Aprobada
la reelección, ¿Y ahora qué?
El
Socialista, Bogotá, noviembre 2005
Con
la aprobación de la reelección inmediata de presidente de la república
por parte de la Corte Constitucional, el país entra definitivamente
en campaña electoral. Quienes albergaban la esperanza de que un árbitro
imparcial iba a dejar fuera del juego político al principal peón del
imperialismo en Colombia se han quedado desconcertados y ahora tratan
de acomodar las fichas para que la aplanadora uribista no gane en la
primera vuelta. De aquí en adelante todo tenderá a definirse en el
propio terreno de la burguesía, en el marco engañoso de la
democracia electoral, y nos invitarán a que depositemos pasivamente
nuestro voto por el candidato de nuestras preferencias, con la promesa
de que las cosas mejorarán.
Con
el escándalo que ha seguido al pronunciamiento oficial de los
magistrados, se ha puesto en evidencia que la Corte no es más que un
grupo de tinterillos al servicio de los intereses de la gran burguesía
y el imperialismo. Los trabajadores y los pobres, por nuestra parte,
debemos ser conscientes, en primer lugar, que acabamos de sufrir una
nueva derrota, esta vez en el terreno político, pues quedó
demostrado que la estrategia implementada por la burocracia de las
centrales obreras y los grandes sindicatos nacionales ƒjunto con los
partidos de la izquierda reformista y el liberalismo agrupados en la
Gran Coalición Democráticaƒ conducía al fracaso. Colocar nuestras
luchas y las jornadas de protesta durante todo este año al servicio
exclusivo de "defender el Estado Social de Derecho",
denunciar la reelección, el Tratado de Libre Comercio y clamar por
"la solución política del conflicto armado", era inútil
si se desvinculaba del enfrentamiento cotidiano con la movilización a
las medidas del gobierno, a la intervención descarada del
imperialismo y se rodeaba de efectiva solidaridad y se centralizaban
los conflictos de obreros, estudiantes, campesinos e indígenas.
¿Movilizar
para protestar o para derrotar el plan de Uribe?
El
incremento sostenido de la resistencia el año pasado se diluyó en la
participación decreciente de las masas en las jornadas de este año,
cuyo punto más bajo fue el cacareado "Paro Cívico
Nacional", anunciado inicialmente para el 14 de septiembre y
después convertido en una simple jornada del protesta el pasado 12 de
octubre. Esta última movilización, en lugar de cerrar filas en torno
a las marchas indígenas, que fueron enfrentadas a sangre y fuego por
el aparato represivo del Estado, culminaron con sus tribunas puestas
al servicio de la campaña electoral de Carlos Gaviria de Alternativa
Democrática (coalición electoral de los principales partidos de la
izquierda reformista) y Antonio Navarro del Polo Democrático. En
lugar del llamado a la movilización y la lucha, se nos llamó a
"no olvidar la inscripción de la cédula" y a votar por
ellos en marzo del año entrante. No obstante eso es necesario
reconocer que los trabajadores estuvieron dispuestos a salir a la
calle. Si las movilizaciones realmente se hubieran preparado, la
participación habría aumentado cualitativamente.
Se
anuncia ahora una nueva jornada de protesta para el 11 de diciembre, día
de los Derechos Humanos, que, con toda seguridad, tendrá el mismo carácter
electoral que las anteriores. Esta agenda, calcada de la del año
pasado, se ha convertido en una simple rutina que no está precedida
por una intensa preparación en las bases trabajadoras y populares.
Por esta razón las jornadas no van más allá de ser válvulas de
escape para el descontento popular, mientras los trabajadores y los
pobres se sienten cada vez más impotentes frente al acoso sistemático
de las medidas gubernamentales y el deterioro acelerado de su nivel de
vida.
¿Unidad
electoral con la burguesía?
Batallar
en el terreno electoral, cuando la correlación de fuerzas es
desfavorable para nuestras luchas es legítimo si se levanta una política
de independencia de clase, y le disputamos los votos a la burguesía
con un programa que ataque las causas estructurales de la pobreza y la
violencia. Pero el programa que propone la mayoría de la izquierda,
agrupada en Alternativa Democrática, es el mismo con el que se desarmó
políticamente la protesta. Más grave aún, toda su estrategia se
reduce a derrotar la reelección de Uribe y, para conseguirlo, todo
vale. Por eso proponen un candidato cuyo único mérito es haber
tenido posiciones progresivas en algunos de los fallos de la Corte
Constitucional. Carlos Gaviria, lejos de compartir las angustias
cotidianas de los trabajadores y los pobres, o haber arriesgado la
vida encabezando en las calles las luchas populares, es sólo un
jurista convencido de la defensa del "Estado Social de
Derecho", léase Estado capitalista.
Antonio
Navarro tampoco representa una opción cualitativamente distinta, no
obstante haber pertenecido a una organización insurgente. Desde hace
años olvidó su pasado radical para demostrar sus dotes de
"estadista" burgués. A Navarro no se le traba la lengua
cuando propone alianzas programáticas con el Partido Liberal para
compartir el gobierno, como lo ha hecho Lucho Garzón a nombre del
Polo Democrático desde la Alcaldía de Bogotá, poniendo su gestión
al servicio de la burguesía capitalina, mientras calma la rabia de
los pobres repartiendo limosnas.
Pero
esta posición política es compartida por toda la dirigencia de la
izquierda reformista. Álvaro Vásquez lo confirma en Voz (26/10/05),
semanario del Partido Comunista: "desde la izquierda se abre paso
una fuerte tendencia a la unidad programática, con un candidato
presidencial único y listas parlamentarias unitarias. Que además
puede ganar para el proyecto unitario a sectores independientes e
incluso a algunas corrientes liberales." De esta manera se
prepara el terreno para que la militancia de izquierda termine
recogiendo los votos de los trabajadores para un candidato burgués.
La dirigencia del Partido del Trabajo de Colombia (moirista) es más
directa. Marcelo Torres se lamenta de que el pueblo colombiano no haya
votado por Horacio Serpa en la pasada campaña electoral.
Por
un Frente Revolucionario de los Trabajadores y la izquierda
En
el período que se avecina los trabajadores debemos persistir en la
luchas de resistencia, tratando de centralizar los conflictos contra
el gobierno de Uribe. Para ello es necesaria la más férrea unidad de
acción. Debemos exigir al Comando Nacional Unitario, conformado por
los presidentes de las centrales obreras y los principales sindicatos
nacionales, que, en lugar de prepararse para la manida farsa de la
Mesa de Concertación Laboral donde se negocian las migajas del
salario mínimo, encabecen asambleas de base donde se discuta el plan
acción para enfrentar en la calles las medidas del gobierno y la
presentación de un pliego que contemple como mínimo una alza general
de salarios del 20%, congelación de los precios de la canasta
familiar, rebaja de las tarifas de los servicios públicos y los
combustibles. Es en ese marco que tiene sentido una participación
electoral revolucionaria. Una vez más proponemos a las bases de la
izquierda buscar la unidad de los trabajadores en el enfrentamiento al
gobierno de Uribe, constituyendo un Frente Revolucionario de los
Trabajadores y la izquierda que potencie la movilización y levante
candidatos independientes, salidos de las propias filas de los
trabajadores, que pongan la campaña electoral al servicio de la lucha
de masas y levanten un programa revolucionario para un gobierno obrero
y popular.
Octubre
30 de 2005
Comité
Ejecutivo
Elecciones
La
alternativa de la izquierda y los trabajadores
El
fallo de la Corte Constitucional, que declara exequible la reforma
aprobada por el Congreso para autorizar la reelección de Álvaro
Uribe, en lugar de producir una radicalización hacia la izquierda de
las direcciones de la oposición parlamentaria ha provocado el efecto
inverso: una mayor capitulación a la recortada democracia burguesa.
Las direcciones del Polo Democrático Independiente y de la Alianza
Democrática en vez de concluir que lo que ha quedado demostrado es
que la Corte es una institución burguesa al servicio de los intereses
de los capitalistas y el imperialismo y que no hay nada que esperar de
ninguna institución del régimen político colombiano, sacan la
conclusión de que hay que ir un poco más a la derecha y buscar un
"frente de oposición a la reelección de Uribe" alrededor
de un solo candidato, sin descartar que sea un político burgués
liberal.
Antonio
Navarro y Carlos Gaviria, precandidatos presidenciales del PDI y la
AD, no han desperdiciado oportunidad para dejar en claro que su
programa político se reduce a la oposición electoral a la reelección
de Álvaro Uribe Vélez. Esto es lo que los unifica y es lo que, al
mismo tiempo, los coloca en el terreno de la oposición liberal y
burguesa. Porque los demás puntos del programa electoral levantado
por las direcciones del PDI y la AD ni los diferencian de Horacio
Serpa y el Partido Liberal, ni los enfrentan realmente con el gobierno
y los planes de Uribe.
El
giro a la derecha de las direcciones
El
derrumbe de los Estados Obreros, controlados burocrática y
dictatorialmente por el estalinismo durante setenta años, proporcionó
una base de apoyo a la propaganda imperialista contra las ideas del
socialismo y la posibilidad de que los trabajadores gobiernen y
dirijan los destinos de la sociedad. La consigna de la Dictadura
Revolucionaria del Proletariado fue enlodada y estigmatizada como sinónimo
de totalitarismo burocrático estalinista.
Los
dirigentes de las diferentes facciones del estalinismo en el occidente
capitalista fueron los primeros en ceder a la propaganda reaccionaria
de la democracia burguesa. Miles de dirigentes y centenares de miles
de militantes de los decadentes Partidos Comunistas estalinistas y maoístas
y de las organizaciones guerrilleras nacionalistas y guevaristas se
pasaron en masa a las filas de los podridos partidos liberales y
socialdemócratas. Todas esas direcciones en lugar de sacar la
conclusión lógica de que a la traición del aparato estalinista había
que responder con la reconstrucción revolucionaria de los partidos de
los trabajadores, acompañaron el giro a la derecha de la burocracia
y, sin ocultar su bien ganado complejo de culpa, cedieron a la
propaganda imperialista y se adaptaron a la democracia burguesa
renunciando a la tarea de defender el programa del proletariado por el
socialismo.
Los
neodefensores del Estado Burgués
Incapaces
de mantenerse firmes en la ideología del proletariado, por su
inconsistencia política y de clase, la absoluta mayoría de esas
direcciones pasó de la defensa formal del socialismo a la defensa
abierta del capitalismo, del
Estado Burgués y de su régimen político. En Colombia ese tránsito
ha sido especialmente trágico dadas las condiciones de extrema
violencia y miseria que caracterizan el desarrollo interno del
capitalismo impuesto por el imperialismo yanqui y la inescrupulosa y
sanguinaria burguesía criolla.
La
unanimidad con que todas las corrientes políticas y los dirigentes
que hacen parte del PDI y la AD levantan la consigna de la
"Defensa del Estado Social de Derecho", como una supuesta
forma de Estado opuesta al Estado Burgués Neoliberal, se corresponde
perfectamente con la unánime velocidad con que todos han arriado la
bandera de la lucha por un Gobierno Obrero y Popular que sea expresión
de la Dictadura del Proletariado.
Esa
fantasía pequeño burguesa, detrás de la cual ocultan sin pudor su
capitulación a la democracia burguesa, es defendida públicamente
hasta por dirigentes que hace apenas unos años eran auténticos
luchadores clasistas. Bertina Calderón, antigua dirigente del
magisterio antioqueño con quien hicimos grandes esfuerzos por
construir la alternativa revolucionaria que llamamos "A
Luchar", abiertamente declara en entrevista concedida al
semanario Voz que: "nos jugamos por un Estado Social de
Derecho". Este lamentable retroceso de quien dos décadas atrás
defendía con nosotros la concepción de que la revolución ha de ser
socialista o será apenas una caricatura de revolución
desafortunadamente no es un hecho aislado, es más bien la
generalidad.
La
entrega del programa implica para ellos, por supuesto, la entrega del
método revolucionario de la clase obrera y los trabajadores. Han
renunciado a impulsar la movilización directa de los pobres contra
los planes de los gobiernos burgueses y el imperialismo, y han
aceptado dócilmente las estrechas reglas de la democracia formal
parlamentaria. "La democracia es el camino" ha dicho
pomposamente el candidato de la AD, Carlos Gaviria, haciendo pública
su declaración de acatamiento, respeto y defensa del sanguinario régimen
bipartidista.
Todas
las direcciones políticas y sindicales que hacen parte del PDI y la
AD, sin excepción, han olvidado, concientemente, que en Colombia la
conquista de las más básicas libertades democrático burguesas
implica llevar adelante una revolución que destruya el régimen político
que defienden, y van a defender con igual determinación, Álvaro
Uribe y Horacio Serpa. Todas estas direcciones defienden el régimen
bipartidista a cambio de la gabela que les permite participar en los
recortados procesos electorales y aspirar a una curul y, por tanto, a
una jugosa dieta, parlamentaria.
El
cinismo con que Antonio Navarro y el PDI defendieron la firma con el
uribismo de las llamadas "garantías electorales" no deja
duda de que, en algunos aspectos de la lucha contra el régimen
antidemocrático, han retrocedido más que los propios liberales.
Porque, aunque les suene extraño a los defensores de la Constitución
del 91, resulta paradójico que sea mil veces más difícil hoy que en
1970, para una organización obrera sin representación parlamentaria,
inscribirse para participar en las recortadas elecciones burguesas.
Unidad
de los pobres contra el capitalismo
Lo
que en últimas llaman a defender los dirigentes del PDI y la AD
cuando claman por "el camino de la democracia" y "el
Estado Social de Derecho" es el régimen capitalista de explotación
del hombre por el hombre, pero dándole "un rostro humano"
(Ver recuadro "El capitalismo se pudre"). Los trabajadores,
los activistas sindicales y de izquierda y los revolucionarios no nos
podemos dejar arrastrar al campo de la defensa de las lacras del
capitalismo con el argumento de que hay que frenar la reelección de
Álvaro Uribe.
Tener
como centro del programa la lucha contra la reelección de un
presidente burgués "de
derecha" puede llevar directamente a formular como salida la
unidad electoral alrededor de otro burgués "de izquierda".
Derrotar la reelección de Uribe, para las direcciones del PDI y la
AD, puede significar el apoyo a la candidatura presidencial de Horacio
Serpa o de cualquier otro figurón liberal burgués tan comprometido
en la defensa del régimen capitalista como el actual presidente.
Los
trabajadores tenemos que derrotar a Uribe Vélez y su plan. Pero
ninguna ley nos obliga a hacerlo bajo la conducción de las
direcciones burguesas y reformistas opositoras. Más aún, bajo su
dirección es casi imposible obtener no ya su derrota sino un triunfo
parcial medianamente importante.
El
único camino, seguro y rápido, para derrotar al candidato
presidente, es el de la unidad revolucionaria de los trabajadores y la
izquierda. Los militantes del PCC, del MOIR, del PTC, de Dignidad
Obrera, del Frente Social y Político y de las demás organizaciones
de izquierda que se rehúsen a acompañar a sus direcciones en el
abandono del programa del socialismo; los activistas obreros y
sindicales que están cansados de las pugnas burocráticas y las
traiciones de los comités ejecutivos de las centrales obreras y los
grandes sindicatos como Fecode y la USO; los partidos revolucionarios
minoritarios y los grupos de activistas estudiantiles, feministas,
obreros y populares independientes que desarrollan actividades de
propaganda y que trabajan con las comunidades de base de barrios y fábricas:
todos los explotados, tenemos la obligación de romper con esas
direcciones y de unirnos en un Frente Revolucionario de los
Trabajadores y la Izquierda para sacar adelante las tareas que impone
la necesidad de derrotar al gobierno de Uribe Vélez y sus planes.
Necesitamos
un programa revolucionario, un plan de acción y un frente clasista
Esas
tareas empiezan con la construcción colectiva de un programa que
resuma las más urgentes necesidades económicas, políticas y
sociales de los explotados, continúan con el diseño de un plan de
lucha y movilización para conseguirlo y deben culminar con la
construcción de un frente político de independencia de clase que
levante como candidatos a los dirigentes obreros, populares,
revolucionarios y socialistas que se hayan destacado en el impulso a
la lucha contra Uribe y el imperialismo.
El
frente clasista constituido por todos los que estamos contra las
capitulaciones de las viejas direcciones y por los activistas y
militantes que se decidan a romper con ellas debemos ir a todos las fábricas,
barrios populares y centros educativos a difundir nuestro programa por
el aumento general de sueldos y salarios, por la recuperación de las
conquistas pensionales y prestacionales, por la congelación de los
precios de los artículos de consumo popular y de las tarifas de
servicios para los más pobres, por el derecho al trabajo, a la
estabilidad en el empleo y en contra de los miserables contratos
temporales, por la renacionalización de las empresas estatales
regaladas a los monopolios, por el juicio y castigo a los asesinos de
los miles de dirigentes de la izquierda y los trabajadores que han caído
en los últimos veinte años, por la libertad de organización
sindical, por la entrega de la tierra a los campesinos pobres y a las
comunidades indígenas y por todas las demás reivindicaciones básicas
de los más pobres y explotados.
Nuestro
programa, nuestra agitación y nuestra propaganda tendrán como
centros la denuncia y el combate al imperialismo y la difusión de la
idea de que es urgente la construcción de una sociedad sin explotación
y por tanto del socialismo y de un Gobierno Obrero y Popular que sea
la herramienta para construirlo. Para luchar por estos objetivos es
indispensable construir un partido revolucionario de los trabajadores.
No
es cierto que las únicas alternativas sean la reelección de Uribe o
la elección de un candidato burgués o pequeñoburgués de oposición.
Hay una tercera alternativa: la alternativa obrera, popular,
revolucionaria y socialista que es la verdadera salida a las
calamidades en que nos han hundido el capitalismo y sus acólitos. A
construirla invitamos a todos los que seguimos confiando en que la
clase obrera y los trabajadores podemos forjar una sociedad sin
explotadores ni explotados, una sociedad socialista. (O.A..)
|