Costa
Rica: ¿de la crisis fiscal a la crisis económica?
Por
José René Tamariz Corea
Prensa Socialista Nº 120,
febrero/marzo 2012
La
profundización de la crisis económica internacional,
principalmente en la zona del euro y el anémico crecimiento
económico de los Estados Unidos, determinará la
transformación de la actual crisis fiscal de Costa Rica en
una crisis económica, con graves consecuencias para el
pueblo trabajador. A esos elementos, es necesario agregar
algunos factores internos que pueden potenciar aún más
dicha transformación.
¿Crisis
fiscal en Costa Rica?
El
país concluyó el año 2011 con uno de los déficits
fiscales más altos de Latinoamérica, 4,4% del Producto
Interno Bruto (PIB), lo cual representa en términos
absolutos la cantidad de 900 millones de colones. El
gobierno de Laura Chinchilla, pretende disminuir ese déficit
mediante la aplicación del plan fiscal, que se encuentra
atascado en la Asamblea Legislativa.
Dicho
proyecto solo puede ser aprobado en primer debate. El
segundo debate fue prohibido por la Sala Constitucional, al
acoger un recurso del diputado socialcristiano Luis Fishman,
quien afirmó que se había violado los procedimientos en la
aplicación de la vía rápida de dicho proyecto.
Dado
que la Sala IV puede tardar entre 12 y 18 meses para
resolver ese recurso, su aprobación es incierta. Si la Sala
acelerara su respuesta y le diera la razón al diputado
Fishman, el Gobierno se quedaría sin plan fiscal. En ese
escenario, ¿qué pasaría? El ministro de Hacienda,
Fernando Herrero, declaró que "Si la reforma fiscal no
pasa, estamos al borde de una crisis seria de carácter
fiscal". (La Nación, 25 de febrero del 2011).
La
situación está clara, nos encontramos al borde de una
seria crisis fiscal, con gravísimos efectos para el
conjunto del pueblo trabajador. Frente a ese posible
panorama, el Gobierno anunció cuáles medidas alternativas
implementaría. Entre las cuales se encuentran las
siguientes:
*
* Aumentar el endeudamiento interno.
*
* Continuar con la política de recortes del gasto público.
En
el primer caso, esto conllevaría a que el Gobierno emita más
bonos de deuda interna, lo cual trae como consecuencia la
subida de las tasas de interés y, por ende, el
encarecimiento de los créditos actuales que tienen las
personas, así como de los nuevos créditos. Esto significa,
a su vez, un alza de los costos de producción y, por tanto,
un encarecimiento del costo de la vida para las y los
trabajadores.
En
el segundo caso, implicaría (además de miserables ajustes
salariales a las/los trabajadores, como el último que fue
de 5 000 colones, que constituye una bagatela, la congelación
de plazas y otras medidas( un recorte en los presupuestos de
educación, salud y seguridad. Esto representaría un
deterioro terrible y duro para las condiciones de vida de
familias trabajadoras y populares, ya que ello conduciría
al empeoramiento de dichos servicios.
¿Va
Costa Rica hacia la crisis económica?
Son
reales las posibilidades de que el país vaya hacia una
crisis económica –producto de la dependencia de la economía
nacional hacia la economía yanqui y europea–, ante la
posible profundización de la crisis europea, al entrar en
recesión, y el debilitamiento de la economía
estadounidense, afectada por la primera. Por otra parte, es
probable que la economía china, actual locomotora económica
mundial, se desacelere.
En
ese caso, la situación tiende a complicarse no solo en
Costa Rica, sino en todo el mundo. El Gobierno y el Banco
Central de Costa Rica iniciaron un plan de movimientos
tendientes a enfrentar una inminente crisis económica. Según
el diario La Nación, "El Banco Central busca vías
para aumentar sus reservas en dólares y 'blindar' así al
país ante una eventual crisis externa. La entidad tiene
acceso a unos $600 millones del Fondo Latinoamericano de
Reservas (FLAR), pero afronta dificultades para ir a tocar
la puerta del Fondo Monetario Internacional (FMI), pues la
condición va a ser que el país emprenda una trayectoria de
ajuste a las finanzas públicas" (La Nación,
29/12/11).
Como
se desprende de la anterior cita, el Gobierno no puede
acceder a financiamiento del FMI sin la aprobación del plan
fiscal. El presidente del Banco Central, Rodrigo Bolaños,
frente a esa situación plantea "... abrir los
maletines viejos, para buscar los instrumentos heterodoxos,
pues ya se acerca la hora en que probablemente tendremos que
empezar a usarlos" (La Nación, 23/12/11). Entre esos
"instrumentos heterodoxos", se encuentran los
siguientes:
*
* recargos sobre los bienes importados;
*
* límites globales al crecimiento del crédito;
*
* obligar a exportadores a vender sus divisas al Banco
Central;
*
* aumentar el encaje legal más del 15%;
*
* fijar márgenes de intermediación financiera.
En
esta situación, el Gobierno entraría en una fuerte
contradicción con diferentes sectores capitalistas, como el
financiero, el exportador y otros, ya que varias de esas
medidas afectarían los intereses de los empresarios y
tratarían de someterlos a controles.
Es
importante mencionar que los efectos y consecuencias de una
eventual crisis económica, sobre el conjunto del pueblo
trabajador y sectores populares, serían aún más graves,
al combinarse con la crisis fiscal. Asimismo, esta última
se profundizaría por la crisis económica, ya que las
ventas externas e internas disminuirían y se reducirían
los ingresos tributarios.
Según
Ottón Solís, la actual situación del país es similar a
la coyuntura de la crisis económica de los años 80, en
cuanto a la evolución del déficit fiscal se refiere. En
cambio, Rodrigo Bolaños respondió ante el tema lo
siguiente: "Lo que pasa es que hay una gran diferencia:
en esa época el Banco Central no tenía ni un dólar de
reservas, ahora sí: tiene $4.600 millones y acceso al FLAR
(Fondo Latinoamericano de Reservas) y si hubiera posibilidad
al Fondo. En aquella ocasión habían echado al
representante del Fondo. Puede haber algunos elementos por
el lado fiscal, el déficit fiscal en una crisis se dispara
porque caen los ingresos y el gasto no va a caer" (La
Nación, 29/12/11).
Independientemente
del parecido, lo cierto es que, debido a la crisis global
actual, la situación tiende a convertirse en realmente crítica.
Aunque haya una buena cantidad de reservas internacionales,
el Gobierno tendría que aplicar medidas salvajes en contra
de las/los trabajadores y demás sectores populares.
Asimismo, se acumularían más problemas estructurales como
mayor endeudamiento externo e interno, más déficit fiscal
y menos reservas internacionales, pues la crisis se la comería
y habría una caída de la producción.
Costa
Rica: ¿un país sin rumbo?
En
el mes de septiembre del año 2011, la empresa UNIMER realizó
una encuesta para el diario La Nación, en la cual se
diagnosticó que "Nueve de cada diez costarricenses
consideran que el país viaja sin brújula" (La Nación,
10/10/11). Es decir, el 90% de las/los ciudadanos perciben y
consideran que el país no tiene rumbo. Realmente, la mayoría
absoluta de la ciudadanía capta muy bien la situación del
país.
El
modelo de Nación, surgido tras la guerra civil de 1948,
produjo grandes logros en el terreno económico, social y
político; no obstante, desapareció. De él, solo quedan
algunos elementos, como la abolición del ejército,
aspectos de la seguridad social (en crisis), aspectos
educativos y elementos democráticos (también en crisis).
El
modelo de "desarrollo", conocido como
"promoción de las exportaciones", surgió de la
crisis de los años 80 y de la situación revolucionaria
centroamericana, y fue elaborado por los técnicos de la
agencia yanqui AID; aunque trajo algunos "éxitos"
como la diversificación productiva, lo cierto y real es que
para la mayoría de las masas trabajadoras y populares ha
significado mayor pobreza, miseria y desigualdad. El
"derrame de la riqueza", prometido por ese
proyecto, nunca se produjo, sino que se realizó lo
contrario: el "derrame de la desigualdad y
pobreza".
Entre
los intelectuales y tecnócratas de la burguesía, existe
una profunda preocupación y discusión sobre el futuro del
país: ¿es necesario cambiar o no de modelo o solo hacerle
unos ajustes? Algunos, como Eduardo Lizano, el gurú de la
economía, sostienen que "No hay necesidad de cambiar
de modelo. Los resultados han sido beneficiosos pero se
puede mejorar" (El Financiero No. 818, 16–22 de mayo
del 2011). Otros, como Andrés Rodríguez Clare, sostienen
que "Ahora se requiere pasar a una estrategia centrada
en la productividad, hay otros desafíos" (Ídem).
Sin
embargo, quienes han logrado comprender mejor la gravedad de
la situación del país han sido los técnicos del Estado de
la Nación, que desde 1994 hasta el 2010, han realizado
sendos estudios de todas las variables del país. Miguel
Gutiérrez Saxe, director del programa Estado de la Nación,
refiriéndose al año 2010 (XVII informe Estado de la Nación),
plantea que "Debajo de la calma, sin embargo, se
incuban tempestades. Al iniciar la segunda década del siglo
XXI, el país vive un tiempo de inflexión en su desarrollo,
marcado por el deterioro institucional y por la falta de
adaptación del sistema político para responder a la
población con entregas efectivas de un mayor y más
equitativo bienestar social, económico y ambiental. Es
inocultable que el ritmo del desarrollo humano de Costa Rica
ha perdido el paso, no solo en relación con las sociedades
más avanzadas sino, aun más preocupante en relación con
naciones emergentes, algunas situadas en América Latina,
como Brasil o Chile. Dependerá de la manera en que se
enfrenten los problemas, que el país entre en una fase de
nuevo progreso, o en una de estancamiento prolongado e
incluso, decadencia". (La Nación, 25/11/11, el
subrayado es nuestro).
Más
adelante, Miguel Gutiérrez Saxe, sostiene que "Mirado
desde esta perspectiva, el 2010 confirma evidencias –las más
preocupantes desde que el programa Estado de la Nación
iniciara el análisis del desempeño nacional a mediados de
la década tras anterior– de que, en términos estratégicos,
el país entró en una nueva y más peligrosa fase, la de un
claro desgaste de varias de las más preciadas ventajas históricas
de su desarrollo humano. En esta situación, como se verá más
adelante, no se trata de "patear el tarro" hacia
adelante de
cualquier forma, continuar y, con cierto desenfado, dar el
paso siguiente. El problema nuestro, nuestra gran cuestión
nacional, es cómo encontrar de nuevo nuestro rumbo, el
rumbo costarricense". (Ídem, subrayado nuestro).
Así,
la percepción de la ciudadanía sobre la desorientación
nacional coincide con el análisis realizado por los técnicos
del programa Estado de la Nación. No obstante, discrepamos
de los técnicos del Estado de la Nación en cuanto a que se
debe encontrar de nuevo el "rumbo costarricense".
Esto, en la nueva era de la globalización, no es posible ni
viable, es una quimera.
La
burguesía "nacional", cada vez más ligada al
capital transnacional, se encuentra muy contenta con sus
mayores niveles de ganancias y no le importa que el pueblo
trabajador y sectores populares se hundan en la miseria. Por
eso, encuentran que los "resultados" del
"modelo" son "beneficiosos".
Mientras que los políticos burgueses "patean el
tarro" hacia adelante desde hace años, porque solo
pueden ofrecer el mismo modelo "hambreador",
creado por sus jefes, los capitalistas nacionales y
transnacionales.
Ante
esta situación nacional, se requiere que entre los
revolucionarios socialistas iniciemos una seria discusión,
cuya finalidad sea encontrar una salida que beneficie y
saque de la ruina y la pauperización al país, y,
principalmente, a las masas trabajadoras y populares. Es
decir, una salida socialista y revolucionaria a la crisis,
que cambie la estructura económica, social, institucional y
política del país.
Nuestra
propuesta de salida
La
actual crisis fiscal de la Nación tiene su raíz en el
denominado "modelo de promoción de las
exportaciones" –aunque existen factores coyunturales
que la han potenciado–. Por ejemplo, en el año 1983, el
impuesto a las exportaciones era del 32%, mientras que en el
año 1994 disminuyo al 3% (Estado de la Nación, I informe,
primera edición 1995); para el 2010, se encuentra
aproximadamente en menos del 10%. En tanto se reducía el
impuesto a las exportaciones, se incrementaba el impuesto de
ventas que "pasó del 29% en 1983 al 46% en 1994, del
total de impuestos recaudados" (Ídem). Actualmente,
ese impuesto se encuentra ubicado en 38,2% (datos del 2007).
Por
otro lado, un problema de fondo responde a la estructura
tributaria, la cual es totalmente regresiva, ya que descansa
la mayor parte de su peso en los impuestos indirectos
?66,1%? y no sobre los directos ?33,9%? (porcentajes tomados
del XV informe de Estado de la Nación, 2008).
Por
ello, nuestro primer planteamiento es cambiar la estructura
tributaria del país, en donde los impuestos directos
constituyan el grueso de la recaudación fiscal, de cara a
alcanzar una estructura tributaria realmente progresiva. Con
ello, se aplicaría la justa norma que dice "que pague
más el que más tiene", o sea, los ricos. Asimismo,
demandamos que todas las exportaciones paguen impuestos. En
esa dirección, todas las empresas de zonas francas y otras
adscritas a regímenes especiales, que no pagan impuestos,
deben tributar. Además, planteamos que se eliminen todas
las exoneraciones que tienen múltiples actividades económicas
y comerciales lucrativas como las turísticas y otros
conceptos.
Nuestro
segundo planteamiento es la elaboración y aplicación de un
plan contra el desempleo. Una primera medida, puede ser la
implementación de un plan de obras públicas que garantice
trabajo a todas/todos los desempleados y subempleados (1),
quienes representan el 7,7% y 13,4%, [R1]respectivamente; y
que pueda absorber a los nuevos desempleados, en caso de que
la crisis económica se instale en el país. El plan de
obras públicas podría incluir, entre otros proyectos, la
construcción y reparación de carreteras, escuelas,
colegios, hospitales y clínicas, ya que estos servicios se
encuentran en pésimas condiciones; y la construcción de
nuevas viviendas para miles de familias que habitan en
condiciones infrahumanas ?como el caso de la región huetar,
donde "Del total de casas, el 24,9% está en
condiciones inaceptables, mientras que el 34,1% no dispone
de servicios básicos o son deficientes. Además, el estado
físico del 18,1% está malo. Esto significa que solo un
22,9% de viviendas en Limón está en buenas condiciones y
cuenta con servicios básicos aceptables, según el XVII
Informe Estado de la Nación...". (La Nación, 23 de
noviembre del 2011)?.
El
tercer planteamiento es exigir al Gobierno una moratoria
temporal del pago tanto de la deuda interna como externa,
para aliviar la situación de las finanzas públicas, ya que
el pago de los servicios de esa deuda consume el 33% del
presupuesto nacional de la República.
El
cuarto planteamiento es demandar al Gobierno un cambio de la
política salarial que cobije tanto a los trabajadores del
sector privado como público, fije los aumentos salariales
semestrales, no sobre la base de la inflación del semestre
anterior, sino que esté fundamentada sobre las proyecciones
y por encima de la inflación del semestre siguiente, esto
podría no solo ayudar a mejorar las condiciones de vida de
las/los trabajadores, sino también estimular el mercado
interno en el marco de una eventual crisis económica.
Nuestro
quinto planteamiento es pedir a los diputados la plena
libertad sindical (formación de sindicatos, fuero sindical,
negociación de convenciones colectivas y otros derechos) en
el sector privado, mediante la "Ley de Reforma
Procesal", así como la eliminación de aquellos artículos
que atentan contra la organización sindical, el derecho a
la huelga y otros derechos colectivos.
Como
sexto planteamiento, llamamos a la defensa de la Caja
Costarricense de Seguro Social (CCSS) y pago inmediato de la
deuda adquirida por el Estado y la empresa privada.
Asimismo, luchamos por la defensa de los muelles de Limón y
nos oponemos tajantemente a la construcción de una nueva
terminal en Puerto Limón a manos de una empresa holandesa.
De
último, planteamos que no existe posibilidad de desarrollo
del país en los estrechos marcos nacionales, es decir, no
existe un "rumbo costarricense". Las
probabilidades de desarrollo de Costa Rica son posibles y
reales en el marco de la región centroamericana, bajo una
mayor integración económica, social, política y cultural.
Esto es así porque las economías y sociedades
centroamericanas son complementarias unas de otras, uniendo
las distintas ramas de producción y haciendo proyectos
conjuntos. Esto facilitaría el desarrollo y crecimiento
económico, así como el combate de la pobreza, miseria y
desigualdad de las/los trabajadores, campesinos y demás
sectores populares. Pero lo anterior será factible en el
marco de una nueva sociedad construida sobre bases
socialistas.
Nota:
1.
Es preciso recordar que son los trabajadores agrícolas y de
la construcción lo más afectados por la crisis económica.
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