Colombia

Reflexiones desde Colombia

Por Galeano, desde Bogotá
Para Socialismo o Barbarie, 06/04/11

Desde Colombia nos llegan estos apuntes sobre la situación del país, a los primeros ocho meses del gobierno de Juan Manuel Santos Calderón.

El gobierno de Santos

Es un gobierno que representa el sector burgués más tradicional del pais. Santos desciende de una de las familias con más poder económico e influencia política. Además de ser accionista del periódico de mayor tiraje nacional, (El Tiempo) varios de los miembros de su núcleo familiar han ocupado históricamente puestos de importancia en las diferentes esferas de poder.

Santos se desempeñó en el anterior gobierno como ministro de Defensa y fue elegido a la presidencia como candidato del partido de Uribe, (el Partido de la U.). Alcanzó 9 millones de votos en el 2009, el 69% de la votación. Vale la pena anotar que la abstención estuvo en sus promedios históricos: el 55%.

Santos recibe un país con toda la complejidad, que ha caracterizado desde hace muchas décadas a Colombia: riquezas naturales, posición qeoestratégica de gran importancia, guerrilla, narcotráfico, bandas paramilitares, corrupción, pobreza, desempleo y desplazados (entre otros).

Su pasado político, el sector social que representa y los primeros ocho meses de su gobierno nos permite afirmar que nada va a cambiar sustancialmente en la realidad nacional durante la presidencia de Santos.

Santos – Uribe: más de lo mismo pero con algunas diferencias

Santos sintetizo su programa de gobierno en esta frase, “de la seguridad democrática hacia la prosperidad democrática.”

Esto significa que manteniendo la “seguridad democrática” de Uribe, propone complementarla con políticas de corte “social”.

Por otra parte, Santos busca distanciarse de Uribe en los siguientes aspectos: La sombra que pesa sobre Uribe por sus presumibles vínculos con la mafia; su patrocinio abierto a las autodefensas campesinas de terratenientes y hacendados (bandas paramilitares) y su odio visceral a todo lo que huela a izquierda o luchas sociales.

Más importante aun es este distanciamiento para Santos de su antiguo jefe, cuando siendo su ministro de Defensa debió enfrentar uno de los escándalos más sonados de la época, “los falsos positivos”. Se destapo ante la opinión publica que el ejército estaba asesinando civiles para hacerlos pasar por “bajas en combate” contra la guerrilla; esto en el marco de resultados que requería “la política de seguridad democrática”.

La campana presidencial de Santos y la conformación de su gobierno las ha manejado con un perfil de consenso y acuerdos con las diferentes fuerzas políticas del país. En este sentido se entiende la escogencia al cargo de vicepresidente de Angelino Garzon, ex–sindicalista y ex–izquierdista.

Al día de hoy, el gobierno mantiene un acuerdo de Unidad Nacional con los liberales y conservadores (los dos partidos tradicionales) y otras fuerzas de menor tradición histórica pero que no han dejado de jugar un papel protagónico en el ultimo periodo.

Algunos de sus proyectos y acciones han molestado a sus actuales copartidarios del Partido de la U. y ha habido conatos de rompimiento dentro de esa alianza política, pero aun mantiene el consenso y la unidad a cambio de reversar proyectos y entregar beneficios burocráticos.

La Ley de Victimas

Entre las políticas de “corte social” del actual gobierno, está la llamada Ley de Victimas, una propuesta “integral” que envió al Congreso y que se resume en indemnizar económicamente a victimas de la violencia y restituir tierras a los campesinos desplazados por la violencia.

Lo primero a tener en cuenta es la dimensión de la tragedia y confrontarla con la propuesta del gobierno.

En el 2008 Colombia ocupaba el primer lugar del mundo de desplazados internos con más de 3 millones de victimas. Al 2002 según informe de Amnistía Internacional, 70 mil personas fueron asesinadas en el conflicto armado, del 2000 al 2002 10 mil personas fueron secuestradas y de ellas 1500 desaparecidas. Del partido de izquierda Unión Patriótica, fueron asesinados 5000 militantes, (hoy esta fuerza política está desaparecida). En sólo el mes de marzo de 2011, cuando se escriben estas líneas, han sido asesinados tres defensores de los sin tierra y 14 han muerto durante el gobierno de Santos. Como estos, hay más hechos barbáricos que están recogidos en cifras.

El primer problema que ha presentado esta Ley de Víctimas y restitución de tierras, (que es limitada en el tiempo, en la profundidad y cobertura de sus metas) ha sido la oposición de sectores tanto en el Congreso, como por fuerzas políticas y sociales nacionales y regionales que están interesados en que ésta no avance ni un centímetro, pues un centímetro que avance, los despojaría de poder y tierras. Además cuestionaría políticamente la acción de los anteriores gobiernos principalmente el de Alvaro Uribe, pues como ya hemos señalado en sus ocho anos de gobierno y anterior a esto en las regiones donde Uribe desempeñaba cargos públicos, el fenómeno de la violencia contra sectores de los trabajadores y explotados, se potenciaban significativamente.

El segundo problema, en caso de que el proyecto logre prosperar en el Congreso, es su cobertura y profundidad. En el caso de las indemnizaciones a las victimas no hay consenso en cuanto a varios temas: tiempo retroactivo para beneficiarios de la ley (hoy se plantea a partir del año 1984), cobertura de la misma (algunos plantean que además de los campesinos se beneficien sectores burgueses). En caso de los autores de dichas violaciones, algunos plantean que se excluyan las perpetradas por las fuerzas del estado y sólo se atiendan a las victimas de narcotraficantes, paramilitares y guerrilla.

El cuadro presentado muestra que hay muchos intereses en juego y del proyecto limitado del gobierno, se puede concretar un resultado que únicamente le sirva a los políticos de turno para mostrar algunos resultados, como “inmensos” logros ante la opinión publica.

El tercer elemento es apreciar las cifras que maneja el gobierno para comenzar el proyecto de indemnización de victimas y restitución de tierras, y compararlas con los números globales que el fenómeno de violencia a dejado en el país en los últimos años. Citaré algunas: la restitución de tierras beneficiaría en su primera etapa a 130.000 familias con 312.000 hectáreas de tierra. Mientras que los desplazados sólo durante los 8 años del gobierno de Uribe suman 2.400.000 y las tierras que les expropiaron, 6.000.000 de hectáreas.

Y un ultimo problema es que desde hoy, algunos congresistas y líderes políticos dicen que el proyecto es inviable ya que no hay presupuesto, para su ejecución.

Las políticas del Estado Colombiano

Santos como sus antecesores ha mantenido unas políticas que son de la burguesía en su conjunto. Podríamos llamarlas políticas del Estado Colombiano, y por lo tanto varían muy poco de gobierno a gobierno.

Aquí podemos mencionar: su alineamiento incondicional a las políticas del imperialismo (en especial al de Estados Unidos) en todos los terrenos, económico, social, político y militar. En el ámbito nacional, la lucha contra el movimiento insurgente ha sido política de estado y dentro de ella se enmarca los momentos en que ha realizado acuerdos (negociaciones de paz) o combate por todos los medios (creación de bandas paramilitares). El papel económico de Colombia en el concierto internacional, como abastecedor de materias primas y algunos productos agrícolas es también una política que la burguesía nacional no pretende modificar. Y podríamos decir que a partir del año 1990, la política neoliberal y todo lo que ella significa en la vida practica de los trabajadores y explotados, aceleró y agudizó las medidas de empobrecimiento y precariedad laboral que desde décadas atrás había marcado el rumbo capitalista de esta nación.

El neoliberalismo es en este momento una política de estado que cada gobierno en su momento ha venido implementando a las circunstancias especificas con que se encuentre, pero como dinámica en su conjunto. Podemos decir que sus planes han venido avanzando y pasando coordinadamente.

La incidencia de la caída de los países “socialistas”

En los anos 89 y 90 el mundo se convulsionaba y las ondas de lo ocurrido llegaba a todos los rincones del planeta. Los países del “Socialismo Real” caían uno tras otro. Este hecho histórico repercutiría en todos los ámbitos de interés para las naciones y sus pueblos.

En Colombia este hecho y la política neoliberal abrieron un periodo nuevo en las relaciones económicas, políticas y sociales, pero también en la conciencia de los diferentes grupos sociales y políticos. A partir de allí, los actores políticos y sociales son afectados por estos acontecimientos y su actividad cotidiana también.

La guerrilla

Una aclaración necesaria: Partiendo del criterio básico, que la guerrilla es una consecuencia de la política estatal–burguesa de empobrecimiento de las mayorías en la historia de este país, y el sector especifico del campesinado es uno de los blancos de estos ataques constantes, no podemos obviar que el surgimiento de este fenómeno social en Colombia tiene ondas raíces sociales.

Además, somos concientes que algunas condiciones han variado, entre ellas el peso especifico que cada sector social tiene en el concierto nacional y que el país de hoy, no es el mismo que el de los 50s o 60s, con mayoría poblacional campesina, cuando se crearon las guerrillas colombianas. Pero estos grupos armados siguen presentándose como una opción de solución a los problemas básicos, para sectores importantes de la población y por tanto seguirán jugando un papel a tener en cuenta en el desarrollo de la lucha de clases de este país.

Hoy la guerrilla todavía enfrenta militarmente al gobierno de Santos y su régimen burgués, pero cada vez enfrenta menos al estado burgués. Sus propuestas, que en algún momento hablaban de socialismo y lucha de clases, ya no utilizan ese discurso y mucho menos van a hablar de dictadura del proletariado.

El retroceso ideológico de estas organizaciones coincide hoy con su retroceso militar, pero no es mecánica esa relación. Hoy en día la guerrilla solo tiene un punto en su accionar que podríamos llamar “de avanzada”, el antiimperialismo norteamericano.

Su política agraria se queda en los marcos de la burguesía y su propuesta frente a los entes de poder, es cogobernar con la burguesía.

La descomposición de la guerrilla en los otros terrenos (no solo el político), también ha golpeado a la insurgencia: sus alianzas “temporales” y su papel de control en parte de los procesos del narcotráfico (cultivo y comercio) son cada vez más evidentes. El aislamiento en que se encuentran sus frentes de combate les han quitado relevancia en la política nacional e internacional, sus golpes al “establishment” son cada día de menos envergadura y el método de guerra es un argumento que el gobierno y sus medios de comunicación utilizan en su contra y de los propios trabajadores. Además la conducción que históricamente ha mantenido en una franja de la clase obrera organizada ha conllevado a más penas que glorias para los trabajadores y sectores empobrecidos.

Todos esos hechos más los golpes militares contundentes que el gobierno anterior y el de Santos hoy, le vienen propinando a la insurgencia, hacen que el gobierno actual e incluso el régimen planteen a la guerrilla, una entrega incondicional y con muy poco a cambio.

De parte del movimiento insurgente se escucha su estribillo de “paz negociada y por una patria grande y socialista donde quepamos todos los colombianos”, “por la patria de Bolívar y el pluripartidismo donde se respeten los derechos humanos” y cosas de este calibre, donde se le da a cada sector social un bocado de su programa de gobierno, mostrando su política de concertación hacia la burguesía y ninguna confianza en la clase obrera, protagonista fundamental en la lucha por el socialismo.

La izquierda y las centrales obreras

Los partidos de izquierda y las centrales obreras sufrieron también su proceso de derechización.

En cuanto a los partidos de izquierda, en su gran mayoría actualmente se reúnen en un frente electoral (el Polo Democrático). Allí convergen con sectores de la burguesía y algunas alas de la guerrilla.

La actividad del Polo gira en torno a los procesos electorales y su objetivo es colocar a sus dirigentes en cargos públicos y administrativos. Creen (o quieren hacer creer) que desde el Congreso se hacen las transformaciones necesarias para beneficiar a los trabajadores y los sectores explotados.

Hoy algunos miembros del Polo. en su proceso de descomposición, tienen abiertas investigaciones ante la justicia colombiana por corrupción y otros delitos, al haber recibido comisiones por los contratos que adjudicaban. A este episodio se le conoce como “el carrusel de las contrataciones”.

Las centrales obreras, desde el comienzo del neoliberalismo y la contrarreforma laboral en Colombia en 1990, se han dedicado principalmente a hablar del problema, a concertar con el gobierno o los patronos, a presentar demandas y a hacer lobby en el Congreso para detener la avalancha de medidas que afectan a sus afiliados.

Cuando deciden enfrentar con la movilización o las vías de hecho estas medidas, son cautelosos de hacerlo y lo hacen sector por sector. Si convocan una acción nacional, entonces se encargan de no prepararla y de levantar la actividad de manera burocrática.

Las centrales sindicales han girado a la derecha. En su referencia internacional buscan o ya son filiales de organizaciones controladas por el imperialismo.

El caso más reciente de un dirigente de una central sindical en su proceso de postración ante la burguesía lo dio el año pasado Carlos Roberto Gómez, presidente de la CGT, al renunciar a la directiva del Polo Democrático y afiliarse al Partido de la U. (como ya dijimos, la organización política de los presidentes Santos y Uribe).

Algunos datos nos muestran el estado de la clase Obrera Colombiana en lo que respecta a su organización. Veamos:

Trabajadores que se benefician de una contratación colectiva: 4,2%.

Trabajadores que negocian una convención colectiva: 1,3%.

Estas cifras además muestran una dinámica poco halagüeña para los trabajadores en su conjunto, pues las tasas de organización sindical han venido bajando año tras año. Según datos de las propias centrales, a mitad de la década de los 80 ésta concentraba un 15% de la fuerza laboral. Luego, fue bajando por desaparición de empresas del estado, por cierre o reestructuración de empresas privadas, por negociación y presión directa a los trabajadores para que renuncien a cualquier tipo de organización sindical, por las interminables trabas que se colocan a la creación de nuevos sindicatos y peor aun por la política consensada entre patronos, bandas del crimen y el propio estado en amenazar, perseguir, desaparecer y asesinar a dirigentes o miembros de organismos sindicales. Con respecto a este ultimo punto, el numero de sindicalistas asesinados desde 1986 hasta agosto del 2008 en Colombia fue de 2500.

La situación de los trabajadores y el salario mínimo

Los trabajadores y las mayorías empobrecidas han sufrido los efectos de este panorama de entrega de sus conquistas sin una preparación conveniente y sin ir a una batalla de las dimensiones que ameritaba el acontecimiento.

Sin embargo, podemos decir hoy que los trabajadores y los sectores afectados por las medidas han siempre estado dispuestos a dar la pelea. Hoy los hechos muestran que la política de Santos, la burguesía, el imperialismo y los patronos no ha cambiado un ápice, y por tanto las luchas se seguirán presentando.

Algunos datos que muestran el estado de postración en que se encuentra la clase obrera y los trabajadores en general, los referimos aquí:

Población general en Colombia para el 2005: 42.888.594.

Población en edad de trabajar en el 2009: 33.047.731.

Población económicamente activa (documento CUT 2003): 20.000.000 aprox.

Población con algún tipo de contrato laboral (El Tiempo, 19/08/05): 7.000.000 aprox., que se distribuyen asi:
1.7 millones con contrato indefinido.
2.3 millones con contrato a termino fijo.
1.4 millones son temporales.
1.6 millones con contrato civil, donde se eluden las obligaciones laborales a través de cooperativas de trabajo asociado (El Tiempo, 19/08/05).

Población activa en el sector informal (U. Rosario y U. Nacional 2010): 59%.

Tasa de pobreza 2005: 49.2% DNP (Departamento Nal. de Planeacion).

Tasa de indigencia 2005: 14.7% DNP (Departamento Nal. de Planeacion).

Salario mínimo mensual para el 2011: $535.600 (U$281 aprox.). Son necesarios 2,26 salarios mínimos para cubrir necesidades básicas de una familia.

De las anteriores cifras sería bueno destacar lo del salario mínimo, pues ayudaría a comprender más de cerca como interactúan con este referente las otras cifras y fenómenos nacionales.

Aquí es donde entran a jugar un papel importante las centrales obreras, por su implicancia y responsabilidad en este aspecto de la vida de los trabajadores: su salario.

Tres son las centrales obreras, con un total de afiliados de 846.638, un poco más del 4.2% de la población económicamente activa.

La negociación del salario mínimo se hace cada año y esto tiene sus implicaciones para los trabajadores colombianos. Esta negociación no pasa de ser un exabrupto para las mayorías, porque el gobierno y la burguesía cuentan con la complicidad de las centrales obreras y los representantes de los pensionados.

Las determinaciones salen de una mesa concertada entre gremios, centrales obreras y gobierno, y cada año se apartan más de las necesidades de los trabajadores. Por un lado, van los aumentos permanentes en los productos y servicios necesarios para que el trabajador reproduzca su fuerza de trabajo, y por otra la capacidad adquisitiva del salario. Así lo confirman las cifras de pobreza y miseria que han crecido constantemente y no las tablas de medición de la canasta familiar y poder adquisitivo del salario, que hacen los entes gubernamentales.

Por otro lado, las centrales obreras representan menos trabajadores, pues sus afiliados disminuyen año tras año como ya hemos referido. Los nuevos ejércitos de trabajadores no tienen ninguna relación directa con estas organizaciones.

El fenómeno de la informalidad también tiene relación por varias vías con el salario mínimo. Es que el salario mínimo y el desempleo presionan a la informalidad, pero también la informalidad se convierte en una respuesta de los trabajadores ante la injusticia del salario mínimo. Muchas veces el trabajador prefiere arriesgar su sustento y el de su familia en la “guerra del centavo” que depender de un salario fijo que lo único que asegura, es su muerte a cuenta gotas. Podríamos decir que el salario mínimo está hoy desprestigiado entre la mayoría de los trabajadores y la población pobre. Éste obliga a los trabajadores a buscar otras formas de sustento para llenar las falencias que impone un salario de esta naturaleza.

Por tanto, el papel que juegan las centrales al hacerle el juego al gobierno cada fin de año negociando este salario, es un papel de cómplices con las políticas hambreadoras de los patronos, más cuando no plantean medidas alternativas para dar solución a los ingresos de los trabajadores.

Así, la mayoría de los trabajadores en Colombia no se sienten representados por los participantes de esta mesa de concertación y mucho menos se ven beneficiados de los acuerdos en ella negociados.

Lo ocurrido el año pasado fue un ejemplo patético de lo que esta ocurriendo con todo lo que rodea el salario mínimo, su valor real, los parámetros base para negociarlo, los directamente implicados y afectados por el mismo y el papel cómplice de sus protagonistas. El gobierno de Santos solicitó la revisión de lo decretado por su ministro de Seguridad Social: desautorizó el 3,4% de aumento y lo subió al 4%.

Pero este gesto de “altruismo” no le alcanzo para despertar en los trabajadores y pobres del país, sentimientos eufóricos de alegría, ya que el 0,6% de diferencia, con el decreto anterior, se traducía en la vida de un paisano normal, en 2 pasajes de transporte urbano, o 1/2 libra de carne o un litro y medio de leche para extenderlo en un mes.

Los trabajadores y sectores explotados

En cuanto a sectores de los trabajadores, o sectores políticos que vayan rompiendo con sus direcciones, o sectores independientes que tomen un camino más por la izquierda, con métodos de la clase obrera y con propuestas revolucionarias, todavía no se ven en el panorama nacional.

Lo que sí podemos afirmar es que se han presentado luchas, algunas muy radicales y de aguante, contra las políticas de la burguesía y el imperialismo. Estas luchas se seguirán presentando, pues las políticas hambreadoras y de explotación no van a dar tregua. Por el contrario, se agudizarán y, lógicamente, recibirán una respuesta de los trabajadores y explotados. que no se someterán pasivamente a este sistema de barbarie.

Conclusión

Espero que estos elementos (soy consciente de mis limitaciones) sirvan para algo, para un intercambio de opiniones, para profundizar cada día más en el estudio, para la elaboración colectiva.

La realidad colombiana muestra sus particularidades y pero también sus coincidencias con el proceso mundial en conjunto. Precisar las desigualdades y combinaciones de los diferentes fenómenos nos deben servir para empezar a resaltar los puntos en los cuales una política revolucionaria, acompañada de las elaboraciones políticas y teóricas de la corriente, comiencen a forjar un núcleo de trabajo propagandístico en esta zona del mundo.

De las cosas que podría afirmar de la realidad colombiana, es su coincidencia con el resto de países: es que las condiciones objetivas para la revolución socialista están más que maduras, pero los factores subjetivos aquí en Colombia –y en esto no sólo me refiero al partido, sino también a lo que le corresponde a los trabajadores y sus organizaciones– no lo están– Esto es una diferencia con algunos países, donde este proceso (el subjetivo) comienza a dinamizarse y a tener protagonismo de parte de los pueblos y la clase obrera.