Informe de Amnistía Internacional
La tragedia humanitaria en Colombia empeoró
Revista Semana, Bogotá, 28/05/09
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Campamento de desplazados: mientras en la primera mitad
de 2007 fueron 191
mil las personas obligadas a dejar sus
tierras, en el mismo
periodo de 2008 fueron 270 mil, según
Amnistía
Internacional. (Foto: Juan Carlos Sierra)
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Para
esta ONG internacional, crece cada vez más el número de víctimas
del conflicto, la justicia no funciona, los paramilitares
siguen operando y la Fuerza Pública comete todo tipo de
atropellos.
En el informe sobre la situación de derechos humanos en el mundo publicado
este jueves por Amnistía Internacional (AI), la situación
de los colombianos más vulnerables sigue siendo grave y sus
derechos humanos fundamentales se siguen violando de
diversas maneras. Y más preocupante aún, sostiene que el número
de víctimas del conflicto armado creció en el último año.
Luego de evaluar las cifras y los episodios ocurridos
entre julio de 2007 y julio de 2008 informa que los
campesinos colombianos son quienes hoy tienen las peores
condiciones de vida.
Esto, a pesar de los grandes esfuerzos que ha hecho el gobierno por mejorar
las condiciones de seguridad para la población indígena y
campesina.
Aunque AI reconoce estos esfuerzos del gobierno y también de las cortes
colombianas por impartir justicia a los responsables de las
violaciones a los derechos humanos, el panorama que describe
de la realidad del país es lamentable, ya que sostiene que
“el persistente conflicto armado siguió afectando a
centenares de miles de personas".
En este período de un año que evaluó, AI encontró que “la principal víctima
era la población civil, y las comunidades indígenas,
campesinas y afrodescendientes eran las que corrían mayor
peligro. Muchas de estas comunidades vivían en zonas de
interés económico o estratégico para las partes
enfrentadas. Todas las partes implicadas en el conflicto
-fuerzas de seguridad, paramilitares y grupos guerrilleros-
fueron responsables de abusos generalizados y sistemáticos
contra los derechos humanos y de violaciones del derecho
internacional humanitario”.
Y de ahí se desprende una preocupante descripción de las consecuencias que
trae el conflicto colombiano, que, según esta ONG, en los
12 meses previos a julio de 2008 provocó la muerte de 1.492
civiles y la desaparición de 182 personas, cuando 12 meses
antes de julio de 2007 fueron 1.348 los muertos y 119
desaparecidos. Es decir, el número de víctimas creció.
Desplazados
Como es de esperarse, después de cada episodio violento, viene el miedo y
el desplazamiento. De acuerdo con el reporte de AI, éste se
incrementó considerablemente. Mientras en la primera mitad
de 2007 fueron 191 mil las personas que dejaron sus tierras,
en el mismo periodo de 2008 fueron 270 mil.
“El sur del país se vio afectado en especial como consecuencia de los
persistentes combates entre las fuerzas de seguridad y
grupos paramilitares y grupos guerrilleros”, dice el
informe, que señala también una difícil situación de
discriminación que sufren los desplazados, lo que hace aún
más complicado su acceso a servicios de salud y educación.
Si bien es preocupante el creciente número de desplazamientos, esta ONG
reporta también atropellos contra los niños y las mujeres,
que deberían estar alejadas del conflicto.
Los grupos ilegales también han incorporado forzosamente a sus filas a
menores de edad. “Grupos guerrilleros y paramilitares
reclutaron a niños y niñas por la fuerza. Las fuerzas de
seguridad utilizaron a menores de edad como informantes, en
contra de la directiva emitida en 2007 por el Ministerio de
Defensa, en la que se prohibía el empleo de menores de 18 años
para obtener información”, describe el informe, aunque
sin mayor detalle de cifras o casos.
Y a ese panorama se suma la violencia contra las mujeres, que durante el
periodo analizado por AI siguieron siendo víctimas de
abusos sexuales, casos que escasamente se denuncian y, peor
aún, no son procesados por la justicia. “Según los
informes, los grupos guerrilleros obligaron también a
mujeres combatientes a abortar o tomar anticonceptivos,
violando así sus derechos reproductivos”, enfatiza
puntualmente el reporte de esta organización.
Hasta este punto, se está hablando de faltas que, para esa organización,
ejercen tanto los grupos ilegales, como guerrillas y
paramilitares, y las fuerzas de seguridad. Pero cada uno
tiene comportamientos particulares descritos también en el
informe.
Grupos
guerrilleros
“Las Farc y el ELN siguieron matando a civiles y perpetrando secuestros.
En los 12 meses previos a julio de 2008 se atribuyeron a los
grupos guerrilleros más de 166 homicidios de civiles,
frente a los 214 del mismo periodo en 2007”, reseña AI.
De acuerdo con su informe, estos grupos son los que siguen cargando con la
responsabilidad de las minas antipersonal instaladas en
vastos territorios del país y que cada años siguen
afectando a decenas de personas.
Fuerza
pública
La ONG reporta también graves faltas cometidas por las fuerzas de seguridad
colombianas, como son las ejecuciones extrajudiciales.
“En los 12 meses previos a julio de 2008, las fuerzas de seguridad
ejecutaron extrajudicialmente al menos a 296 personas,
frente a las 287 del mismo periodo en 2007”, dice AI, y
recuerda que “en noviembre, durante una visita a Colombia,
la alta comisionada de la ONU para los derechos humanos
afirmó que en Colombia las ejecuciones extrajudiciales eran
al parecer sistemáticas y generalizadas”.
En este informe se hace una mención especial al caso de los jóvenes de
Soacha, que llevó a la destitución de 27 militares de alto
rango y a la posterior renuncia del entonces comandante del
Ejército, general Mario Montoya.
En este reporte consta que “según los informes, el homicidio de estos jóvenes
-presentados falsamente por las fuerzas armadas como
“guerrilleros muertos en combate - se llevó a cabo en
connivencia con grupos paramilitares o bandas de
delincuentes”.
Pese a que hay algunas evidencias de la participación de integrantes de la
fuerza pública en algunas muertes de civiles, “en abril,
el gobierno promulgó el Decreto 1290, por el que se
establecía un programa para que las víctimas de abusos
perpetrados por los grupos guerrilleros y paramilitares
pudieran recibir del Estado indemnizaciones económicas. Sin
embargo, el decreto no contemplaba la restitución de las
tierras robadas ni otras formas de reparación, ni tampoco
reparaciones para las víctimas de violaciones de derechos
humanos cometidas por las fuerzas de seguridad”, según
está consignado en el documento de esta ONG internacional.
Al respecto, Carlos Franco, director del programa de Derechos Humanos de la
Vicepresidencia, dijo que “el gobierno viene tomando
medidas en casos que comprometen a la Fuerza Pública desde
hace años. Las Directivas 010 y 019 son de 2007 por
ejemplo. Lo que no dice el Informe es que la política del
Estado es de cero tolerancia con estos casos y que el
impacto de las medidas se evidencia en la disminución de
las denuncias sobre estos casos".
Grupos
paramilitares
En su análisis sobre la situación de derechos humanos en Colombia, AI
describe que los paramilitares siguieron actuando, pese a
que el gobierno lo niega. Incluso, dice la ONG, lo han hecho
“con el respaldo o la aquiescencia de las fuerzas de
seguridad”, que ha utilizado a estos grupos “en labores
operativas y de inteligencia, a pesar de la prohibición,
establecida en 2007, de estas actividades”.
Así, en el periodo analizado para este informe, se registraron, según AI,
461 homicidios por parte de los ‘paras’, cuando un año
antes habían sido 233.
Sobre este tema, Franco explica que "Amnistía Internacional, como
otras organizaciones no gubernamentales, se empeñan en
desconocer que los jefes paramilitares se encuentran
recluidos en la cárcel y sus estructuras, desmanteladas.
Los grupos que se han rearmado tienen como principal
motivación el narcotráfico, así lo demuestran las
disputas entre ellos. No podemos precisar cuántas muertes
les son imputables a estos grupos. Sin embargo, es evidente
la lucha del Estado contra estas organizaciones. Recuérdese
la detención o muerte de los Mellizos Mejía, Don Mario y
HH entre otros".
Algunos paramilitares sí están ahora en un proceso de Justicia y Paz en el
que más de 130 mil víctimas presentaron solicitudes de
reparación. Sin embargo, “el 90 por ciento de los
paramilitares, al no poder ser incluidos en el proceso,
eludieron la acción de la justicia. Continuaron los
homicidios y las amenazas contra las víctimas que debían
testificar en los juicios, y muchos paramilitares no
colaboraron plenamente con los tribunales de Justicia y Paz
y, en concreto, no devolvieron las tierras de las que se habían
apropiado indebidamente. Esta circunstancia siguió minando
el derecho de las víctimas a la verdad, la justicia y la
reparación”, según el informe de AI.
En este proceso, algunos ‘paras’ han hablado de sus relaciones con
algunos políticos. En su reporte internacional, AI consigna
que en el periodo analizado fueron investigados 70
congresistas por tener vínculos con paramilitares y que
este escándalo “agravó las tensiones entre el gobierno y
la Corte Suprema. El gobierno afirmó que la actuación de
la Corte se debía a motivos políticos, mientras que ésta
acusó al Ejecutivo de tratar de entorpecer las
investigaciones. La mayoría de los legisladores implicados
en el escándalo eran miembros de la coalición
progubernamental”.
Aquel vaivén de declaraciones llevó a que la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos otorgara medidas cautelares a favor de Iván
Velásquez, el magistrado encargado de investigar a los políticos
relacionados con paramilitares. Esas medidas le impusieron
al gobierno brindar especial seguridad al funcionario.
Impunidad
A propósito de la justicia, esta ONG considera que la impunidad “es la
norma” en la mayoría de los casos por abusos a los
derechos humanos, aunque sostiene que la presión
internacional ha generado avances en varias investigaciones,
como por ejemplo el asesinato por parte de miembros del ejército
y paramilitares de ocho miembros de la comunidad de paz de
San José de Apartadó y el asesinato de 10 agentes de policía
y un civil en Jamundí, Valle del Cauca.
Pero asegura que si bien la Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los
Derechos Humanos había registrado algunas mejoras, les
preocupa que “los problemas estructurales de la
administración de justicia colombiana persisten”.
En especial en lo que tiene que ver con las ejecuciones extrajudiciales, las
violaciones “graves y sistemáticas” del derecho
internacional humanitario de los grupos guerrilleros y los
presuntos vínculos entre algunos miembros de la Fuerza Pública
y grupos armados ilegales.
También genera preocupación a esta ONG que, quienes denuncia, se
convierten en blancos de ataques. AI cita el caso de la
marcha contra los crímenes de estado y paramilitares del 6
de marzo, en la que fueron atacados varios de sus
convocantes.
Amnistía registra que por lo menos 46 sindicalistas fueron asesinados en
2008, frente a los 39 que murieron en 2007 y que 12
defensores de derechos humanos fueron asesinados el año
pasado.
También aseguraron que las declaraciones del presidente Uribe ponían en
entredicho la legitimidad del trabajo que realizan los
activistas de los derechos humanos. Sobre este tema, AI
registra que “en noviembre, tras la publicación de unos
informes sobre Colombia por Amnistía Internacional y Human
Rights Watch, el mandatario colombiano acusó a Amnistía
Internacional de ‘ceguera’, ‘fanatismo’ y
‘dogmatismo’. También acuso públicamente al director
para las Américas de Human Rights Watch de ser
‘defensor’ y ‘cómplice’ de las Farc”.
Esos son los ojos con los que esta ONG ve y describe a Colombia en su más
reciente informe, divulgado por todo el mundo.
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