y ello es lo que explica el callejón sin salida del partido-único en el poder.

Si la reacción del PC ante dicha constatación – irrefutable donde las haya -, ha sido y es atrincherarse en la defensa a ultranza del sistema de poder establecido; la lectura dialéctica de la contradicción estriba en el tránsito hacia  un cambio conceptual de la participación. Un cambio cuya esencia democrática haga real el sentido de pertenencia bajo el cual pueda hacerse sostenible la coherencia sociopolítica de la sociedad y la nación.

La «Dirección Histórica» – así auto definida por el General Jefe de Estado Raúl Castro R. - se marcha dejando tras sí un camino sembrado de marabú, a cuyo desbroce no apunta lo que considera su último Congreso del Partido (sexto cónclave a celebrarse en abril 2011, luego de 13 años en el limbo programático). El vacío teórico-práctico sobre el socialismo revolucionario llena los recintos del poder y se disipa al doblar de las esquinas. En el Palacio de las Convenciones, el teatro en que ocupará asientos el 0.001% de la sociedad cubana para reafirmar el destino de la nación que define la Dirigencia Histórica, la concepción política sobre la transición socialista no será precisamente tema de ocupación.

Lejos de toda lógica dialéctica, los máximos dirigentes del PC intentan hacerle creer ahora a la sociedad cubana una falsedad ideológica que (varias generaciones lo han experimentado) ha sido perseverantemente negada por la Dirigencia Histórica, bajo el axioma de “la construcción del socialismo”. A saber, el sistema económico ya no obedece al sistema político. La relación base-socioeconómica / estructura- sociopolítica, según la ambición crítica de una izquierda reticente ante el marxismo revolucionario, ha dejado de ser objetiva por lo complejo de la misma. Especulan, sin asumir debate revolucionario alguno al respecto, que con la “actualización del modelo económico” implosionado, la sociedad cubana resolverá en un futuro indefinido lo que no ha resuelto el “modelo político” en 50 años. Las fuerzas productivas del pueblo – asumen cual dictamen escolástico - se liberarán sin que se libere el corset político que mantiene la servidumbre del trabajo. Bajo tal oscurantismo del pensamiento se le ha exigido - entre la persuación y la coacción políticas - la unidad al pueblo cubano.

Hoy ningún cuerpo de sociólogos e investigadores científicos cubanos puede suministrar análisis y opinión fundamentada alguna que siquiera evidencie la cohesión, no ya la unidad, de la sociedad alrededor del sistema sociopolítico y económico cubano. Estudios parciales, en cambio, argumentan mucho en contrario[7]. Confundir la realidad política virtual creada por el aparato político burocráctico con los reales estados de concienciación y opinión de los ciudadanos, responde a la lógica de todo sistema de poder antidemocrático. Ello no hace más que alimentar el sistema de poder político basado en la alienación social.

Las contradicciones se agolpan unas a otras sin causes dialécticos. Sin embargo, por paradójica que parezca la contrastación, gracias al desencadenamiento de la revolución sociopolítica en 1959, Cuba se ha desplazado fuera del círculo vicioso cultural de la sociedad capitalista. Fuera de la servidumbre clasista de la socieda burguesa, particularmente viciadas en su referente geopolítico, los países latinoamericanos. Con ello la sociedad cubana se ha desplazado fuera de la servidumbre de las relaciones sociales de producción e intercambio capitalistas. Ese acervo cultural, empero, ha sido depreciado por la propia Dirigencia Histórica.

Cinco generaciones de cubanos han sido “criadas” fuera de la espiral virtuosa del socialismo protagónico. Es decir, cinco generaciones criadas fuera de una cultura de democracia emancipatoria. La continuidad de la Revolución - confiesa el reconocido sociólogo cubano Juan Valdés - está amenazada. El fundamento está en algo que defino como las indefiniciones de la pertenencia política generacional, más allá del artificioso reduccionismo de la pertenencia a la llamada “joven vanguardia revolucionaria”. Con la doctrina de la conservación de la “masa” revolucionaria, se le ha hecho perder al pueblo el principio de conservación de la «energía» socialista transformadora. ¿Puede sorprender el que las revoluciones devoren a sus propios hijos?

El problema político del pensamiento único ejercido por el PC cubano radica en la negación a plantearse la idea de socialismo en términos de la emancipación cultural del trabajo. El ideario socialista marxiano permanece vulgarizado por el pensamiento político pequeño-burgués apoderado de la Revolución cubana. Ni marxismo ni leninismo, si de la fe que se profesa se trata. “El trabajo intelectual muerto - como lo conceptúa J.Biardeau en un militante análisis sobre el «estado obrero deformado bolivariano» de Venezuela[8] - no permite una renovación de las prácticas políticas ni intelectuales para un socialismo radicalmente democrático. Sin esa comprensión crítica del pasado, la revolución no podrá escribir la poesía del porvenir socialista[9].

Ni vasallos del trabajo ni vasallos del capital. Ni vasallos del Estado de la burocracia ni vasallos del Estado de propietarios ni de ambos combinados. Qué levanten la mano en Cuba los que estén o no de acuerdo. Hablamos de la imperativa lucha del pueblo por su empoderamiento en la realidad pos Generación del Centenario[10]. Preguntas para el referendo por la transición hacia el socialismo revolucionario.


(*) Economista cubano. Lic. Master en Ciencias Económicas – Universidad de Gdansk, 1981, Polonia. Diploma en Estudios de Factibilidad Económico Financiera y Planificación de Proyectos de Inversión y Desarrollo – Oficina de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial, UNIDO ITPO Varsovia, 2000. Ha trabajado y publicado en Cuba como especialista del Instituto de Investigaciones del Transporte. Sus trabajos abarcan problemas económicos, sociales y políticos de América Latina y en particular Cuba. Hoy reside en el extranjero.

Notas:

[1]J.Martí, ensayo "La futura esclavitud" , 1884. Pueden consultarse disímiles fuentes para su  lectura. Ver:
 
www.literatura.us/marti/futura.html

[2] Consultar el interesante ensayo de Raúl Fornet-Betancourt, "El pensamiento de José Martí"; en:
 
www.ensayistas.org/filosofos/cuba/marti/marti2.htm

[3] Tal como puede sugerir el  análisis de la cuestión en  estudios de referencia de intelectuales cubanos. Ver R.Fdez Retamar, “Martí en su (tercer) mundo", revista Cuba Socialista, 1965, la Habana.

(4) En el análisis y pronunciamiento político de José Martí en la Conferencia Internacional Americana y en la Comisión Monetaria Internacional Americana, Revista Ilustrada de Nueva York, 1891.

[5] RCA,·Cuba: de la revolución verde a la revolución cubana”, en:
http://www.kaosenlared.net/noticia/cuba-revolucion-verde-revolucion-cubana

[6] Para mejor discernimiento del problema consultar “Cuba: construyendo verdades revolucionarias”; en: http://www.kaosenlared.net/noticia/cuba-construyendo-verdades-revolucionarias

[7] RCA, “Cuba: emigración, nación y estado”; en: http://www.kaosenlared.net/noticia/cuba-emigracion-nacion-estado

[8] Javier Biardeau, “Graves errores en las concepciones del Socialismo y la Democracia”, Rebelión; en:
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=125863

Entiendo que “trabajo muerto intelectual” viene a ser la proyección en términos políticos del trabajo pretérito según la teoría del valor en Marx. En mi ensayo “Polonia: cubanos, “por nuestra y vuestra libertad” (http://www.kaosenlared.net/noticia/polonia-cubanos-nuestra-vuestra-libertad), retomo, como Biardeau en el suyo, la elipsis marxiana del 18 Brumario sobre los muertos políticos resuscitados en sayos nuevos. La referencia al estado bolivariano de Venezuela como” estado obrero deformado” es mía. Puede considerarse – siguiendo a Gramsci – que la transformación del estado burgués venezolano avanza entre lo viejo que no acaba de morir y lo nuevo que no acaba de nacer. El interregno. El resultado se dibuja como un estado obrero deformado. El análisis de Biardeau es pertinente y fundamentado. Si 10 años de revolución bolivariana no constituyen un lapso de tiempo al que exigirle cambios estructurales socialistas definitorios, la falta de guía teórico-práctica marxiana puede conducir a la orilla del socialismo estado burocrático en la que encalla, habiendo sido más radical en sus orígenes, la revolución cubana después de 50 años de navegación.

[9] RCA, “Cuba: transición socialista”; en: http://www.kaosenlared.net/noticia/cuba-transicion-socialista

[10] Como «Generación del Centenario» se reconoce a la Dirigencia Histórica de la Revolución cubana. Levantada en armas en 1953 contra el régimen dictatorial más pro yanqui que cubano de Fulgencio Batista, conduce al triunfo insurreccional y a la instauración de un poder revolucionario en 1959. En 1953 cumple cien años el Líder político de la lucha insurreccional contra el colonialismo español; el intelectual, filósofo, politólogo y escritor José Martí, caído en la guerra de liberación que ha organizado (1895-1898). Cae en combate armado directo en la insurrección que pone fin a casi 400 años de colonialismo español en Cuba. Parecía que el Apóstol de la «independencia» de Cuba iba a morir en el año de su centenario - se ha escrito. Sin embargo, con la rebelión armada de 1953, el asalto a la fortaleza militar Moncada, dirigido por Fidel Castro R., se inicia lo que con veracidad histórica se reconoce como el éxito de la epopeya cubana por la autodeteminación como nación soberana.