Este
es el lema con que los organizadores de la marcha por las víctimas
de los paramilitares del próximo 6 de marzo, están
convocando
colombianos de todo el mundo
“Por
los desaparecidos, los desplazados,
los masacrados y los
ejecutados”
Revista
Semana, Bogotá, 14/02/08
Cuando
bajó la marea emocional de la enorme caminata contra las
Farc el pasado 4 de febrero, el ruido de una nueva
manifestación se levantó, esta vez, por las víctimas de
los paramilitares y de agentes del Estado.
Las
suspicacias que provocó la protesta anti Farc también
salpicaron esta nueva convocatoria, criticada por el
gobierno. Incluso algunos voceros oficiales han dicho que es
organizada por el grupo guerrillero. Con afirmaciones como
esta se ha tratado de debilitar las razones de la segunda
marcha. Sin embargo, sus organizadores como muchos otros
analistas y ciudadanos que se han mostrado solidarios con
las víctima de la violencia, se preguntan por qué alguien
puede considerar ilegítimo marchar para hacer visibles, por
ejemplo, a los desaparecidos del Palacio de Justicia; a los
casi tres millones de campesinos desplazados; a los
sindicalistas asesinados y a las 90 mil víctimas del
paramilitarismo registradas en la Fiscalía en el proceso de
Justicia y Paz.
Para
el próximo 6 de marzo, varios organismos se encargaron de
convocar colombianos en todo el mundo para que salgan a las
calles “por los desaparecidos, los desplazados, los
masacrados y los ejecutados”. Mientras que la marcha del 4
de febrero fue iniciativa de un grupo en la red social
Facebook indignado luego de que se hicieran públicas las
pruebas de supervivencia de varios secuestrados por las
Farc, la de marzo fue invitada por el Movimiento Nacional de
Víctimas de Crímenes de Estado, la Central Unitaria de
Trabajadores, Fecode (Federación Colombiana de Educadores),
la organizaciones Minga, Viva la Ciudadanía, Indepaz y
Redepaz.
“Incluso
desde antes del 4 de febrero se ha puesto en la discusión pública
el tema ético sobre la actitud de la ciudadanía frente a
las víctimas. dijo Iván Cepeda en entrevista a Semana.com
(ver Artículos Relacionados) y líder del Movimiento de Víctimas
de Crímenes de Estado. Queremos que se generalice y se le
rinda un muy justo homenaje a los desplazados, a los
desaparecidos, a los familiares de los asesinados y
masacrados, a través de múltiples actos simbólicos en
Bogotá, algunas ciudades del país y en otras ciudades del
mundo. No sólo queremos que sea un momento de hacer
memoria, sino de solidaridad”,
Resulta
paradójico que luego del amplio respaldo que el gobierno
Uribe le dio a la marcha del 4 de febrero contra las Farc,
ahora sean sus voceros los más críticos de la marcha en
solidaridad con las víctimas del paramilitarismo. El
primero en pegar el grito en el cielo fue el asesor
presidencial José Obdulio Gaviria: “yo personalmente no
participaré. Difícilmente la sociedad colombiana
participará en tal tipo de convocatoria cuando precisamente
estamos marchando contra los que convocan”, dijo en
Caracol Radio días atrás, haciendo alusión a la invitación
que hicieron las Farc en su página virtual a apoyar esta
marcha. Gaviria también criticó que se marchara contra el
paramilitarismo, pues este, según él, ya no existe.
“Equivaldría como marchar contra la guerrilla liberal, o
contra el M–19, o contra el Epl”, organizaciones ya
desmovilizadas.
Tendría
razón Gaviria al inferir que marchar contra las AUC es
igual a marchar contra los 35.353 desmovilizados de esta
organización que oficialmente dejaron las armas entre el
2003 y el 2006. Esto no significa sin embargo que el
paramilitarismo haya dejado de existir en Colombia.
Observadores
nacionales e internacionales y las mismas autoridades han
detectado grupos paramilitares que continuaron delinquiendo
(por ejemplo la ‘Organización Nueva Generación’ que en
Nariño que ya amenazó por correo electrónico a varias
personas que caminarán el 6 de marzo o las ‘AUC de don
Berna’ que operan en la frontera entre Nariño y Cauca).
Hoy
estiman que, entre desmovilizados que retornaron a las
armas, otros que nunca las abandonaron y algunos jóvenes
nuevos, hay cerca de 3 mil colombianos en las bandas
emergentes. Estas no sólo se dedican al narcotráfico, sino
también ejercen labores de “control” político e ideológico
persiguiendo a quienes consideran enemigos y, en algunos
casos, hacen la mal llamada “limpieza social”.
Subsisten
incluso problemas con algunos de los jefes desmovilizados de
las AUC, que ponen en duda su voluntad de paz. Por mencionar
algunos casos, el Inpec acaba de descubrir armas y dinero en
la cárcel de Itagüí donde permanecen los principales ex
comandantes de ‘paras’; y la OEA tiene información
concreta de que en departamentos como Córdoba, Cesar y la
zona del Urabá hay amenazas a desmovilizados que se
resisten a reclutarse nuevamente en organizaciones de
autodefensa.
Apenas
en enero de 2008 los paramilitares cometieron dos masacres,
nueve desapariciones forzadas y ocho homicidios.
Contra
la violencia que están ejerciendo estas bandas, como
advertencia civil a quienes entre los desmovilizados han
incumplido los acuerdos, y en solidaridad con las víctimas
que siguen creciendo es contra quienes se marchará el próximo
6 de marzo.
Si
bien las AUC como estructura ya no existe, el
paramilitarismo sí, y que aún con la desmovilización de
ellos, todavía hay víctimas que lloran por su culpa. En
Colombia han sido desplazadas cerca de tres millones de
personas. También han desaparecido unas 15 mil personas en
los últimos 30 años y muchas de ellas han sido enterradas.
Las autoridades ya saben de 3 mil personas en fosas comunes,
y eso que hasta ahora se empieza a conocer la verdad.. Más
de 1.700 indígenas, 2.550 sindicalistas, medios centenar de
periodistas y miles de militantes de la Unión Patriótica
han sido asesinados.
Las
autoridades policiales y judiciales aseguran que entre 1982
y 2005 los paramilitares perpetraron más de 3.500 masacres
y robaron más de seis millones de hectáreas de tierra a
campesinos en diferentes rincones del país. Desde que
empezaron las desmovilizaciones han sido asesinadas 600
personas cada año. Y su violencia no ha sido solo militar..
También han corrompido e infiltrado a las instituciones del
Estado. La justicia ha vinculado a 72 personas, entre
congresistas, gobernadores, alcaldes, diputados y otros líderes
políticos.
Si
el 4 de febrero se marchó contra las Farc, contra el
secuestro, contra los vejámenes a los que son sometidos Íngrid
Betancourt o los soldados que llevan hasta 10 años en la
selva; contra los asesinatos que ejecuta este grupo
guerrillero, ¿por qué va a ser ilegítimo marchar también
contra los paras que han inundado de sangre este país, y no
han cesado del todo su violencia, o contra los autores de la
desaparición de once personas en el holocausto del Palacio
de Justicia?
Otro
de los lema de los organizadores de la manifestación del 6M
que causa roncha, es el de marchar contra los crímenes de
Estado. La interpretación del gobierno, y compartida por
muchos analistas, sobre el conflicto armado es que no ha
existido una guerra sucia organizada desde el Estado, como
sucedió en otros países, y lo que ha habido en Colombia es
militares o funcionarios corruptos que han buscado atajos
para pelear la guerra contra la guerrilla.
Desde
la izquierda, sin embargo, se deduce que si tantos
dirigentes del estado durante tantos años han sido cómplices
de masacres, magnicidios, desapariciones o ejecuciones
extrajudiciales, es porque implícitamente esa ha sido una
política de Estado.
Más
allá de esa discusión ideológica, sin embargo, están las
víctimas que han sufrido igualmente, sea por política de
Estado o no, y merecen la solidaridad ciudadana.
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