Colombia

Un ex–paramilitar acusa...

Detalles del testimonio que involucra
a Uribe con una masacre

Por Gonzalo Guillén y Gerardo Reyes
El Nuevo Herald (Miami), 26/04/08
Enviado por Correspondencia de Prensa

Bogotá.- El ex paramilitar colombiano Francisco Enrique Villalba Hernández declaró ante la Fiscalía General de Colombia en febrero pasado que el presidente Álvaro Uribe y su hermano Santiago participaron en la planeación de una masacre en el norte del departamento de Antioquia, según una copia del testimonio obtenida por El Nuevo Herald.

Parte de la confesión de Villalba, cuya credibilidad Uribe atacó esta semana, fue utilizada por la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) para condenar a Colombia por esa masacre, ocurrida en el caserío El Aro en 1997, según un extenso fallo de ese tribunal hace dos años.  Villalba no comprometió al mandatario ni a su hermano en los testimonios ante la CIDH, pero su relato fue parte de las pruebas que sirvieron al tribunal para concluir que en la matanza de El Aro agentes de la fuerza pública colaboraron con grupos de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) para asesinar a sangre fría a por lo menos 15 campesinos "en estado de indefensión, despojando a otros de sus bienes y generando terror y desplazamiento", según el fallo, de 160 páginas.

El mismo fallo cita un testimonio en el sentido que la gobernación del departamento de Antioquia, entonces a cargo del hoy presidente Uribe, se negó a prestar protección a los habitantes de El Aro al enterarse que el ataque paramilitar era inminente.

"Ante esta situación, como dos meses antes de la toma, la Junta de Acción Comunal de El Aro pidió protección a la gobernación [de Antioquia], la cual no fue otorgada", expresa la sentencia del CDIH.

Hasta ahora sólo se conocían indirecta y fragmentariamente alguno aspectos de la declaración de Villalba ante la fiscalía colombiana revelados por Uribe sorpresivamente durante una entrevista radial esta semana para rechazar los señalamientos del ex paramilitar.

Pero El Nuevo Herald obtuvo una copia completa de la declaración que, en efecto, contiene reiterados testimonios de Villalba de que Uribe, cuando era gobernador del departamento de Antioquia, se codeaba con los máximos jefes de las AUC y dio carta blanca para llevar a cabo la masacre.

"[Álvaro Uribe nos dijo] que lo que hubiera que hacer que lo hiciéramos", declaró Villalba al describir una reunión en la que participaron líderes de las AUC, militares y los hermanos Álvaro y Santiago Uribe.  La declaración de 19 páginas de Villaba describe con nombre y pormenores una estrecha relación de complicidad y camaradería entre autoridades militares y policiales con los cabecillas de los escuadrones de la muerte.  Villalba denunció la muerte de funcionarios de la fiscalía que investigaban la masacre, el asesinato de activistas de derechos humanos que colaboraban con las autoridades en el esclarecimiento de los hechos y tres atentados, uno de ellos con cianuro que le pusieron en una bebida de malta.  La declaración contiene por los menos dos inconsistencias: que uno de los militares que Villalba mencionó como participante en una reunión a finales de 1997 había fallecido en abril de ese año y que la fecha de la masacre no fue en noviembre, como él sostuvo, sino en octubre de ese año.  Cuando los paramilitares llegaron a El Aro, un caserío de unos 500 habitantes en una zona montañosa del norte del departamento de Antioquia, llevaban una lista de sus víctimas, relató Villalba al diario El Colombiano de Medellín.  A unos los mataron de un tiro en la nuca, bocabajo, en la plaza del pueblo; también ultimaron a un joven de 14 años, pero en el caso del dueño del almacén de abarrotes Marco Aurelio Areiza Osorio, un comerciante de 64 años, apreciado en la región por su generosidad, los paramilitares se ensañaron con una pasmosa frialdad.

Según los testimonios obtenidos por Human Rights Watch y periodistas colombianos, le ordenaron al comerciante que preparara un sancocho, y después que lo sirvió lo amarraron a un naranjo y, vivo, le sacaron el corazón, luego los ojos y después le arrancaron los testículos.  Algunos niños que se escondieron cerca a la plaza lo vieron todo "El bujaba [mujía] duro y luego chillaba como un niño", le dijo uno de los menores a los periodistas Carlos Giraldo y Miguel Garrido, de El Colombiano.  Los paramilitares ingresaron a El Aro el sábado 25 de octubre, un día antes de elecciones municipales. La toma del pueblo duró unos cuatro días, durante los cuales unos 120 paramilitares con uniformes de las AUC asesinaron campesinos, violaron mujeres, saquearon negocios y robaron unas 900 cabezas de ganado, según documentos judiciales.

Villalba, de 36 años, confesó que había participado en ésta y otras masacres de las AUC.

Tres meses después de los hechos de El Aro, se presentó ante las autoridades judiciales porque estaba cansado de tantas muertes y se habían planeado atentados con los que no concordaba, dijo. Hoy cumple una pena de 33 años de prisión en la penitenciaría La Picota de Bogotá.  Según sus declaraciones a la policía, el Ejército y las AUC planearon la toma de El Aro para escarmentar a los guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y rescatar a unos ocho ganaderos y comerciantes que los rebeldes tenían secuestrados.  Villalba aseguró que tres días antes de la incursión en El Aro hubo una reunió en una finca de un hacendado–que no identificó–en el municipio de La Caucana, en el noroeste de Antioquia. Al encuentro asistieron además de mandos militares de la IV Brigada y de la policía, cabecillas de las AUC y los hermanos Uribe, agregó.

"Estuvo también Santiago Uribe y Álvaro Uribe, que era gobernador cuando eso", dijo el testigo.

A la pregunta de si conocía anteriormente a los Uribe, Villalba respondió que en el caso de Álvaro no, pero que Santiago "siempre fue conocido en la organización porque todavía tiene un bloque de Autodefensas en Santa Rosa de Osos".  Villalba afirmó que se enteró de quién era Uribe después de la masacre cuando el entonces gobernador se presentó en la misma finca a felicitarlos por el éxito de la operación.

"Supe que era Álvaro Uribe porque él se presentó, habló con nosotros y dijo que la operación había sido un éxito, que los secuestrados habían salido sanos y salvos", dijo Villaba. "Ahí llegó con un escolta, de apellido Serna", agregó.  Los ocho secuestrados fueron liberados.

Esta semana Uribe aseguró que jamás he estado en La Caucana. Villaba declaró a la fiscalía que años después vio de nuevo al escolta Serna, pero esta vez como guardia del Instituto Nacional Penitenciario (INPEC), en la cárcel de La Picota de Bogotá. Serna lo reconoció y lo saludó, agregó.  En la reunión previa a la masacre estuvieron presentes los cabecillas de las AUC Carlos Castaño, entonces máximo jefe de la organización y quien fue asesinado;

Salvatore Mancuso, segundo al mando, y otros que identificó con los alias 'Noventa", "Cobra", el Negro Ricardo y Junior.  También acudió un hombre a quien identificó, vacilando, como José Ardila, de las organizaciones de autodefensas campesinas legalizadas por el gobierno y conocidas como las Convivir.

Al referirse al paradero de Ardila, Villalba dijo: "[Ardila] estaba declarando en contra de Álvaro Uribe, a él lo sacaron de la cárcel, estaba condenado a 60 años y lo desaparecieron, no sé dónde estará".  Mancuso fue condenado por la justicia colombiana a 40 años de prisión por la masacres de El Aro y La Granja. En esta última fueron torturadas y asesinadas cinco personas el 11 de julio de 1996.

Según el declarante, Álvaro Uribe "fue invitado por Carlos Castaño" a la reunión previa a la masacre y luego presentado por Mancuso ante los asistentes.  En esa reunión Uribe habló en público, detalló Villalba.  "'Álvaro Uribe decía recomendaciones, que los secuestrados, que todos salieran salvos y que lo que hubiera que hacer que lo hiciéramos", dijo el testigo.  En cuanto a la finca donde se realizaron las reuniones, el ex paramilitar señaló que "a mano izquierda hay unos corrales y una caballeriza, esa finca no tenía nombre pero todavía existe, nosotros llegamos un día antes [de la reunión], con mis 22 hombres".

Villalba declaró ante Carlos A. Camargo Hernández, fiscal noveno especializado de la Unidad Nacional de Fiscalías de Derechos Humanos y de Derecho Internacional Humanitario, que el encuentro ''fue de día, empezó como a las 10 de la mañana y terminó [a las] 3 de la tarde, después que almorzaron y todo".  Según el testigo, Mancuso y Castaño llegaron "en un helicóptero gris, pequeño, [que] bajó a la finca directamente" y en la zona 'habíamos (sic) como 100 hombres [de escuadrones de la muerte] con los del pueblo y los 22 que yo tenía".

Cuando el fiscal le preguntó si los escuadrones de la muerte recibieron ayuda de de la fuerza pública, Villalba declaró: "Sí doctor, de la IV Brigada [de Ejército]. Lo digo porque antes de la masacre hubo una reunión; hubieron (sic) retiradas de tropas de los retenes [de control militar en el área], suspendido los retenes de tropa en la carretera".

Villalba le dijo al fiscal que con anterioridad a sus declaraciones de febrero de este año había entregado a la justicia detalles de ésta y otras masacres a funcionarios del Cuerpo Técnico de Investigaciones de la Fiscalía General de Medellín.

También declaró sobre la participación de los hermanos Uribe, de lo cual quedaron grabaciones en cintas magnetofónicas, indicó.  Pero "las grabaciones resultaron en manos de Mancuso", explicó Villalba, y los funcionarios del CTI fueron asesinados en septiembre de 1999.  'A ellos los mataron en Medellín, los mató la gente de la banda de La Terraza y a mí me mandaron que me callara", dijo.

La Terraza es una enorme agencia de asesinos a sueldo de Medellín que ha operado bajo la dirección de poderosos narcotraficantes y paramilitares.  Sobre la reunión en la que participaron los hermanos Uribe Vélez, dijo Villalba, también habló varias veces con el director del CTI de Medellín, "un señor de gafitas, joven, y le comenté lo de [la reunión] de La Caucana y no dijo nada, se quedó callado".

El testigo aseguró que también habló sobre estos temas con María Teresa Gallo, fiscal especializada de terrorismo y derechos humanos. "Me prometió muchas cosas, como cambio de identidad, sacarme de la cárcel y mandarme a otro país", dijo.

En enero de 2007 Villalba trasladado a Medellín para declarar contra el militar Juan Manuel Grajales por otra masacre cometida por paramilitares en noviembre de 1997 en La Balsita, municipio de Dabeiba, Antioquia.  En esa oportunidad fueron asesinadas 15 personas y entre los responsables, asegura, "también estaba el hermano de Álvaro Uribe, Santiago, que prestó como 20 pelados [sicarios] para eso".

Villalba tiene una segunda condena de 37 años de prisión por la masacre de La Balsita. Los ''pelados" que habría prestado el hermano del presidente Uribe, pertenecían a la banda paramilitar Los Doce Apóstoles", que según varias versiones judiciales comandaba directamente Santiago Uribe.  Villalba afirmó que el 13 de febrero de 1998 decidió entregarse voluntariamente a la Fiscalía, pues militares activos, narcotraficantes y paramilitares planeaban varios crímenes con los que no estaba de acuerdo.  Los planes se cumplieron. Según el testigo, este grupo asesinó al periodista y humorista Jaime Garzón, al abogado Jaime Umaña y al defensor de derechos humanos Jesús María Valle Jaramillo.

Valle había advertido desde 1996 que narcotraficantes, militares y escuadrones de la muerte se disponían a cometer la masacre de El Aro. En respuesta, el hoy presidente Uribe, entonces gobernador de Antioquia, acusó públicamente a Valle de ser enemigo de las fuerzas armadas y el ejército lo enjuició por calumnia.  Luego fue asesinado en Medellín.

A Valle, dice Villalba, "lo mató la banda de La Terraza y a mí me mandaron a que me callara [...] lo mandaron a matar por las investigaciones que llevaba sobre la masacre del Aro. Era uno de los que me ayudaba porque supo cuando yo me entregué y me iban a matar para que no dijera nada".  El fiscal que estaba encargado de la investigación de Valle, tuvo que salir del país, dijo.

Además del presidente Uribe y su hermano Santiago, en los expedientes judiciales figuran el ex general Carlos Alberto Ospina–comandante de las fuerzas armadas durante el primer gobierno de Uribe––, quien en el momento de los hechos era comandante de la Cuarta Brigada de Ejército, acantonada en Medellín, y el general de Ejército Alfonso Manosalva Florez, quien según testigos como Villalba y Mancuso entregó a los escuadrones de la muerte la lista de las personas que debían matar en La Granja y El Aro.

El presidente Uribe señaló como una de las inconsistencias de la declaración de Villalba que la afirmación que Manosalva estaba presente en una reunión en noviembre de 1997 con líderes paramilitares cuando éste había fallecido en abril de ese año.

Villalba relató que ha sido víctima de tres atentados. El primero ocurrió en la cárcel de la ciudad de Palmira después de haber hablado con la fiscal Gallo.  "Un muchacho de las autodefensas, Edison Parra, [condenado por un homicidio en el Llano, me dio una puñalada del lado izquierdo, a la altura del pecho".  Dos meses después, "en el mismo patio me hicieron otro atentado con cianuro en una Pony Malta [marca de bebida de malta]. Me la hizo Edwin Tirado, también de las AUC, que ahora está en la cárcel de Montería, él era un ex trabajador de Mancuso".

"Los atentados se los atribuyó a Mancuso, en esos días yo estaba declarando contra la Fuerza Pública", agregó.


El presidente Uribe Vélez empuja políticas
de guerra contra Ecuador

Por Apolinar Díaz–Callejas
Argenpress, 01/05/08

Bogotá.– El Presidente Alvaro Uribe Vélez no oculta su condición de adepto a las políticas de guerra y antidemocráticas del Presidente norteamericano George W. Bush, que quiere bloquear y hacer desaparecer a los gobiernos democráticos que se han ido generalizando en los países latinoamericanos. En estos momentos, la realidad es que por primera vez en la historia latinoamericana, desde la independencia misma, han surgido y se están consolidando gobiernos nacionales que han ido remplazando las viejas estructuras políticas retardatarias y pronorteamericanas, que han caracterizado a nuestra región. Cuba, Guatemala, Nicaragua, Costa Rica, Panamá, Venezuela, Ecuador, Brasil, Bolivia, Paraguay, Uruguay, Chile y Argentina, es decir, la gran mayoría de las naciones latinoamericanas están gobernadas, con la excepción visible de México, El Salvador, Honduras, Colombia y Perú, por movimientos políticos de la izquierda democrática, que luchan por superar doscientos años de atraso social y de estructuras económicas y políticas dependientes del poderío militar y económico de los Estados Unidos de Norteamérica. El solo impacto visual de los mapas continentales de esa realidad política produce entusiasmo y optimismo sobre nuestro futuro, a lo cual hay que agregar las posiciones similares de algunos gobiernos de las Islas del Caribe.

Es un momento crucial para la historia y futuro de Latinoamérica, en la cual el gobierno republicano, ultraderechista y agresor del Presidente Bush, ha tenido que someterse a esa realidad, pese a sus esfuerzos por utilizar algunos países de la América Latina para que apoyen su rumbo imperialista, como ocurre con México, El Salvador, Colombia y Perú. Pero la presencia del poderío imperialista norteamericano en nuestra región es especialmente aguda y agresiva en Colombia, en la que el Presidente Uribe Vélez se ha mostrado como adherente totalmente sumiso a las políticas del Presidente Bush.

Como es bien sabido, Estados Unidos mantiene una poderosa base militar en Ecuador, cuyo gobierno ha manifestado claramente que ese eslabón armado norteamericano en Ecuador va ha desaparecer al vencimiento del contrato respectivo. De inmediato, tanto en Washington como en Bogotá comenzó a divulgarse la información de que la base militar gringa en Ecuador sería trasladada a Colombia, que es lo que yo creo que va a ocurrir durante el gobierno de Uribe Vélez en Colombia, pues el sometimiento de Uribe Vélez al Presidente Bush es total. En estos momentos ya Estados Unidos mantiene un personal militar cerca de mil hombres que combaten en el conflicto interno de Colombia, a la vez que el país recibe crecientes suministros de armas modernas norteamericanas y soporta comisiones militares gringas que participan en las acciones de guerra del gobierno Uribe Vélez en el país. La realidad es, vista por un colombiano como yo que ya cumple 87 años de edad y que a lo largo de toda su vida ha participado e intervenido en los asuntos políticos y exteriores colombianos, que le permiten tener una opinión objetiva e independiente sobre el sometimiento total del gobierno Uribe Vélez a los dictados del presidente Bush.

Por todo ello, observo con alarma creciente que el lenguaje y acciones del Presidente Uribe Vélez y su Ministro de Relaciones Exteriores, quien todavía no sabe cueles son las funciones jurídicas y políticas de ese ministerio, están encaminados a convencer desde ya a nuestro país y a la comunidad internacional de que es inevitable un conflicto armado con Ecuador. Uribe Vélez se siente completamente acorralado en Colombia con una opinión pública y política cada vez más enérgica y abierta de oposición al gobierno de fuerza de Uribe Vélez y sus manifiestos propósitos de guerra contar Ecuador. Cuenta para ello con los dos “Santos”, que aunque minoritarios son los socios principales de los nuevos propietarios del antiguo diario liberal El Tiempo de Bogotá, quienes no ocultan su ideología de extrema derecha y pronorteamericana.

Pese a todo ello, estoy convencido que el pueblo colombiano no se someterá a los rumbos militaristas de guerra contra Ecuador del gobierno Uribe Vélez. Creo que la reacción del pueblo colombiano será enérgica, como ha ocurrido muchas veces en su historia contra los rumbos militaristas y agresivos del gobierno de Uribe Vélez.

Crímenes sindicales

La presidencia de la Central Unitaria de Trabajadores de Colombia, CUT acaba de informar en comunicado del 21 de abril del año en curso que 22 sindicalistas, de los cuales 7 eran dirigentes sindicales, han sido asesinados en lo que ha corrido de este año. Indica que 18 sindicalistas asesinados son de la Central Unitaria de Trabajadores de Colombia, CUT, 3 de la Confederación General de Trabajadores, CGT y 1 de la Confederación Colombiana de Trabajadores, CTC. Con ello se completan 2.597 sindicalistas asesinados desde 1986 fecha en fue creada la CUT.