Uribe
logra ley favorable a paramilitares
Por
Constanza Vieira
Inter Press Service (IPS), 22/06/05
Bogotá.
”No tengo idea, no me he enterado de eso”, respondió el
presidente de Colombia, Álvaro Uribe, ante consultas de periodistas
sobre si encubrió a su hermano en una investigación penal por la
creación de un grupo paramilitar, como había afirmado poco antes en
el Congreso el diputado Gustavo Petro.
”En
los procesos judiciales del pasado aparece sindicado el hermano del
presidente de la república como conformador, auspiciador y erector de
grupos paramilitares”, sostuvo Petro, un ex guerrillero del
Movimiento 19 de Abril, el grupo que se integró a la vida civil en
1990 y que conformó con otros sectores de izquierda el actual Polo
Democrático Independiente.
El
legislador, quien días atrás expuso el modo en que políticos del
septentrional departamento de Sucre conformaron un escuadrón de la
muerte en esa zona, se refirió así a Santiago Uribe, un ganadero que
fue investigado en el marco de una causa judicial contra crímenes
perpetrados por paramilitares derechistas.
Este
hacendado fue acusado de conformar un grupo conocido como Los 12 Apóstoles,
que habría tenido sede en su finca La Carolina, ubicada en límites
entre Yarumal y Santa Rosa de Osos en el departamento de Antioquia,
vecino a Sucre.
Los
12 Apóstoles están acusados de asesinar a 50 personas y de haber
cometido en junio de 1990 la masacre de Campamento, donde fueron
hallados los cuerpos de cuatro personas y otras dos permanecen
desaparecidas, caso por el cual hay una queja en la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos.
En
La Carolina ”estaba el radio de comunicaciones (del grupo
paramilitar), que era operado por el señor Santiago Uribe Vélez”,
aseguró el diputado del partido que gobierno la alcaldía de Bogotá.
El
abogado Daniel Prado, querellante de las familias de tres de los
muertos en ese sitio, dijo a IPS que la Comisión con sede en
Washington debe aún determinar ”si hay responsabilidad por parte
del Estado en materia de impunidad, con el fin de lograr que se
investigue” ese delito.
Petro
dijo que Uribe debe ”explicarle a toda Colombia qué pasó con el
proceso judicial que se seguía contra su hermano, que lo vinculaba
directamente al paramilitarismo y a delitos de lesa humanidad”.
”Le
reclamo a Uribe que, sabiendo que sus familiares directos están
procesados por paramilitarismo, se atreve a llevar una ley que declara
impunidad” para los paramilitares, repitió el parlamentario ante
IPS.
La
acusación fue lanzada el martes en la cámara de Diputados, en la última
y convulsionada sesión que culminó con la aprobación de la llamada
ley de Justicia y Paz, que confiere estatus político a los
paramilitares ultraderechistas en negociación con el gobierno de
Uribe en busca de su desmovilización.
Al
momento de la votación se retiraron los representantes de todos los
partidos salvo los que respaldan a Uribe, que son mayoría y por tanto
pudieron, por unanimidad, igual transformar en ley el controvertido
proyecto. Aunque en una de las formas de conteo apareció un voto
negativo, según Radio Caracol.
En
la noche del martes, el fiscal Luis Camilo Osorio confirmó que el
hermano del mandatario había sido objeto de una investigación en
1999, pero también indicó que se había declarado ”un auto
inhibitorio a favor del señor Uribe Vélez y se ordenó el archivo
definitivo” ese mismo año.
Empero,
Osorio indicó que su oficina averiguará ”si Petro tiene datos o
información nueva sobre ese tema”, para que ”ponga a disposición
de la fiscalía las pruebas que tenga”.
Tras
sus lacónicas declaraciones iniciales, el presidente Uribe llamó
telefónicamente al fiscal y le pidió ”hacer claridad” sobre la
actual situación de su hermano.
Luego
de más de un año de discusiones, que de algún modo involucraron a más
de 30 países, a la Unión Europea y hasta a la Organización de las
Naciones Unidas (ONU), la ley de Justicia y Paz que reglamenta la
desmovilización de los paramilitares pasó este miércoles a la firma
del presidente derechista, para su promulgación.
La
nueva norma comenzará a aplicarse a los ejércitos paramilitares de
ultraderecha agrupados desde 1994 bajo la denominación Autodefensas
Unidas de Colombia (AUC) y responsables según estudios de agencias de
la ONU de la mayoría de crímenes atroces que registra la longeva
guerra interna colombiana, donde además actúan guerrillas
izquierdistas hace 41 años.
A
partir de la vigencia de la ley, 20 fiscales tendrán que investigar a
fondo, en un plazo máximo de sólo 60 días, los crímenes de cada
uno de los más de 10.000 paramilitares que podrían desmovilizarse de
aquí a diciembre, según el cronograma de negociación con el
gobierno.
Un
marco legal para la desmovilización, acorde con la normativa
internacional, ha sido puesto como condición para la cooperación al
respecto por parte de la ONU y del llamado Grupos de los 24, grupo de
donantes integrado por la Unión Europea, Estados Unidos, Canadá, Japón,
Suiza, México, Chile, Argentina y Brasil, además de organismos
multilaterales de crédito.
A
la vez que negocia formalmente desde julio de 2004 la desmovilización
de las AUC, varios de cuyos jefes son también acusados de
narcotraficantes, el gobierno de Uribe mantiene una ofensiva militar y
verbal sin concesiones contra las guerrillas izquierdistas de las
Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y, en menor medida,
contra el Ejército de Liberación Nacional (ELN).
Mientras,
la sesión de aprobación de la ley en la cámara baja registró además
un fuerte enfrentamiento entre dos políticos del mismo bando de
Uribe, la diputada Gina Parody y el alto comisionado de paz del
gobierno, Luis Carlos Restrepo.
Parody,
quien intervino para defender al gobierno de la acusación de Petro,
expresó que, ”si el presidente apoyara al paramilitarismo yo me
saldría del uribismo”, y luego intentó una recapitulación de sus
críticas al proyecto, momento en que fue abucheada por más de 100 de
sus pares, que le exigieron que abandonara el recinto.
Junto
con ella se retiró la bancada del opositor Partido Liberal. Ya fuera,
Parody declaró que los amigos del paramilitarismo no son sólo 35 por
ciento de los legisladores, como han afirmado sucesivamente dos jefes
de las AUC, sino 70 por ciento de ellos.
Esta
legisladora oficialista fue una de las autoras de un proyecto de
verdad, justicia y reparación que, como recordó ella antes de la
expulsión del recinto, fue ahogado por el propio Restrepo cuando ya
estaba en negociaciones secretas con las AUC.
La
iniciativa había sido consensuada entre opuestos sectores en el
Congreso y, según Parody, también contaba con el visto bueno del
presidente Uribe.
Allí
se incluían medidas que, según la opinión de sus impulsores,
hubieran llevado al desmantelamiento de los paramilitares, como la
confesión completa de crímenes so pena de perder los beneficios, una
falencia que los críticos le señalan a la ley aprobada ahora.
Restrepo
rechazó airadamente las críticas de Parody, la acusó de aliarse con
los detractores de Uribe y de ”empañar la imagen del comisionado”
al insinuar que él actuaba a espaldas del presidente.
En
defensa de la ley aprobada expresó, por el contrario, que el
beneficio se concede cuando ”ha habido hechos visibles y claros que
conlleven a la pacificación de la nación, cuando se hayan reparado
integralmente las víctimas y se hayan confesado los delitos”.
Según
el alto comisionado, si un paramilitar desmovilizado esconde un
delito, ”podrá ser llevado a la justicia ordinaria y se le aplicará
todo el rigor de la ley”.
Precisamente,
la falta de consenso político es la mayor debilidad que se le señala
a esta ley.
”Ha
debido ser una ley de unidad nacional”, sostuvo el ex ministro de
Defensa y senador Rafael Pardo, alejado del sector uribista, quien
acusó a Restrepo de provocar la zambra parlamentaria.
Por
su parte, el senador Jimmy Chamorro, de un movimiento cristiano, la
norma beneficia a narcotraficantes ”que se habían dedicado a ese
oficio durante muchos años y de la noche a la mañana lucen como próceres
paramilitares”.
Los
defensores sostienen que quien sólo ha sido ”salpicado por el
narcotráfico, se podrá acoger a los beneficios, (mientras) el que es
narcotraficante y se quiere poner la careta de paramilitar no va a
poder acceder” a ellos, como dijo el legislador uribista Armado
Benedetti, quien trabajó juntamente con Restrepo en la elaboración
del proyecto.
También
para Chamorro, la ley aprobada ”desafía el derecho internacional
humanitario, desafía la verdad, la justicia y la reparación, es un
proyecto de impunidad y de inmunidad”.
Analistas
locales consideran que es inviable una verdad masiva acerca de los
autores intelectuales de las matanzas y el desplazamiento forzado de
los hogares de miles de colombianos, que se acentuaron y se volvieron
sistemáticos a partir de la aparición en escena en 1982 de los
paramilitares.
Pero
el director en Colombia de la Oficina de la Alta Comisionada de las
Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michael Frühling, fue
tajante en una rueda de prensa la semana pasada: ”Sin la verdad, no
puede haber justicia y reparación, ni paz y reconciliación”.
La
Comisión Colombiana de Juristas, con estatus consultivo ante la ONU,
inició el 14 de junio una serie de textos breves, de autoría
colectiva por sus expertos, en los que desmenuza la flamante norma de
Justicia y Paz con el título de ”Ley de impunidad”.
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