Incondicional
peón del imperio, Álvaro Uribe se despide de la
presidencia de Colombia con una nueva provocación: la
denuncia de la existencia de campamentos de las FARC en
territorio venezolano. Ni lerdo ni perezoso el Departamento
de Estado salió a respaldar sin reservas la acusación
formulada por Bogotá en la OEA, alentado por la supuesta
"contundencia" de las pruebas presentadas por
Uribe que denuncian al gobierno de Hugo Chávez por permitir
la instalación de campamentos de la FARC y la realización
de diversos programas de entrenamiento militar de unos 1.500
efectivos de la guerrilla en territorio venezolano.
El
vocero del Departamento de Estado, Philip Crowley, declaró
con singular insolencia que "Venezuela ha mostrado una
conducta desafortunada e insolente" con su vecino y
amenazó que si ese país "no coopera, Estados Unidos y
los demás países obviamente lo tomarán en cuenta."
Hay que recordar que desde 2006 Estados Unidos incluye a
Venezuela en la lista de países que no cooperan en la lucha
contra el terrorismo.
En
la misma línea se manifestó el Subsecretario Adjunto para
América Latina, Arturo Valenzuela, declarando que la
denuncia hecha por Uribe era "muy seria." Ambas
declaraciones arrojan espesas sombras de dudas sobre las
capacidades intelectuales de ambos funcionarios y, lo que es
aún más grave, alimentan la sospecha de que por su afición
a la mentira la calidad moral de ambos no parece ser
demasiado diferente de la de Álvaro Uribe.
Es
evidente que para los administradores imperiales cualquier
cosa que convenga a sus intereses tratan de hacerla aparecer
ante los ojos de la opinión pública como "seria y
contundente". Y son esos intereses los que movieron a
la Casa Blanca a pedirle una última "prueba de
amor" al gobernante colombiano pocos días antes de
abandonar la presidencia. Como es de público conocimiento,
el prontuario que la DEA, la CIA y el FBI han venido
construyendo sobre Uribe por sus íntimas y prolongadas
vinculaciones con los narcos no le permite al mandatario
colombiano desobedecer ninguna orden originada en
Washington, so pena de correr la misma suerte que el ex
presidente panameño Manuel A. Noriega y terminar sus días
en una cárcel de máxima seguridad de los Estados
Unidos.[1]
La
disparatada denuncia de Uribe, un inveterado mentiroso,
viene de perlas para impulsar la desestabilización que
Washington quiere producir en vísperas de las cruciales
elecciones venezolanas programadas para el 26 de Septiembre
y, a la vez, legitimar el impresionante programa de
militarización que está imponiendo en América Latina, una
de cuyas mayores expresiones ha sido la firma del tratado
Obama–Uribe mediante el cual el país sudamericano cede al
menos siete bases militares para uso de las fuerzas armadas
de los Estados Unidos. Por eso los personeros del gobierno
norteamericano simulan que consideran "serias y
contundentes" las pruebas que respaldan la denuncia de
Uribe, sabiendo que no tienen asidero alguno y que son puro
palabrerío y montajes fotográficos. Pero las mentiras son
parte del discurso oficial de Estados Unidos, elementos
imprescindibles para rodear con un halo de legitimidad los
designios del imperialismo norteamericano, y esto por varias
razones.
Mentiras
porque, en primer lugar, si las FARC controlan cerca del 30
% del territorio nacional (cosa que es archisabida en
Colombia) no se entiende que sentido puede tener distraer
nada menos que 1.500 hombres del teatro de operaciones,
enviar a sus jefes a vacacionar en Venezuela y organizar 85
campamentos guerrilleros en el vecino país. Si hay un político
que miente sistemáticamente en nuestra región –¡y hay
muchos!– Uribe se lleva las palmas: es en la propia
Colombia donde la crisis y putrefacción del estado oligárquico
permite que amplias franjas de su territorio, especialmente
en las zonas selváticas, estén contraladas por la
guerrilla, los narcos y los paramilitares. Diversas
autoridades ecuatorianas comentaron luego del ataque que las
fuerzas colombianas realizaron en su territorio que Ecuador
no limita al norte con Colombia sino con una tierra de nadie
controlada por las organizaciones descritas más arriba.
Con
una necedad sin límites Uribe acusa a sus vecinos de no
hacer lo que él ha dado sobradas muestras de ser incapaz de
hacer: controlar su propio territorio. Cerrando los ojos
ante esta realidad Estados Unidos se monta sobre esta falaz
denuncia para, desde allí, acosar al gobierno bolivariano
por su falta de colaboración en la lucha contra el narcotráfico,
ocultando ante la opinión pública –¡con la complicidad
de la "prensa libre", por supuesto!– el molesto
hecho de que el mayor exportador mundial de cocaína (y
también de narcotraficantes) es la Colombia militarizada
por Uribe y devenida gracias a su invalorable colaboración
en un protectorado norteamericano.
Ante
semejante cuadro de descomposición política, denunciar que
las FARC se instalan en Venezuela –¡y para colmo con el
aval y la complicidad del gobierno de Hugo Chávez!– no
pasa de ser una vulgar engañifa al servicio del imperio ;
una acusación que carece por completo de entidad como para
ser tomada mínimamente en serio. Es la calumnia que
descerraja un personaje completamente inescrupuloso como
Uribe. [2]
En
segundo lugar, ¿cómo olvidar que Uribe fue el hombre que
mintió alevosamente cuando sus fuerzas, apoyadas por las de
Estados Unidos, incursionaron en territorio ecuatoriano
aduciendo que iban en persecución de una columna de las
FARC. Las pruebas demostraron que los guerrilleros a los que
supuestamente se perseguía luego de un enfrentamiento
ocurrido en territorio colombiano estaban durmiendo
–vestidos inclusive con pijamas– al momento de
producirse el ataque y que, en consecuencia lo que tuvo
lugar en Santa Rosa de Sucumbíos no fue un combate sino
lisa y llanamente una masacre indiscriminada. Esta operación,
realizada poco después de la medianoche del 1º de Marzo
del 2008 fue realizada con el apoyo logístico y material de
los efectivos norteamericanos estacionados en la base de
Manta, los únicos que disponían de la tecnología
necesaria y de aviones capaces de efectuar un bombardeo de
asombrosa precisión en plena selva y en medio de la más
absoluta oscuridad. Una muestra más de la enfermiza afición
de Uribe por la mentira fue la historia montada en torno a
la famosa laptop de Raúl Reyes, que en un prodigio tecnológico
sin precedentes sobrevivió indemne a un bombardeo que
destruyó todo lo que había a su paso y cuyo disco rígido
habría entregado valiosísima información sobre los
profusos contactos de Reyes y las FARC con todos los
enemigos de Uribe y Estados Unidos.[3]
Tercero,
¿cómo se le puede creer a un hombre que desde la
presidencia de Colombia convalidó la acción de los
paramilitares y del terrorismo de estado? El 16 de febrero
de este año la unidad de "Justicia y Paz" de la
Fiscalía colombiana publicó un informe en el que se revela
que algo más de 4.000 paramilitares de las AUC, las
Autodefensas Unidas de Colombia, aseguraron haber perpetrado
30.470 asesinatos en el período comprendido desde mediados
de los ochenta hasta su "desmovilización" en
2003–2006. No sólo eso: la Fiscalía recibió además
declaraciones de los paramilitares dando cuenta de 1.085
masacres, 1.437 reclutamientos de menores; 2.520
desapariciones forzadas, 2. 326 desplazamientos forzados y
1.642 extorsiones, además de 1.033 secuestros. Pese a este
luctuoso record Uribe es considerado por sus mandantes en
Washington como un campeón en la lucha por los derechos
humanos.[4] En relación a esto, si el ansiado TLC entre
Colombia y Estados Unidos no ha sido todavía ratificado por
el Congreso norteamericano es porque, tal como lo señala el
conservador periódico colombiano El Tiempo, tan sólo en el
año 2009 los paracos y las "fuerzas de seguridad"
asesinaron a 40 sindicalistas, convirtiendo a Colombia en el
país más peligroso del mundo para ese tipo de actividad.
Sobre un total de 76 dirigentes gremiales asesinados en todo
el mundo, el 52 % de esos crímenes se perpetraron en un país
al que Estados Unidos considera un ejemplar paradigma de la
lucha por los derechos humanos y el combate al terrorismo.
La Central Única de Trabajadores de Colombia informó pocos
meses atrás que desde 1986, año de su creación, 2.721
activistas y dirigentes de esa organización fueron
asesinados por las "fuerzas de seguridad." [5]
Pese a ello, las credenciales democráticas de Colombia jamás
fueron puestas en duda por Washington.[6]
Cuarto,
el denunciante es nada menos que el responsable intelectual
y político de la masacre serial conocida con el nombre de
"falsos positivos." Tal como lo señalan distintas
notas publicadas en Colombia por el Observatorio
Latinoamericano, Cronicón, durante estos tres últimos años
de gobierno de Uribe el balance es funesto. Se comprobó que
las fuerzas militares ante el acoso del gobierno para que
mostrara resultados concretos en la lucha contra la
guerrilla el Ejército diseñó y ejecutó un plan criminal:
recorrer las comunidades y aldeas más pobres del país
ofreciendo trabajo a la enorme masa de desocupados y
reclutando a un elevado número de indigentes, campesinos
indefensos y jóvenes marginados, que luego eran asesinados
a sangre fría y sus cadáveres se los hacía pasar como
pertenecientes a guerrilleros ejecutados en combate para
cobrar la recompensa establecida por el gobierno u obtener
estímulos o ascensos en su carrera militar. Según
estimaciones muy conservadoras estos crímenes de Estado,
perpetrados cuando el futuro presidente de Colombia, Juan M.
Santos era Ministro de Defensa, superan los mil setecientos
casos.[7] Otra faceta de esta criminal política mal llamada
de seguridad democrática la brinda el hallazgo, dado a
conocer el 16 de Febrero del 2010, "de la mayor fosa
común de la historia contemporánea del continente
americano, horrendo descubrimiento que ha sido casi
totalmente invisibilizado" por los principales medios
de comunicación de masas en Colombia y en el mundo.
"La fosa común contiene los restos de al menos 2.000
personas, está en La Macarena, departamento del Meta...(y
fue descubierta ) gracias a la perseverancia de los
familiares de desaparecidos y a la visita de una delegación
de sindicalistas y parlamentarios británicos que
investigaba la situación de derechos humanos en Colombia,
en diciembre 2009.[8] Cabe añadir que esa zona había sido
objeto de preferente atención por parte de las fuerzas
armadas colombianas desde el 2005, con los nefastos
resultados recientemente revelados.
Como
ocurrió con todos los terrorismos de estado que asolaron la
región en los años setentas del pasado siglo, los crímenes
de lesa humanidad cometidos por sus perpetradores tenían
también un trasfondo económico. En el caso de la Colombia
de Uribe, con su comparsa de sanguinarios esperpentos, entre
las corruptas fuerzas armadas, los paramilitares y el narco
se repartieron millones de hectáreas que en su desesperado
éxodo dejaban tras de sí los campesinos desplazados por
los bombardeos y masacres indiscriminadas a que estaban
sometidos. Tal como lo expusiera Jomary Orteon Osorio, del
Colectivo de Abogados de Colombia, en la conferencia del
Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la
ONU reunida en Ginebra a comienzos de Mayo de este año, la
cifra de los campesinos desplazados ascendería a 4.500.000
y sus tierras fueron luego transferidas, con gran provecho
para los encargados desalojarlos, a los terratenientes y el
agronegocios, auspiciantes y cofinanciadores del
paramilitarismo. En esa misma conferencia se estableció que
pese a los "éxitos" del gobierno de Uribe el número
de desplazados sigue creciendo a razón de 150.000 personas
por año. El Ministro de Planeación de Colombia, Esteban
Piedrahita Uribe, jefe de la delegación colombiana en esta
conferencia, no desmintió las alegaciones antes formuladas
y se limitó a decir que "hemos confiscado 2.000.000 de
hectáreas a grupos criminales que se apropiaran ilegalmente
de esas tierras y ahora la justicia va a decidir la devolución
a sus verdaderos propietarios."[9] En todo caso, hay
que subrayar que el cálculo del número de hectáreas
expropiadas en esta salvaje re–edición del proceso de
acumulación originaria que Marx describiera en su célebre
capítulo 24 del primer tomo de El Capital está sujeto a
fuertes controversias. Hay quienes sostienen que el número
de hectáreas así transferidas asciende a 6 millones pero
hay otros que fijan esa cifra en torno a los 10 millones. En
todo caso, cualquiera que sea el número que finalmente se
establezca más allá de toda duda, lo cierto es que la política
de seguridad democrática si hay algo que efectivamente
aseguró fue la expropiación de la masa campesina y la
apropiación de las mismas por el capitalismo agrario.[10]
Este
es el hombre que hoy levanta su dedo acusador en contra de
la revolución bolivariana. Es evidente que lo suyo es una
maniobra más, dictada por los estrategas del imperio, para
acosar al gobierno de Hugo Chávez y para legitimar la política
del "hard power" (poder duro) a la cual parece
haberse vuelto más afecto Obama que su ignominioso
predecesor, pese a que en las declaraciones oficiales y en
los escritos de algunos analistas cercanos a la Casa Blanca,
como Joseph Nye, se hable con insistencia de las ventajas
del "soft power" (poder blando, o la diplomacia
tradicional) o el "smart power" (el poder
inteligente, de la nueva diplomacia) sobre la brutalidad y
elevado costo del primero. Sin embargo, el imperio insiste
en el poder duro de su impresionante dispositivo militar:
por eso las bases en Colombia; en Aruba y Curazao, a pocos
kilómetros del litoral marítimo venezolano; las que se
encuentran en El Salvador y en Honduras y, ahora, la
autorización para introducir nada menos que 7.000 marines y
toda clase de armamento, además de portaviones, helicópteros,
buques anfibios, aviones de última generación, en la
vecina Costa Rica. Por eso también la Cuarta Flota. El
gobierno de Uribe cumple así un servicio de extraordinaria
importancia para facilitar los planes destituyentes del
imperialismo: incapaz de proteger su frontera de 586 kilómetros
con Ecuador, a la que destina apenas 8 minúsculos
destacamentos militares, y mucho más incapaz todavía de
hacer lo propio en los 2.216 kilómetros que tiene la
frontera colombo–venezolana, convertida en una zona
liberada para narcos y paracos, trata por todos los medios
de crear las condiciones que justifiquen la intervención
militar norteamericana en América del Sur; en lo inmediato,
mantener viva la tensión entre Colombia y Venezuela luego
del recambio presidencial, evitar que Santos modifique la
agenda de confrontación permanente con la revolución
bolivariana instituida por Uribe y enlodar la cancha para
que Chávez llegue desgastado y acosado internacionalmente a
las elecciones de finales de Septiembre. Preocupado por su
futuro y agobiado por el espectro de Noriega pudriéndose en
una cárcel gringa o de una querella planteada ante la Corte
Penal Internacional, Uribe se esmera hasta el último día
de su mandato para mostrar su total sumisión a los dictados
de los imperialistas. Por eso es importante desenmascarar al
denunciante, y exigir la pronta intervención de la UNASUR
para desbaratar los planes de Washington en Nuestra América.
Este no es un tema para la OEA (que además no supo
desbaratar la provocación uribista) sino para la UNASUR,
que será puesta a prueba con este incidente. Es de esperar
que esta naciente organización de los países sudamericanos
actúe de inmediato, ya mismo, porque de lo contrario puede
ser demasiado tarde para evitar las graves consecuencias de
todo orden que tendría la consumación del proyecto
belicista de los Estados Unidos, implementado por Washington
y sus proxys latinoamericanos.
(*) Atilio Boron es profesor de
teoría política y social en la Universidad de Buenos
Aires. Ha publicado numerosos libros. Es director del PLED,
Programa Latinoamericano de Educación a Distancia en
Ciencias Sociales. También es Ex –Secretario Ejecutivo
del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales / CLACSO,
1997–2006.
Notas:
[1]
Para quienes tengan dudas al respecto se les recomienda
consultar al Archivo de Seguridad Nacional de Estados
Unidos, cuyos documentos desclasificados se encuentran ahora
en la George Washington University. El que nos interesa en
este momento se denomina U.S. INTELLIGENCE LISTED COLOMBIAN
PRESIDENT URIBE AMONG "IMPORTANT COLOMBIAN NARCO-TRAFFICKERS"
IN 1991, y en su subtítulo se dice que el por entonces
Senador, y hoy presidente de Colombia, se dedicaba a
colaborar con el Cartel de Medellín en los niveles más
altos del gobierno y era un estrecho amigo de Pablo Escobar
y sus "narco-asesinos." Ver en detalle éstas y
muchas otras similares caracterizaciones sobre Álvaro Uribe
en http://www.gwu.edu/~nsarchiv/NSAEBB/NSAEBB131/index.htm
[2]
No se nos escapa el hecho de que a lo largo de una frontera
como la colombo-venezolana (de más de dos mil kilómetros
de largo y con escasos accidentes geográficos que permitan
delimitar claramente el terreno) narcos, guerrilleros,
paramilitares, contrabandistas y delincuentes comunes, amén
de gente normal y corriente, pueda cruzar de un lado al otro
sin el menor inconveniente. No existen fronteras herméticamente
cerradas en América del Sur, y eso lo saben mejor que nadie
los narcotraficantes. Pero acusar a Caracas de tolerar o
avalar el establecimiento de bases o campamentos de las FARC
en territorio venezolano sólo habla de la absoluta
deshonestidad de Uribe y sus patrones.
[3]
Ver la abrumadora evidencia aportada por el estudio de
Margarita Vallejo y Horacio López, El ataque de Colombia en
territorio ecuatoriano : detrás de las palabras y los
hechos (Buenos Aires: Ediciones del Centro Cultural de la
Cooperación, 2009)
[4]
Ver el informe en: http://www.telesurtv.net/noticias/
secciones/ nota/66984- NN/ex-paramilitares-colombianos-
reconocen- haber-cometido-cerca-de-30-mil-500- asesinatos/
[5]
http://www.eltiempo.com/colombia/justicia/asesinados-40-sindicalistas-el-ano-pasado-en-colombia-denuncia
-organizacion-de-trabajadores_7120268-1
[6]
A esta lúgubre estadística habría que agregar que bajo
los ocho años del gobierno de Uribe se asesinaron en
Colombia por lo menos a 27 periodistas, "por razones de
oficio", como dice un informe elaborado al respecto. Se
trata de una estimación hecha por una fuente conservadora,
impugnada por otras que aportan una cifra mucho mayor.
[7]
Datos proporcionados en una entrevista realizada al director
del Observatorio Latinoamericano, Fernando Arellano. Ver más
antecedentes sobre el tema en el sitio web del Observatorio:
http://www.cronicon.net/paginas/cronicon_menu.htm
[8]
Cf. http://www.publico.es/internacional/288773/aparece/colombia/fosa/comun/cadáveres;
y también http://www.rebelion.org/noticia.php?id=99507
[9]
Ver más antecedentes de este tema en el sitio Web de la
Cadena Caracol, 4 Mayo 2010
http://www.caracol.com.co/nota.aspx?id=1019108
[10]
Datos que surgen de estudios e investigaciones realizados
por el MOVICE, Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes
de Estado: 4,5 millones de desplazados, cifras 2009:
http://www.movimientodevictimas.org/index.php?option=com_content&task=view&id=278&Itemid=64
- Sobre la superficie agrícola expropiada, ver las cifras
del año 2009:
http://www.movimientodevictimas.org/index.php?option=com_content&task=view&id=274&Itemid=69