Informes
de Inteligencia revelan que “desmovilizados” han creado 21 nuevos
grupos para penetrar, entre otras, las grandes ciudades
El
reciclaje de los paramilitares
Revista
Cambio, Bogotá, 12/06/06
Los
asistentes a la cumbre de la Junta Nacional de Inteligencia realizada
el martes 30 de mayo en el Ministerio de Defensa, conocieron un
informe confidencial bautizado como Bacrim –bandas criminales
emergentes–. El documento, de más de 40 páginas, demuestra que en
Colombia se abrió paso una tercera generación de paramilitares que
busca copar los espacios dejados por los desmovilizados y hacerse a
posiciones estratégicas en las viejas zonas de conflicto y en las
grandes ciudades.
Las cifras contenidas
en el informe Bacrim, que desde ese día quedó en manos de las
Fuerzas Militares, el DAS y la Policía, revelan la existencia de 22
grupos ilegales nuevos, con 2.500 hombres en armas y células
expansivas que edifican actualmente sus estructuras logísticas y
militares a través de redes en otras tantas regiones del país. Son
hombres que por ahora no muestran el perfil contraguerrillero de sus
antecesores sino que parecen proclives a hacer alianzas con la intención
de ganar mucho dinero.
Uno de los
principales frentes de ese desdoblamiento es más evidente en tres de
las más grandes ciudades del país –Bogotá, Medellín y
Barranquilla–, con núcleos en las áreas industriales y comerciales
(ver recuadro). "El fenómeno ha dejado de ser latente y ya está
afectando la actividad económica –dijo uno de los analistas
consultados por CAMBIO–. Llevados por eso, hay gerentes y directores
de empresas que ya autorizaron la incorporación de desmovilizados a
sus esquemas de seguridad, conscientes de que estos conocen como
ninguno la lógica paramilitar".
La información
contenida en el documento Bacrim, que luego fue confrontada y
complementada con investigaciones de centros de pensamiento y ONG
serias como la Coordinación Colombia, Europa, Estados Unidos, llegó
la semana pasada a manos del Comisionado de Paz, Luis Carlos Restrepo,
el Fiscal General, Mario Iguarán Arana, y el Defensor del Pueblo,
Volmar Pérez Ortiz, entre otros altos funcionarios del Estado.
Fuentes de la Casa de
Nariño, que no ocultaron la preocupación del alto Gobierno por lo
que sucede, señalaron que las evidencias reveladas por el informe
Bacrim empezaron a cambiar la percepción del comisionado Restrepo,
hombre habitualmente discreto y silencioso, que el lunes 17 de abril
dijo, con cierto orgullo, que "las Auc, las llamadas Autodefensas
Unidas de Colombia, se acabaron". Como si presintiera lo que
sucedería poco tiempo después, Restrepo consideró necesario
"hacerles un llamado a todos los ciudadanos para que tengan eso
muy presente, porque puede aparecer de pronto por allí un
extorsionista que pretenda actuar a nombre de las Auc. Ellas ya no
existen. La totalidad de grupos que conforman las Autodefensas Unidas
de Colombia se desmovilizó y entregó sus armas".
El
reciclaje “para”
Los primeros asomos
del reciclaje paramilitar fueron detectados en enero de 2005 en el
nororiente del país, un mes después de la desmovilización del
bloque Catatumbo, comandado por Salvatore Mancuso.
Según estableció
CAMBIO, por aquellos días aparecieron en Tibú, Norte de Santander,
50 desmovilizados del Bloque Central Bolívar, al mando de un hombre
conocido como Jairo, el sicario, quien dio origen a una organización
denominada Las Águilas. Poco después la red creció y sus nacientes
células quedaron en manos de mandos medios con un común denominador:
eran renuentes a aceptar cualquier propuesta de paz y estaban
dispuestos a explotar el know how disponible en materia de rutas para
el narcotráfico y el ingreso de precursores químicos.
Las autoridades
calculan que Las Águilas están conformadas por unos 150 hombres y
sus comandos se diferencian por colores en cada región. Así, en Cúcuta
se denominan Águilas Negras; en Ocaña, Águilas Doradas; Águilas
azules en Tibú y rojas en la zona de El Tarra. Este comando
paramilitar también apareció en Arauca, tras la desmovilización de
los bloques liderados por los hermanos Mejía Múnera, Los Mellizos.
Uno de los episodios
más crueles protagonizados por Las Águilas sucedió en Ocaña, Norte
de Santander, a finales de febrero de este año, cuando Sinaí, uno de
los jefes del grupo conformado por más de 100 hombres, citó a los
comerciantes del pueblo a una reunión. Cuando todos estaban reunidos
en una finca, Sinaí llamó a lista y luego les dio una orden a sus
hombres para que golpearan en forma salvaje a una persona que estaba
encapuchada en el suelo. "Luego nos dijo que eso nos pasaría a
nosotros o a nuestras familias si nos negábamos a pagar la cuota o
nos atrevíamos a denunciarlos", dijo un comerciante que asistió
a la reunión.
Lo que ha ocurrido
desde noviembre de 2003, cuando se inició el proceso de desmovilización
paramilitar, les da la razón a varios comandantes de las autodefensas
que previeron lo que podría suceder. Ernesto Báez, vocero político
de las Auc, señaló en una entrevista radial que muchos reinsertados
decidieron formar nuevos grupos paramilitares porque "nada
esperan de una sociedad egoísta, oportunista y pusilánime".
Agregó que sólo 1.500 de los 30.000 desmovilizados han recibido
oportunidades laborales y explicó que "lo que ha pasado es que
se desmovilizaron grupos de autodefensa y se reactivaron los
paramilitares, como se puede ver con los poderosos ejércitos en el
Valle, en la región del San Jorge y en el Catatumbo". Báez
terminó la entrevista con una conclusión escalofriante: "Si no
les ayudan a los desmovilizados, la generación paramilitar será más
violenta y sanguinaria que las anteriores".
No menos concluyente
fue Hernán Giraldo, comandante del Bloque Resistencia Tayrona, quien
el 3 de febrero pasado, después de cumplidos los actos protocolarios
de la desmovilización de los 1.166 hombres que estaban bajo su mando,
les dijo en voz baja a varios asistentes que su grupo y algunas
estructuras del bloque Norte guardarían, por si acaso, buena parte de
sus armas para usarlas de nuevo si el Gobierno incumplía los acuerdos
de Santa fe de Ralito. "Esto es por si nos toca
reagruparnos", dijo.
Todo indica que sus
palabras no se fueron con el viento porque el 24 de abril el Gaula del
Ejército en Cesar, zona de influencia de Giraldo, hallaron una caleta
en una finca del corregimiento Villa Germania, jurisdicción de
Valledupar. Allí, perfectamente empacados, había 91 fusiles AK–97,
dos ametralladoras M–60, cinco lanzagranadas, 320 granadas y 54.000
cartuchos que pertenecían al frente Mártires del Cesar, cuyo
comandante era Adolfo Enrique Guevara, 101 o Iván, quien se
desmovilizó el 10 de marzo en el corregimiento La Mesa, cerca de
Valledupar.
El
empadronamiento es su nuevo sistema para imponer cuotas de producción
de coca
Aun cuando el avance
de los nuevos “paras” parece incontenible, las autoridades les han
dado uno que otro golpe. El 31 de mayo la Policía capturó en Ciénaga,
Magdalena, a cinco hombres y una mujer que llevaban tres pistolas, una
granada y uniformes de las Auc. Luego se comprobó que cuatro de los
detenidos hicieron parte de bloque Resistencia Tayrona de las Auc. Dos
días después, el 2 de junio, la II Brigada del Ejército capturó 16
personas cuando transitaban la vía que de Santa Marta conduce a
Riohacha. Siete de los detenidos eran desmovilizados del bloque Wayú
y tenían en su poder un lanzacohetes ruso, cuatro fusiles, 500
cartuchos y 20 uniformes de fatiga con brazaletes de las Auc.
Las nuevas
estructuras paramilitares también han aparecido con fuerza en Puerto
Libertador y Montelíbano, Córdoba. En 2005, dos docenas de hombres
vestidos de civil, con armas cortas y radioteléfonos, irrumpieron en
esas localidades para robar algunos establecimientos comerciales y
amenazar a los pobladores. En diciembre del mismo año el grupo ya tenía
en sus filas a más de 100 hombres uniformados y con fusiles.
En La Guajira, el
grupo Contrainsurgencia Wayú –que se abstuvo de participar en el
proceso de paz con el gobierno–, se fortaleció con el ingreso a sus
filas de 80 desmovilizados del Bloque Norte. Su área de influencia es
el corregimiento Bahía Portete, municipio de Uribia, y ya desató una
guerra a muerte con las familias de la etnia indígena que ostentaba
el control de las rutas de contrabando y tráfico de gasolina en la
región.
"La reactivación
del paramilitarismo en los departamentos de la región atlántica
responde a la necesidad de conservar la participación que los
antiguos grupos, asociados con cuestionados empresarios como Enilce López,
La Gata, lograron consolidar en negocios legales e ilegales de la región",
explica Jorge Calero, analista de la Defensoría del Pueblo.
En
todo el país
Episodios ocurridos a
lo largo y ancho del país demuestran que las conclusiones del
documento Bacrim conocido por CAMBIO no fueron hechas al azar. Así
por ejemplo, en la mañana del pasado 20 de enero la personera de
Balboa, Cauca, cayó, junto con varios conductores, en un retén
ilegal instalado en la vía que conduce al corregimiento de Patía.
"Pensé que me iban a robar el carro, pero a los pocos minutos
uno de los hombres armados se acercó a la ventanilla y se presentó
como el comandante Cinco Cinco, del nuevo grupo paramilitar Bloque
Central del Cauca – les contó la funcionaria a las autoridades–.
Me entregó un volante en el que citaba a los habitantes de Balboa a
una reunión que se realizaría el martes siguiente en un sector
conocido como Lomitas, para cobrar una cuota a cambio de la protección
que, a partir de la fecha, estaría a su cargo para librarnos de la
guerrilla y la delincuencia común".
La historia de la
personera coincide con el informe de riesgo 055-05 emitido por la
Defensoría del Pueblo el 23 diciembre pasado, que menciona a este
grupo, conformado por más de 150 hombres, como parte de ONG,
Organización Nueva Generación Paramilitar, cuyo interés sería
controlar el creciente negocio del narcotráfico en Cauca y Nariño.
En Nariño también
apareció otro grupo llamado Recomposición Paramilitar. Ocurrió el
pasado 8 de mayo durante la marcha que 4.000 campesinos de los
municipios de Cumbitara, Policarpa, Iscuandé y Maguí realizaron para
bloquear la carretera Panamericana con el fin de llamar la atención
del Gobierno Nacional. Los marchantes denunciaron haber recibido
amenazas de los jefes paramilitares Johny 20, Pedro, Raúl, Alex
Medellín y alias El Águila, pertenecientes al desmovilizado Frente
Libertadores del Sur, que alguna vez hizo parte del Bloque Central Bolívar.
" Nos acusan de ser simpatizantes de la guerrilla y nos están
exigiendo abandonar nuestros pueblos lo antes posible –explicó a
CAMBIO uno de los manifestantes–. Dijeron ser de un grupo nuevo
llamado Recomposición Paramilitar ".
Como señaló Báez
en la entrevista radial, el reciclaje paramilitar también se ha dado
en el Valle del Cauca, donde quedaron rezagos de la desmovilización
del Bloque Calima, el 18 de diciembre de 2004, y del Frente Pacífico,
el 25 de agosto de 2005. En esa zona, que cubre el litoral pacífico
hasta Buenaventura, se desató una cruenta confrontación entre más
de 250 paramilitares que se quedaron por fuera del proceso. Varios de
sus desmovilizados regresaron a las armas para frenar la reconquista,
por parte de las Farc, de los espacios donde antes crecieron al amparo
del narcotráfico. Sólo en 2005, esta guerra dejó alrededor de 500
muertos, 50 desaparecidos y 2.500 desplazados.
El nuevo
paramilitarismo tiene muy preocupada a la Organización de Estados
Americanos, OEA, que desde el primer momento ha acompañado el proceso
de desmovilización. En un informe publicado a finales de marzo, la
OEA se refiere al reciclaje paramilitar y asegura que los bloques
Central Bolívar y Montes de María no desmovilizaron toda su tropa
sino que dejaron retaguardias con las que siguen administrando
laboratorios y procesando narcóticos. Y va más allá al advertir que
en la desmovilización del bloque Héroes de Tolová, el 15 de junio
de 2005, no estuvieron todos los paramilitares que debían acogerse al
proceso de paz. La misión del organismo internacional acogió también
varias denuncias contra bandas de desmovilizados en Córdoba, Meta,
Valle y Nariño.
Para la OEA es claro
que esta nueva generación de paramilitares no tiene otro objetivo que
mantener el control de zonas productoras de coca y las rutas que
permiten su comercialización. "Ya no usan camuflados, pero
mantienen el control sobre la población civil de la zona. Y hasta
realizaron un empadronamiento para imponer cuotas de producción de
coca", dice el informe.
¿Qué
pretenden?
Las anteriores
revelaciones pintan un preocupante panorama. Primero, por lo que
significan en cuanto a la entrada en actividad de más de 20 nuevos
grupos paramilitares en diferentes regiones del país y, en especial,
en las grandes ciudades, donde pretenden imponer su ley basados en la
amenaza y el terror. Y segundo, porque demuestran que quienes, desde
que cuando el proceso con las Auc se inició hace ya más de dos años,
denunciaron que muchos jefes paramilitares no tenían una verdadera
voluntad de desarme, reconciliación y sometimiento a las leyes, tenían
razón.
¿Qué buscan
quienes, después de desmovilizarse, se reciclan ahora en nuevos
grupos? Hay que decir que una de las razones por las cuales esto está
sucediendo es que los mecanismos de reinserción de la tropa y los
mandos medios paramilitares no están funcionando. De ahí que cientos
de quienes en estos años han participado en los muy publicitados
actos de desarme y desmovilización, hayan resuelto continuar en la
actividad delictiva.
Pero el problema no
tiene que ver solamente con los muy deficientes programas de reinserción.
La verdad es que, a la luz de la información disponible, varios jefes
paramilitares han resuelto mantener activos grupos de retaguardia, a
la espera de que las autoridades judiciales comiencen a aplicar la ley
de Justicia y Paz, una norma que, sobre todo después del fallo de la
Corte Constitucional, muy poco parece convencer a los jefes de las
Auc.
Sea como fuere, el
Gobierno tiene la obligación de cortar de raíz este proceso de
reciclaje paramilitar. Para ello, debe seguir avanzando en la
identificación de los nuevos grupos y en la captura de sus cabecillas
que, como es obvio, ya no podrán beneficiarse de las rebajas
contempladas en la ley de Justicia y Paz. Pero además, debe advertir
a los comandantes concentrados en Santa fe Ralito que, si este
reciclaje continúa, no sólo quienes lo protagonicen estarán en
peligro de que caiga sobre ellos todo el peso de la ley, sin rebajas
ni beneficios. Mucho más grave: el proceso mismo estará en duda y,
con él, la suerte de los comandantes que, al inicio de los diálogos,
le dijeron al Gobierno y al país que ellos mandaban sobre sus tropas
y estaban en capacidad de desmovilizarlas.
El
foco “para” sobre la ciudad
El epicentro del
rearme paramilitar en Bogotá se ha situado en el sector Altos de
Cazuca, en límites de la localidad Ciudad Bolívar y el vecino
municipio de Soacha. Desde septiembre de 2005, 25 líderes
comunitarios han sido desaparecidos y por lo menos cinco de ellos
asesinados allí por un grupo que se presenta como Bloque Central
Santander y está conformado por miembros de los bloques Capital y
Centauros de las AUC, desmovilizados el 4 de septiembre de 2005.
Monitoreos realizados
por la Defensoría del Pueblo coinciden con algunos informes de
Inteligencia consultados por CAMBIO en la existencia de ése y de otro
grupo llamado Bloque Guaviare, que están retomando las posiciones
ganadas por el Bloque Capital en las zonas industriales y comerciales
de la ciudad. El grupo emergente sacó provecho de la acefalía en la
que quedó Capital después del asesinato de su jefe Miguel Arroyave.
El rearme de los
grupos paramilitares en Medellín se siente en barrios como La Mano de
Dios y las comunas tres, ocho y 13, donde comandos de los extintos
bloques Nutibara y Héroes de Granada, desmovilizados en noviembre de
2003, se han reagrupado para reestablecer allí el control
territorial, cobrar vacunas, hacer reclutamiento forzado y reabrir las
oficinas de cobro. Estas estructuras también se están gestando en
las universidades con el fin de amenazar a estudiantes, maestros,
sindicalistas y defensores de derechos humanos. Los informes de
Inteligencia y el monitoreo del Sistema de Alertas Tempranas (SAT) de
la Defensoría del Pueblo coinciden al mencionar la aparición de un
grupo creado con ese fin, que se llama Autodefensas Unidas de la
Universidad de Antioquia.
Los nuevos grupos de
paramilitares en Barranquilla se están adueñando de barrios
populares como La Chinita, Barranquillita y los municipios vecinos de
Soledad y Malambo. La banda, conformada por desmovilizados del Bloque
Norte, está al mando de Carlos Arturo Posada Florez, pero realmente
obedece órdenes de Jorge 40. Se ha especializado en oficinas de
cobro, extorsión a comerciantes, muerte a sindicalistas, lavado de
activos y en prestar seguridad a importantes empresas.
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