Escándalo
ante la noticia de que un “psíquico” asesoraba al fiscal
general. Sus singulares métodos destaparon graves irregularidades
Un
brujo en la Fiscalía del Estado
El
Periódico, 28/09/06
Bogotá.–
Es de dominio popular que en Locombia los sicarios hierven las balas
en agua bendita, que los presidentes cambian las leyes para
perpetuarse en el poder y los guerrilleros son capaces de secuestrar a
todos los feligreses de una iglesia durante la misa del domingo.
Desde
la semana pasada, Locombia también es el lugar donde uno de los
principales asesores del fiscal general del Estado es un brujo, que es
como se ha decidido llamar al parapsicólogo contratado para
"mejorar la integración y la convivencia" en la fiscalía.
El brujo, Armando Martí, empleó sus dones especiales para hipnotizar
a algunos funcionarios, y se enteró de paso de numerosos secretos que
ahora tienen en jaque a una de las instituciones con mayor respeto
entre los colombianos.
Risas
en 'Locombia
Locombia
se ríe de sí misma, de su capacidad para reinventarse una y otra vez
desde el absurdo, mientras que Colombia, la seria, se escandaliza.
"Es triste que en el ente acusador más importante de Colombia,
que debe tener un aura de majestad, se haya destapado un episodio de
celos, bajos instintos, altos intereses, abusos de poder, mentiras y
traiciones, bajo las musarañas de un mentalista amigo que dañó al
fiscal", escribió hace poco el articulista Luis Noé Ochoa en el
influyente diario El Tiempo.
¿Qué
fue lo que descubrió el Rasputín de la Fiscalía, como ha sido
bautizado por la revista Semana?
Muñeca
vudú
Uno
de los episodios que más risas han provocado en Locombia y más han
preocupado a Colombia es uno en el que Martí es llamado de urgencia
cuando en la oficina de la secretaria del fiscal se descubre una muñeca
vudú. "La muñeca, que estaba con alfileres y amarrada, la
encontraron en una caneca papelera de su oficina, y a mí me llamaron
como ppsíquico para que identificara eso ––contó en una
entrevista––. Y la doctora Zaidy la secretaria, como es cristiana,
puso la Biblia, prendió las velas, quemó la muñeca, hicimos oración,
pusimos flores y agua bendita y pasó la cosa. Hay un informe en donde
dice que las piedras que encontramos en la maceta tenían un narcótico
para dormir".
Esto
sucedía en las más altas instancias de la institución encargada de
investigar los crímenes cometidos en el país durante 40 años de
guerra civil no declarada, algunos de ellos tan graves como los
asesinatos de tres candidatos presidenciales en la época del
narcoterrorismo. "Sería bueno ––arremetió El Tiempo en su
editorial–– saber qué condujo al fiscal a pensar que Martí podía
ser útil a una institución que ha de ser eminentemente racional. Mal
dato cuando tiene en sus manos casos tan delicados y difíciles que,
como suele decirse en la calle, 'no los resuelve ni un brujo'".
Cuando
tiene lugar el episodio de la muñeca, el brujo ya es un personaje
clave de la Fiscalía, que le ha adjudicado un coche blindado,
escoltas, una pistola ––que lleva al cinto–– y una tarjeta que
le da acceso a cualquier dependencia de la entidad. "Durante un año
tuve mi carro, mi arma y mi carnet para protegerme, no de los de
afuera, como la gente dice, sino de los de adentro, porque allí hay
una mafia. Como pisaba callos, recibía amenazas de los mismos
funcionarios, y por eso me dieron un arma".
“Misión
Perseo de Zeus”
Lo
que Martí descubrió y lo puso en la mira de los funcionarios quedó
consignado en los informes que elaboró durante 13 meses para el
fiscal, Mario Iguarán, en el marco de la que bautizó con el
delirante nombre de Misión Perseo de Zeus. Dos de ellos eran
especialmente delicados. En el primero daba cuenta de una guerra en la
cúpula de la fiscalía que amenazaba la estabilidad interna. El
segundo establecía que funcionarios y personas ajenas a la institución
estaban usando un sistema de interceptación de comunicaciones pagado
por EEUU para operaciones no autorizadas.
"Doblo
cucharas, toco a la gente y se desmaya, magnetizo cosas, tengo intuición",
ha dicho Martí para ilustrar sus dones. Así se ganó la confianza
del fiscal y de los funcionarios de la institución. La prensa ha
revelado que el brujo llegó a proponer que se creara una oficina
secreta de espionaje que pudiera operar sin ningún control.
El
escándalo ha obligado a Iguarán a reemplazar al vicefiscal y a la
directora nacional de fiscalías, las dos cabezas de la guerra interna
que se estaba gestando. Por ahora no hay más medidas. Pasarán muchos
años, eso sí, antes de que Locombia deje de reír al brujo.
El
Rasputín de la Fiscalía
Revista
Semana Nº 1.273, Bogotá, septiembre 2006
Un
psíquico que fue contratado para lograr la armonía espiritual entre
los funcionarios de la Fiscalía, terminó siendo la pieza clave para
destapar fuertes pugnas internas y graves casos de abusos y corrupción
de la cúpula.
Uno de los parasicólogos más reconocidos del país y que saltó a
la fama hace un par de años porque logró ubicar el sitio donde se
accidentó el ex ministro de Protección Social Juan Luis Londoño,
terminó convirtiéndose en uno de los poderes detrás del trono en la
Fiscalía.
Armando Martí, terapeuta de importantes personalidades de la vida
nacional, terminó, luego de meses de trabajar en la entidad, con
pistola al cinto, carro blindado, escoltas, carné y una tarjeta que
le daba acceso ilimitado a cualquier lugar del búnker judicial. Como
si estos privilegios fueran pocos, sus funciones incluyeron labores de
inteligencia y contrainteligencia al más alto nivel. Fue tal la
confianza que depositaron en él, que fue testigo de excepción de los
intentos de varios altos funcionarios de ocultar la crisis interna por
la que atraviesa la entidad.
La llegada de Martí se dio porque el fiscal Mario Iguarán tenía
que hacerle un perfil sicológico a cada uno de los funcionarios de la
Fiscalía, motivarlos, inculcarles la importancia de la lealtad hacia
el Fiscal General y medir su integridad moral en una institución tan
codiciada por las chequeras largas y los intereses oscuros.
Una vez fue escogido el equipo que integraría la cúpula de la
Fiscalía, todos los altos funcionarios pasaron por sus entrevistas
sicológicas: la secretaria privada del despacho, el jefe de
inteligencia del búnker, la directora nacional de fiscalías, el
director del Cuerpo Técnico de Investigación (CTI), el jefe de
personal y el administrativo, hasta la oficial de enlace de la Policía.
El único que no pasó fue el vicefiscal, Jorge Armando Otálora.
"Nunca me dieron explicaciones", dijo Martí a SEMANA.
Luego de extensos interrogatorios, este nuevo asesor había
detectado los problemas comunes que se pueden presentar en cualquier
entidad: envidias, celos de poder, estrés, angustias, adicciones,
depresiones y falta de concentración.
Toda esta labor la desarrolló hasta hace una semana. Sin embargo,
durante los últimos 13 meses que este psíquico permaneció como
asesor del Fiscal, conoció de primera mano el lado oscuro de la
entidad más poderosa del país. Sabía los secretos de los más altos
funcionarios de la cúpula y hasta tuvo acceso al programa clave para
la seguridad nacional, conocido con el nombre de 'Proyecto esperanza'.
El poder de la mente
Martí llegó a la Fiscalía hace varios años. Su primer paciente
fue el ex fiscal Luis Camilo Osorio, quien sufrió un colapso nervioso
como consecuencia del estrés que le produjo su gestión para dejar en
marcha el sistema acusatorio en el país. Fue tal su éxito en la rápida
recuperación de Osorio, que algunos funcionarios de la institución
se convirtieron en sus pacientes. "Lo que hacía era desbloquear
sus emociones negativas, hábitos, traumas y todo lo que les impidiera
llevar una vida feliz", dijo Martí.
Por esa época, junio de 2005, ya el nombre de Mario Iguarán
sonaba en la terna que se presentaría ante la Corte Suprema de
Justicia para elegir al Fiscal General de la Nación. Y quién mejor
que Armando Martí para brindarle un apoyo sicoterapéutico, liberarlo
de los temores y prepararlo para su exposición y su discurso ante los
magistrados. Iguarán salió triunfante gracias a una excelente
presentación y, una vez se posesionó, al primero que nombró en su
staff de confianza fue al terapeuta que lo ayudó a salir elegido.
"Con él establecí una relación personal y compartía
inquietudes y reflexiones", le dijo el Fiscal General a SEMANA.
Durante los seis primeros meses de su gestión, el trabajo de Martí
se limitó a ejercer sus funciones como sicólogo. Uno de los primeros
casos que le reportó al Fiscal General fue el de Jaime López Díaz,
en ese entonces director del CTI. En su examen sicológico, el
funcionario arrojó resultados de comportamiento muy preocupantes:
inmadurez emocional, neurosis, complejo de superioridad, basados en
complejos de inferioridad, irresponsabilidad e imprudencia.
Dos meses después, su dictamen se confirmó. En diciembre de 2005,
López fue protagonista de un bochornoso espectáculo en el que quiso
ingresar a la fuerza a una oficina secreta de la Fiscalía y la DEA en
el norte de Bogotá, además de varios escándalos públicos. La
embajada norteamericana fue la primera en expresar su disgusto y López
terminó saliendo de la institución, y en su reemplazo fue nombrada
Marilú Méndez Rada, quien venía de ser la directora del CTI en
Cali.
El reporte que Martí le presentó al Fiscal sobre el caso del ex
director del CTI dejó gratamente impresionado al Fiscal y, a partir
de ese momento, su función fue cogiendo más vuelo. Pasó de ser un
psíquico que resolvía problemas emocionales a tener funciones típicas
de un agente de inteligencia o un investigador de Policía judicial.
Por lo delicado de la misión que le encomendó Iguarán, acordaron
que Martí le entregaría de manera confidencial sus informes y le dio
carta blanca para hacer sus temidas entrevistas especializadas a
cualquier funcionario. Ese poder hizo que Martí pasara de elaborar
simples perfiles sicológicos a convertirse en el gran confesor de la
Fiscalía. Y así, escuchando a los funcionarios y ganándose su
confianza, es como termina enterándose de graves irregularidades y un
preocupante enfrentamiento entre funcionarios de la cúpula de la
institución.
Los informes
En diciembre de 2005, Martí hace un reporte confidencial que
denomina 'Misión Perseu de Zeus 2', en el que le advierte al fiscal
Iguarán que "detectó divisiones por bloques o grupos dentro de
la Fiscalía General de la Nación en una 'guerra interna' que
desestabiliza la armonía de la institución, cuyos actores, al
parecer, eran la doctora Janny Jalal Espitia, directora Nacional de
Fiscalías, en contra del doctor Jorge Armando Otálora, vicefiscal
General de la Nación y otros participantes.....", dice uno de
los apartes del informe secreto conocido por SEMANA. "Nunca ha
habido una luna de miel en la Fiscalía. Siempre la gestión ha estado
en medio de conflictos", aseguró Martí. Y al ser consultado
sobre esto, el Fiscal manifestó que "No he advertido ninguna
guerra interna. De haberla, lo único que espero es que esas
diferencias me las hagan conocer".
Luego, en un informe de enero de 2006, ya no solamente era la
"guerra interna", sino algo más delicado. En el reporte de
ese mes, Martí le informa al Fiscal : "....interceptación telefónica
no autorizada de la 'Plataforma esperanza'" Esto, que podría
parecer un asunto menor, terminó confirmando algo que ya sospechaban
las agencias de inteligencia extranjeras que operan en el país y la
embajada de Estados Unidos. "Nosotros ya habíamos hecho varias
advertencias a la Fiscalía y al gobierno colombiano sobre algunos
funcionarios del más alto nivel que no nos inspiran confianza. El
mensaje lo hemos enviado varias veces y para nosotros es muy grave que
un proyecto financiado por nuestro gobierno está siendo
manipulado", dijo a SEMANA el jefe en Colombia de una agencia de
inteligencia extranjera que opera en el país.
El malestar no es para menos. La 'plataforma esperanza' es, entre
otras cosas, el más avanzado sistema para la interceptación de
cualquier tipo de comunicaciones, las cuales sólo se pueden hacer con
una orden judicial. Lo que Martí descubrió y le reportó al Fiscal
es nada más ni nada menos que funcionarios de la Fiscalía y personal
ajeno a esa institución estaban usando este sistema para hacer
interceptaciones no autorizadas. Como prueba de ello le anexó un
completo listado del cual hacen parte desde ministros, políticos y
periodistas, hasta funcionarios del alto gobierno y de la Fiscalía.
"Para mí, eso es muy grave si se llega a comprobar. Confío en
que cualquier procedimiento se haya hecho con el respaldo que ordena
la ley", dijo el fiscal Mario Iguarán a SEMANA.
No menos sorprendente resulta el informe que Martí pasa dos meses
después. En él se plantea la posibilidad de "Crear la Unidad
Central de Intervención y Prevención (U.C.I.P.), con el fin de
blindar la integridad física y moral del Fiscal General, a través de
un servicio de inteligencia externa ubicado en una oficina del barrio
Polo Club de Bogotá...". En otras palabras, crear una oficina
paralela de inteligencia que actuaría sin ningún tipo de control.
Aunque se suponía que esta particular labor que ejercía el psíquico
sólo era de conocimiento del fiscal Iguarán, sus reportes dejan en
evidencia que altos funcionarios del gobierno también tenían
contacto con Martí. Así se deduce del informe de mayo pasado, en el
que afirma: "Contacto con la Presidencia de la República a través
del alto consejero presidencial, doctor Juan Lozano, sobre el caso de
las denuncias contra el ex director del DAS Jorge Noguera".
Todos los informes confidenciales que Martí reportó durante 13
meses están plasmados en papelería oficial de la Fiscalía. Cada uno
tiene número de radicación, lo cual confirma que llegaron a su
destinatario. Y SEMANA confirmó con varios de los protagonistas
mencionados en los informes la autenticidad de las afirmaciones del psíquico.
"Él, dentro de un equipo de trabajo, se ocupó de aspectos
relacionados con la integración y la convivencia del recurso humano
de la Fiscalía. Es posible que con ocasión de su ejercicio
profesional resultare conociendo temas que de alguna manera guarden un
hilo con lo institucional", aseguró el Fiscal.
Desde hace varios meses, en la Casa de Nariño, en los ministerios
de Defensa y del Interior, en la embajada norteamericana y en el mismo
búnker, es un secreto a voces que algo huele mal en la Fiscalía y
que hay una bomba de tiempo que está a punto de estallar. Los
documentos confidenciales que elaboró Martí durante meses demuestran
que el psíquico fue más allá de sus funciones. Pero también son un
testimonio valioso, ya que es la primera vez que se conoce públicamente
algo de lo que nadie se atrevía a hablar.
Nada de esto se habría conocido de no ser porque en junio pasado,
el vicefiscal Otálora, cuando estaba cumpliendo funciones de Fiscal
encargado, descubrió los informes confidenciales que elaboraba Martí.
En uno de esos documentos redactados por el psíquico, el vicefiscal
está relacionado en supuestos actos de corrupción. "Me reclamó
que por qué yo hacía esos informes. Pero lo que más lo enfureció
fue darse cuenta de que todo estaba por escrito y radicado. Me ordenó
destruir los documentos", dijo Martí a SEMANA.
Después de esa reunión, los días del psíquico como asesor del
fiscal Iguarán estaban contados. El pasado 9 de agosto le quitaron la
camioneta blindada, el arma, el carné, la tarjeta de acceso al búnker
y los escoltas. "Yo sólo cumplí con mi trabajo de la manera más
profesional. Pero me sentí traicionado y maltratado", afirmó
Martí. El psíquico salió de la Fiscalía, pero no se fue solo. Se
llevó todos los secretos que conoció durante 13 meses. Las llamadas
que ha recibido en las últimas semanas recomendándole no hablar
sobre lo que vio y vivió en la Fiscalía lo obligaron a grabar un
video de una hora y media de duración en el que explica con lujo de
detalles todas las irregularidades de la entidad. Según él, es una
especie de 'seguro' para evitar correr la misma suerte que corrió
Rasputín en la época de los zares rusos.
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