Álvaro
Uribe, señor de las sombras
Por
Luis Hernández Navarro
La Jornada, 18/03/08
La
colombiana Virginia Vallejo es una mujer peculiar. Nacida en
1949, dotada de una belleza notable, fue presentadora de
televisión, modelo, actriz y reportera. En julio de 2006 un
avión de la DEA la sacó de su país natal para que
declarara en Estados Unidos en el juicio contra los hermanos
Rodríguez Orejuela. Era, además, testigo clave en el
asesinato de un candidato presidencial y la masacre del
Palacio de Justicia.
Célebre más
por su vida amorosa que por sus cualidades profesionales,
Virginia fue una verdadera diva. Cortejada por hombres del
poder y del dinero, en 1982 cayó profundamente enamorada de
otro personaje singular: el narcotraficante Pablo Escobar,
jefe del cártel de Medellín. Durante más de cinco años
fue su amante.
Al calor de
la intimidad, la presentadora de televisión se enteró de
la obra y milagros de su amado capo. También de la de
muchos de sus amigos, importantes políticos incluidos. Supo
así los estrechos lazos que unen con la droga al actual
presidente de Colombia, Álvaro Uribe.
Muerto
Pablo Escobar, guardó silencio durante 20 años. Hasta que
en 2007 publicó Amando a Pablo, un libro escandaloso, no
por las aventuras sentimentales que narra, sino porque
presenta una dramática radiografía de los vínculos que
existen entre la droga y la política en Colombia.
Exiliada en
Miami, declaró el año pasado al periódico El País que
“el narcoestado soñado por Escobar en Colombia tiene más
vigencia que nunca”. Según ella, “los narcotraficantes
prosperaron en Colombia no porque fueran unos genios, sino
porque los presidentes eran muy baratos”.
Virginia
Vallejo asegura que Pablo Escobar idolatraba a Álvaro
Uribe. Cuando el hoy presidente era director de Aeronáutica
Civil, concedió decenas de licencias para pistas de
aterrizaje y centenares de permisos para aviones y helicópteros
sobre los que se construyó la infraestructura del narcotráfico.
“Pablo solía decir –declaró al diario español–:
‘si no fuera por este muchacho bendito, tendríamos que
estar nadando hasta Miami para llevar la droga a los
gringos’”.
A la
agencia Efe le confesó que Carlos Holguín, ministro de
Justicia, es la cuota en el gobierno colombiano de los
narcotraficantes del cártel de Cali, y que el asesor
presidencial José Obdulio Gaviria es primo de Pablo
Escobar.
Los
testimonios de la diva sobre el mandatario colombiano
coinciden con buen número de investigaciones. Unos años
antes, en 1987, el periodista Fabio Castillo publicó el
libro “Los jinetes de la cocaína”. Allí documenta cómo,
siendo Uribe alcalde de Medellín en 1982, cortó el listón
con el que se inauguró un programa de viviendas de bajo
costo financiado por Pablo Escobar.
En marzo de
2002, el periodista Al Giordano escribió en Narco News un
reportaje titulado “La subida de Uribe desde Medellín: el
precursor del narcoestado”. Entre otras revelaciones,
Giordano mostró un documento firmado por el jefe de la DEA
Donnie R. Marshall el 3 de agosto de 2001, que notificaba la
captura de varios aviones con cargamentos de insumos para la
producción de coca. Las naves se dirigían a Medellín, a
nombre de una empresa llamada GMP Productos Químicos. Las
50 toneladas del precursor químico eran suficientes para
fabricar 500 toneladas de hidroclorato de cocaína, con un
valor en la calle de 15 mil millones de dólares. El dueño
de la empresa era Pedro Juan Moreno Villa, jefe de campaña
presidencial, ex secretario de gobierno y, por mucho tiempo,
mano derecha de Álvaro Uribe Vélez.
En 2004 la
revista Newsweek dio a conocer un informe de
inteligencia del Departamento de Defensa de Estados Unidos
que ubica a Álvaro Uribe en el lugar 82 de una lista de los
104 personajes vinculados con el negocio de la cocaína en
Colombia. Según el documento, el hoy mandatario “ha
trabajado para el cártel de Medellín y es amigo cercano de
Pablo Escobar.”
Los
periodistas Joseph Contreras y Fernando Garavito publicaron
en 2002 “Biografía no autorizada de Álvaro Uribe Vélez,
el señor de las sombras”, detallada investigación de la
trama secreta que muestra el poder detrás del poder del
presidente colombiano. La investigación narra con lujo de
pormenores las relaciones de Uribe con el narcotráfico. La
aparición del libro obligó a Fernando Garavito a salir
exiliado de su país.
¿Por qué,
a pesar de las múltiples evidencias que ligan al mandatario
colombiano con el tráfico de cocaína, Estados Unidos no
hace nada contra él? Pues porque es el principal y más
fiel aliado de la administración de George W. Bush en la
región.
No lo es de
toda la clase política estadounidense. En abril de 2007 Al
Gore, el hoy premio Nobel, se negó a participar en una
conferencia sobre medio ambiente realizada en Miami para no
sentarse al lado de Álvaro Uribe, por los vínculos del
presidente con los grupos paramilitares.
El señor
de las sombras es también el mejor amigo de Felipe Calderón
en Sudamérica. A pesar de las continuas declaraciones de
Los Pinos [residencia presidencial] sobre la guerra sin
cuartel contra el narcotráfico, la política colombiana de
“seguridad democrática” es tomada como ejemplo a seguir
por la administración calderonista. Por eso la cancillería
mexicana no ha expresado una sola protesta por el asesinato
de cuatro jóvenes en Ecuador, a manos del ejército
colombiano. Una vergüenza.
|