Salvatore
Mancuso
Retrato
de un “para” colombiano
Por
Roberto Bardini
Bambú
Press, 15/05/07
Salvatore
Mancuso no es un actor cómico italiano. Es uno de los jefes del grupo
paramilitar Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), está encarcelado
en un penal de máxima seguridad y se le acusa de más de 300
asesinatos de alcaldes, sindicalistas, campesinos e indígenas en el
departamento de Córdoba, al norte del país.
Conocido
por los alias de “Mono Mancuso”, “Santander Lozada” y
“Triple Cero”, habla tres idiomas (español, italiano e inglés).
También tiene 21 órdenes de captura por homicidio y una solicitud de
extradición de Estados Unidos por narcotráfico. La justicia
colombiana ha comprobado que en los últimos años el jefe de las AUC
dirigió el transporte de 20 toneladas de cocaína rumbo a la Unión
Americana.
Mancuso
prestará declaración ante la Fiscalía General de la Nación y podría
encender un ventilador tamaño industrial de repartir materia
fecal contra políticos, jerarcas religiosos, empresarios y banqueros.
El
7 de mayo la periodista Natalia María Springer –psicóloga, politóloga,
experta en conflictos y negociación, consultora de la ONU, columnista
del diario El Tiempo y colaboradora de la publicación mensual
“políticamente incorrecta” Un Pasquín– habló con el
paramilitar durante ocho horas en la cárcel. El entrevistado le
adelantó que su testimonio comprometerá a 70 congresistas que
conocían sus actividades, además de miembros de la Iglesia Católica,
compañías bananeras que le pagaron coimas y bancos que le ayudaron a
lavar dinero.
Nacido
en 1964, Mancuso es hijo de un inmigrante napolitano que llegó a
Colombia en 1956, se casó con la Reina Nacional de la Ganadería
1961, abrió un taller mecánico y más tarde se convirtió en
terrateniente. Cuando Salvatore era adolescente, su padre descubrió
un castigo peor que la correa con la que lo golpeaba: lo encerraba a
leer en una biblioteca. Estos datos figuran en el libro Salvatore
Mancuso – Su vida (editorial Norma, Bogotá, 2004), de la
periodista Glenda Martínez Osorio, de la revista Cromos, quien
además trabaja en la oficina de prensa de la Secretaría del
Gobierno.
“Santander
Lozada” y “Triple Cero” tuvo una formación católica. Hizo
estudios secundarios en el colegio Juan XIII, de los hermanos de La
Salle, y cursó tres años de ingeniería en la Universidad Pontificia
Javeriana de Bogotá. Aficionado en su juventud al tiro al blanco, el
aeromodelismo y el motocross, el ex paramilitar estuvo un tiempo en la
Universidad de Pittsburg (Pensilvania), que sólo le sirvió para
mejorar su inglés, y luego estudió administración agropecuaria.
Trasformado
en ganadero, disponía de una custodia permanente de cuatro soldados.
En 1995 creó su propio grupo armado para enfrentar a la guerrilla y
dos años después se unió a las AUC. En los pocos momentos que no
vestía uniforme de combate, exhibía trajes Valentino, corbatas
Hermenegildo Zegna y zapatos Ferragamo, narra Glenda Martínez Osorio.
Mancuso
posee la página web www.salvatoremancuso.com/ppal.php, en la que
figura como director del diario digital El Progreso.com, cuyo
lema es “Justicia, paz y reconciliación” y en el que escriben
diversos colaboradores.
El
narcotraficante le relató a la columnista Natalia Springer que desde
1997 las empresas bananeras transnacionales Chiquita Brands (ex United
Fruit), Dole y Del Monte, junto con las compañías locales Banacol,
Uniban y Proban, le pagaban por eliminar a dirigentes campesinos y
sindicalistas “molestos”.
También
mencionó a la productora de gaseosas Postobón, líder del sector de
bebidas no alcohólicas colombianas, y a la fábrica de cerveza
Bavaria, que controla el 99 por ciento del mercado cervecero de
Colombia y Perú, el 93 por ciento en Ecuador y el 78 en Panamá.
Bavaria, dueña de las marcas Costeña, Águila, Cristal, Pilsener y
Atlas, fue adquirida por la firma la británica SAB Miller en más de
siete mil millones de dólares.
A
comienzos de abril de este año, Chiquita Brands fue multada con 25
millones de dólares por una corte estadounidense, tras admitir que
pagó 1,7 millones de dólares a las AUC a cambio de seguridad en la
región de Urabá, en el aislado noroeste de Colombia.
El
único que parece ignorar toda esta historia es el imperturbable
presidente Álvaro Uribe. Quizá sus asesores no le informaron nada,
pero en estos días seguramente se actualizará.
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