Larga
asociación con los paramilitares
El
general al que se abrazó Ingrid
Inter
Press Service (IPS), 04/07/08
Corresponsales.–
El general Mario Montoya Uribe, el jefe del ejército de
Colombia al que Ingrid Betancourt agradeció el miércoles
haberla rescatado de su cautiverio, tiene una controvertida
foja de servicios.
Montoya, a
quien Betancourt abrazó poco después de ser rescatada de
un cautiverio de más de seis años en manos de las
guerrilleras Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia
(FARC), nació el 29 de abril de 1949 en el occidental Valle
del Cauca.
A lo largo
de su carrera ha recibido más de 20 condecoraciones, entre
ellas la medalla del ejército de Estados Unidos. Ha
ejercido labores de comandancia en buena parte de su país y
tiene un posgrado en alta gerencia de la Universidad de los
Andes, afirma su currículum en el sitio en Internet del ejército.
Siguió
estudios en la Escuela Superior de Guerra, un curso avanzado
de vehículos blindados en Fort Knox, Estados Unidos, y se
desempeñó como agregado militar en Gran Bretaña.
Un cable
despachado en 1979 por la embajada de Washington en Bogotá,
desclasificado a pedido del no gubernamental National
Security Archive (NSA) de Estados Unidos, "revela que
un batallón de inteligencia del ejército colombiano ligado
a Montoya creó en secreto una unidad clandestina terrorista
entre 1978 y 1979", señaló el investigador Michael
Evans en un artículo publicado en junio de 2007 en la
revista Semana.
"Bajo
la fachada de la Alianza Anticomunista Americana (AAA), el
grupo fue responsable de varios ataques dinamiteros,
secuestros y asesinatos contra grupos de izquierda durante
esos años", agregó.
Evans,
investigador del NSA, también se refirió al hallazgo en
marzo de 2007 de una fosa común en el departamento de
Putumayo, con restos de más de 100 víctimas
"asesinadas durante el mismo período" en que
Montoya lideró la Fuerza de Tarea Conjunta del Sur,
"financiada por Estados Unidos y encargada de coordinar
operaciones antinarcóticos y contrainsurgentes en esta región
entre 1999 y 2001".
"Los
documentos desclasificados señalan la preocupación del
Departamento de Estado por los vínculos que tenía una de
las unidades de la Fuerza Conjunta, la Brigada 24, bajo el
mando de Montoya, con paramilitares localizados en La
Hormiga, donde fue descubierta la fosa común", agregó,
en referencia a una ciudad de Putumayo.
Montoya era
jefe de la IV Brigada del ejército, con jurisdicción en el
municipio de Bojayá, en el occidental departamento del Chocó,
cuando se cometió la matanza de 119 civiles en la aldea de
Bellavista, el 2 de mayo de 2002.
A pesar de
tres advertencias efectuadas días antes sobre el inminente
peligro que corría la población civil, la fuerza de
seguridad pública no se hizo presente en la zona, ni tomó
acciones para proteger a los habitantes.
El 21 de
abril, al menos siete lanchas con unos 250 paramilitares de
las ultraderechistas Autodefensas Unidas de Colombia (AUC)
llegaron a Bellavista y al vecino Vigía del Fuerte, tras
pasar por un retén permanente de la marina de guerra, otro
de la policía y un tercero del ejército en Riosucio, 157
kilómetros al norte de Bellavista.
Los
paramilitares se establecieron en ambos poblados, mientras
la guerrilla de las FARC observaba desde el área rural.
El 23 de
abril, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones
Unidas para los Derechos Humanos expresó al gobierno su
"preocupación" por la incursión paramilitar, y
lo instó a tomar medidas para proteger a los civiles. El 24
y el 26, la Procuraduría General de la Nación y la
Defensoría del Pueblo se unieron a la advertencia.
El 1 de
mayo comenzaron los combates entre las FARC y las AUC. Más
de 300 personas se refugiaron en la iglesia de Bellavista,
detrás de la cual se parapetaron los paramilitares. Al día
siguiente, los guerrilleros arrojaron una pipeta de gas
rellena de explosivos, que cayó en el templo, matando a 119
personas, entre ellos 44 niños, y dejando más de 100
heridos y mutilados.
El ejército
se hizo presente cinco días después. Sobrevivientes de
aquella tragedia relataron el año pasado a IPS la llegada
del general Montoya al lugar y cómo, frente a las cámaras
de televisión, lloró por los pequeños muertos, exhibiendo
un zapatito infantil de una costosa marca desconocida para
los niños de la zona.
En mayo de
este año, un tribunal administrativo determinó en dos
sentencias que el Estado es responsable por no haber
protegido a la población, y ordenó el pago de una
indemnización de 1.552 millones de pesos (poco más de
870.000 dólares) a las familias de las víctimas. Todavía
hay pendientes otras 14 demandas civiles.
La justicia
militar y la Procuraduría investigaron por omisión a los
militares implicados en estos hechos. Pero Montoya continuó
su carrera y fue ascendido, aunque poco después, en octubre
de 2002, se vería envuelto en otro hecho polémico.
Un informe
en poder de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), de
Estados Unidos, filtrado al diario de ese país Los Ángeles
Times que lo publicó en marzo de 2007, indica que Montoya y
un grupo paramilitar, el Bloque Cacique Nutibara,
"planificaron y condujeron una operación militar para
eliminar guerrillas marxistas de los suburbios pobres de
Medellín, una ciudad del noroeste de Colombia que ha sido
centro del narcotráfico".
La llamada
Operación Orión comenzó a las dos de la madrugada del 15
de octubre de 2002 en la Comuna 13 de Medellín. Al menos 14
personas fueron muertas, y testimonios de habitantes y de
organizaciones de derechos humanos aseguran que unas 50 más
desaparecieron en las semanas subsiguientes.
"Vamos
a continuar, y lo que estamos haciendo en la Comuna 13 es un
mensaje contundente a los violentos, que es: desistan, vamos
a llegar a todo el país porque la guerra de guerrillas
urbanas no tiene cabida en Colombia", afirmaba Montoya
en un texto fechado el 21 de octubre en el sitio web de la
presidencia del país.
Las
acciones del Bloque Cacique Nutibara duraron dos meses en la
Comuna 13 y, según testimonios de desmovilizados, se
coordinaban con las autoridades.
El reporte
de inteligencia de la CIA incluye información de otros
servicios de espionaje occidentales e indica que
funcionarios estadounidenses han recibido informes similares
de otras fuentes confiables, según los periodistas Greg
Miller y Paul Richter, que escribieron el artículo del LA
Times.
El informe
fue filtrado al diario por una fuente que sólo aceptó ser
identificada como empleado del gobierno de Estados Unidos.
La CIA no confirmó ni desmintió la información, pero
solicitó al periódico que no publicara ciertos detalles.
Además de
su estrecha colaboración con oficiales estadounidenses en
el Plan Colombia, financiado por Washington para combatir el
narcotráfico y la insurgencia, Montoya fue instructor de la
ex Escuela de las Américas, llamada desde 2001 Instituto de
Cooperación para la Seguridad Hemisférica.
El miércoles
por la noche, cuando el gobierno presentó por televisión cómo
se planeó y ejecutó la operación de rescate de Betancourt
y los otros 14 rehenes, el presidente Álvaro Uribe reveló
que Montoya fue el comandante operativo de la exitosa misión,
y recordó elogiosamente, aunque sin comentarios, la operación
en la Comuna 13 de Medellín.
Uribe
mencionó que ese día le habían llegado mensajes de
miembros de la fuerza pública que le manifestaban que
estaban presos "injustamente", y le pedían que
"abogue por nosotros".
"Este
es un estado de opinión", dijo Uribe y pidió a las
organizaciones humanitarias: "Crean en Colombia, en
este gobierno; este respeto a los derechos humanos en este
operativo no es episódico".
A los
jueces, el presidente les pidió "respetuosamente"
que revisaran los casos de los militares presos y
"donde de pronto haya un error, se corrija".
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