No
va a la cumbre de la UNASUR para evitar demandas por las
bases
Uribe
no quiere reclamos
Página
12, 01/08/09
Después
de los señalamientos de Lula y Bachelet, Uribe hizo saber
que ni él ni su canciller discutirán la instalación de
tres nuevas bases norteamericanas en la cumbre regional de
Quito del próximo 10 de agosto. Respaldo de Perú.
El
presidente colombiano embarró ayer aún más la cancha al
adelantar que no participará de la próxima cumbre de la
Unasur, en la que Brasil y Chile quieren discutir el nuevo
acuerdo militar entre Bogotá y Washington. Apenas horas
después de que Luiz Inácio Lula da Silva y Michelle
Bachelet reconocieran su preocupación por el tema, Álvaro
Uribe hizo saber que ni él ni su canciller discutirán la
instalación de tres nuevas bases norteamericanas en la
cumbre regional de Quito del próximo 10 de agosto. El otro
aliado latinoamericano de Washington, el gobierno peruano,
respaldó a su vecino mientras que Brasil anunció que pedirá
un informe al Departamento de Estado. Según la prensa
brasileña, un actor extrarregional lo acompañará en el
pedido, España.
Todo
indica que lo que empezó como uno de los tantos conflictos
entre Colombia y Venezuela, se está convirtiendo en un
problema de la región e, incluso, de Europa. El gran éxito
del gobierno venezolano fue bajarle el tono a la acusación
colombiana sobre la supuesta venta de armas a las FARC,
imponiendo en el centro de la discusión la supuesta amenaza
que significarían para Caracas y para la región las bases
norteamericanas. El presidente Hugo Chávez no congeló las
relaciones diplomáticas con su vecino andino después del
anuncio del acuerdo militar entre Bogotá y Washington; lo
hizo luego de que Uribe aseguró que habían incautado armas
a las FARC que pertenecían a las fuerzas armadas
venezolanas.
Envalentonado
por el apoyo regional, el gobierno de Caracas aprovechó
para ratificar su posición y golpear en donde más le duele
a Uribe, su incapacidad para controlar a las guerrillas en
su territorio. “La mayoría de las armas de la guerrilla
son del ejército colombiano y las FARC operan en territorio
colombiano. Pero ellos se atreven a sancionar y agredir a
otros países por algo que ellos generan”, se quejó la
ministra de Información, Blanca Eckhout.
La
funcionaria acusó a Uribe de lanzar falsas acusaciones
contra su país para justificar la necesidad de la presencia
norteamericana en esa región. “Esta agresión pretende
justificar las bases que Estados Unidos quiere imponer en
nuestro continente. Los norteamericanos, que han apoyado,
intervenido, secuestrado y que han hecho terrorismo
pretenden utilizar a Colombia para impedir la unión y el
avance de América latina”, señaló.
Desde
Colombia también pusieron en duda la credibilidad de
algunas de las denuncias de Uribe hacia sus vecinos y
advirtieron que en los últimos años el país se aisló
cada vez más de sus vecinos. “Estamos en un momento en
que Colombia no se siente cómoda en ninguna parte y las
relaciones con Estados Unidos están en una redefinición
desde el triunfo de Barack Obama”, advirtió el ex
canciller colombiano y ex embajador en Caracas, Rodrigo
Pardo.
Para
el diplomático la crisis bilateral actual no es aislada.
Colombia hace más de un año que no mantiene relaciones con
Ecuador, otro vecino con el que mantiene una frontera porosa
y selvática. En esa ruptura, como en la actual con
Venezuela, el primer ataque salió de Bogotá. Las fuerzas
armadas colombianas cruzaron la frontera ilegalmente y
bombardearon un campamento de las FARC, instalado en medio
de la selva en territorio ecuatoriano. Quito pidió una
rectificación y una explicación por la violación a su
soberanía y, como la disculpa nunca llegó, rompió todas
las relaciones bilaterales.
Para
algunos analistas colombianos, lo mismo podría pasar ahora
con Venezuela. “Desde el punto de vista de la forma y sus
alcances, este incidente es uno de los más graves y no
descarto una ruptura de relaciones con consecuencias
comerciales más fuertes”, advirtió Fernando Giraldo,
decano de Ciencias Sociales de la Escuela de Administración
de Negocios.
Pero
el enfrentamiento trasciende esa frontera porque, de
instalarse en Colombia, los aviones militares
norteamericanos tendrían acceso a gran parte de la costa
del Pacífico de la región. Brasil ya pegó el grito en
aire y pidió explicaciones a Estados Unidos, que ya
mantiene un máximo de 800 militares y 600 civiles en el país
andino, como agentes del Plan Colombia. La incógnita que
queda es si ese número aumentará con la instalación de
las tres nuevas bases militares.
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