Caracas.–
La caída de unos artesanales puentecillos de tablas sobre
un pequeño río limítrofe entre Colombia y Venezuela, que
en tiempos de buena relación se habría obviado como un
pequeño incidente fronterizo, hizo escalar la confrontación
entre ambos vecinos, con el riesgo de que se produzcan
choques armados.
El
derechista presidente colombiano Álvaro Uribe consideró
"muy grave" que militares hayan dinamitado el
jueves los puentecillos desde el lado venezolano de la
frontera, aunque en tono conciliatorio agregó que su país
"no producirá gestos de guerra".
En
Venezuela, el vicepresidente y ministro de Defensa, Ramón
Carrizález, destacó que sus uniformados destruyeron
"unas pasarelas improvisadas que servían a los
narcotraficantes", y agregó que Bogotá "quiere
ocultar el fondo del problema, y es que entregó su soberanía
a Estados Unidos y convirtió a Colombia en una base
yanqui".
El
actual conflicto estalló cuando Bogotá anunció en julio
un acuerdo con Washington para que fuerzas estadounidenses
utilicen siete bases militares colombianas, lo que Caracas
consideró un peligro para América del Sur y un acto de
agresión directa, pues esas bases servirían para
desestabilizar a su gobierno y facilitar una invasión
armada.
"Entonces
se rompió el modus vivendi entre Colombia y Venezuela desde
que en 2002 coincidían los gobiernos de Uribe y Hugo Chávez,
y que con altibajos toleraba lo que cada proyecto político
adelantaba en su respectivo país", observó a IPS
Carlos Romero, director de posgrado de estudios
internacionales en la Universidad Central de Venezuela.
A
esa ruptura siguió "una especie de vacío político
durante meses, con cada gobierno por su lado, sin contactos
o trabajos para superar la diferencia, marcada por el verbo
exagerado del lado de Venezuela y el silencio del de
Colombia", dijo Romero.
Ahora,
según el analista, se llega a una tercera etapa, "de
agudización del conflicto, lo que explica que Bogotá
magnifique cualquier incidente y lo lleve a instancias
internacionales, aun a sabiendas de que esa denuncia difícilmente
prosperará".
Colombia
presentó este viernes al secretario general de la
Organización de los Estados Americanos (OEA), el chileno
José Miguel Insulza, una queja porque Venezuela dinamitó
dos puentes construidos por las comunidades, considerando
que la acción viola el derecho internacional y el
humanitario.
Las
autoridades venezolanas destacaron que no se trata de
puentes o pasos fronterizos sujetos a formalidades aduaneras
o de inmigración, como otros de la zona. Campesinos los
utilizan para ir a faenar a un lado u otro de la frontera,
llevar sus compras y, también, para el "contrabando de
extracción" de gasolina y alimentos desde Venezuela.
Uribe
instruyó a sus colaboradores a no responder los señalamientos
que se les hacen desde Venezuela y a registrar todos los
incidentes para documentar denuncias que llevarán a la OEA
y a la Organización de las Naciones Unidas.
El
izquierdista Chávez no ha ahorrado epítetos a las
autoridades colombianas, llamando a Uribe "lacayo"
y "peón del imperio", al canciller colombiano
Jaime Bermúdez y al propio mandatario de
"desgraciados" y, en sus frecuentes discursos,
habla de la "oligarquía apátrida y pitiyanqui"
de la "Colombia colonia estadounidense".
Analistas
venezolanos llamaron la atención sobre una
"militarización" de la nueva y más aguda etapa
del conflicto, mostrada por el protagonismo del ministro de
Defensa colombiano, Gabriel Silva, al denunciar y describir
la voladura de los puentes.
A su
vez, las respuestas y explicaciones del lado venezolano
fueron llevadas por Carrizález y el comandante de la
guarnición militar en la frontera del noroccidental
departamento del Táchira, el general Eusebio Agüero, quien
justificó la acción como "decisión soberana".
"Es
preocupante el protagonismo de los responsables de Defensa y
de los uniformados, porque la frontera entre Colombia y
Venezuela es muy viva y un pequeño incidente puede ser una
chispa que encienda problemas mayores", dijo a IPS
Fernando Gerbasi, un antiguo embajador venezolano en Bogotá.
La
ciudad fronteriza de Arauca, en el noreste colombiano, fue
escogida para una reunión este viernes del ministro Silva
con los comandantes del ejército y de la fuerza aérea,
generales Oscar González y Jorge Ballesteros, para pasar
revista a la situación militar.
También
este viernes un candidato presidencial colombiano para los
comicios de 2010, el opositor liberal Rafael Pardo, fue
retenido durante unos minutos en Ureña, en la frontera
venezolana de Táchira, por efectivos de la Guardia Nacional
que, según dijo el político restando importancia al
incidente, lo trataron muy correctamente.
Para
Romero "todavía no hay condiciones para que un simple
incidente desencadene un conflicto, hay espacios para la
negociación y debe insistirse en que ambos gobiernos
busquen mecanismos de confianza y no jueguen con el tema de
la guerra".
En
las dos naciones vecinas se desataron oleadas de
declaraciones y advertencias desde que, dos semanas atrás,
Chávez invocó el viejo adagio "si quieres la paz,
prepárate para la guerra", y pidió a militares y
seguidores civiles en Venezuela "no perder ni un día
para nuestra principal misión, que es prepararnos para la
guerra".
El
ex presidente colombiano Ernesto Samper (1994–1998),
opositor de Uribe, indicó que "este es el momento más
crítico en la relación entre Venezuela y Colombia, por la
falta de canales de interlocución", y advirtió que
"el conflicto se puede regionalizar".
Brasilia
ya pidió que Bogotá y Caracas estudien una vigilancia
conjunta de su frontera, con apoyo aéreo brasileño
––oferta que Chávez rechazó de plano–– y tanto
Brasil como España, Francia, Estados Unidos y la Unión
Europea han pedido que los dos gobiernos se abstengan de
actos hostiles y busquen un acercamiento.
Bogotá
pidió a España que monitoree la situación con su vecino,
mientras que en Venezuela el vicecanciller Francisco Arias
desestimó esos llamados pues "no tenemos un conflicto
con Colombia, sino con Estados Unidos", en alusión a
la tesis de que Washington actuaría contra su país.
El
ángulo regional fue validado por la presidenta de
Argentina, Cristina Fernández, y su par de Brasil, Luiz Inácio
Lula da Silva, quienes reiteraron esta semana su preocupación
por la apertura de bases colombianas a fuerzas y
sofisticados equipos estadounidenses. Estados Unidos,
destino principal de las exportaciones venezolanas de petróleo,
ha insistido, como Bogotá, en que las bases serán usadas
exclusivamente dentro de territorio colombiano para combatir
el narcotráfico y la guerrilla.