Cumbre
en Santo Domingo - Se superó la crisis regional luego de un
áspero debate
Uribe
pidió disculpas y al final estrechó las manos
de Chávez, Correa y Ortega
Por
José Ignacio Lladós
Enviado especial
La Nación, 08/03/08
Santo
Domingo.– Un guión que pareció de telenovela venezolana
convirtió en cuestión de minutos un conflicto de
consecuencias impredecibles en una ceremonia de pacificación
regional.
Después de
siete horas de insólitas y permanentes acusaciones en una
reunión televisada a todo el mundo, los presidentes de
Ecuador, Rafael Correa, y de Colombia, Alvaro Uribe, dieron
por superada la “gravísima crisis” que los enfrentó
desde que Colombia invadió Ecuador, en la madrugada del sábado
pasado, para asesinar al jefe guerrillero Raúl Reyes.
En la
Cumbre del Grupo de Río, Uribe pidió disculpas por haber
“violado la soberanía ecuatoriana”, descartó llevar al
venezolano Hugo Chávez ante los tribunales de La Haya, y
todos los presidentes presentes rubricaron un acta para que
“estas situaciones no se repitan”. La cumbre, que
apuntaba hacia un papelón internacional histórico, se
convirtió, de pronto, en un éxito.
Cristina
Kirchner colaboró con la misión tranquilizadora, pero no
se erigió en una mediadora oficial, como pretendía el
Gobierno.
Uribe y
Correa se estrecharon la mano como símbolo de la distensión,
aunque no se permitieron el más mínimo resquicio para una
sonrisa. Acuerdo, sí. Amigos, no. Y es que durante las
siete horas previas habían discutido a los gritos.
Hubo
acusaciones de Correa a Uribe, de Uribe a Correa, de Daniel
Ortega (Nicaragua) a Uribe, de Chávez a Uribe y de Uribe a
Chávez. Además, opinaron sobre el conflicto Cristina
Kirchner, Michelle Bachelet (Chile), Felipe Calderón (México),
Leonel Fernández (República Dominicana), Alvaro Colom
(Guatemala), Martín Torrijos (Panamá) y Evo Morales
(Bolivia).
El
canciller brasileño, Celso Amorim, trajo el mensaje
"de paz" de la ausencia más llamativa de la reunión:
Luiz Inacio Lula da Silva, afectado a una agenda tan
diferente como inmodificable. Curiosamente, el tema de la
cumbre era la situación energética. Quedará para otra
ocasión.
En el
palacio de la cancillería dominicana, Correa exigió a
Uribe que pidiera disculpas "por haber ultrajado la
soberanía" ecuatoriana. Un día antes lo había
acusado de haber sido el promotor del paramilitarismo en
Colombia. Dijo además que "el gobierno colombiano debió
informar a Ecuador sobre el operativo contra las FARC".
Acusaciones
cruzadas
Uribe lo
desestimó. Le aclaró que, de haberlo puesto en autos,
"la operación hubiera fracasado, porque Correa nunca
colaboró en la lucha contra el terrorismo". Y señaló
que desde 2004 hubo 40 ataques desde el territorio
ecuatoriano.
Fue más
lejos: "Tenemos información de que un ministro de
Correa, Gustavo Larrea [de Seguridad], se reunió con los más
altos jefes de las FARC y que dijo que lo hacía en nombre
de Correa. Por eso no puedo aceptar que él diga que no
tiene relación con las FARC. ¿Quién las tiene, si
no?".
Correa pidió
allí una especie de derecho a réplica. Se le concedió.
"Cuidado, dominicanos, que si hay un guerrillero acá,
Uribe viene y los bombardea", arrancó. Hubo risas de
varios. No de Uribe, lógicamente.
"Tengo
las manos limpias y sin sangre", respondió Correa. E
inmediatamente acusó a Colombia: "Nosotros no podemos
ser víctimas de un conflicto ajeno. Rechazo la infamia de
que colaboro con las FARC. Nada, repito, nada justifica la
violación de la soberanía", agregó.
Uribe abrió
ahí la posibilidad de un acercamiento, pues se mostró
abierto a pedir disculpas. "Reconozco que no se puede
minimizar la violación del territorio ecuatoriano",
dijo. Pero pidió equiparar tal concepto con el del
"derecho a la seguridad del pueblo colombiano, que es
permanentemente atacado por las FARC desde Ecuador".
Correa
intercedió: "No caigamos en la trampa de Uribe. Su
insolencia hace más daño que sus bombas asesinas. Acá el
primer país que debe colaborar con Colombia es Colombia.
Uribe, sepa cuidar su frontera. Si hay guerrilleros en
Ecuador es porque salieron desde Colombia".
Era tal el
clima de tensión en ese momento que tomó el micrófono el
presidente de México, Felipe Calderón. Se ubicó, dentro
del escenario político, en el espacio que el Gobierno
pretendía para Cristina Kirchner.
"Aquí
hay agravios personales que dañan y son obstáculos.
Propongo que respaldemos el trabajo de la OEA", sugirió.
Uribe estuvo de acuerdo con enviar a Ecuador una misión
investigadora de la OEA.
Pareció
que surgía un resquicio para la normalidad, pero no. No lo
quiso el nicaragüense Daniel Ortega, otro de los
presidentes en conflicto con Colombia: "Ambos
reconocieron que pasó lo que pasó, así que no sirve
mandar una comisión a investigar lo que ya está aclarado.
El problema aquí es que lo que hizo Uribe fue terrorismo de
Estado, como lo del Plan Cóndor. Ir a matar a alguien a
otro país, eso es peligroso".
Habló
inmediatamente Cristina Kirchner. Reclamó "no combatir
la ilegalidad con más ilegalidad" y pidió "no
tomar la doctrina de la unilateralidad", en una crítica
que, si no lo buscaba, igual ligó a Colombia con los
Estados Unidos. Uribe, luego, rechazó ambas acusaciones
(ver aparte).
El
fin del culebrón
La
Presidenta también solicitó que no se descartara "el
canje humanitario" de secuestrados políticos por
guerrilleros detenidos. Pero Uribe lo descartó: "No lo
podemos aceptar".
Faltaba
Hugo Chávez, otro de los involucrados en el conflicto.
Después de haber ordenado el despliegue de tropas en la
frontera con Colombia, el líder bolivariano empezó con un
mensaje esperanzador: "Estamos a tiempo de frenar esta
vorágine. Nos hemos dicho cien cosas. ¿Vamos a seguir? ¿Es
la paz o es la guerra?". Después miró fijo al
presidente colombiano: "Te digo, Uribe, que arrogarse
el derecho de violar la soberanía ajena puede conducirnos a
la hecatombe".
No parecía
haber salida para el conflicto, hasta que Uribe aceptó
firmar en la declaración final un pedido de disculpas.
También liberó a Chávez de una anunciada demanda en La
Haya. "Entonces, como país, damos por superado este
gravísimo conflicto", respondió Correa. Y así
finalizó una cumbre con mucho de telenovela.
*****
Los
presidentes rechazaron la "violación a
la integridad territorial de Ecuador"
La
Nación, 08/03/08
Santo
Domingo (AP).– En la declaración final, los presidentes
rechazaron la "violación a la integridad territorial
de Ecuador" y ratificaron el precepto de "no
ocupación militar directa o indirecta, cualquiera que sea
el motivo, aun de manera temporaria".
Expresaron
además su "satisfacción" por las disculpas
ofrecidas por el presidente Uribe y por su compromiso
"de que estos hechos no se repetirán bajo ninguna
circunstancia".
Reiteraron
su "compromiso con la convivencia pacífica en la región"
y el propósito de "combatir la amenaza a la seguridad
de todos los Estados de organizaciones criminales".
*****
El
escenario
Un
final inesperado
La
Nación, 08/03/08
Santo
Domingo (De un enviado especial).– Se esperaba cierto
grado de tensión. Las últimas declaraciones públicas de
Rafael Correa, Alvaro Uribe y Hugo Chávez así lo
anticipaban. Uno era un supuesto amigo de la guerrilla;
otro, el creador del paramilitarismo; el tercero, un
incitador a la guerra. Nadie, sin embargo, suponía que en
la cancillería dominicana se vería semejante sucesión de
agravios, gritos y acusaciones.
Había TV
en directo, además. Y aquel “por qué no te callas” del
rey Juan Carlos a Chávez permanecía fresquito. No había
margen para otro show internacional. Sí había…
El primer
indicio del papelón surgió con la foto “de la familia
latinoamericana”. En ella faltó Uribe. Resulta que todos
los presidentes lo esperaron durante casi una hora y, cuando
decidieron bajar a tomarse la imagen sin el mandatario
colombiano, Uribe apareció por una puerta lateral. "Un
abrazo al pueblo de Ecuador", dijo, no más. Y se
dirigió al centro de reuniones.
Gestos
adustos, movimientos nerviosos y mucha tensión enmarcaron
el encuentro. Todos buscaron en Correa, Uribe y Chávez
alguna muestra de serenidad. No la hubo hasta que, tras
siete horas de cruces dialécticos, se dieron la mano.
Empezó
Correa. Apuntó con su índice derecho a Uribe, que respondió
con ceño fruncido y una mueca de disgusto.
Después
habló Uribe. Dijo que Correa tenía vínculos con las FARC.
Correa puso cara como diciendo "mirá vos". Uribe
lo vio y repitió la acusación.
El
presidente colombiano señaló luego que las FARC atacaban
su país desde Ecuador. Correa lanzó una sonrisa que, de
tan irónica, fue captada por las cámaras. Y por Uribe,
claro, que se la enrostró inmediatamente: "Ante su
sonrisa, presidente, le digo que nosotros no tenemos nada
que ocultar". Correa, a los gritos, señaló: "¡Qué
difícil es creerle a Uribe!".
El tema
Ecuador–FARC continuó. De hecho, durante un lapso
bastante prolongado el presidente colombiano centralizó su
discurso en el supuesto pacto del gobierno ecuatoriano con
la guerrilla liderada por Manuel Marulanda. Dijo, por
ejemplo, que traía consigo documentos que probaban que las
FARC habían financiado la campaña presidencial de Correa.
"Tengo
aquí los papeles, si quiere se los doy para que los
analice. Tal vez me pasaron mal la información, o usted
nunca se enteró", le dijo.
Pareció
una ironía, y así lo tomó el mandatario de Ecuador, que
trató de "infamia" y de "trampa"
aquello que le estaba proponiendo Uribe. En la despedida, en
cambio, Correa retomó el tema y se dio otro intercambio,
algo más amable, con interrupciones incluidas, pero sin
tanto nervio tensado.
–Le tomo
el ofrecimiento. Se lo voy a dar a la oposición para que lo
investigue –adelantó Correa.
–No, no,
presidente, es para que lo tenga usted –interrumpió
Uribe.
–No, yo
se lo voy a dar a la oposición para que no queden dudas
–insistió Correa.
Correa se
levanta
Hubo más:
como la exposición de Uribe se extendió por más de una
hora, casi toda con acusaciones a Correa y a Ecuador, en un
momento el mandatario ecuatoriano se aburrió, se levantó y
desapareció de la reunión. O eso creyó Uribe, que
suspendió su alegato.
"No
sigo hasta que no vuelva Correa. Estuve una semana sin
contestarle y ahora le quiero decir las cosas en la
cara", explicó.
Lo
invitaron a seguir igual. "Hable de otro tema hasta que
vuelva", sugirió el anfitrión, Leonel Fernández. Que
no.
Apareció
la canciller ecuatoriana, María Isabel Salvador: "El
presidente Correa se fue al baño. Ya viene". Uribe no
le creyó demasiado: "Bueno, entonces esperemos".
Y hubo que esperar, con mucho cotilleo en la sala y nervios
a punto de estallar.
Los demás
presidentes advirtieron que la situación se había
desvirtuado y pretendieron interceder. Lo hizo primero el
mexicano Felipe Calderón y más tarde las presidentas
Cristina Kirchner y Michelle Bachelet. Pidieron ceñirse a
datos precisos, sin adjetivaciones.
Pero no
hubo caso. Correa ironizó con un posible bombardeo de Uribe
a la República Dominicana y el intercambio se largó otra
vez.
"Cinismo
comunista"
"No
venga con el cinismo comunista", interrumpió Uribe,
que también pidió terminar con "el infantilismo
latinoamericano de la Guerra Fría". El mensaje tenía
dos destinatarios: Correa y Chávez, que lo habían acusado
de ser "un títere" de los Estados Unidos y un
mandatario que encarnaba "la derecha
latinoamericana".
Varias
horas después, el jefe de Estado colombiano pidió
disculpas por la violación de la soberanía ecuatoriana y
Correa dio por terminado el conflicto.
Se levantó
todo el auditorio, llovieron los aplausos, casi la ovación,
y Uribe recorrió todo el recinto hasta darles la mano a
Correa, primero, y a Chávez, después. Con el mismo rostro
duro y serio, los tres se saludaron. Sin abrazos. Con una
muestra de cordialidad institucional que parecieron perder
hasta quince minutos antes.
*****
Cristina
Kirchner no logró imponerse como mediadora
La
Nación, 08/03/08
Santo
Domingo (De un enviado especial).– La presidenta Cristina
Kirchner no tuvo el papel mediador que pretendía. Colaboró
con un mensaje pacificador en la Cumbre del Grupo de Río,
pero dejó en el mexicano Felipe Calderón el juego de
moderador principal.
La
mandataria argentina tuvo, además, un intercambio
respetuoso pero duro con su par colombiano, Alvaro Uribe,
quien rechazó algunas de las acusaciones que ella había
formulado.
Cristina
Kirchner se sumó desde el principio de su intervención al
pedido de evitar adjetivos y acusaciones personales
realizado minutos antes por Calderón. "Pido que la
adjetivación no esconda la argumentación. Hagámoslo por
respeto a nosotros mismos, pero también a las sociedades
que representamos", señaló.
Reclamó a
Uribe, a Correa y a Chávez "datos precisos" en
lugar de interpretaciones, y luego ensayó sobre el comienzo
de esta escalada entre colombianos y ecuatorianos, a los que
durante la semana se les sumó el gobierno bolivariano.
"Las
FARC están ahí desde hace 40 años. ¿Por qué aparece
ahora esto que terminó con una violación territorial, algo
inédito en la historia de la región? Porque empezó a
discutirse el canje humanitario", analizó.
Sin
posibilidades de canje
Reclamó,
allí, que el gobierno de Colombia no destierre la
posibilidad del intercambio de guerrilleros presos por
rehenes de las FARC. Uribe se ocupó de rechazar el intento:
"No hay ninguna posibilidad".
No fue su
único cruce con el líder colombiano. La Presidenta también
exigió "no caer en la doctrina de la
unilateralidad".
Uribe
respondió: "Yo tampoco estoy de acuerdo con la
unilateralidad. En todo caso, me gustaría que todos se
comprometieran con la lucha contra el terrorismo". La
Presidenta no respondió.
Cristina
Kirchner exhortó a Uribe, también, a que "no combata
la ilegalidad con más ilegalidad. El terrorismo no se
combate con la violación masiva de los derechos humanos. No
sirve el ejercicio manu militari . Hay que enfrentar al
terrorismo desde la institucionalidad".
Otra vez,
el presidente de Colombia preparó unas palabras para
desarticular el concepto de la mandataria argentina:
"Nosotros no combatimos la ilegalidad con
ilegalidad".
Agregó una
sucesión de ejemplos sobre cómo ha trabajado Colombia en
la causa contra la guerrilla. Aquí tampoco encontró nuevas
intervenciones de la Presidenta.
Cristina
Kirchner volvió a dirigirse a Uribe cuando le explicó que
"Europa considera terroristas a los guerrilleros, y,
sin embargo, Francia y Suiza tienen negociaciones de paz con
las FARC". Más claro: le pidió que no eliminara las
conversaciones con los grupos insurgentes y que pensara en
la posibilidad de un canje humanitario. Desde la primera
fila seguían atentamente su exposición Yolanda Pulecio,
madre de la secuestrada Ingrid Betancourt, y la senadora
colombiana Piedad Córdoba, militante de la causa del
intercambio de rehenes por guerrilleros presos.
Discurso
de género
La
Presidenta, que se llevó a Buenos Aires una declaración de
respaldo de la región hacia el reclamo de la soberanía en
las islas Malvinas, concluyó su discurso con una especie de
complejo de género: "Nos acusan a las mujeres de que
se nos vuelan los pájaros o de histeria, pero ciertas
escenas que vemos nos convierten en las personas más
razonables del mundo". Se dirigía a Uribe, Correa y Chávez,
que igual la aplaudieron como si los hubiese elogiado.
*****
La
tensa cumbre
El
Grupo de Río nació durante la Guerra Fría
La
Nación, 08/03/08
Santo
Domingo (AFP).– El Grupo de Río, que reúne a 20 países
de América latina y el Caribe, es un mecanismo de diálogo
y concertación política nacido en los años de la Guerra
Fría para resolver problemas o conflictos que afectan a la
región, y que ahora busca su reformulación.
Creado el
18 de diciembre de 1986 en Río de Janeiro por la Argentina,
Brasil, Colombia, México, Panamá, Perú, Uruguay y
Venezuela, el grupo se propuso respaldar y consolidar los
procesos democráticos regionales tras sus exitosas
gestiones diplomáticas por la paz en América Central.
Después de
la era de dictaduras militares en América del Sur y guerras
civiles en América Central, cuando la agenda
latinoamericana era dominada por los esfuerzos de
democratización, el foro se convirtió en un espacio de
comunicación y contacto personal entre jefes de Estado y
cancilleres.
Esta
instancia contribuyó a fortalecer la presencia y capacidad
de negociación latinoamericana ante la comunidad
internacional, es el mecanismo político más representativo
de América latina y el Caribe y principal interlocutor
frente a otras zonas geográficas, como la Unión Europea
(UE).
Integración
El grupo
busca soluciones para problemas o conflictos que afectan a
la región, así como impulsar los procesos de integración
y cooperación en América latina.
El Grupo de
Río está integrado por la Argentina, Belice, Bolivia,
Brasil, Colombia, Costa Rica, Chile, Ecuador, El Salvador,
Guatemala, Honduras, Haití, México, Nicaragua, Panamá,
Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela.
En su XX
reunión cumbre, instalada ayer en Santo Domingo, República
Dominicana, el grupo puso a prueba su efectividad para
mediar en conflictos regionales, al servir de espacio para
debatir sobre la crisis diplomática que enfrentó a Ecuador
y Venezuela con Colombia, y que dio ayer lugar a un áspero
intercambio de acusaciones.
Tras
un duro cruce de acusaciones, Uribe se vio obligado a pedir
disculpas a Correa
Titanes
en la Cumbre después de la batalla
Por
Martín Piqué
Desde Santo Domingo
Página 12, 08/03/08
Fue un
debate inédito. Y productivo. La polémica entre los
presidentes culminó con el triunfo de la presión
latinoamericana contra la doctrina “antiterrorista”
creada por Bush y defendida por Uribe, que tuvo que
retroceder. Igual siguen las tensiones.
Las siete
horas que duró el debate quedarán para siempre en la
historia latinoamericana contemporánea. Lo que había
comenzado con durísimas acusaciones entre el presidente de
Ecuador, Rafael Correa, y su par colombiano Alvaro Uribe,
terminó con un apretón de manos para las cámaras. Todo
muy teatral. Para hacer posible el gesto, Uribe aceptó
pedir disculpas por escrito y comprometerse a no violar la
soberanía de ningún otro país. Esos dos puntos fueron
incorporados a la declaración de jefes de Estado que se
difundió al final. “Rechazamos esta violación a la
integridad territorial de Ecuador y reafirmamos el principio
de que el territorio de un Estado es inviolable y no puede
ser objeto de ocupación militar ni de otras medidas de
fuerza tomadas por otro Estado”, acordaron todos los países
participantes en el punto 2 del documento.
El
acercamiento tuvo su puesta en escena por pedido del
mandatario dominicano, Leonel Fernández. Uribe caminó
hacia donde estaba Correa. El ecuatoriano lo recibió con el
semblante serio. Estiró la mano. Hubo aplausos. “Hoy
Santo Domingo se ha convertido en la capital de la paz de
Latinoamérica”, festejó el presidente de Honduras.
“Los problemas siguen latentes”, advirtió Correa. “Yo
no nací para la política. Esto tiene mucho de farsa”,
había dicho Uribe.
La
reconciliación sorprendió a la mayoría de los
periodistas. En las horas que había durado el debate se habían
escuchado palabras muy duras. Correa había tratado a Uribe
de “mentiroso”, “insolente”, “portavoz de
expresiones infames” y “promotor de calumnias y
falacias”. El colombiano había acusado a Correa de
colaborar con las Farc, basado en correos electrónicos
hallados en las cuatro computadoras portátiles que le habrían
encontrado a Raúl Reyes. También había dedicado a Correa
frases insospechadas para un foro de este tipo. “Dejemos
de lado ese infantilismo latinoamericano de la guerra fría.
Cada vez que hay un problema lo imputan a Estados Unidos”,
dijo Uribe citando al peruano Mario Vargas Llosa. “No me
aplique el cinismo que tienen los nostálgicos del
comunismo”, fue quizá el epíteto más comentado. Ese
comentario irritó incluso a otros presidentes.
Pero el
debate no se limitó a un mediático intercambio de
descalificaciones. Detrás de la superficie de adjetivos se
desnudó una discusión de fuerte contenido ideológico,
como hace mucho tiempo no se escuchaba en estos foros.
Correa cuestionó la violación de la soberanía territorial
por parte de Colombia. Con documentos e imágenes, demostró
que la incursión en su territorio había existido. “Me
hago absolutamente responsable”, dijo Uribe. El colombiano
también admitió que no había informado a Correa de la
incursión del otro lado de la frontera. Dijo que no lo había
hecho porque tenía sospechas de que el gobierno ecuatoriano
habría advertido a los guerrilleros. “De haberle dicho al
gobierno ecuatoriano habría fracasado el operativo”, cargó.
Uribe
defendió sus posiciones ideológicas con un fervor que
luego le fue reconocido por el propio Correa. A pesar de no
coincidir con sus visiones, también en la delegación
argentina admitieron que, aun “aislado”, había
sostenido su defensa. Uribe aseguró que el principio de la
seguridad de los pueblos debía equipararse con el de la
intangibilidad de la soberanía. Exhortó a los países de
América latina a considerar “terroristas” a los
miembros de las Farc, una definición a la que se niegan
Brasil, Argentina, Chile y la mayor parte de los estados de
la región.
Cuando el
nicaragüense Daniel Ortega lo acusó de estar reeditando la
Doctrina de la Seguridad Nacional y la coordinación
represiva del Plan Cóndor, el colombiano dijo que lo suyo
era la “seguridad democrática”. Todos conceptos que
suelen aparecer en los discursos de la administración de
George Bush. También citó los compromisos en la lucha
contra el terrorismo firmados tras el 11 de septiembre y la
caída de las Torres Gemelas.
Con un
lenguaje más propio de un militar que de un jefe de Estado,
Uribe defendió la acción bélica contra la guerrilla.
“Quiero decir lo siguiente: para nosotros lo que hemos
hecho no es lo ideal. Aunque de lo que estamos convencidos
es que hay que operar”, confió.
La
intervención de Uribe, sobre todo las acusaciones contra el
gobierno ecuatoriano que leyó de los correos electrónicos
de Reyes, irritaron a Correa. Mientras Uribe leía el
contenido de las computadoras, el ecuatoriano sonreía de
rabia. El colombiano llegó a acusarlo de enviar un emisario
a negociar con el frente 48 de las Farc, que dirigía
justamente Reyes.
–Investígalo
presidente, si era o no era tu emisario –lo desafió.
No fue ése
el único cruce que desbordó la lista de oradores.
–Serénese,
presidente –le aconsejó Correa más adelante.
–No me
aplique el cinismo que tienen los nostálgicos del comunismo
–respondió Uribe.
Dale la
mano
El debate
seguía con caras tensas, gestos nerviosos al tomar papeles
o acomodarse los anteojos. Testigos mudos al principio lo
seguían con atención la mayoría de los mandatarios de la
región. Salvo Luiz Inácio Lula da Silva, que había
enviado a su canciller. Después de que Correa y Uribe se
intercambiaran el uso de la palabra, llegó el tiempo de los
otros participantes. Fueron hablando el mexicano Felipe
Calderón, el nicaragüense Ortega y Cristina Fernández de
Kirchner (ver aparte). Siguieron Bachelet y el otro plato
fuerte de la jornada, Hugo Chávez. El venezolano comenzó
su discurso reconociendo la “crudeza” con que se estaban
debatiendo las posiciones. Recordó que en su juventud
combatió a la guerrilla como soldado del Ejército. También
rememoró las acusaciones que le habían hecho los ex
presidentes Ernesto Samper y Hugo Banzer. Ambos mandatarios
lo habían vinculado con el financiamiento de la guerrilla.
En los dos casos, según Chávez, las imputaciones habían
estado inspiradas por Washington. Entonces puso como ejemplo
al bolivariano Banzer, quien llegó a pedirle disculpas
durante un viaje al mirador de Carabobo en Venezuela.
“Hugo, oye, te quiero pedir perdón y ofrecer excusas”,
le dijo el ex dictador en aquella oportunidad. Chávez usó
ese ejemplo para invitar a Uribe a hacer lo mismo. La
intención fue respaldada por el presidente dominicano.
Cuando habían terminado los discursos, Fernández propuso a
Uribe que se comprometiera a no agredir nunca más a un país
soberano. Cuando todos los presidentes ya pensaban en el
regreso, Uribe aceptó disculparse por escrito y entregarle
a Correa la documentación contenida en las computadoras de
Reyes.
–Denos
esos papeles, presidente, se los voy a dar a la oposición
política –prometió Correa.
–Son para
su manejo –contestó Uribe.
–Con esto
queda superado este gravísimo incidente –remató el
ecuatoriano.
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