Crisis
Colombia-Venezuela

Una provocación que puede tener
graves consecuencias

Por Claudio Testa
Socialismo o Barbarie en la web, 31/07/10

¿Provocación Made in USA?

Con sus siete bases militares apuntando al resto de América Latina, el imperialismo yanqui tiene en Colombia uno de los estados más sometidos y colonizados del continente. A pesar de que EEUU, a inicios del siglo pasado, le robó el Canal de Panamá, la burguesía colombiana encabeza los rankings de servilismo en América Latina.

En cuanto a Uribe –un hombre públicamente prontuariado por la DEA como narco y con una montaña de problemas judiciales–, no está en condiciones de decir “no” a una orden de Washington.

Por esos motivos, está el interrogante de si el autor de la provocación ha sido el mismo Uribe o si se trata una vez más del títere que recita el libreto escrito por otro. Hoy es difícil saberlo, pero eso tiene menos importancia de la que podría suponerse.

En primer lugar, el Departamento de Estado saltó inmediatamente, como un resorte, para apoyar a dos manos la provocación. Lo hizo, además, en un tono particularmente violento, que sorprendió hasta a la misma prensa de derecha latinoamericana.[1]

Cualquiera haya sido el autor del libreto, éste se encuadra completamente en la política de EEUU. Al mismo tiempo, no le viene mal a los intereses personales de Uribe y de los sectores particulares de la burguesía que él representa, y que pueden tener diferencias con el nuevo presidente en el operativo de “unidad nacional” y de “lavar la cara” al régimen que estaría por impulsar Santos.

Nota:

1.– Así, la corresponsal en Washington del diario La Nación  de Buenos Aires subraya que “el gobierno de Barack Obama dejó de lado la indiferencia frente a Venezuela. Y en un giro respecto de la cautela que venía manteniendo en estos últimos meses, ayer respaldó íntegramente la denuncia colombiana sobre las actividades terroristas(!!!) [del gobierno venezolano]....«Venezuela ha mostrado una conducta insolente», dijo el vocero del Departamento de Estado Philip Crowley.” (Silvia Pisani, “EEUU apoyó a Colombia y calificó de ‘insolente’ la actitud de Caracas”, La Nación, 23/07/10)

Pocos días antes de dejar la presidencia de Colombia, Álvaro Uribe Vélez lanzó una provocación contra el gobierno venezolano que, en lo inmediato, ha llevado a la ruptura de relaciones entre ambos países. Si esta provocación sigue adelante y es retomada por el nuevo gobierno de Colombia, podría tener graves consecuencias, incluyendo un conflicto armado entre ambos países.

Uribe salió al ruedo con la denuncia de “campamentos de las FARC” asentados en territorio venezolano. Las “pruebas” presentadas ante los gobiernos y organismos internacionales (OEA, Unasur) no parecen muy convincentes. Consisten principalmente en fotos satelitales de lugares difíciles de identificar con certeza.[1]

Pero el dato más significativo es que estas “pruebas” no serían recientes. ¿Por qué entonces el gobierno colombiano no dijo nada en su momento?

Esta cuestión de fechas es muy importante. Nos remite, obviamente, a que Uribe finaliza su mandato el próximo 7 de agosto, día en que asumirá su ex ministro Juan Manuel Santos. Es evidente que –con o sin el asentimiento de su sucesor– Uribe salió a “marcar la cancha” de las futuras relaciones colombo–venezolanas.

Hay que tener en cuenta que tanto desde Caracas como también desde Bogotá se venía alentando un mejoramiento de las relaciones. En función de eso, estaba programado que Chávez asistiría a la asunción de Santos. Ya se hablaba del “abrazo Santos–Chávez” que simbolizaría la “reconciliación” colombo–venezolana. El petardo lanzado por Uribe pone las cosas igual o peor que antes.

Obviamente, el gobierno venezolano tenía interés en ese operativo diplomático de “borrón y cuenta nueva” programado para el 7 de agosto. Es menos sabido internacionalmente que también sectores de cierta importancia de la burguesía y el establishment político de Colombia tienen el mismo interés, aunque no sienta mayor amor por Chávez.

Es que el conflicto ha sido ruinoso para las relaciones comerciales entre los dos países. En esto, es Colombia quien más ha salido perdiendo. El mercado venezolano era importante para los exportadores colombianos, principalmente de alimentos pero también de manufacturas, incluso de automotores. Colombia tenía además un amplio superávit en los intercambios de Venezuela.

El cierre de la frontera y la interrupción del comercio colombo–venezolano no podría darse en un pero momento. Al igual que en México y otros países latinoamericanos excesivamente sometidos a la dependencia de EEUU, en Colombia la crisis mundial ha pegado durísimo. Que, al mismo tiempo, por las peleas con Chávez, se corte el oxígeno del comercio con Venezuela no ha sido del agrado de muchos empresarios. Claro que esto no afecta demasiado al importante sector de la burguesía narco–paramilitar, de la que es miembro notorio la familia Uribe desde antes de llegar Álvaro a la presidencia.

Continuismo y cambios

Pero esto se engloba también en una serie de problemas y contradicciones internas que marcan tanto la continuidad como los cambios que significa el pasaje al nuevo gobierno.

Esencialmente, Santos es continuador de Uribe. Más concretamente, es continuador de lo que Uribe llama los “tres huevitos” que deja su presidencia: “el huevito de la seguridad democrática, al huevito de la confianza de inversión, al huevito de la política social”.[2]

La “seguridad democrática” es el régimen autoritario y salvajemente represivo que ostenta varios records mundiales, como el de dirigentes sindicales asesinados y el de población rural desplazada por las masacres del ejército y los paramilitares (lo que ha sido muy conveniente para que nuevos y viejos sectores terratenientes se apoderen de sus campos).

Uno de sus últimos escándalos ha sido el hallazgo de la fosa común más grande la historia de América Latina, con más de 2.000 cadáveres de campesinos ejecutados por el ejército y los "paracos".

El “huevito de la confianza de inversión” es el neoliberalismo más extremo, que habilita al capital extranjero (especialmente de EEUU) a arrasar con todo.

El tercer “huevito” de Uribe, la “política social” es un débil asistencialismo de la miseria, que permite a los partidos del régimen organizar un ejercito de clientelas electorales. Sumado a la abstención masiva, a la pistola de los paramilitares en muchos municipios y al porcentaje de fraude, esto permite ganar elecciones con paquetes minoritarios de votos. Mientras tanto, Colombia tiene uno de los índices de desempleo más altos del continente y que va en crecimiento.

Santos, el presidente electo, se ha comprometido a ser la fiel gallinita que va a empollar los tres huevitos, herencia de Uribe. Sin embargo, las cosas no están resultando tan simples. El gallinero está cada vez más alborotado...

Aquí se presentan una combinación de problemas. Santos fue el brazo derecho de Uribe: ambos están manchados por los mismos crímenes. En particular, con Santos como minstro de Defensa, se produjo el escándalo de los “falsos positivos”, una de las más abominables atrocidades, que además retrata el cinismo y la hipocresía de la “democracia” oligárquica de Colombia.[3] Sin embargo, al mismo tiempo, Santos representa a sectores diferentes de la burguesía colombiana.

Uribe proviene de la burguesía mediana y rural del estado de Antioquia (con capital en Medellín). Él y su familia tienen un historial “nonc santo” de estrechas relaciones con el narco y el paramilitarismo. Como su asesinado padre Alberto Uribe, el presidente saliente fue hombre del Cartel de Medellín[4] y luego, como gobernador de Antioquia, legalizó una de las primeras organizaciones paramilitares, las llamadas “Cooperativas Convivir”.

Hoy Uribe, además de tener a parte de su familia (su hermano y sus propios hijos) procesada por variedad de delitos (en primer lugar, paramilitarismo), carga con un voluminoso prontuario personal. El día de mañana, cualquier cambio político le puede deparar sorpresas desagradables.

En cambio, Santos es hombre de la oligarquía “ilustrada” tradicional de Bogotá, de la familia que era propietaria de “El Tiempo”, el principal diario de Colombia. Su política de fondo es la continuidad de los “tres huevitos”, pero con cambios de forma que probablemente no son compartidos por Uribe y algunos de los sectores que representa. Y que, además, pueden tener consecuencias desagradables para ellos, como la de responder por los crímenes en que han estado implicados demasiado directamente, como es el caso de Uribe y su familia. Las responsabilidades de Santos han sido relativamente menos directas.

Santos ha llamado a la “unidad nacional”, ha organizado un gabinete donde ha incorporado a gente de otros partidos y también se ha dado una política de cooptación hacia su “izquierda”, principalmente hacia sectores del llamado “Polo Democrático Alternativo” y de la burocracia sindical. Esta política ya la había adelantado al poner como vicepresidente un ex burócrata sindical del Partido Comunista.

Y Santos comienza a tener cierto éxito: burócratas sindicales también provenientes del PC y un buen sector del Polo Democrático están aplaudiendo la “unidad nacional” y haciendo cola para que Santos les tire algún hueso.

Más profundamente, estos problemas reflejan divergencias más generales en la burguesía colombiana y el establishment político y judicial. Un amplio sector desea tener un estado burgués “normal”, con un régimen democrático burgués “fuerte” pero también “normal”. Es decir, que le dé duro a la guerrilla y también a las protestas de los trabajadores, pero sin paramilitares, sicarios y asesinatos como práctica habitual (incluso entre burgueses).

Estos sectores quisieran acabar con lo que un jefe paramilitar –Salvatore Mancuso– definió bien como “paramilitarismo de estado”. El estado burgués colombiano sigue fragmentado entre el aparato central y “oficial”, y el “extraoficial” de los ejércitos privados.

Superar esto sería, además, necesario para avanzar en la cooptación de burócratas sindicales y dirigentes de “izquierda”, una operación preventiva teniendo en cuenta el descontento que la crisis genera en los sectores populares.

Después del 7 de agosto, veremos cómo se van precisando estas y otras diferencias esbozadas no muy claramente. La pelea con Venezuela podría ser de alguna manera un test de todo esto.


Notas:

1.– Por otra parte, como señala el sociólogo Atilio Boron, “a lo largo de una frontera como la colombo–venezolana (de más de dos mil kilómetros de largo y con escasos accidentes geográficos que permitan delimitar claramente el terreno) narcos, guerrilleros, paramilitares, contrabandistas y delincuentes comunes, amén de gente normal y corriente, pueda cruzar de un lado al otro sin el menor inconveniente”.(“Uribe, función de despedida”, atilioboron.blog, 25/07/10). Es especialmente notoria, a ambos lados de la frontera, la presencia abierta de paramilitares con bases en Colombia, como lo ha documento infinidad de veces la prensa internacional.

2.– “Uribe pide a los colombianos no cambiar los tres huevitos que deja su gobierno”, Radio Santa Fé, Bogotá, 24/05/10.

3.– El gobierno colombiano había instituido una sistema de recompensas por “guerrillero muerto”: era el neoliberalismo aplicado a combatir la guerrilla. Con ese estímulo, los militares se dieron a la tarea de “fabricar” guerrilleros muertos, los llamados “falsos positivos”. Como era peligroso buscar verdaderos guerrilleros, asesinaban a jóvenes de barrios pobres, los vestían como tales... y cobraban las recompensas. Juan Manuel Santos, como ministro de Defensa, fue el responsable directo de esta monstruosidad, en la que murieron miles y miles de jóvenes.

4.– En los documentos oficiales desclasificados y publicados en la revista Newsweek, Álvaro Uribe figura como el Nº 82 en la lista de narcos. Ver de Sergio Camargo, “El narcotraficante Nº 82”, Universo Latino, 2008.


Golpe a un Chávez con serios problemas

Por Claudio Testa
Socialismo o Barbarie en la web, 31/07/10

La provocación de Uribe pega sobre Venezuela en momentos en que Chávez enfrenta una seria crisis económica y un debilitamiento político, especialmente en el movimiento obrero.

En artículos anteriores, hemos analizado los elementos de crisis del régimen chavista. Estos se desarrollan motorizados  principalmente por la crisis económica. Los trabajadores y las masas populares se ven castigadas al mismo tiempo por una severa recesión y por un aumento desenfrenado de los precios.

Recientemente, un economista marxista describía así la situación: “Aunque la teoría económica burguesa afirma que generalmente el crecimiento arrastra inflación y la recesión caída en los precios, en Venezuela la depresión económica (3 trimestres consecutivos decreciendo) ha venido acompañada por una trepidante inflación. La inflación en alimentos en 2 años y medio fue de 102% y de servicios médicos de 121%. La inflación en este sólo mes de abril de 2010, en alimentos alcanzó el 12% y en bienes agrícolas un locuaz 34%. La inflación anualizada es de 84%. Todo ello, hace estéril los aumentos del salario nominal y significa una destrucción progresiva del salario real, lo que se entiende como una depauperación absoluta del proletariado, luego de venir de un año 2008 donde los precios del petróleo (95% de nuestras exportaciones) alcanzaron su techo histórico.”[1]

Esto genera un lógico descontento en las masas trabajadoras y populares. En ese contexto, Chávez deberá afrontar el 26 de septiembre próximo las elecciones de Asamblea Nacional. Si la oposición ganara la mayoría de las 167 bancas en disputa, Chávez afrontaría serias dificultades para seguir gobernando.

Es en ese cuadro que golpea la provocación de Uribe. Sin embargo, esto no implica mecánicamente un efecto favorable a la oposición de derecha y proyanqui. Al romper relaciones, Chávez subió la apuesta, polarizando verbalmente las cosas frente a Uribe y EEUU.

Al mismo tiempo, en tono más bajo pero no menos significativo, Chávez llamó a la guerrilla de las FARC a desarmarse. “Los movimientos armados de Colombia –dijo Chávez– deberían de reconsiderar su estrategia armada... No hay condiciones para que ellos puedan tomar el poder en un lapso previsible. Se han convertido en la principal excusa del imperio para penetrar en Colombia a fondo y desde ahí agredir a Ecuador, Venezuela y Cuba...”[2]


Nota:

1.– Manuel Sutherland, “Dólares, inflación y desabastecimiento”, en www.socialismo–o–barbarie.org, edición del 11/07/10.

2.– “Llamado de Chávez a las FARC”, Agencia EFE, 24/07/10.