Colombia 3: Como en
Irak, un conflicto privatizado
Los negocios de las
Sociedades Militares Privadas
Por Hernando Calvo
Ospina (*)
Le Monde Diplomatique, noviembre 2004
El 9 de octubre último
el Congreso de Estados Unidos levantó la restricción que limitaba a
400 el número de soldados estadounidenses que pueden operar en
Colombia. La medida permitió a Washington duplicar la cifra, llevándola
a 800, y a 600 el número de "contratistas" (mercenarios).
El Plan Patriota, continuidad del Plan Colombia, legaliza las
actividades de empresas privadas y sus mercenarios, ya habituales en
el país.
En la edición 2004 del
Tour de France, los ciclistas del equipo CSC lograron el tercer
puesto, tanto de equipo como individual ( esto último gracias a Iván
Basso). Pero muy pocos aficionados saben que la sigla CSC corresponde
a Computer Science Corp., y menos aun que se trata de una
multinacional vinculada a las fuerzas de seguridad estadounidenses.
Esa relación se vio reforzada en marzo de 2003 cuando CSC adquirió
DynCorp, una de las Sociedades Militares Privadas (SMP)
preferidas de Washington.
DynCorp está instalada
en Colombia desde fines de 1993. Su actividad supuestamente se
encuadra dentro de la lucha contra el narcotráfico, pero la empresa
participa, junto a más de 30 SMP, en la lucha contra los guerrilleros
de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), del Ejército
de Liberación Nacional (ELN), y en la represión de movimientos
sociales. Contratadas directamente por el Departamento de Estado, el
Pentágono o la US Agency for Intemational Development (USAID) (1),
esas SMP defienden, de hecho, los intereses de la "superpotencia".
A través de ellas, Washington creó el principal conflicto
privatizado del mundo, además de Irak.
El 23 de septiembre de
1999, el entonces presidente Andrés Pastrana volvió de Washington
luego de haber obtenido del presidente William Clinton una ayuda de
1.700 millones de dólares para financiar el Plan Colombia. Para no
irritar a la opinión pública y para evitar el impacto psicológicamente
negativo que hubiera tenido una intervención demasiado visible, se
limitó a 400 el número de militares estadounidenses autorizados a
trabajar en operaciones "anti-narco" dentro de Colombia. De
todos modos, si bien se trata de evitar una intervención abierta
-como la de Granada en 1983, o la de Panamá en 1989- para Washington
es importante apoyar a Bogotá brindándole sistemas eficaces de
información, de formación y de entrenamiento. Al aprobar el plan en
julio de 2000, el Congreso de Estados Unidos autorizó no sólo la
presencia de militares, sino también la de hasta 400
"subcontratistas" civiles, limitación numérica que sería
fácilmente burlada. Como la ley habla de "estadounidenses",
el Departamento de Estado y las empresas como DynCorp contrataron
personal guatemalteco, hondureño o peruano, superando así
tranquilamente los límites establecidos.
En la práctica, el
Plan Colombia no hace más que legalizar las actividades que ya
realizaban varias de esas empresas. En efecto, haciendo abstracción
de su flamante importancia y su grado de preparación, las SMP no son
una novedad en ese país. En 1987, bajo la mirada aprobadora del
gobierno, grandes propietarios rurales y narcotraficantes vinculados
con el cartel de Medellín, recurrieron a la empresa de seguridad
israelí Hod He'hanitin (Spearhead Ltd) para entrenar paramilitares.
Las tareas de entrenamiento se realizaban en instalaciones y terrenos
de la TexasPetrolemn Co. y estuvieron a cargo de ex oficiales del ejército
israelí y del Mossad (2) -como el teniente coronel Yair Klein (3)- y
de ex comandos del SAS británico.
Esos mercenarios enseñaban
las "técnicas antisubversivas" que luego se utilizarían
para "limpiar" las zonas bananeras y petroleras, eliminando
de ellas a las personas sospechosas de apoyar a los guerrilleros. Esos
conocimientos también fueron utilizados para perpetrar los
asesinatos, entre 1987 y 1992, de Jaime Pardo Leal y Bernardo
Jaramillo (Unión Patriótica), Carlos Pizarro (M-19) y Luis Carlos
Galán (liberal), todos ellos candidatos a las elecciones
presidenciales, opuestos al establishment.
Según un documento del
informante especial de la Organización de las Naciones Unidas,
presentado en febrero de 1990 a la Comisión de Derechos Humanos de la
ONU, más de 140 grupos paramilitares operaban entonces en Colombia,
estrechamente vinculados con el ejército y la policía. Esas milicias
atacaban no sólo a los simpatizantes de la guerrilla, sino también a
obreros, sindicalistas y campesinos, causando miles de víctimas (4).
El término "paramilitar", hábilmente utilizado, puesto de
relieve, y empleado de manera eufemística, apunta fundamentalmente a
ocultar el cuerpo (el ejército) y las fuerzas políticas que
promueven esa política de exterminio (5). Al asumir la "guerra
sucia" en lugar de las fuerzas armadas, esos grupos permitieron
que éstas lavaran su imagen, pudiendo así aspirar a la ayuda
estadounidense, que les estaba vedada por sus masivas violaciones a
los derechos humanos.
El trabajo de las
SMP
Como esa política de
terror no alcanzaba para erradicar a los rebeldes, Washington entró
al conflicto por la puerta de atrás. Las compañías petroleras
instaladas en Colombia, las fábricas de armas y las SMP gastaron seis
millones de dólares en lobby para lograr que el Congreso
estadounidense aprobara el Plan Colombia. Una vez logrado ese
objetivo, los contratos permitirán rembolsar ampliamente la inversión.
De los 1.300 millones
de dólares asignados al Plan Colombia por Estados Unidos, se gastarán
1.130 millones sin que un solo funcionario colombiano vea un céntimo.
Hasta las sumas provenientes del Banco Mundial para ese Plan serán
canalizadas por Washington hacia las SMP.
La primera inversión
encarada con ese dinero consistió en comprar al Pentágono un avión
espía RC-7 en 30 millones de dólares. El aparato venía a reemplazar
uno similar que se había estrellado contra la colina de Patascoy
-cerca de la frontera ecuatoriana- el 23 de julio de 1999, cuando
trataba de obtener información sobre las FAR. La muerte en esa ocasión
de cinco agentes antidrogas estadounidenses desató un escándalo, al
poner de manifiesto el grado de injerencia de Washington en el
conflicto (6). El nuevo avión fue prestado a una SMP, la Northrop
Grunman Corp., para que continuara el trabajo.
Los subcontratistas
también llegaron, hace años, a Tres Esquinas y a Larandia, bases de
las fuerzas especiales estadounidenses instaladas en el sur de
Colombia. Todo lo que allí se consume y utiliza es importado de
Estados Unidos por las SMP. Fue fundamentalmente en esas bases donde
se entrenaron los miles de militares y paramilitares encargados de
recuperar la zona de Caguán, territorio donde el gobierno de Andrés
Pastrana había iniciado negociaciones con las FARC.
El contacto con esas
compañías privadas se hace a través de "alguien" de la
embajada estadounidense. Ninguna autoridad colombiana tiene derecho a
controlarlas, como tampoco sus aviones, sus tripulantes, ni sus
cargamentos. Sus hombres ingresan con una visa de turismo, pero gozan
de protección diplomática. Las pocas veces que, en un rapto de
dignidad, las autoridades colombianas osaron protestar, Washington
amenazó con suspender su ayuda económica.
En Colombia existen SMP
de todo tipo. La más versátil es DynCorp, que suministra hasta
cocineros. La Arinc construye sistemas de reabastecimiento de
combustible para las pistas de aterrizaje. El Grupo Rendon enseña a
los oficiales de la policía y del ejército cómo explicar el Plan
Colombia. ACS Defensa brinda apoyo logística y asesoramiento al
personal de la embajada ( implicado en el Plan. l La Lockheed-Martin
ofrece -entre otras prestaciones- asistencia a los helicópteros de
combate y a los aviones de transporte de tropas. Northrop instaló y
maneja siete poderosos radares, coordinados con un sofisticado sistema
de espionaje aéreo. Esa compañía entrena además a militares y
paramilitares para "operaciones especiales" (7). Otras
firmas como MariTech, TRW, Matcom o Alion, utilizan avanzadas tecnologías
para fotografiar desde el espacio, interceptar las comunicaciones y
analizarlas. Esa información es transmitida al Sistema de
Reconocimiento del Comando Sur del Ejército de Estados Unidos (Southcom)
y a la CIA, que la tratan y la redistribuyen a las instancias que
eligen. Las fuerzas armadas colombianas son las últimas en ser
informadas.
Tanto el Pentágono
como el Departamento de Estado y la USAID indicaron claramente que la
mayoría de los programas de asistencia militar y logística, al igual
que los de inteligencia, no podrán ser transferidos rápidamente a
los colombianos, pues éstos no disponen de la "capacidad técnica"
necesaria para manejarlos (8). Habría que preguntar entonces para qué
sirvieron los instructores contratados...
Mercenarios y tráfico
de drogas
Desde 1998 han muerto más
de veinte mercenarios, casi todos en circunstancias "extrañas"
que fueron inmediatamente ocultadas. Por lo que puede saberse, Eagle
Aviation Service and Technology (EAST), firma subcontratista de
DynCorp, otrora implicada en el Irán-contragate por cuenta de la CIA
(9), registró los dos primeros muertos, en julio de 1998.
Oficialmente, habrían perdido la vida al estrellarse el avión en que
realizaban una fumigación sobre plantaciones de coca. Según otra
versión, el aparato habría sido derribado por la guerrilla.
Michael Demons, de la
DynCorp, falleció el15 de agosto de 2000, antes de llegar al hospital
de la ciudad colombiana de Florencia. La autopsia reveló que había
sucumbido a un ataque cardíaco producido por.
una sobredosis de cocaína
y morfina. Demons trabajaba en la base de Larandia. Alexander
Wakefield Ross, también empleado de la DynCorp, falleció
accidentalmente en agosto de 2002, despedazado por la hélice de un
avión, según la versión oficial. Pero a su madre le dijeron que había
sido asesinado, pues sabía demasiado sobre la participación de
algunos de sus compañeros en el tráfico de drogas.
¿Se trata sólo de
rumores? Ese tipo de sospechas tiene cierto fundamento. La revista Semana
-que finalmente trató el tema, luego de que lo hicieran los medios
estadounidenses- estimó que "los gringos que fumigan en el marco
del Plan Colombia son una banda de Rambos sin Dios ni ley, que
estuvieron implicados en un escándalo por tráfico de heroína"
(10). En realidad, el 12 de mayo de 2000, la policía del aeropuerto
Eldorado de Bogotá halló diez frascos que contenían 250 gramos de
un líquido que, luego de analizado, resultó ser una mezcla de aceite
y de látex de adormidera, la base de la heroína.
Para desgracia de la
DynCorp, sus hombres habían utilizado una empresa privada -Federal
Express- para enviar la preciosa mercancía hasta sus instalaciones
situadas en la Patrick Air Force Base, una base rnilitar
estadounidense situada en Florida.
Pero la policía
colombiana debió guardar silencio, hasta que un año después los
medios estadounidenses hicieron público un informe de la Drug
Enforcement Administration. Otros diez empleados de la DynCorp
estuvieron implicados en un tráfico de anfetaminas en 2000. Los
elementos de la investigación desarrollada' por el Ministerio de
Justicia colombiano "desaparecieron" misteriosamente,
mientras que la firma se limitaba a despedir o a transferir a las
personas involucradas.
Washington hace todo lo
posible por evitar que se conozcan ese tipo de casos, que podrían
poner en peligro las operaciones que el Pentágono realiza con DynCorp
en varios países, fundamentalmente en Irak. Eso explica la poca
difusión que tuvo la captura y detención por parte de las FARC, el
13 de febrero de 2003, de tres empleados de la California Microwave
Systems -a quienes los medios denominaron "rehenes"- que
"realizaban operaciones de inteligencia" (11) en el sur de
Colombia.
Del Plan Colombia al
Plan Patriota
Antes de los atentados
del 11 de septiembre de 200 1 en Nueva York, las guerrillas
colombianas eran consideradas fuerzas políticas beligerantes. A
partir de. entonces el Departamento de Estado comenzó a llamarlas
organizaciones "terroristas". En 2002, el Congreso de
Estados Unidos aprobó el aumento de las fuerzas especiales enviadas a
Colombia -hasta un número de 500- a la vez que suprimió el límite
para los "subcontratistas" autorizados. De la misma manera,
permitió el uso de la ayuda militar "anti-narco" para la
lucha anti-insurreccional. Dicha ayuda implica también a los
subcontratistas y a las SMP.
En realidad, Washington
ha dejado de buscar excusas y ha oficializado lo que siempre existió.
Ese cambio que consagra la continuidad tiene un nombre -el Plan
Patriota- y marca un desplazamiento del eje de la guerra,
fundamentalmente hacia las zonas petroleras cercanas a la frontera
venezolana.
La guerrilla
obstaculiza la explotación y el transporte de petróleo, considerando
que esa actividad sólo beneficia a las multinacionales y a una ínfima
minoría de colombianos. La primera empresa que utilizó mercenarios
para proteger sus infraestructuras fue la Texaco. En 1997 y 1998 la
británica Defence Systems Ud. colaboraba con el ejército, a la vez
que entrenaba paramilitares por cuenta de British Petroleum, Total y
Triton, recurriendo a la firma israelí Silver Shadow para adquirir
armas.
El13 de diciembre de
1998 varios helicópteros bombardearon unas cabañas en Santo Domingo,
un caserío situado cerca de la frontera con Venezuela. Según el ejército
allí se encontraba una columna de guerrilleros. En realidad, las 18 víctimas
eran campesinos. El objetivo había sido hallado y fijado por los
mercenarios que trabajaban para la Occidental Petroleum, sobre cuyas
tierras se preparó una parte de esa operación.
Fue también desde allí
que partieron los aviones de la Florida Air Scan llevando a bordo tres
estadounidenses, entre ellos un militar en actividad. Desde entonces
no se volvió a saber de ellos, y el gobierno de Estados Unidos se
niega a entregados a la justicia colombiana (12 )
En septiembre de 2003,
Bogotá aceptó firmar un acuerdo con Washington, por el cual el
gobierno colombiano se compromete a no enviar ante la Corte Penal
Internacional (CPl), a ciudadanos estadounidenses que hubieran
cometido crímenes contra la humanidad, salvo que Estados Unidos lo
autorice.
Cabe preguntarse
entonces quién se encargará de reprimir los crímenes y delitos
cometidos por los mercenarios que trabajan para las SMP. Otro
problema: la política de "seguridad democrática" del
presidente Álvaro Uribe se apoya en la creación de un contingente de
25.000 "soldados campesinos", de frentes locales de
seguridad en los barrios y de una red de un millón de
"informadores".
Esos
"informadores" ya generaron oleadas de detenciones masivas
de supuestos "agentes de la guerrilla" a partir de
acusaciones fantasiosas (Espinoza, pág. 14). ¿Quién controlará a
esos nuevos actores de una guerra cada día más peligrosamente
privatizada?
De los paramilitares a
los "soldados campesinos" y a las SMP, en definitiva se
trata apenas de la ampliación y la actualización de la estrategia
teorizada a partir de 1967: "Cuando una guerra convencional
limitada implica demasiados riesgos, las técnicas paramilitares
pueden ser una manera segura y eficaz de utilizar la fuerza con fines
políticos" (13).
Notas:
(*)
Periodista.
1.-
La Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional (USAID),
creada en 1961 por el presidente John F. Kennedy, es un organismo
gubernamental autónomo, destinado a fomentar la cooperación para el
desarrollo y la ayuda humanitaria.
2.-
Organismo de informaciones y de operaciones especiales de Israel.
3.-
Yair Klein también estuvo implicado en un canje de "diamantes
por entrenamiento militar" en Liberia y en Sierra Leona, en 1997.
Fue encarcelado en Freetown, pero logró evadirse.
4.-
A fin de la década de 1990. los paramilitares adquirieron varios
helicópteros y se dotaron de personal para el mantenimiento de las máquinas
y el entrenamiento en vuelo.
5.-
H. Calvo Ospina, "El terrorismo de Estado en Colombia", Le
Monde diplomatique, Edición Cono Sur, abril 2003.
6.-
Caicedo Castro, Germán, Con las manos en alto. Episodios de la guerra
en Colombia, Planeta, Bogotá, 2001.
7.-
Cahier d'études stratégiques, n° 36-37. Cirpes, París, junio 2004.
8.-
El Tiempo. Bogotá. 20-6-03.
9.-
Ken Guggenheim, "Irán-contragate: escándalo del financiamiento
de los contrarrevolucionarios nicaragüenses con los beneficios de la
venta de armas estadounidenses al Irán islamista. a pesar del
embargo", Associated Press, 5-6-01.
10.-
"Mercenarios", Semana, Bogotá, 13-7-01.
11.-
"Mercenarios S.A.", El Tiempo, Bogotá, 20-6-04.
12.-
Caicedo Castro Germán, op. cit.
13.-
“La guerra en el mundo moderno", Revista de las Fuerzas
Armadas, Bogotá, mayo-agosto de 1976.
|