Las últimas jugadas
de Uribe El ajedrecista
Por Hermógenes Maza
El Socialista, No. 604, agosto/2005
Aunque las recientes
encuestas dicen confirmar un respaldo mayoritario del electorado al
presidente Álvaro Uribe, a medida que se aproxima el final del
cuatrienio se le complican las cosas a su gobierno: la situación
latinoamericana es desfavorable para gobiernos autoritarios como el
suyo, debido a la enconada lucha de las masas, y el gobierno de Bush
–principal sostén de Uribe– se desgasta ante los sistemáticos
ataques militares de la resistencia iraquí que paralizan como arena
movediza al ejército invasor y a sus cómplices árabes. De allí que
un sector de las transnacionales y una buena parte de la burguesía
local, no descarten la posibilidad de buscarle un reemplazo.
Uribe sabe que el
ajedrez político es implacable: acuartelados los peones
paramilitares, fuera de juego el alfil Fernando Londoño y la reina
Marta Lucía Ramírez, muerto "el aviador" Juan Luis Londoño,
obligado a otro cambio de caballo con el Mindefensa Uribe, descartado
un posible enroque con el vicepresidente Santos, el rey saltó a la
mitad del tablero con el viaje a Europa donde, diplomáticamente, lo
dejaron en jaque. Por eso Uribe afina su estrategia y mueve las fichas
para asegurar la reelección.
Simultáneas
Jactándose de su
dominio del tablero, en la pasada campaña electoral Uribe había
prometido una partida corta. Des–de la apertura de su gobierno su
estrategia fue simple: avance masivo con los peones para aplastar a la
insurgencia armada, obligándola a la rendición; desplazar los
alfiles para eliminar el apoyo financiero del narcotráfico, fumigando
cultivos, destruyendo laboratorios y extraditando capos; devolver los
caballos a las pesebreras, acuartelando a los paramilitares y
perdonando sus crímenes; empotrar la torres, para recuperar la
confianza de los inversionistas extranjeros en una economía
estancada, eliminando barreras con el Alca o el TLC y privatizando
empresas rentables del Estado, y neutralizar el descontento de los
peones adversarios generando empleo en condiciones precarias y de
sobreexplotación, multiplicando las ganancias de los empresarios. Al
final del juego habría creado un "país de propietarios" y
reinaría la paz.
Su confianza de Gran
Maestro era tal que, poco después de sentarse ante la mesa, retó a
todos sus opositores a jugar simultáneas, convocando un referendo y
arriesgando todas las fichas. La respuesta fue una patada en el
tablero: la oposición le ganó por "W", jugando a la
abstención.
A partir de allí la
partida ha sido tortuosa, con líneas bloqueadas, sacrificios
obligados de piezas claves y poca claridad en el remate. Cada avance
aparentemente firme es respondido con celadas por parte de los
adversarios o cambios en las reglas del juego. Poco a poco, Uribe y
sus asesores se han ido percatando que sólo son peones en un tablero
cuyas casillas cubren el globo entero, que la partida empezó antes de
que ellos llegaran al gobierno, y que las variables tienden al
infinito. Los otros jugadores ya lo sabían y se guiaron por la
estrategia que dice que "en juego largo, hay desquite". La
oposición burguesa y pequeñoburguesa se ha negado a buscar el jaque
mate por la vía de la movilización de los trabajadores y se limita a
clavar fichas, retar al canje de piezas o amenazar con ahogar al rey.
Se contentan con dejar la partida en tablas y arrancar la próxima con
las blancas. Uribe en cambio apuesta todo a reiniciar la partida con
la reelección o coronando un peón.
"Uribe Para
Presidente"
La coyuntura política
ha venido anudándose alrededor de la ley de Justicia y Paz, señalada
como "Ley Para", promovida por el gobierno para otorgarle
"perdón y olvido" a los paramilitares. El problema es que
ha sido tan evidente que esta ley fue dictada desde la zona de
acuartelamiento de Santafé de Ralito, que muchos consideran que sólo
legaliza el poder paramilitar y sienten que sus intereses están en
peligro. Uribe, por su parte, sabe que el apoyo político de los
territorios bajo control paramilitar es indispensable en su campaña
para la reelección, además de la necesidad de garantizar impunidad
para quienes han financiado y dirigido políticamente a las
Autodefensas Unidas de Colombia.
La responsabilidad de
empresarios y políticos de alto nivel en la barbarie paramilitar se
ha puesto en evidencia con el anuncio de Augusto Pineda,
exviceministro de Trabajo durante el gobierno de Alfonso López
Michelsen, y político conservador antioqueño en ejercicio, quien
informó intempestivamente que es dirigente del Bloque "Héroes
de Granada" y que haría parte de su desmovilización para
acogerse a los beneficios de la ley. Informó igualmente que otros
empresarios están pensando hacer lo mismo. Sólo una confianza
absoluta en que no serán castigados es la razón de tan sorpresivos
destapes.
Otro hecho
significativo fue la oferta de más de un centenar de extraditables,
quienes proponen un acuerdo con la justicia norteamericana, para
reducir sus penas a cambio de su colaboración en el desmantelamiento
de la redes del narcotráfico. El que la parlamentaria Rocío Arias,
ministra sin cartera de los paramilitares, pueda hablar a su nombre,
es un ejemplo de la actual correlación de fuerzas al interior del
establecimiento burgués. Por algo Vicente Castaño salió de las
sombras como el cerebro gris de las autodefensas y, en una publicitada
entrevista para la revista Semana, reafirmó que cuentan con el
respaldo de la tercera parte del Congreso de la República. Otra
prueba de su influencia es la reciente denuncia de infiltración
"para" hasta los propios archivos de la Corte constitucional
y el acceso a documentos protegidos por la reserva del sumario.
Hasta el desmonte
acelerado de más de 1.500 albergues para reinsertados tiene como
consecuencia la paramilitarización de la vida nacional, pues el
propio Uribe ha planteado como solución para integrarlos a la
actividad legal que se conviertan en guardias de carretera o sean mano
de obra cuasiesclava de los proyectos agroindustriales montados por
los grandes capos. Se ha presentado incluso el argumento de que
"los reinsertados conocen a los terroristas" y por eso serán
una gran ayuda para garantizar el "orden público" en zonas
de conflicto, como el reciente "paro armado" promovido por
las Farc en el Putumayo. Ya algunos alertan que será peor el remedio
que la enfermedad, si se tiene en cuenta experiencias como la de El
Salvador donde, al no haber una solución real a las causas de la
miseria y el desempleo, los desmovilizados terminaron,
inexorablemente, integrándose a la delincuencia común o a las
poderosas redes del crimen organizado. Por lo pronto podemos estar
seguros de que este proceso incrementará las amenazas y hostigamiento
sistemático contra los dirigentes y activistas sindicales,
estudiantiles y populares.
El fortalecimiento de
los peones paras es tan grande que junto con el reconocimiento político
exigen ahora su promoción a alfiles, caballos o torres, además de la
legalización de la propiedad de buena parte del tablero. Es tan
evidente la impunidad para sus crímenes, y tan burda su intervención
en la campaña electoral en curso, que Ramiro Bejarano, exdirector del
Das, propuso como lema para la reelección "Uribe Para
Presidente".
Juego tramposo
En su empeño por
atornillarse en el trono, Uribe cambió el discurso de inauguración
de las sesiones parlamentarias y en lugar de la letanía sobre la
Seguridad Democrática dio un sermón fiscal. Con dificultades para el
sostenimiento de su estrategia de ofensiva contrainsurgente y
acuartelamiento paramilitar, tiene que autofinanciar la guerra. Para
lograrlo ya anuncia una nueva reforma tributaria que incremente la
recaudación de impuestos extendiendo la masa de contribuyentes a
otros dos millones de habitantes. Cínicamente anuncia que reducirá
el impuesto a la renta de las grandes empresas y dará más garantías
a la exportación de utilidades de las empresas extranjeras,
beneficiadas recientemente con la ley de estabilidad jurídica para
sus inversiones. En realidad el problema no es el recaudo de
impuestos, cuyas metas se han superado con largueza, sino el peso de
la deuda externa en el presupuesto nacional. La garantía de su pago
puntual es la condición que impone el FMI para seguir dando aval a
los créditos y es la explicación de monitoreo directo del
imperialismo a sus planes y de la propia designación de Luis Alberto
Moreno, ex–embajador de Colombia en USA, en el Banco Interamericano
de Desarrollo.
En el terreno económico
es donde menos éxitos tiene el gobierno para presentar a empresarios
y electores. Aunque entes oficiales como el Dane, gremios
empresariales y analistas independientes, sacan conclusiones
contradictorias de las mismas cifras, tratando unos de asegurar que se
ha reiniciado el crecimiento económico y otros que el modelo
neoliberal ha fracasado estrepitosamente, el ciudadano de a pie no ve
mejorar su nivel de vida. Las cifras positivas
que publican sectores como el manufacturero son la constatación
de los niveles de sobreexplotación que se han impuesto a la nueva
generación de trabajadores gracias a la contrarreforma laboral, el
desmonte de todas las garantías y el debilitamiento de los
sindicatos. Y la perspectiva en el inmediato futuro no pinta mejor.
Los propios representantes de los gremios empresariales volvieron
deprimidos de la ronda de negociaciones sobre el Tratado de Libre
Comercio realizada en Miami. Los negociadores gringos insisten en
venderle a Colombia artefactos usados y remanufacturados, mientras
mantienen protegida su producción agrícola e imponen controles
fitosanitarios a los productos colombianos para bloquear las
exportaciones. Como lo señaló uno de los trasquilados, representante
de Asopartes: "Colombia será el basurero de EE.UU."
Hasta la megaventa de
Bavaria desequilibra las cuentas, pues la Bolsa de Valores de Colombia
perdió de un sólo cuajo más del 10% de las transacciones, y las
ganancias de la empresa, que de alguna manera irrigaban la economía
nacional, ahora serán succionadas hacia la metrópoli imperial.
Mientras los pequeños accionistas, a quienes se les negó la
liquidación de utilidades el año pasado, y están marginados de la
fraudulenta información privilegiada que manejan los grandes
jugadores de bolsa, ahora deben vender sus acciones al valor que les
imponen los socios mayoritarios. Julio Mario Santodomingo, en cambio,
compró su pase a las ligas mayores y se beneficiará con la liberación
de las remesas de utilidades que le regaló Uribe.
Guerra es guerra
En el frente de guerra
las noticias no son mejores. El gobierno trata de relanzar la
negociación con el Ejército de Liberación Nacional, como una manera
de apuntalar la "Ley Para" de la que asegura también va
dirigida a la desmovilización de la guerrilla. El ELN, que hace rato
busca con desespero la entrega de armas y bagajes, ha visto una nueva
oportunidad para cotizarse, pero se abstiene creyendo que puede
cumplir el papel que tuvieron las Farc en el apuntalamiento de la
elección de Pastrana. Mientras tanto las Farc han seguido demostrando
que son un hueso más duro de roer. Los recientes golpes militares al
ejército, el tira y afloje en la frontera ecuatoriana, y hasta el escándalo
mediático que ha provocado la aparición de Manuel Marulanda en la
promoción de la nueva programadora de televisión "Telesur",
auspiciada por el gobierno venezolano, las han colocado como
protagonistas de peso en la coyuntura política. En lo inmediato los
acercamientos a propósito de la liberación de Ingrid Betancur serán
parte de la campaña electoral y el replanteamiento del juego. Una vez
más se confirma que los problemas estructurales como el conflicto
agrario, la crisis social y el narcotráfico dominan la realidad política
del país, y el valor de las fichas cambia de acuerdo al lugar que
ocupen circunstancialmente en el tablero.
¿La hora de los
peones?
No obstante esos
descalabros la burguesía colombiana ha salido ampliamente beneficiada
con el desempeño del ajedrecista. A pesar del estancamiento de la
economía sus ganancias se multiplican con la extracción despiadada
de plusvalía absoluta gracias a la precarización del trabajo, el
saqueo depredador de los recursos naturales y la desnacionalización
acelerada de la gran propiedad estatal y privada. El pueblo trabajador
sólo ha visto la disminución de su porción de la renta nacional y
el marginamiento de los bienes más elementales como vivienda, educación,
salud o servicios públicos, mientras es acosado por el hambre y el
desempleo. El incremento de la penuria es tal que la propia burguesía
le reclama a Luis Eduardo Garzón, Alcalde Mayor de Bogotá elegido a
nombre del Polo Democrático, que cumpla con sus promesas de campaña.
Saben que en los populosos barrios periféricos hay un conflicto
social en curso que el "reformismo neoliberal" de Garzón no
logra desactivar. Ese conflicto se entrelaza con la paramilitarización
de la vida política y la persistencia de la insurgencia guerrillera.
Los grandes ausentes en
esta batalla ajedrecista siguen siendo los peones. Desde la dirección
de las organizaciones sindicales y populares no se los llama a
alinearse a la izquierda del tablero y unir fuerzas para la lucha,
sino a mirar pasivamente el amenazante juego en las alturas del poder,
y a buscar en la urnas el reinicio de otra partida, asegurando que
cuando nos toque jugar con las blancas podremos imponer las reglas. Se
quiere sembrar la ilusión de que en el enfrentamiento interburgués
ganamos algo colocándonos detrás de los reyes de la oposición. Los
trabajadores debemos entender que en esta partida no tenemos nada que
ganar hasta que no tomemos el control de todo el tablero. A pesar de
la precaria preparación de la jornada de lucha, convocada como Paro
Nacional, para el 14 de Septiembre, debemos concentrar esfuerzos y
cerrar filas contra los planes de Uribe y el imperialismo y
movilizarnos para desacomodar las fichas.
|
|