El marenostrum que se avecina: lo que
el debate en Cuba calla
El placebo burgués de la igualdad
diferenciada
Por Roberto Cobas Avivar (*)
Kaos en la Red, 13/04/11
En
la medida que toma dinámica en Cuba la reforma
economista del Gobierno del Jefe de Estado y Jefe en
funciones del PC, Raúl Castro R., resurgen «ideas» que es
necesario re-poner en su lugar, so pena de abonar por omisión
de la palabra la polvareda ideológica que las mismas
intentan levantar una y otra vez.
A
las puertas del trámite formal - ratificación de los
"Lineamientos de Política Económica y Social" -
que asumirá el VI Congreso del PC cubano (16 de abril
2011), vestidos con trajes “nuevos” se presentan
conceptos del «socialismo burocrático de estado» sin el
menor apego a la razón crítica.
El
analista Aníbal Garzón (España), reñido con el
entendimiento de la igualdad socialista, traslada a la
realidad cubana contaminaciones ideológicas de la
“izquierda” pos marxista. La casualidad desde la dialéctica
materialista no existe. Es sólo el momento donde se
encuentran trayectorias aparentemente aleatorias.
Siguiendo
la pauta infundada de la politología oficial cubana, el
analista asume el socialismo como hecho consumado. “El socialismo
cubano sigue su Revolución”[1]
(subrayado mío) - nos dice en la entrada de su análisis.
Tras el pensamiento único apoderado de la opinión pública
en Cuba, entiende que “el modelo ya no le sirve ni
siquiera los cubanos”, y lo que necesita es “una
actualización”. Un socialismo asumido como hecho
dado, con un modelo económico desactualizado. Lo general
ya terminado, con lo particular desarreglado. Se ha
concluido la estructura de la casa empezando por la cobija
(techo). La contradicción cognitiva no es mera ausencia de
conocimiento.
Con
el acriticismo de dicho enfoque - recurrente en la izquierda
no cubana preocupada con la suerte del socialismo en Cuba -
el debate al respecto viene a retrotraerse cuando menos en
20 años. Ha caído el muro de Berlín que el mismo analista
menciona, y con el muro toda la experiencia de lo que ha
sido asumido por sus propios exégetas como el “real
socialismo”. Lo de “real” ha pretendido establecer
como dogma inapelable el pensamiento único de su centro
político. La acepción enmarca un sistema, cuyas características
y regularidades funcionales tiene su matriz en el estado
obrero deformado soviético. Es la evaluación de Lenin.
Ese Estado, como el árbol que nace torcido, ya no se
enderezará bajo la doctrina del estalinismo e implosionará
apenas 70 años después de la revolución que lo trae al
mundo. Como en un efecto dominó se desploma todo el
sistema. ¿En qué fundamentación científica puede
sostenerse la tesis de socialismo?.
Lo
que ha caducado es una formación socioeconómica en
ciernes, que intenta negar desde el marxismo vulgar
la formación capitalista en que se incuba. Su régimen
político anti democrático, cortado a la medida, no ha
podido más que asfixiarla. Sistema de economía
soportado sobre el dominio de la propiedad estatal y el
trabajo asalariado. Planificación burocrático-centralizada
de la macroeconomía y verticalización del movimiento
microeconómico (sistema de ordeno y mando). Mediatización
administrativa del mercado. Voluntarismo político en la
determinación de la correlación entre acumulación y
consumo. Todo ello bajo la égida de un sistema de partido
único de gobierno, fusionado con el estado en tanto
instancias de poder económico, administrativo y político
autoritarias. Democracia representativa subordinada al
partido-único de gobierno. Control político-policial del
movimiento de la sociedad, institucionalizado como sistema
de represión y coacción, invalidante de la noción de
estado de derecho. La restricción a las libertades
ciudadanas como distintivo del ordenamiento civil.
La
caracterización expuesta de ese “socialismo real” -
ampliamente fundamentada en los estudios más exigentes al
respecto - tipifica la formación socioeconómica cubana y
el régimen político que le es inherente. Las
especificidades responden al “grado de libertad” que
condicionan los factores historio-concretos particulares.
Ahora
bien, lo que hace la semejanza determinante es el núcleo
duro de la formación socioeconómica del “real
socialismo”: su modo de producción.
El
“real socialismo” no cambia la naturaleza capitalista de
las relaciones sociales de producción e intercambio.
Propiedad sobre la fuerza de trabajo, trabajo asalariado
mediante. En dichas relaciones monta un sistema de
distribución con pretensiones de racionalidad
y justicia social superiores al capitalismo. La fe se
calza en la creencia de que al estado en su función de
hegemón, le asisten ambos supuestos como prerrogativas sistémicas.
Alienando la relación política entre la esfera de la
producción y la esfera de la distribución, el
“socialismo real” se vulgariza - según impenitente
observa Marx. Ello sucede sin que tampoco la formación
alcance las cotas redistributivas ni la racionalidad económica
que el estado de bienestar capitalista más avanzado llega a
establecer – entendiéndose la racionalidad y la justicia
social fuera de toda idea de absolutum.
Con
comprensible entusiasmo, pero atrapado en la propaganda
ideológica, el analista español define a Cuba como: “el
único modelo socialista que resistió la caída del
Muro del Berlín en 1989 y sigue resistiendo el bloqueo del
imperialismo norteamericano”[2]
– subrayado mio. El “real socialismo” cubano deviene
la única manifestación con vida del socialismo vulgar.
El «socialismo vulgar» es inviable, en tanto interregno
político justo en el sentido gramsciano. La razón de
su inviabilidad estriba en una inevitable paradoja: la
superación cualitativa del “real socialismo” la plantea
como praxis exitosa el capitalismo socialdemócrata, específicamente
su expresión escandinava. ¿Cuál es el significado
político de esta apreciación objetiva, a la luz del rumbo
que para Cuba definen los dos máximos Líderes del PC?.
Que
la condición necesaria y suficiente para que los
“Lineamientos de Política Económica y Social del PC”
tengan éxito, está en el tránsito conceptual y
estructural-funcional hacia el estado de bienestar planteado
por el capitalismo socialdemócrata. Por cuanto la opción
del social-liberalismo chino que estima la máxima Dirigencia
del Partido-Estado cubano, constituye una violentación
criminosa de la cultura de solidaridad e igualdad cultivada
por el espíritu humanista de la Revolución cubana.
“Todas
y todos los cubanos, abastecidos con un salario muy similar
y la disposición de los mismos servicios, aún realizando
diferentes trabajos y con diversos niveles de productividad,
acaban sometidos a una economía estatista muy
asistencialista”. En
este “por tanto” economicista se equivoca políticamente
de pies a cabeza el analista «español» AG.
La
redistribución de la renta en Cuba hasta 1995 merodea un
23% en términos del coeficiente GINI. El equilibrio de esa
relación de igualdad - curiosamente visto como un
“igualitarismo” dañino en relaciones sociales
socialistas - caracteriza la distribución de la renta en
los países con más desarrollo socio-humano en el
mundo. El deterioro del equilibrio de la distribución de la
riqueza en Cuba entre 1995 y 2010 constituye una realidad onerosa.
La subsistencia de la igualdad en la precariedad apenas se
apuntala en el sistema de derechos y seguridad social
(estructuralmente resentido).
“Mientras
tanto, tal como demuestran, entre otros, Hernan E. Daly y
Kennet N. Towsend, el desarrollo social equilibrado, medido
económicamente según una diferenciación mínima de la
renta (tomemos el coeficiente GINI), decide sobre el alto
confort sico-social de la sociedad (¿el indicador de la
felicidad?). El egalitarismo, entendido como la
distribución equilibrada de la riqueza, excluye por
definición la competencia en la reproducción material del
ser humano. Apuesta por la solidaridad de los lazos sociales
y mediante ello a una actitud no depredatoria en el
aprovechamiento de los recursos” (RCA,
Sociedad de Economistas de Polonia, nov. 2009)[3].
La
propaganda liberal peyorativa sobre el egalitarismo puede
“hacer su agosto” en el reino de la ignorancia
cognitiva. “Suecia y Finlandia, tomando por caso,
exponen la ausencia de contradicción entre el egalitarismo
y el alto estándar de vida por una parte, y el egalitarismo
y la competitividad en las relaciones económicas
internacionales, por otra”[4].
No
por confuso y de poco rigor cognitivo - o precisamente por
ese motivo - debe obviarse la idea que glosa el analista
A.Garzón sobre lo que habría de ser “uno de los
pilares fundamentales del socialismo” y, según acota,
del “avance en Cuba”, a saber: “la dicotomía
entre igualdad e igualitarismo”[5].
Para
fundamentar su apreciación el analista expone que: “Hasta
la actualidad, Cuba, inspirada en parte en el modelo soviético,
creó una estructura social de igualitarismo que paralizaba
el aumento de la productividad y de la iniciativa
comunitaria en mejora de la economía social y nacional”.
El planteamiento es evidentemente incoherente en su intención
argumental.
Lo
que por dicotomía asume el analista español, en Cuba se da
como sinonimia. Desde la semiótica política del discurso
de la Revolución, el “igualitarismo” se ha inducido
como expresión de igualdad. Ello constituye la manifestación
legítima de la radicalidad axiológica de la revolución
social que se desencadena en 1959. Lo importante a observar
como determinante político es que ni la idea de
igualitarismo ni la idea de igualdad en el socialismo de
estado cubano engarzan con la radicalidad de la idea
socialista marxiana. No pueden hacerlo.
La
igualdad puede ser objetiva sólo en cuanto a la posesión
de los medios de producción y reproducción humana. Causa
aprensión que este axioma marxiano de la igualdad sea tan
inaprehensible para el pensamiento de izquierda.
“El
Proyecto de Lineamientos de la Política Económica y Social
del Partido y la Revolución (LPES) - nos
dice el analista español - quiere convertir el
socialismo asistencialista cubano e igualitarista, en un socialismo
de igualdad con las mismas oportunidades”[6]
– subrayado mio. Sin proponérselo - dado el
trasfondo encomiástico de la observación - el analista
pone en tela de juicio la “cosa” que trasiega “la
forma” en los LPES del PC cubano.
La
idea de igualdad asociada a la igualdad de oportunidades ha
cristalizado como el distintivo del social-liberalismo
capitalista. La igualdad se identifica como la posición del
ciudadano con respecto al derecho. El estado de
derecho ha de garantizar la igualdad de oportunidades, y no
las oportunidades de la igualdad. Por consiguiente –
argumenta AG: “en relación al cálculo del nivel
salarial de cada trabajador, debe buscarlo a partir de los
indicadores del tipo de producción que ejecuta, del nivel
de productividad, de los resultados programados y
conseguidos,… para hacer mas eficiente el sistema de la
economía socialista”.
Al
Sur de España, en la conocida comunidad de Marinaleda, se
desarrolla un proyecto socialista donde la propiedad
común sobre los medios de producción y el igualitarismo de
la remuneración en un régimen cooperativo de producción y
autogestión comunitaria, demuestran que la eficiencia del
sistema de economía queda en una relación directamente
proporcional al grado de igualdad. Igualdad con respecto a
la posesión de los medios de producción. No deja de llamar
la atención que el ejemplo haya faltado como «estudio de
caso» en la antología cubana sobre el cooperativismo
lanzada en Cuba recientemente[7].
Préstese
atención cómo la idea de socialismo en los seguidores del
“real socialismo” cubano, permanece invariablemente
fusionada con el trabajo asalariado y el productivismo,
propios del modo de producción capitalista. Por lo cual, el
axioma de la distribución burguesa que plantea Marx en la
crítica al programa político del partido obrero alemán (Gotha)
“de cada cual según sus capacidades, a cada cual según
su trabajo”, es tomado - también por el analista español
-, como expresión de la distribución socialista.
“El
socialismo de igualdad con las mismas oportunidades” que
identifica el analista es el mismo que establece, tras la
idea de Raúl Castro, que en el capitalismo los propietarios
exijan el máximo de su capacidad a cada cual, y remuneren
el trabajo según la ecuación costos/beneficios. Asumido el
trabajo asalariado cual constante en el
"socialismo real", dicha ecuación define, como en
el modo de producción capitalista, costos y beneficios en
una correlación negativa. En “el cálculo del
nivel salarial”[8]
- al que hace referencia el analista español - el salario
no deja de ser parte de los costos de producción. No lo
dejará de ser bajo la lógica del modo de producción
atenido al fetiche de la propiedad, sea privada o
estatal[9].
En
cambio - enfatiza el analista español -, en el «comunismo»
(“la sociedad sin clases”), la distribución será
“..., a cada cual según sus necesidades”. De
manera que en una sociedad capitalista clasista como la
noruega, donde la distribución puede considerarse técnicamente
dentro del principio “a cada cual según sus
necesidades”, el «comunismo» vendría a ser una
realidad tangible. Lo positivo de las interpretaciones de cliché
del marxismo es que conducen a paradojas esclarecedoras.
No
quiero terminar esta breve apreciación crítica a las
contaminaciones ideológicas de las interpretaciones sobre
el rumbo pro capitalista que obra el proceso sociopolítico
cubano, sin poner patas abajo la especulación sobre el
inconciente de las nuevas generaciones cubanas, según el
analista español.
“Las
nuevas generaciones nacidas después del triunfo de la
Revolución que no conocían el sistema dictatorial de
Batista o el funcionamiento de otros países capitalistas
con alto índice de subdesarrollo y desigualdad, etiquetan
la realidad económica cubana y la posibilidad de acudir a
servicios y bienes del estado (educación, sanidad, víveres
con la carta de racionamiento,..) como algo evidente y
normal, sin percibir su duro coste”[10]
(el subrayado es de AG, las negritas, mías).
Las
generaciones cubanas nacidas con el triunfo de la Revolución
no etiquetan la realidad en la que se insertan, sino que la
asimilan justamente como algo evidente y normal. Más allá
de serlo como derecho adquirido, lo que en ello prima es el
entendimiento político en el pueblo cubano de la igualdad
socio-humana como cosa evidente y normal. “Con ello la
sociedad cubana se ha desplazado fuera de la servidumbre de
las relaciones sociales de producción e
intercambio capitalistas. Ese acervo cultural, empero,
ha sido depreciado por la propia Dirigencia Histórica”[11].
El
sofisma de que esa juventud beneficiaria de la universalidad
de los servicios de salud y educación en Cuba no perciba
“su duro coste”, pertenece a la falsedad ideológica
del paternalismo utilitarista del socialismo de estado.
Bastaría constatar el llamado Ejército Juvenil del
Trabajo (EJT) para poner el sofisma sobre la conciencia del
"duro coste" en su lugar.
La
Revolución no da, el Estado gestiona lo que el pueblo,
juventud ante todo, produce
El
Estado de la burocracia que encarna el “real socialismo”
cubano, sin embargo, ha agotado su capacidad de gestión
eficiente de los recursos que genera el trabajo del pueblo.
La libreta de abastecimiento, símbolo del
racionamiento en oposición a la racionalidad, ha sido
declarada por el Jefe de Estado como un freno al desarrollo
de la economía cubana. El pensamiento único reconoce el
hecho con 30 años de retraso[12].
De manera que lo que al analista español le llega a parecer
“acceso a bienes del estado”[13],
constituye uno de los lastres de la «economía de la
carencia» (J.Kornai) inherente al modo de producción del
“real socialismo”.
El
reformismo economista estructural que inminentemente será
sancionado por el VI Congreso del PC (16 abril 2011)
empiedra el camino hacia la república socialista. La lógica
de sus postulados economicistas prefiguran dinámicas de
acumulación y concentración excluyentes de capital, ya
fecundamente larvadas. El ágil reposicionamiento de los
capitales privados de matriz estadounidense con respecto a
las oportunidades que abren los LPES del PC -
como los índices en la bolsa de valores -, constituye un
indicador cierto de que la fruta ha madurado.
El
Cuba Study Group , con el instinto del “empresario
de éxito” cubano-americano Carlos Saladrigas (firmante
del proyecto Concordia[14]),
toma con apropiado instinto la palabra en Wahsington[15].
Su informe de abril del 2011 debe ser publicado íntegramente
por la prensa cubana para su debate revolucionario crítico.
Sin embargo, los medios de comunicación en manos de la
burocracia política cubana callan al respecto del marenostrum
que actúa detrás del bloqueo yanqui y también ya
aboga por su eliminación. El pueblo permanece
perniciosamente desinformado sobre la telaraña de
interrelaciones económico-políticas que se viene tejiendo
alrededor de la “actualización del modelo económico”
cubano.
Ni
el socio-liberalismo ni el socialdemocratismo garantizan la
salida del subdesarrollo sistémico de Cuba. Esa constatación
estará reforzada por las tensiones geoeconómicas y políticas
que signarán indefinidamente las relaciones entre los EEUU
y A.Latina. Ambos rumbos ponen en alto riesgo la soberanía
de la nación y la integridad del incipiente estado cubano.
Por su parte, el socialismo de estado acumula las
contradicciones naturales que lo agotan como modelo de
acumulación y lo harán estallar socialmente en cualquier
momento.
La
declaración del Jefe de Estado que acríticamente se
presenta: “No me eligieron Presidente para restaurar el
capitalismo en Cuba ni para entregar la Revolución. Fui
elegido para defender, mantener y continuar perfeccionando
el socialismo, no para destruirlo”[16];
no encuentra sostén alguno en un ideario político
transparente comprometido con la transición socialista
revolucionaria en Cuba.
El
«socialismo revolucionario» de la mano de Marx pone la
suerte del pueblo en las manos del pueblo. Y “nada
puede contra el instinto de conservación amenazado”
del pueblo. Ese hilo dialéctico invisible hace a Martí,
marxiano.
(*)
Economista cubano. Lic. Master en Ciencias Económicas –
Universidad de Gdansk, 1981, Polonia. Diploma en Estudios de
Factibilidad Económico Financiera y Planificación de
Proyectos de Inversión y Desarrollo – Oficina de las
Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial, UNIDO ITPO
Varsovia, 2000. Ha trabajado y publicado en Cuba como
especialista del Instituto de Investigaciones del
Transporte. Sus trabajos abarcan problemas económicos,
sociales y políticos de América Latina y en particular
Cuba. Hoy reside en el extranjero.
Notas:
[1]
Aníbal Garzón, “Congreso del PCC: El socialismo cubano
sigue su Revolución, del igualitarismo a la igualdad”,
en:
www.kaosenlared.net/noticia/congreso-pcc-socialismo-cubano-sigue-revolucion-igualitarismo-igualdad
[2]
Aníbal Garzón, ibídem
[3]RCA.
Para atender un enfoque más detenido del problema ver:
http://www.kaosenlared.net/noticia/quo-vadis-capitalismo
[4]
Ibídem
[5]A.Garzón,
ibídem
[6]
Ibídem
[7]
RCA, “Cuba: el presente es de lucha, si el futuro ha de
ser nuestro – I”; en:
http://www.kaosenlared.net/noticia/cuba-presente-lucha-si-futuro-ha-ser-pueblo-i
[8]
A.Garzón, ibídem
[9]
RCA, “Hacia el socialismo en Cuba: ni propiedad ni
excedente”; en:
http://www.kaosenlared.net/noticia/hacia-socialismo-cuba-ni-propiedad-ni-excedente
[10]
Ibídem
[11]
RCA, “Cuba: General, así no se construye la república
socialista”; en:
www.kaosenlared.net/noticia/cuba-general-asi-no-construye-republica-socialista
[12]
Entre1978 y 1980 discutíamos con dirigentes del PC lo
apropiado de eliminar la susodicha libreta de
abastecimiento. Las fundamentaciones no eran peores que las
que hoy esgrime esa misma Dirigencia para proponer su
eliminación. La diferencia estriba en que entonces, teníamos
mucho mejores condiciones para asumir la reforma estructural
que eliminara ese lastre a la economía cubana, sin que el
impacto social fuera, según nuestras estimaciones, negativo
siquiera en el corto plazo.
[13]
Ibídem
[14]
Ver: www.kaosenlared.net/noticia/cuba-presente-lucha-si-futuro-ha-ser-pueblo-ii
[15]
Carlos Saladrigas visita Cuba recientemente (maryo 2011)
recurriendo al "canal mediador" de la Iglesia Católica
«institucionalizado» por Raúl Castro. Ver el informe
presentado en Washington auspiciado por Carlos Saladrigas
desde Miami. “Apoyo
a la pequeña empresa en Cuba. Recomendaciones para líderes
del sector privado y público”, en:http://progreso-semanal.com/4/index.php?option=com_content&view=article&id=3313:apoyo-a-la
-pequena-empresa-en-cuba&catid=6:nuestro-pulso-florida&Itemid=2
[16]
A.Garzón, ibídem
General,
así no se construye la república socialista
Qué levanten la mano los vasallos
Por Roberto Cobas Avivar
Kaos en la Red, 11/04/11
Es
José Martí quien ya en las postrimerías del s.XIX nos
alerta con agudeza política sobre el fracaso del empeño en
el «socialismo de campamento», si de la construcción
de una res-pública se trataba.
Su
análisis se arraiga en la pertinente crítica al “socialismo
burocrático” que en el real capitalismo de estado
veía H. Spencer, a través de las mediocres miras de la
economía política burguesa[1]. Empero, la crítica
martiana se hace contundente cuando deshace en menudos
pedazos el ideario caudillista de los generales mambises de
la «Guerra de Independencia» de 1895.
Para
el intelectual y Líder político revolucionario cubano, una
república no admitía ni podía dirigirse como un «campamento
militar». Sin beber en la fecunda fuente del ideario
marxiano, el iluminismo revolucionario del pensamiento político
de J.Martí le permitía advertir que la idea de «socialismo»
no era ni progresista ni admisible, si por ella el Estado
habría de convertirse en regente de la vida de sus
ciudadanos y de sus formas de reproducirse material y
culturalmente. Ello anunciaba no una república, sino una «futura
esclavitud».
No
es ese precisamente el pensamiento martiano que celebra la Dirección
política de Cuba. La unicidad revolucionaria en un partido
aglutinador – el Partido Revolucionario Cubano fundado por
J.Martí - ha sido indispensable como cerebro político
organizador de la guerra militar insoslayable. "El
problema cubano sólo podría ser resuelto fuera de los
marcos políticos del poder español"[2].
Para ganar la guerra, la experiencia militar de los
generales constituía la condición necesaria, pero para
ganar la independencia no era la condición suficiente. La táctica
tenía que inscribirse en la estrategia de la proyección
política del orden republicano de Cuba. En ello consistía
para J.Martí la gesta de independencia. La
independencia no se reducía a la «libertad negativa», liberarse
del yugo. Su sentido político estaba en la «liberación
positiva», en su ideario: “alcanzar la dignidad plena
del hombre”. Dentro del republicanismo martiano ya no
hay lugar para un sistema político de partido-único.
Las
fuerzas revolucionarias que en nombre del pueblo luchan por
el poder político, se legitiman cuando una vez alcanzado el
poder lo ponen en “manos” del pueblo. La democracia
constituye la consecuencia política dialéctica de la
revolución. Esta convergencia del pensamiento martiano
y marxiano ha sido desterrada por la doctrina cubana
acendrada en la politología del “comunismo” soviético,
con la cual se ha negado a romper hasta hoy el PC de Cuba.
El
ideario republicanista en J.Martí se forma sobre la virtud
de la moral. Su proyección se identifica con el imperativo
de la moralidad kantiana. En ese sentido más que reñirse,
converge con la ética de la doctrina social marxiana. La
moralidad en Kant, más allá del paradigma de la moralidad
cristiana, empero, deviene igual que ésta un imposible
materialista. La república moral no podía ser, por
tanto, una res-pública política.
De
la misma manera como no puede llegar a ser desde dicho
subjetivismo la república “pos-moderna” capitalista.
Ese summum del orden republicano burgués,
aprehendido en la propia interpretación del pensamiento
socioliberal - encarnado en el pos-marxismo de
E.Laclau -, lo que viene a expresar es el: “kulturkampf
creado bajo la égida de la moralidad, de distintas opciones
morales, no de alternativas políticas”.
Limitada
a la percepción fenomenológica de la historia, la visión
de una república socialista - en tanto alternativa
política - no adquiere fundamento en J.Martí. No es un
posicionamiento estratégico, es un entendimiento político pre-marxista.
Hacer la guerra necesaria, para luego empeñarse en
desenterrar las raíces de una transformación que
apenas trascendiera la decadencia de la moralidad del
republicanismo burgués. No es legítimo ver en ello algo más
allá de las fronteras que el capital privado le
impone al trabajo social[3].
Pre-marxismo
y pos-marxismo se
identifican en la infundada desestimación del antagonismo
de clases en la lucha por la reproducción de la
materialidad de la vida, bajo relaciones sociales de
producción capitalistas. El pensamiento en el uno no llega
a ser revolucionario, en el otro ha dejado de serlo. De ahí
la mediatización de su fecundidad política.
El
«ir a las raíces martiano» no incorpora la objetividad
historio-materialista de las raíces marxianas. La educación
económica de J. Martí conoce del papel del dinero como
relación de poder político en el capitalismo. “El
pueblo que compra, manda. El pueblo que vende, sirve”[4].
Pero las fronteras del capital son escurridizas
para el avanzado pensamiento político martiano del fin
de siècle decimonónico hispano-americano. El idealismo
en la subjetividad del pensamiento no es casuística. De esa
misma forma, en este s.XXI, la génesis del capital se hace
escurridiza a lo más avanzado del pensamiento político
socio-liberal, desarrollado por J.Rawls (Teoría de la
justicia) y celebrado como el cenit de ese «izquierdismo
occidental» empeñado en darle un rostro humano al
capitalismo. El esfuerzo intelectual y político no llega a
la concepción humanista del socialismo revolucionario. Ahí
están sus cotas historio-dialécticas.
En
un subjetivismo de semejante estirpe ideológica se diluye
la idea de revolución socialista cubana proclamada
por Fidel Castro ya en 1961. Lo que al principio - y
al calor de la defensa de la soberanía de Cuba - ha podido
ser consecuencia del romanticismo revolucionario propio de
la tradición de pensamiento del socialismo utópico,
decanta en un dogma anti martiano y, en esencia, anti
marxiano. El “estado socialista” deviene el «estado
de la burocracia» que repudia Martí. El «socialismo
de estado» deviene el «socialismo vulgar» que
repudia Marx.[5]
Si
desde el análisis marxiano la opción por el «socialismo
vulgar» del PC puede conducir sólo a la renovación
capitalista en Cuba, desde la visión martiana el «socialismo
de campamento» alimentado por el orden sociopolítico
cubano no tiene futuro cultural alguno. La aberración
política ha podido subsistir gracias al dominio omnímodo
sobre la sociedad cubana desde el poder anti democrático
del sistema partido-estado.
Conseguir
un supuesto apoyo social a decisiones bajo un régimen de
“participación” que no admite las alternativas
como síntesis del convencimiento político de los
miembros de la sociedad - mucho más allá de lo ilegítimo
de decisiones bajo tales condiciones -, induce de facto
la “doble moral” en el comportamiento de la sociedad.
Cuba constituye el reino de dicho virus. El ciudadano no
deja de advertir que todo el constructo de unidad política
no pasa de recordar un queso gruyere. La
contradicción es de calado.
Desde
el pueblo la “doble moral” se ejerce en defensa
propia ante el poder suprasocietal del sistema
partido-estado. Es por tanto legítima. Desde el dominio de
la burocracia político-administrativa se ejerce en defensa
utilitarista del poder que se usufructúa. Es en
consecuencia ilegítima. El dominio del poder por encima de
la hegemonía política democrática.
El
problema no se reduce al comportamiento individual
disfuncional sociológicamente visto[6].
Desfilar en marcha masiva un primero de mayo por el Malecón
de la Habana y tomar una balsa proa a la Florida dos meses
después, es reflejo de “doble moral” legítima; por
cuanto no es posible la auto determinación del individuo
bajo condiciones de dominio sistémico sobre su
voluntad. Es decir, sin condiciones estructurales que
alimenten consensos demo-cráticos. ¿Acaso no basta
ver cómo mantiene el PC de manera autoritaria e ilegítima
- entre incontables prohibiciones de campamento - la
prohibición de entrada, salida y libre asentamiento en su
país a los ciudadanos cubanos? No importa aquí que esa
autodeterminación no llegue a ser real dentro de las
relaciones sociales capitalistas a las que “se emigra”.
Empero,
la autodeterminación referida a relaciones sociales
socialistas se atiene, en realidad, a la complejidad del
concepto de autogestión socioeconómica y autogobierno político.
Entiéndase que aquí la idea de autogestión comporta la
condición de emancipación del trabajo. Así asumido, la alternativa
de organización democrática incorpora el factor de autonomía
del movimiento de la sociedad. Guantánamo -
pongamos por caso aleatorio - no tiene por qué aplicar
indefectiblemente soluciones de organización económica y
comunal que se aplican y establecen en Artemisa. ¿Qué
significa ello?.
Que
el marco constitucional y jurídico del orden político
ha de garantizar la autonomía como caldo de cultivo de la
participación creativa, marcada por las particularidades
socioeconómicas y socioculturales de regiones, territorios,
ciudades y comunidades. No se trata de los autonomismos céntrifugas
que en ello querrá siempre ver el Estado de la burocracia.
Conceptuamos la proyección práctica de la idea
socialista sobre la horizontalidad democrática
del movimiento socioeconómico y político de la sociedad.
Lo
expuesto, por supuesto, no da cabida a los apologistas del
“socialismo de campamento”. En Cuba se trata de
la opción en el entendimiento de aquellas alternativas de
desarrollo capaces de interaccionar programáticamente,
en torno a los principios revolucionarios e inalienables de
participación y emancipación democrática. Ello
significa que tampoco hay cabida para los apologistas del
capitalismo.
Participación
y emancipación democrática significa la indefectible opción
por el socialismo revolucionario
La
filosofía del «socialismo de campamento» impuesta
al pueblo por el PC ha sembrado en la realidad cubana una contradicción
corrosiva. No existe certeza alguna que una “unidad
revolucionaria” impuesta desde el absoluto dominio político
y económico de la sociedad, pueda mantener su coherencia
interna bajo condiciones de democracia. No tiene esa
certeza, en primer lugar, el PC gobernante. No la puede
tener. Y ello es lo que explica el callejón sin salida
del partido-único en el poder.
Si
la reacción del PC ante dicha constatación – irrefutable
donde las haya -, ha sido y es atrincherarse en la defensa a
ultranza del sistema de poder establecido; la lectura dialéctica
de la contradicción estriba en el tránsito hacia un
cambio conceptual de la participación. Un cambio cuya
esencia democrática haga real el sentido de pertenencia
bajo el cual pueda hacerse sostenible la coherencia sociopolítica
de la sociedad y la nación.
La
«Dirección Histórica» – así auto definida por
el General Jefe de Estado Raúl Castro R. - se marcha
dejando tras sí un camino sembrado de marabú, a
cuyo desbroce no apunta lo que considera su último Congreso
del Partido (sexto cónclave a celebrarse en abril 2011,
luego de 13 años en el limbo programático). El vacío teórico-práctico
sobre el socialismo revolucionario llena los recintos
del poder y se disipa al doblar de las esquinas. En el
Palacio de las Convenciones, el teatro en que ocupará
asientos el 0.001% de la sociedad cubana para reafirmar el
destino de la nación que define la Dirigencia Histórica,
la concepción política sobre la transición
socialista no será precisamente tema de ocupación.
Lejos
de toda lógica dialéctica, los máximos dirigentes
del PC intentan hacerle creer ahora a la sociedad cubana una
falsedad ideológica que (varias generaciones lo han
experimentado) ha sido perseverantemente negada por la Dirigencia
Histórica, bajo el axioma de “la construcción del
socialismo”. A saber, el sistema económico ya no
obedece al sistema político. La relación
base-socioeconómica / estructura- sociopolítica, según la
ambición crítica de una izquierda reticente ante el
marxismo revolucionario, ha dejado de ser objetiva
por lo complejo de la misma. Especulan, sin asumir
debate revolucionario alguno al respecto, que con la “actualización
del modelo económico” implosionado, la sociedad
cubana resolverá en un futuro indefinido lo que no ha
resuelto el “modelo político” en 50 años. Las fuerzas
productivas del pueblo – asumen cual dictamen escolástico
- se liberarán sin que se libere el corset político
que mantiene la servidumbre del trabajo. Bajo tal
oscurantismo del pensamiento se le ha exigido - entre la
persuación y la coacción políticas - la unidad al pueblo
cubano.
Hoy
ningún cuerpo de sociólogos e investigadores científicos
cubanos puede suministrar análisis y opinión fundamentada
alguna que siquiera evidencie la cohesión, no ya la unidad,
de la sociedad alrededor del sistema sociopolítico y económico
cubano. Estudios parciales, en cambio, argumentan mucho en
contrario[7].
Confundir la realidad política virtual creada por el
aparato político burocráctico con los reales estados de
concienciación y opinión de los ciudadanos, responde a la
lógica de todo sistema de poder antidemocrático. Ello no
hace más que alimentar el sistema de poder político basado
en la alienación social.
Las
contradicciones se agolpan unas a otras sin causes dialécticos.
Sin embargo, por paradójica que parezca la contrastación,
gracias al desencadenamiento de la revolución sociopolítica
en 1959, Cuba se ha desplazado fuera del círculo vicioso
cultural de la sociedad capitalista. Fuera de la
servidumbre clasista de la socieda burguesa, particularmente
viciadas en su referente geopolítico, los países
latinoamericanos. Con ello la sociedad cubana se ha
desplazado fuera de la servidumbre de las relaciones
sociales de producción e intercambio capitalistas.
Ese acervo cultural, empero, ha sido depreciado por la
propia Dirigencia Histórica.
Cinco
generaciones de cubanos han sido “criadas” fuera de la
espiral virtuosa del socialismo protagónico. Es
decir, cinco generaciones criadas fuera de una cultura de democracia
emancipatoria. La continuidad de la Revolución -
confiesa el reconocido sociólogo cubano Juan Valdés - está
amenazada. El fundamento está en algo que defino como las
indefiniciones de la pertenencia política generacional,
más allá del artificioso reduccionismo de la pertenencia a
la llamada “joven vanguardia revolucionaria”. Con la
doctrina de la conservación de la “masa”
revolucionaria, se le ha hecho perder al pueblo el principio
de conservación de la «energía» socialista
transformadora. ¿Puede sorprender el que las revoluciones
devoren a sus propios hijos?
El
problema político del pensamiento único ejercido por el PC
cubano radica en la negación a plantearse la idea de
socialismo en términos de la emancipación cultural del
trabajo. El ideario socialista marxiano permanece
vulgarizado por el pensamiento político pequeño-burgués
apoderado de la Revolución cubana. Ni marxismo ni
leninismo, si de la fe que se profesa se trata. “El
trabajo intelectual muerto - como lo conceptúa
J.Biardeau en un militante análisis sobre el «estado
obrero deformado bolivariano» de Venezuela[8]
- no permite una renovación de las prácticas políticas
ni intelectuales para un socialismo radicalmente democrático”.
Sin esa comprensión crítica del pasado, la revolución no
podrá escribir la poesía del porvenir socialista[9].
Ni
vasallos del trabajo ni vasallos del capital. Ni vasallos
del Estado de la burocracia ni vasallos del Estado
de propietarios ni de ambos combinados. Qué levanten la
mano en Cuba los que estén o no de acuerdo. Hablamos de la imperativa
lucha del pueblo por su empoderamiento en la
realidad pos Generación del Centenario[10].
Preguntas para el referendo por la transición hacia
el socialismo revolucionario.
(*) Economista cubano. Lic.
Master en Ciencias Económicas – Universidad de Gdansk,
1981, Polonia. Diploma en Estudios de Factibilidad Económico
Financiera y Planificación de Proyectos de Inversión y
Desarrollo – Oficina de las Naciones Unidas para el
Desarrollo Industrial, UNIDO ITPO Varsovia, 2000. Ha
trabajado y publicado en Cuba como especialista del
Instituto de Investigaciones del Transporte. Sus trabajos
abarcan problemas económicos, sociales y políticos de América
Latina y en particular Cuba. Hoy reside en el extranjero.
Notas:
[1]J.Martí, ensayo "La futura
esclavitud" , 1884. Pueden consultarse disímiles
fuentes para su lectura.
Ver:
www.literatura.us/marti/futura.html
[2] Consultar el interesante ensayo de
Raúl Fornet-Betancourt, "El pensamiento de José Martí";
en:
www.ensayistas.org/filosofos/cuba/marti/marti2.htm
[3] Tal como puede sugerir el análisis de la cuestión en
estudios de referencia de intelectuales cubanos. Ver
R.Fdez Retamar, “Martí en su (tercer) mundo",
revista Cuba Socialista, 1965, la Habana.
(4) En el análisis y pronunciamiento
político de José Martí en la Conferencia Internacional
Americana y en la Comisión Monetaria Internacional
Americana, Revista Ilustrada de Nueva York, 1891.
[5] RCA,·Cuba: de la revolución verde
a la revolución cubana”, en:
http://www.kaosenlared.net/noticia/cuba-revolucion-verde-revolucion-cubana
[6] Para mejor discernimiento del
problema consultar “Cuba: construyendo verdades
revolucionarias”; en:
http://www.kaosenlared.net/noticia/cuba-construyendo-verdades-revolucionarias
[7] RCA, “Cuba: emigración, nación
y estado”; en:
http://www.kaosenlared.net/noticia/cuba-emigracion-nacion-estado
[8] Javier Biardeau, “Graves errores
en las concepciones del Socialismo y la Democracia”,
Rebelión; en:
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=125863
Entiendo que “trabajo muerto
intelectual” viene a ser la proyección en términos políticos
del trabajo pretérito según la teoría del valor en Marx.
En mi ensayo “Polonia: cubanos, “por nuestra y vuestra
libertad”
(http://www.kaosenlared.net/noticia/polonia-cubanos-nuestra-vuestra-libertad),
retomo, como Biardeau en el suyo, la elipsis marxiana del 18
Brumario sobre los muertos políticos resuscitados en sayos
nuevos. La referencia al estado bolivariano de Venezuela
como” estado obrero deformado” es mía. Puede
considerarse – siguiendo a Gramsci – que la transformación
del estado burgués venezolano avanza entre lo viejo que no
acaba de morir y lo nuevo que no acaba de nacer. El
interregno. El resultado se dibuja como un estado obrero
deformado. El análisis de Biardeau es pertinente y
fundamentado. Si 10 años de revolución bolivariana no
constituyen un lapso de tiempo al que exigirle cambios
estructurales socialistas definitorios, la falta de guía teórico-práctica
marxiana puede conducir a la orilla del socialismo estado
burocrático en la que encalla, habiendo sido más radical
en sus orígenes, la revolución cubana después de 50 años
de navegación.
[9] RCA, “Cuba: transición
socialista”; en:
http://www.kaosenlared.net/noticia/cuba-transicion-socialista
[10] Como «Generación del Centenario»
se reconoce a la Dirigencia Histórica de la Revolución
cubana. Levantada en armas en 1953 contra el régimen
dictatorial más pro yanqui que cubano de Fulgencio Batista,
conduce al triunfo insurreccional y a la instauración de un
poder revolucionario en 1959. En 1953 cumple cien años el Líder
político de la lucha insurreccional contra el colonialismo
español; el intelectual, filósofo, politólogo y escritor
José Martí, caído en la guerra de liberación que ha
organizado (1895-1898). Cae en combate armado directo en la
insurrección que pone fin a casi 400 años de colonialismo
español en Cuba. Parecía que el Apóstol de la «independencia»
de Cuba iba a morir en el año de su centenario - se ha
escrito. Sin embargo, con la rebelión armada de 1953, el
asalto a la fortaleza militar Moncada, dirigido por Fidel
Castro R., se inicia lo que con veracidad histórica se
reconoce como el éxito de la epopeya cubana por la
autodeteminación como nación soberana.
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