Alvaro
Uribe cumple el primer año de su segundo mandato en medio de escándalos
Por
Jorge Enrique Botero
La
Jornada, 08/08/07
Santafé
de Bogotá.– El presidente de Colombia, Alvaro Uribe, cumplió este
martes el primer año de su segundo mandato en medio de graves escándalos
políticos y de notorios reveses en sus programas de seguridad, no
obstante lo cual conserva importantes índices de apoyo popular que
superan 60 por ciento, según las mas recientes encuestas de opinión.
Para
la mayoría de analistas y dirigentes políticos, el que culmina hoy
ha sido el año más difícil de los cinco que lleva gobernando Uribe,
cuya principal bandera de gobierno ha sido la puesta en marcha de un
gigantesco plan contrainsurgente con el que aspira a derrotar a las
Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y al Ejército de
Liberación Nacional (ELN).
Pese
a la utilización de desarrollados equipos de guerra y una movilización
de tropas sin precedentes en la historia del país, así como al
generoso apoyo logístico y humano que le ha brindado Estados Unidos,
el gobierno no logra exhibir todavía verdaderos trofeos o victorias
que le permitan demostrar que ha inclinado en su favor la balanza de
la confrontación armada, próxima a cumplir 45 años.
Al
contrario, durante los últimos 12 meses se incrementaron las acciones
ofensivas de las FARC, especialmente en los departamentos del sur y el
oriente del país, mientras que los diálogos con el ELN, que se
realizan en Cuba, permanecen estancados ante la exigencia del
Ejecutivo de que esta guerrilla se concentre en áreas específicas y
declare un cese del fuego.
Los
mandos militares no han podido cumplir con la oferta de capturar o dar
de baja a los principales jefes insurgentes. Carlos Lozano, dirigente
del opositor Polo Democrático Alternativo (segunda fuerza electoral
del país), dijo a La Jornada que el Plan Patriota, estandarte de la
política contrainsurgente, "ha sido un total fracaso", y
que "cuando el presidente lanzó dicho plan anunció que éste
era para derrotar a la guerrilla y los resultados nada tiene tienen
que ver con dicho propósito".
A
lo largo de su quinto año como gobernante, Uribe ha tenido que
afrontar otros duros golpes en el terreno de la seguridad. En primer
lugar, las revelaciones de una extendida infiltración de la mafia en
la cúpula de las fuerzas militares y de policía, cuyos alcances están
todavía por determinarse, pero que ya han provocado órdenes de
captura contra coroneles y otros oficiales de alto rango.
También
han salido a la superficie en estos 12 meses varios casos de falsos
partes de victoria emitidos por el ejército, así como el
descubrimiento de que la Dirección de la Policía Nacional realizó
interceptaciones ilegales a los teléfonos de líderes políticos y de
periodistas. Estos últimos episodios provocaron la destitución de
una docena de generales de la institución.
A
la hora de evaluar el primer año del segundo mandato del presidente
Uribe, los medios locales han dedicado un capítulo aparte al tema del
intercambio humanitario de guerrilleros presos por militares y políticos
en poder de las FARC.
La
muerte en cautiverio de 11 diputados que según el gobierno fueron
asesinados por sus captores y que según los rebeldes se produjo
durante el fuego cruzado con fuerzas de rescate, volvió a situar el
tema del canje en el primer lugar de la agenda nacional.
A
este episodio se unió la marcha de mil 200 kilómetros que realizó
el profesor Gustavo Moncayo para clamar por la liberación de su hijo,
un oficial de la policía próximo a cumplir 10 años en cautiverio,
en medio del clamor multitudinario por una pronta solución a este
drama.
La
respuesta que dio Uribe al descomunal esfuerzo del humilde maestro de
primaria fue un nuevo cubetazo de agua helada, al reiterar que no está
dispuesto a despejar militarmente ni un centímetro del territorio
colombiano para negociar los términos de un acuerdo con la
insurgencia.
Como
telón de fondo del panorama de la seguridad se aprecia un escenario
político sembrado de escándalos tras el descubrimiento de viejos vínculos
entre dirigentes de partidos políticos que apoyan a Uribe con jefes
de las bandas paramilitares y de narcotraficantes que se han acogido a
una generosa oferta de desmovilización impulsada por el gobierno.
Casi
20 parlamentarios están actualmente en prisión por estas alianzas,
así como el ex director del máximo organismo de seguridad del país,
Rafael Noguera, quien fue –en 2002– jefe de la campaña electoral
del entonces candidato presidencial Alvaro Uribe en la costa atlántica.
Los
tenebrosos pactos entre políticos uribistas y jefes
narcoparamilitares incluyeron, según la propia confesión de los
involucrados, la consecución de miles de votos para el actual
mandatario, así como la "toma" de al menos 40 por ciento de
las curules del Parlamento bicameral de Colombia.
En
política exterior, éste también ha sido un año difícil para
Uribe, según coinciden expertos en la materia. Considerado el
principal aliado de Washington en América Latina, el presidente
colombiano vio cómo se oscurecía el panorama de sus apoyos en
Estados Unidos luego de la victoria electoral del Partido Demócrata,
que le otorgó mayorías en el Senado y la Cámara.
Dos
apresuradas visitas de Uribe a la capital estadunidense, para tratar
inútilmente de convencer a los demócratas sobre los avances del país
en el tema de los derechos humanos, no bastaron para conseguir que las
nuevas mayorías legislativas dieran "vía libre" al Tratado
de Libre Comercio entre ambas naciones.
"Con
el apoyo exclusivo de (George W.) Bush, cuya popularidad va en picada,
Uribe se verá obligado a dar un giro en su política exterior de
arrodillamiento ante la Casa Blanca", opinó Lozano.
Defensores
del presidente, como la senadora y ex ministra de Defensa Martha Lucía
Ramírez, aseguran que los mayores éxitos del primer año del segundo
gobierno del presidente Uribe se ubican en el aumento del acceso a la
vivienda y a la cobertura en salud y educación, y en "un
indiscutible desarrollo empresarial".
Sin
embargo, la oposición política cuestiona las cifras oficiales en el
área social y subraya que el único aumento sustancial en el
presupuesto del próximo año será en el rubro de la guerra, cuyo
incremento de 163 por ciento fue anunciado justamente hoy, cuando se
conmemoran 188 años de la batalla de Boyacá, donde el ejército
libertador, al mando de Simón Bolívar, selló la independencia
nacional.
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