FARC
versus ELN
Semanario
Brecha, Montevideo, 09/02/07
Enviado
por Correspondencia de Prensa, 11/02/07
Las
fotografías lucen envejecidas. El blanco y el negro han ido variando
a un gris empantanado. Las barbas tupidas y sin canas de los
personajes hablan de que fueron tomadas en un momento lejano, por más
que el tiempo de la montaña corre más lento que el de la ciudad. Sin
embargo, el mayor anacronismo de esas instantáneas de los años de la
Coordinadora Guerrillera parecen ser las pancartas que proclaman la
unidad entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y
el Ejército de Liberación Nacional (ELN).
Las
dos principales revistas colombianas de actualidad, Semana y Cambio publicaron
en sus ediciones de la semana pasada extensos informes especiales
sobre una guerra silenciosa que estaría enfrentando a las FARC contra
el ELN. (Redacción de Correspondencia de Prensa: incluimos
a continuación de la nota de Brecha, las crónicas integras
aparecidas en las revistas colombianas)
Las
versiones son incompletas y a veces contradictorias. La procedencia
oficial de algunas de las fuentes vuelve potencialmente desmentibles
ciertos detalles, pero circulan con insistencia. Según Semana,
el vicepresidente de la república, Francisco Santos, denunció que
las FARC estarían dispuestas a terminar con el ELN y aseguró que
"van más de 500 muertos" en esta disputa. La publicación
señala que los organismos de inteligencia son más conservadores y
hablan, en un informe confidencial, de 150 muertos de las FARC y 30
del ELN.
La
portada de Cambio titula
"Muerte al ELN" resumiendo una situación en la que, según
asegura en las páginas interiores, las FARC "buscan aniquilar
los reductos del ELN" con el objetivo de "consolidar su
poder en zonas petroleras y controlar corredores estratégicos para el
negocio del narcotráfico".
Ambas
revistas detallan diversos episodios de traiciones mutuas en los que
mandos medios de ambos grupos habrán caído en emboscadas tendidas
por el otro bando. Pero cuando se trata de un análisis de fondo que
explique el enfrentamiento, parece primar la tesis oficial de la
incidencia del narcotráfico. Semana,
por ejemplo, sitúa los orígenes del problema en 2002, cuando las
fumigaciones de los cultivos de coca en zonas dominadas por las FARC
habrían desplazado a esta fuerza hacia territorios que
tradicionalmente se consideraban como área de influencia del ELN:
"En ese entonces el ELN, por convicciones revolucionarias, no
aprobaba financiarse con dichos cultivos", relata Semana
en la nota de portada del viernes pasado, por lo que "hubo varios
roces armados y diversas reuniones para intentar frenar el baño de
sangre".
En
2005 el alto el fuego habría llegado de la mano de la decisión del
ELN de "hundirse hasta el cuello en la economía de la coca"
debido a la crisis de financiamiento que estaba atravesando. Esta
tregua duró sólo un instante, ya que al poco tiempo "las dos
guerrillas competían ferozmente" por controlar las tierras
cultivables y las rutas de transporte.
Farc
contra ELN: Las dos principales guerrillas están en una guerra a
muerte por todo el país
¿Por
qué se están matando?
Revista
Semana, 03/02/07
Hace
40 años, 'Tirofijo' y Fabio Vásquez fundaron las Farc y el ELN con
un claro ideal revolucionario: derrocar el Estado colombiano. Manuel
Marulanda era un joven de 34 años cuando en las montañas del sur del
Tolima decidió crear un grupo guerrillero de 140 hombres que sería
la semilla del más poderoso ejército revolucionario del país. Al
mismo tiempo, en Santander, en el otro lado de la cordillera, Gabino
–de 14 años– se convertía en el guerrillero más joven que empuñaba
un fusil en las filas del recién fundado ELN. Hoy, en el ocaso de sus
vidas, estos dos legendarios guerrilleros, que podrían haberse unido
para tomarse el poder, terminaron en una cruenta guerra por dinero y
territorio. Irónicamente, las mismas armas que un día se alzaron
desde las Farc y ELN con el fin de cambiar el país, hoy se levantan
para matarse entre sí.
Hasta
ahora los colombianos sólo conocen la guerra entre enemigos
declarados. Militares y policías contra guerrilleros. Paramilitares
contra insurgentes. Militares contra paramilitares. Lo que es difícil
de imaginar es una batalla entre ejércitos que parecían hacer parte
del mismo bando. Esta guerra de guerrillas es tan cruel como
silenciosa. Sus muertos no salen en la prensa, sus vejámenes no son
denunciados por las organizaciones de derechos humanos y sus victorias
militares sólo se celebran en lo profundo de la selva. Lo que empezó
como escaramuzas entre mandos medios, se ha convertido en una ofensiva
por todo el país, comandada por los más curtidos y sanguinarios
jefes de cada guerrilla.
'Grannobles',
el temido hermano del 'Mono Jojoy', comanda las tropas del oriente con
la orden de aniquilar al ELN en Arauca y Casanare. En el suroccidente,
región bajo la influencia de Alfonso Cano, los combates contra el ELN
han dejado cerca de 200 muertos en los últimos tres meses. En el
Catatumbo, el fuego cruzado entre ambos grupos ya llegó hasta suelo
venezolano. Y hay traslado de combatientes hacia las selvas de Chocó,
donde las autoridades vislumbran más enfrentamientos. A tal punto ha
llegado la rivalidad, que el propio 'Tirofijo' dijo en el mensaje de
fin de año a sus tropas que "el ELN mantiene la misma concepción
política de los partidos tradicionales, con el agravante de que
mantiene diálogos con el gobierno en medio de semejante crisis de
gobernabilidad y guerra contra el pueblo, lo que no permite acuerdos
de unidad de acción, mucho menos como aliados estratégicos en la
lucha contra el sistema. Si sus mandos depuran su organización
enemiga, la situación puede que mejore a largo plazo". Los
sangrientos episodios de esta historia podría servir de guión para
una película de gángsters. Pactos que se traicionan, fusilamientos públicos,
alianzas con la mafia y una desaforada codicia por el botín de esta
guerra: la coca. En el trasfondo, sin embargo, está en juego un
quiebre muy importante en los escenarios militar y político del
conflicto colombiano.
Hace
43 años Manuel Marulanda Vélez, alias ‘Tirofijo’, y Nicolás
Rodríguez alias ‘Gabino’ eran dos jóvenes revolucionarios que
pretendían por la vía de las armas cambiar el Estado. ‘Tirofijo’
fundó las Farc y ‘Gabino’, con tan sólo 14 años de edad ingresó
al naciente ELN. A comienzos de los años 90 los dos grupos
guerrilleros se unieron en la Coordinadora Guerrillera. En una época
en la que Farc y ELN eran amigos. Hoy los dos grupos son enemigos
mortales y se enfrentan por todo el país
La
guerra entre las Farc y el ELN ha dejado un número indeterminado de
muertos en cada bando. Algunos estiman en el último que la cifra
puede pasar de 500 subversivos muertos en esta guerra entre
guerrillas. La orden de aniquilar al ELN provino del propio ‘Tirofijo’,
quien en diciembre pasado les ordenó a sus hombres borrar del mapa a
los elenos
La mala hierba
Las
alarmas sobre la intensidad de este enfrentamiento se encendieron el
18 de enero pasado, cuando se rumoró con insistencia que el ex
congresista Luis Eladio Pérez, secuestrado por las Farc en junio de
2001, había recobrado la libertad en el sur del país. La información
que corría de boca en boca era que en medio de los combates entre las
dos guerrillas, Pérez había logrado escapar de sus captores. Otras
versiones decían que había quedado en poder del ELN y que éste se
disponía a entregarlo a su familia como un gesto humanitario. Todo
resultó ser falso. Pero quedó en evidencia que la guerra de las
guerrillas estaba en su momento más cruento. En Nariño se produjo un
desplazamiento masivo a causa de esta conflagración armada. El
vicepresidente de la República, Francisco Santos, denunció que las
Farc querían acabar al ELN y aseguró que "van más de 500
muertos". Los organismos de inteligencia son más conservadores y
hablan en un informe confidencial de "150 de las Farc y 30 del
ELN". Un alto oficial de la Policía de Cauca le dijo a SEMANA
que "todos los días hay que recoger muertos que dejan tendidos
en los caminos".
La
situación se empezó a agudizar entre los dos grupos desde hace
cuatro años cuando, a raíz de la fumigaciones de los cultivos de
coca en Caquetá y Putumayo, y de las operaciones del Plan Patriota,
las Farc se desplazaron en masa hacia Nariño y Cauca e inundaron de
coca la región. En ese entonces, el ELN, por convicciones
revolucionarias, no aprobaba financiarse con dichos cultivos. Hubo
varios roces armados y diversas reuniones para intentar frenar el baño
de sangre. En 2005, se logró un acuerdo de no agresión, cuando el
ELN, asfixiado económicamente, decidió hundirse hasta el cuello en
la economía de la coca. Sus frentes empezaron a cobrarles cuotas a
los campesinos cocaleros, a regular los precios y a hacer negocios con
los intermediarios de la mafia. Las dos guerrillas competían
ferozmente por controlar las zonas más cultivadas, las rutas de
transporte de coca y a la población. La relación era tensa en el
Valle, en Cauca y, por supuesto, en Nariño, tanto en la frontera con
Ecuador como en la costa Pacífica.
La
fricción permanente era insostenible. Hasta que el primero de
diciembre del año pasado, 'Ramírez', jefe del Octavo Frente de las
Farc, y 'Óscar', comandante de uno de los frentes del sur del ELN, se
reunieron en lo más recóndito de las selvas de Cauca. La reunión,
que debía servir para distensionar el ambiente entre ambos, al
parecer terminó en traición. Según denuncia del propio Secretariado
de las Farc, después de una larga conversación, los dos hombres se
despidieron y acordaron volver a reunirse cuando pasaran los
operativos del Ejército sobre la zona. Pero cuando 'Ramírez' se
retiraba con sus hombres, habría sido asesinado por hombres del ELN
que le tendieron una emboscada. La muerte de este jefe guerrillero es
un episodio muy confuso. Campesinos de la región aseguran que
efectivamente fueron los 'elenos' quienes le tendieron una celada. Sin
embargo, la Tercera Brigada del Ejército reportó que este había
sido dado de baja en combate por sus tropas, en medio de intensas
operaciones militares.
Las
Farc consideran sospechoso que en esa ocasión "no se presentaron
enfrentamientos entre el ELN y el Ejército y que éste no los
persiguiera". Incluso acusan a sus rivales del ELN de tener un
acuerdo con el gobierno y con la mafia para destruirlos a ellos.
Independientemente de las dudas que hay alrededor de la muerte de 'Ramírez',
este episodio fue el detonante para desatar una verdadera batalla
campal entre los dos grupos guerrilleros.
La
venganza de las Farc no se hizo esperar. A finales de diciembre
emboscaron a un grupo del ELN en la región del río Mira, Nariño, y
mataron a cuatro guerrilleros, incluido 'José Luis', uno de los más
respetados jefes de ese grupo. "Los cogieron a mansalva porque
había un acuerdo de no agresión", dice un guerrillero del ELN
en una comunicación radial interceptada por los organismos de
seguridad. "Iban a solucionar el problema de Cauca (la muerte de
'Ramírez') pero, como siempre, nos atacaron de manera traicionera,
por la espalda... se trenzó un combate que duró casi una hora",
continúa el informe.
Los
reclamos mutuos no paran allí. En cada enfrentamiento se presentan
saqueos de armas y dinero. En conversaciones interceptadas a las Farc
durante la primera semana de enero, un guerrillero se queja ante su
jefe inmediato. Dice que: "los elenos nos capturaron a tres que
traían un encargo... una metra. Los tienen amarrados y dicen que no
los entregan". A lo que el jefe responde sin titubear:
"vamos a ver cómo es la vaina. Todos pendientes. Eleno que
miremos por ahí, hay que cascarle".
Lo
más grave es que se está afectando la población civil. El ELN, que
había accedido a levantar las minas en la región de Samaniego, Nariño,
ahora ha vuelto a sembrar la zona con explosivos, para defenderse de
las Farc. Los enfrentamientos ya ocasionaron el desplazamiento de 280
campesinos, y la cifra tiende a crecer. Según Harold Montúfar,
alcalde de ese municipio nariñense, "cerca de 1.500 personas les
dejarán las veredas vacías para que sigan matándose entre ellos.
Hoy parecen pueblos fantasmas, pues no volvieron los profesores ni los
funcionarios de salud, y el desabastecimiento es enorme". Los
pobladores han denunciado que el ELN no deja ingresar comida a las
zonas donde hay presencia de sus nuevos enemigos.
Las
Farc acusaron públicamente al ELN de haberse aliado con el capo de la
droga Wílber Varela, que tiene a su servicio los grupos de pistoleros
'Los rastrojos' y 'Águilas negras', ambos bandas sanguinarias que se
dedican al narcotráfico en esa misma región. Un alto dirigente del
ELN negó a SEMANA que hubiese alianza con la mafia, pero admitió que
comparten territorio con varios de estos grupos emergentes, con los
que conviven pacíficamente. "No podemos darnos bala con todo el
mundo", dijo.
Todos
estos ingredientes reunidos están convirtiendo a Nariño y Cauca en
un peligroso polvorín. "Que se maten entre ellos" o
"en ese enfrentamiento no hay bala perdida", piensa mucha
gente. Pero el asunto no es tan fácil. En la guerra de guerrillas la
población civil siempre es el centro de gravedad. Y la que lleva la
peor parte.
Rencor, viejo
rencor
Las
hostilidades entre las dos guerrillas que se viven en el sur del país
no son las primeras que han tenido las Farc y el ELN. Durante todo
2006, Arauca fue testigo de una estratagema similar, y en Antioquia
una confrontación peor en 2005 tuvo un insólito desenlace.
Arauca
fue durante muchos años un territorio controlado por el ELN, que tenía
capturadas las alcaldías y la gobernación; recibía ingresos
millonarios por extorsiones y secuestros a las compañías petroleras
y ostentaba uno de los frentes guerrilleros más poderosos y mejor
armados del país, el Domingo Laín. Hasta cuando llegaron las Farc a
disputarles las jugosas rentas de las regalías. Hubo tensiones,
muertos y amenazas durante mucho tiempo. A los pocos años, el
gobierno intervino en Arauca y desbarató las redes de políticos que
estaban al servicio de los insurgentes. Sin las regalías en la
mochila, las guerrillas se volcaron al control de las rutas por donde
sale la coca para Venezuela.
El
capítulo más feroz de esta larga historia se vivió el año pasado,
cuando un mando medio del ELN, 'la Ñeca', sacó su pistola y asesinó
a sangre fría a un veterano jefe de las Farc, conocido como 'Che'. El
hecho ocurrió cuando, en medio de algunos tragos, trataban de limar
asperezas. Lo que siguió después fue una pugna violenta donde hubo
emboscadas, incendios a casas, amenazas a líderes de organizaciones
sociales aliadas de un bando o de otro, e incluso un concejal de
Arauquita fue asesinado por cuenta de esta lucha. Las Farc no lograron
aniquilar al ELN como lo había ordenado 'Grannobles'. Pero lograron
el control sobre la ribera del río Cravo, la ruta más importante
para transportar insumos y cocaína. Las Farc querían quedarse solos
en la región y controlar totalmente la frontera con Venezuela, pero
no lo lograron. El ELN tiene en Arauca una de sus retaguardias históricas
y pudo resistir la arremetida de las Farc.
Hace
pocas semanas, 'Grannobles' les transmitió a sus hombres la orden que
recibió del Secretariado de las Farc: "Lo importante es
resguardarse para que no les den golpes, y golpearlos donde puedan...
tanto a los de las tres letras (ELN) como a los otros (Ejército)".
Un mensaje sin lugar a equívocos. Para la cúpula de las Farc, el ELN
se ha convertido en un enemigo, y como a tal lo combatirán.
El
otro antecedente de esta guerra ocurrió en el oriente antioqueño.
Todo comenzó en 1999 cuando, según versiones de las Farc, el ELN se
quedó con el dinero de un secuestro que habían hecho de manera
conjunta. A pesar de múltiples reclamos, al parecer el dinero se quedó
en las arcas elenas. Un tiempo después ocurrió otro episodio propio
de una tragicomedia. En uno de los muchos secuestros masivos que
realizó el ELN en la carretera Medellín–Bogotá en esa época, cayó
un importante guerrillero de las Farc que iba vestido de civil. A
pesar de que el hombre dijo mil veces que era de la otra organización,
y de que las propias Farc intercedieron para su liberación, el ELN no
quiso devolverlo hasta que no pagaran por él.
Incidentes
de este tipo desataron una guerra sin cuartel en la que las Farc no
escatimaron en combates, masacres ni muertes selectivas de importantes
líderes. La situación era especialmente grave para el ELN porque el
Frente Carlos Alirio Buitrago, que operaba en Antioquia, era el que más
secuestros realizaba y aportaba la mayor financiación para el Comando
Central de esa organización. Esa guerra, finalmente, la ganaron las
Farc.
El
ELN, que había estado en el oriente de Antioquia por más de 20 años,
tuvo que salir de allí y desplazarse hacia el Eje Cafetero. Lo que no
sabían es que allá los estaba esperando 'Karina', una especie de
Nikita de las Farc, que los persiguió sin piedad. Finalmente tuvieron
que replegarse en el norte del Tolima. El golpe final a este frente se
lo dio la Policía cuando capturó a 'Byron', su principal jefe, hoy
detenido en Itagüí, y quien asegura con amargura que las Farc
"son un ejército de ocupación".
Otro
dirigente del ELN detenido en esa prisión describe a sus más
recientes enemigos como unos totalitarios que "donde somos
fuertes nos piden apoyo. Donde somos iguales nos piden que
coordinemos, y cuando nos ven débiles, nos atacan".
¿Qué
es lo diferente en este nuevo capítulo de guerra intestina entre
insurgentes?
Por
un lado, todo apunta a que la guerra va para largo en todo el país.
En Chocó los organismos de inteligencia han reportado un inusual
incremento de hombres y armas de ambos grupos, y el traslado hacia allí
de 'Timoleón', uno de los más aguerridos comandantes del ELN, quien
además es un enemigo acérrimo de las Farc, desde que éstas atacaron
su campamento el año pasado y casi lo matan de un tiro en la cabeza.
En
Norte de Santander se puede repetir una situación similar a la de
Nariño por la cantidad de cultivos de coca que hay allí y la cercanía
con la frontera venezolana. Por último, las autoridades prevén que
en Bolívar, una zona donde las dos guerrillas han actuado
conjuntamente y en armonía, se acabe la luna de miel. En manos de los
organismos de inteligencia hay evidencia de que 'Martín Caballero',
el hombre fuerte de las Farc en los Montes de María, está
recopilando información sobre posibles blancos de combate de los 'elenos'.
Pero
lo más revelador es que estos roces de mandos medios ya no son
locales. Ahora el Secretariado de las Farc ubica al ELN como parte del
bando enemigo. Y no le perdona que mantenga diálogos con el gobierno
de Álvaro Uribe. Paradójicamente, esta guerra de guerrillas se puede
convertir en un catalizador para la negociación. El ELN, con sus
3.000 hombres y las finanzas debilitadas no puede sostener una
confrontación en varios frentes, y se verá obligado a ponerle el
acelerador al proceso. Esta semana el gobierno aceptó al nuevo vocero
de esa organización, Pablo Beltrán, a quien los analistas ven como
el verdadero estratega de la negociación. La encrucijada del ELN es
grande. No puede seguir en la guerra sin el apoyo de las Farc, y no
puede salirse de ella si las Farc optan por atacarlos una vez
desarmados. De todas manera, mientras los diálogos sigan avanzando,
la guerra está declarada."De aquí hasta que el ELN se
desmovilice es difícil que esta confrontación disminuya", dice
Antonio Navarro, secretario general del Polo Democrático.
Cuesta abajo
Los
increíbles sucesos aquí relatados revelan un quiebre importante en
el conflicto. En primer lugar, una degradación profunda de las
estructuras guerrilleras, que como nunca parecen haber perdido su
norte y su esencia política. Su guerra interna está más motivada
por la codicia y el desagravio que por diferencias ideológicas o políticas
de fondo. El final más deseable de esta historia es que el ELN se
decida por fin a integrarse a la vida civil. De lo contrario, su
ingreso al mundo del narcotráfico, que ya parece estar consumado,
podría corroerlo con mucha más facilidad que a sus contrincantes. El
ELN tiene menos disciplina interna y unidad de mando, y en una alianza
con la mafia su fragmentación militar sería inminente. Con un ELN
fuera de la guerra, las Farc sin duda coparían los territorios de sus
otrora aliados. Pero, paradójicamente, todo el esfuerzo del gobierno
se concentraría en ellas. Y ese es el mejor escenario para las
Fuerzas Armadas. En todo caso, este es un epílogo decadente para dos
guerrilleros legendarios que, cuando se alzaron en armas irradiaban la
llama revolucionaria y hoy sólo encarnan el lado más oscuro del ser
humano: la barbarie de la guerra.
Exterminio
al ELN
Revista
Cambio, Bogotá, 03/02/07
En
vísperas de la navidad de 2006, monseñor Carlos Germán Mesa Ruiz,
obispo de Arauca, llegó con báculo y ornamentos a un paraje del pie
de monte llanero para cumplir una cita con los jefes del bloque
nororiental del Eln. Antes de sentarse a la mesa dispuesta para la
reunión, el prelado se puso su estola, inició una oración por la
paz y clamó para que cesara la sangrienta ofensiva que este grupo
guerrillero libra contra las Farc desde hace ya 10 meses.
Los
sacerdotes Teodoro González Bustacara y Deyson Mariño, párrocos de
Arauca y del corregimiento Panamá de Arauquita, lo asistieron con las
lecturas en medio del silencio de sus interlocutores. Cuando concluyó
la breve ceremonia, los miembros de la comisión del Eln anunciaron
que presentarían algunas propuestas para propiciar un acercamiento
con las Farc, pero antes lanzaron una proclama en la que acusaron a
sus adversarios de haber asumido una actitud prepotente e ideado
"una concepción hegemónica, que los hace creer dueños únicos
de la lucha revolucionaria en Colombia".
"En
todo caso, hablamos más de Marx que de Cristo", le dijo a CAMBIO
monseñor Mesa, quien explicó que esa fue una de las cinco reuniones
realizadas desde agosto del año pasado por una comisión de diálogo
pastoral de la Iglesia con representantes del Eln, empeñado en
defender a sangre y fuego un territorio donde se hizo fuerte en épocas
del boom petrolero y en enfrentar la ofensiva militar de las Farc para
aniquilarlos. Se trata de una guerra a muerte que aunque ha pasado
desapercibida para la mayoría de los colombianos, ha dejado ya cerca
de 300 muertos y ha tenido graves consecuencias para la población
civil, como lo confirman organismos de derechos humanos.
Durante
este mismo lapso, otra comisión de la Iglesia encabezada por el padre
Darío Echeverri, secretario de la Conferencia Episcopal y miembro de
la Comisión Facilitadora que promueve un acuerdo humanitario con las
Farc, gestionó contactos con este grupo subversivo en busca de
mitigar el impacto de la confrontación con el Eln no sólo en Arauca,
sino también en Cauca y Nariño.
La
comisión ha buscado el apoyo de conocidos dirigentes sociales y de
izquierda, como Carlos Lozano, director del periódico Voz, pero el
acceso a las áreas de influencia de Grannobles, hermano menor del
Mono Jojoy y cabeza del Bloque Oriental –frentes 10 y 45 y una
columna móvil–, no ha sido fácil dada la radical postura de las
Farc. Hasta ahora sólo ha sido posible un encuentro en el que sin
lecturas bíblicas previas ni ceremonias religiosas, los comisionados
de buenos oficios escucharon la versión que dieron jefes de las Farc
sobre el florero de Llorente que, dicen, los empujó a la guerra.
Las
Farc sostienen que en marzo de 2006, un guerrillero del Eln conocido
como La Ñeca, responsable del trabajo de masas en Arauca, manchó con
sangre el propósito de una visita de emisarios de las Farc
encabezados por El Che, que ese día fue asesinado. Tras estos hechos,
el bloque nororiental del Eln se negó a entregar a las Farc el cadáver,
ni permitió que su viuda lo viera y tampoco quiso entregar a La Ñeca
para hacerle un juicio.
De
acuerdo con la misma versión, pese a que el Eln se comprometió a
castigar al homicida, contactos de las Farc lo vieron primero en
Venezuela y luego en Bucaramanga, donde se movía con plena libertad y
por eso decidieron "ajusticiarlo". Pero el Eln dice que esa
muerte fue un error de los comprometidos, que optaron por ventilar
diferencias mientras se tomaban unos tragos.
Entre dos fuegos
Independientemente
de cuál sea la verdad de las muertes de El Che de las Farc y La Ñeca
del Eln, la realidad es que el enfrentamiento Farc–Eln va más allá
y está relacionado con control territorial, uso de corredores estratégicos
para el narcotráfico y la proximidad de la campaña para la elección
de gobernadores y alcaldes.
Según
cálculos de los dos bandos y verificaciones hechas por la Defensoría
del Pueblo y organismos de derechos humanos, la cifra de muertos de
esta guerra que libran en Arauca, Cauca y Nariño, llegaba el pasado
31 de diciembre a 280. Sin embargo, fiscales que llevan procesos de
derechos humanos advierten que puede haber un subregistro alto, porque
es común que las guerrillas oculten el número de sus muertos.
Por
su parte, funcionarios de la estructura de apoyo judicial que funciona
en la XVIII Brigada del Ejército aseguran que ese subregistro podría
explicar el reciente hallazgo de fosas comunes en zonas rurales de
Arauquita. "Hace una semana, por ejemplo, encontramos una fosa en
la finca Dios Verá, de San José de Arauquita –le dijo a CAMBIO un
fiscal–. Contenía los cuerpos de tres hombres vestidos con
uniformes y arneses de campaña, tenían brazaletes o algún otro
distintivo, pero mostraban las características de un clásico
ajusticiamiento".
En
Arauca hay mucha preocupación por la guerra que libran Farc y Eln,
pues cada grupo tiene entre sus objetivos militares a profesores, líderes
campesinos, presidentes de juntas de acción comunal e incluso
representantes de ONG. Germán Samudio Puerto, procurador regional de
Arauca, dice que el "pistoleo y el sicariato" son frecuentes
y dolorosas expresiones de asesinatos selectivos, que van aparejados
con amenazas de docentes y desarraigos de campesinos, y se lamenta por
la indeferencia de las autoridades
"Puedo dar fe de la indolencia con la que altos servidores
públicos miran el problema –le dijo a CAMBIO–. Durante un Consejo
de Seguimiento Electoral, realizado por los días en que se iniciaba
esta guerra, le oí decir a uno de ellos que había que dejar que los
grupos se mataran. Como si fuera fácil aislar del conflicto a los
civiles indefensos...".
Según
Giomara Gómez, del programa de Acción Social de la Presidencia de la
República, durante el segundo semestre de 2006, el desplazamiento por
esta causa creció 80%, fenómeno que confirma Alicia Castillo, vocera
de las mujeres desplazadas y quien explica que las cifras empezaron a
crecer desde agosto del año pasado, cuando las Farc recorrieron
varias veredas de Tame y Fortul anunciando un reclutamiento masivo de
niños mayores de 10 años, como parte de la represalia contra
milicianos del Eln. "Lo que hicieron algunos padres fue enviar a
sus hijos a las cabeceras municipales en busca de amparo", le
dijo a CAMBIO un funcionario del Instituto de Bienestar Familiar.
Por
su parte, Pedro Julio Quintero Quintero, representante de Arauca ante
la Asociación Nacional de Desplazados, anuncia para el 15 de febrero
una marcha de 4.000 personas para protestar porque, según él, la
Gobernación ha calificado a los desplazados como guerrilleros y
porque la única ayuda tangible que han recibido en materia de
capacitación laboral han sido cursos para la fabricación de muñecas
de trapo, sin ninguna posibilidad de comercialización.
Llegan cartas
Monseñor
Mesa y los padres González y Mariño tienen en sus manos cartas y
declaraciones de las Farc y el Eln en las que se hacen acusaciones
mutuas de "crímenes de guerra" y de asesinatos de miembros
de comunidades que les daban soporte social.
Según
el frente Domingo Laín, históricamente el más poderoso del Eln y
hasta hace poco el mejor armado en Arauca, el frente 45 de las Farc
masacró el 28 de octubre del año pasado a una comisión de 15
milicianos del frente nororiental en la región del alto San Joaquín,
y tres días después reunió a los indígenas de Alto San Miguel y
amenazó con someterlos a juicios sumarios como colaboradores del Eln.
"¿Hasta dónde llega el atropello contra los indígenas incluyéndolos
en el conflicto?", pregunta el frente del Eln en una las cartas.
El 29 de diciembre hubo otra masacre contra sus milicianos en una zona
rural de Betoyes.
En
otras cartas, las Farc contraatacaron y acusaron al Eln de estar
asesinando sin fórmula de juicio a civiles inermes en las regiones de
Delicias, Mordisco y Alto Caranal, denuncia a la cual los emisarios
del Eln respondieron en la reunión de diciembre con monseñor Mesa,
diciendo que los "civiles inermes" que mencionaban las Farc
eran, en realidad, milicianos que robaban, chantajeaban y secuestraban
en la carretera Saravena–Tame. "Todas nuestras acciones
militares se explican dentro de la apelación a la legítima
defensa", dijeron los guerrilleros del Eln.
Monseñor
Mesa dice que la posibilidad de un arreglo que ponga fin al
enfrentamiento entre los dos grupos subversivos y detenga lo que
considera una "tragedia humanitaria", depende en buena
medida de que las Farc envíen a una mesa de diálogo o de amigables
componedores a personas con capacidad de decisión. "Los mandos
medios viven plegados a un discurso radical y sectario que no incluye
la palabra concesión", asegura el obispo.
Los
jefes del Eln hablan de una "solución sin sometimiento" que
comprometa a las partes a respetar la integridad física y moral de la
población civil y a responder por los daños y perjuicios económicos
causados. Y además se declaran dispuestos a aceptar la presencia de
testigos de la comunidad internacional que garanticen los acuerdos.
Sin embargo, Grannobles,
de las Farc, ha dicho a los comisionados que no habrá acuerdos
posibles mientras el Eln busque apoyo de paramilitares y acepte la
"infiltración del Ejército en sus filas" con el propósito
de conservar dominio e influencia en zonas donde sus cuadros han sido
aniquilados.
Por
lo pronto, las posibilidades de solución parecen difusas y los
contrincantes no ahorran esfuerzos para estigmatizar inclusive a
muertos y organizaciones sociales. Por ejemplo, las Farc difundieron
la especie de que el presidente del Concejo de Arauquita, José Manuel
Roa, asesinado en noviembre pasado, tenía nexos con un sector político
del Eln llamado Asociación de Jóvenes Emprendedores Revolucionarios.
Y le han puesto el mismo inri a la ONG Joel Sierra de derechos
humanos, unas de las organizaciones que en Arauca han pagado una alta
cuota de sacrificio.
El
Eln ha hecho blanco de sus ataques a la Asociación de Campesinos de
Arauca, a la que señala de ser un apéndice de las Farc y les ha
puesto a sus miembros el rótulo de "objetivos militares". Y
ante el asesinato de por lo menos cuatro presidentes de juntas de acción
comunal, algunas de esas juntas, lo mismo que pequeñas cooperativas
de labriegos han tenido que disolverse para proteger la vida de sus
afiliados.
Analistas
consultados por CAMBIO creen
que la ofensiva de las Farc contra el Eln, que a comienzos de la década
de los 90 fue su aliado dentro de la llamada coordinadora guerrillera
Simón Bolívar, tiene, como única explicación posible, la intención
de consolidarse en territorios que ofrecen nuevas y mayores
perspectivas para la financiación de su aparato militar. En Arauca
han encontrado nuevas reservas de petróleo y en Cauca y Nariño,
contrario a lo que dice el discurso oficial, la erradicación de
cultivos ilícitos está rezagada en el cumplimiento de sus metas.
No
obstante el panorama descrito, el general José Rafael González
Villamil, comandante de la XVIII Brigada del Ejército, ve la situación
menos dramática. Según él, los frentes de los dos grupos
guerrilleros –sobre todo el de las Farc– buscan mejores posiciones
a lo largo de los 420 kilómetros de frontera con Venezuela y esa
lucha por el territorio fronterizo es el único lunar en materia de
orden público que se presenta en Arauca. Para probarlo apela a cifras
y dice que el 31 de enero se cumplieron 636 días sin ningún atentado
contra el oleoducto y más de 400 sin voladuras de torres de energía,
cuando en el año más crítico que fue 2002, se presentaron 126
atentados contra el oleoducto y 60 contra las torres de energía. Y
agrega: "El hecho de que durante 2006 hayan sido abatidos 56
guerrilleros, capturados 258 y se hayan desmovilizado 22, hacen que en
Arauca se respire un nuevo clima".
Bipartidismo
armado
No
obstante la mirada positiva del Comandante de la XVIII Brigada del Ejército,
el gobernador Julio César Acosta y monseñor Mesa coinciden en que el
enfrentamiento entre las dos organizaciones guerrilleras acabó con el
esquema bipartidista de repartición del poder, que empezó a ser
disputado por aliados de esos grupos.
El
gobernador Acosta, representante de Cambio
Radical, lo explica así: "Aquí hubo un día en que el Eln se
adueñó de la administración pública y del Partido Liberal, y las
Farc le echaron mano al conservatismo, a la frontera agrícola y a la
coca".
Para
monseñor Mesa, los dos grupos son hoy como dos partidos que le exigen
a la gente que se defina y no parecen dispuestos a admitir que haya
neutrales. "El fenómeno ha cobrado tal magnitud, que incluso la
Iglesia se ha visto afectada por esa polarización –reconoce el
obispo–. Los propios grupos dicen que hay sacerdotes que los apoyan
o que son más que simpatizantes, y yo, con franqueza, no estoy en
condiciones de negarlo. Ese es otro factor que explica la urgencia del
diálogo pastoral".
Por
lo pronto no hay indicios de que alguno esté dispuesto a ceder: las
Farc están empeñadas en su proyecto de expansión y el Eln, aunque
debilitado militarmente, se resiste a perder el último de sus
bastiones, que en los tiempos del cura Pérez fue el más poderoso.
Pero
es un hecho que para consolidar su poder en zonas petroleras y
controlar corredores estratégicos para el negocio del narcotráfico,
las Farc buscan aniquilar los reductos del Eln no sólo en Arauca,
sino en Cauca y Nariño. Y esta situación, de abierta desventaja
militar para el Eln, permite preguntarse si al grupo no le convendría
más acelerar el inicio de un proceso de paz formal del que puedan
sacar ventajas políticas.
En Cauca y Nariño
Arauca
no es el único escenario de la guerra Farc–Eln. En Cauca y Nariño
la situación es similar y allí un hombre clave de las Farc, conocido
como J.J o Jurga Jurga, ha sido encargado por el secretariado de sacar
al Eln a sangre y fuego.
La
ofensiva ha incluido ataques para derribar lo que alguna vez el cura
Manuel Pérez, fundador de la organización, llamó "talanqueras
morales de la organización" y por eso, y a sabiendas de que el
Eln siempre ha negado cualquier relación con el narcotráfico, la
semana pasada las Farc hicieron circular en sus zonas de influencia un
comunicado según el cual ese grupo ha organizado retaguardias con el
apoyo del cartel del norte del Valle con el fin de garantizar su
supervivencia militar y económica.
Pero
las acusaciones no paran ahí. Mientras J.J. mueve el aparato militar
y selecciona blancos, una comisión de propaganda de las Farc también
le atribuye al Eln alianzas con el Ejército y con bandas emergentes
de paramilitares. Por eso la semana pasada, en una declaración que
publicó en su página web, las Farc calificaron de curioso el hecho
de que mientras resistían una ofensiva de las tropas de la III
Brigada del ejército, el Eln hubiera asesinado a un comandante del
frente 60.
En
Cauca la población ha visto multiplicar los riesgos. Los habitantes
del Eje, El Bordo, Argelia y Patía han sido testigos de la llegada de
la columna Jacobo Arenas, una de las principales estructuras de las
Farc, mientras que el Eln ha pedido refuerzos que han tenido
dificultades para pasar la Cordillera Occidental.
La
situación es de mucha tensión y por eso la Defensoría del Pueblo
promovió la firma de un acuerdo humanitario en el que, en principio,
representantes de los dos grupos se comprometían a respetar a la
población civil.
Samaniego,
en Nariño, es otra población en la mira de las Farc, no solo por
razones estratégicas sino también simbólicas. Ese municipio se
convirtió el año pasado en un laboratorio no declarado de paz,
cuando el Eln se comprometió con las autoridades y con la gente a
facilitar la limpieza de campos sembrados con minas antipersona.Ese
desminado humanitario hoy hace parte hoy del patrimonio de una paz en
construcción, según lo ha destacado en sus análisis el observatorio
especializado en el tema que funciona en la Vicepresidencia de la República.
Dar al traste con ese logro es entonces uno de los propósitos de las
Farc, una guerrilla que se desboca en su política de tierra arrasada.
Las
comisiones que intentan la mediación han fracasado, por ahora, a la
hora de invocar un principio que las guerrillas de otros tiempos decían
acatar: el de la ética de la guerra. Sin embargo, sus integrantes
confían en que un futuro acuerdo entre los bandos pudiera también
favorecer los propósitos de llevarlos a una mesa de diálogo
productivo con el Gobierno.
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