Nuevo
conflicto en agenda latinoamericana
Por
Humberto Márquez
Inter
Press Service (IPS), 30/07/09
Caracas.–
La confrontación entre Colombia y Venezuela escala casi
cada día y Brasil decidió intervenir para calmar los ánimos
antes de que nuevos incidentes o declaraciones lleven a la
ruptura total entre sus dos vecinos asomados al mar Caribe.
En
cambio, Washington se desmarcó del conflicto. El portavoz
del Departamento de Estado (cancillería), Ian Kelly, dijo
que "no es realmente un asunto de Estados Unidos"
la discusión sobre unas armas venezolanas presuntamente
incautadas a la guerrilla colombiana.
"Nosotros
animaríamos a los dos gobiernos (Bogotá y Caracas) a
resolver esas diferencias por la vía del diálogo",
agregó Kelly.
También
el chileno José Miguel Insulza, secretario general de la
Organización de los Estados Americanos, hizo "un
llamado al diálogo para que se resuelva con espíritu de
conciliación y en ningún caso tomar medidas que afectarían
a mucha gente".
Insulza
evocó la relación económica entre Venezuela y Colombia,
la más dinámica de la zona andina, con un comercio que
alcanzó 7.289 millones de dólares en 2008 ––de los
cuales unos 6.000 millones correspondieron a exportaciones
colombianas–– y que genera decenas de miles de empleos.
Las
relaciones entre Bogotá y Caracas han sido de altibajos en
la segunda mitad de esta década. La actual crisis estalló
cuando Colombia anunció a mediados de julio que permitirá
el uso de cinco de sus bases militares a fuerzas de Estados
Unidos.
"Es
una agresión contra Venezuela. Nos están rodeando por
nuestro flanco izquierdo", reaccionó el presidente
venezolano Hugo Chávez, y ordenó una "revisión
integral" de las relaciones con Colombia, retiró a sus
diplomáticos de Bogotá y dispuso estudiar acciones de
expropiación y cese de compras a empresas colombianas.
La
temperatura del conflicto subió cuando Bogotá sostuvo que
en octubre de 2008 incautó en un campamento de las
guerrilleras Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia
(FARC) tres lanzacohetes antitanque AT4, que la firma sueca
Saab había vendido a Venezuela en 1988, 10 años antes de
que Chávez fuese elegido presidente por primera vez.
Un
comunicado de Colombia sostuvo que el 2 de junio solicitaron
de manera discreta a la cancillería venezolana información
sobre esos AT4 y le entregaron además un informe en el que
presuntamente dos cabecillas de las FARC daban cuenta de
tratos con tres "altos funcionarios" del actual
gobierno venezolano para la adquisición de lanzacohetes.
Venezuela
replicó este jueves con un comunicado en el que manifiesta
su "indignación ante la irresponsabilidad con la cual
el gobierno de la República de Colombia ha aniquilado los
esfuerzos por construir una relación binacional para
beneficio de ambos pueblos, poniendo en peligro la paz y la
estabilidad de la región".
"Esta
nueva confrontación exhibe dos polos políticos que hay en
América Latina, según como se relacionen sus países con
Estados Unidos, y lamentablemente para los esfuerzos de
integración y cooperación los latinoamericanos son
compelidos a identificarse con uno u otro polo", observó
a IPS Carlos Romero, director de posgrado en relaciones
internacionales de la Universidad Central de Venezuela.
Chávez
dialogó con su homólogo brasileño Luiz Inácio Lula da
Silva sobre la nueva crisis con su vecino, y el presidente
de Brasil decidió despachar a Caracas a su asesor en
asuntos internacionales, Marco Aurelio García.
Brasil
"está dispuesto a trabajar para recomponer la
confianza entre Colombia y Venezuela", dijo el
canciller brasileño Celso Amorim.
Lula,
en diálogo con la prensa junto a la presidenta chilena
Michelle Bachelet, puso reparos a que funcionen bases
estadounidenses en Colombia. "No me agrada la idea,
pero como a mí no me gustaría que se metiesen en los
asuntos de Brasil, tampoco me voy a meter en los asuntos de
Colombia", dijo el mandatario.
"En
algún momento tendremos que discutir esto con el presidente
(de Estados Unidos, Barack) Obama", agregó Lula.
Bachelet
apuntó "concuerdo plenamente" con lo expresado
por Lula, y agregó que la decisión de Colombia
"afecta a todos los países que están inquietos"
y el tema se discutirá en la próxima cumbre de la Unión
de Naciones Suramericanas (Unasur), prevista para el 10 de
agosto en Quito.
La
cita sería una oportunidad para la reconciliación, como la
que se materializó en marzo de 2008 en la cumbre del
regional Grupo de Río en Santo Domingo, días después de
que Chávez ordenase la movilización de tropas y tanques a
la frontera con Colombia.
Esa
medida siguió al ataque militar colombiano a un campamento
de las FARC en Ecuador, dando muerte al jefe rebelde
"Raúl Reyes" y a más de 20 personas, sin previo
aviso a Quito de la incursión. El presidente ecuatoriano
Rafael Correa rompió relaciones con Bogotá.
El
mandatario colombiano Álvaro Uribe defendió la acción de
sus uniformados y se produjo una guerra de declaraciones
entre Bogotá, Caracas y Quito, provisionalmente zanjada por
el dominicano Leonel Fernández como anfitrión en el
encuentro del Grupo de Río.
En
la nueva guerra de declaraciones no han aparecido órdenes
de movilización militar, pero sí de nuevas compras de
armas, pues Chávez anunció que duplicará el stock
venezolano de tanques de combate, con la compra de nuevos
aparatos a Rusia. El ejército venezolano tiene unos 80
tanques, en su mayoría viejos AMX franceses.
Esa
alianza entre Venezuela y Rusia apareció como una cuña
para agravar el conflicto, pues Colombia, al reivindicar su
derecho a colocar bases a disposición de Estados Unidos,
sostuvo que nunca objetó la oferta venezolana de espacios a
las fuerzas rusas.
Venezuela
replicó que Bogotá debería definir entonces si considera
a Rusia como un agresor o enemigo, mientras que Caracas sí
se considera hostigada por el imperio (Estados Unidos).
En
los últimos cinco años Venezuela ha comprado a Rusia
sistemas de armas como aviones, helicópteros, fusiles y
otros equipos por unos 4.400 millones de dólares.
Esta
semana un acuerdo bilateral amplió esa relación de
proveedor–cliente a una de cooperación efectiva, con
intercambio de tecnología, maniobras conjuntas y contactos
militares más estrechos.
Según
Romero, la alianza Moscú–Caracas "no es comparable a
la sostenida por Cuba y la desaparecida Unión Soviética en
tiempos de la Guerra Fría, pero sin duda tiene un
importante valor simbólico" en el marco de la
polarización regional.
Mientras,
visita la región el ultraderechista canciller israelí
Avigdor Lieberman. Al desembarcar este jueves en Bogotá, el
funcionario manifestó preocupación por "la colaboración
entre Hugo Chávez y las ramas radicales del Islam", en
referencia a las buenas relaciones de Venezuela con Irán.
El
dirigente oficialista venezolano Juan Barreto aseveró que,
con las bases, "Colombia se confirma como el Israel
latinoamericano".
|