Desde Colombia nos llegan estos
apuntes sobre la situación del país, a los primeros ocho
meses del gobierno de Juan Manuel Santos Calderón.
El gobierno de Santos
Es un gobierno que representa el sector
burgués más tradicional del pais. Santos desciende de una
de las familias con más poder económico e influencia política.
Además de ser accionista del periódico de mayor tiraje
nacional, (El Tiempo) varios de los miembros de su núcleo
familiar han ocupado históricamente puestos de importancia
en las diferentes esferas de poder.
Santos se desempeñó en el anterior
gobierno como ministro de Defensa y fue elegido a la
presidencia como candidato del partido de Uribe, (el Partido
de la U.). Alcanzó 9 millones de votos en el 2009, el 69%
de la votación. Vale la pena anotar que la abstención
estuvo en sus promedios históricos: el 55%.
Santos recibe un país con toda la
complejidad, que ha caracterizado desde hace muchas décadas
a Colombia: riquezas naturales, posición qeoestratégica de
gran importancia, guerrilla, narcotráfico, bandas
paramilitares, corrupción, pobreza, desempleo y desplazados
(entre otros).
Su pasado político, el sector social
que representa y los primeros ocho meses de su gobierno nos
permite afirmar que nada va a cambiar sustancialmente en la
realidad nacional durante la presidencia de Santos.
Santos – Uribe: más de
lo mismo pero con algunas diferencias
Santos sintetizo su programa de
gobierno en esta frase, “de la seguridad democrática
hacia la prosperidad democrática.”
Esto significa que manteniendo la
“seguridad democrática” de Uribe, propone
complementarla con políticas de corte “social”.
Por otra parte, Santos busca
distanciarse de Uribe en los siguientes aspectos: La sombra
que pesa sobre Uribe por sus presumibles vínculos con la
mafia; su patrocinio abierto a las autodefensas campesinas
de terratenientes y hacendados (bandas paramilitares) y su
odio visceral a todo lo que huela a izquierda o luchas
sociales.
Más importante aun es este
distanciamiento para Santos de su antiguo jefe, cuando
siendo su ministro de Defensa debió enfrentar uno de los
escándalos más sonados de la época, “los falsos
positivos”. Se destapo ante la opinión publica que el ejército
estaba asesinando civiles para hacerlos pasar por “bajas
en combate” contra la guerrilla; esto en el marco de
resultados que requería “la política de seguridad democrática”.
La campana presidencial de Santos y la
conformación de su gobierno las ha manejado con un perfil
de consenso y acuerdos con las diferentes fuerzas políticas
del país. En este sentido se entiende la escogencia al
cargo de vicepresidente de Angelino Garzon,
ex–sindicalista y ex–izquierdista.
Al día de hoy, el gobierno mantiene un
acuerdo de Unidad Nacional con los liberales y conservadores
(los dos partidos tradicionales) y otras fuerzas de menor
tradición histórica pero que no han dejado de jugar un
papel protagónico en el ultimo periodo.
Algunos de sus proyectos y acciones han
molestado a sus actuales copartidarios del Partido de la U.
y ha habido conatos de rompimiento dentro de esa alianza política,
pero aun mantiene el consenso y la unidad a cambio de
reversar proyectos y entregar beneficios burocráticos.
La Ley de Victimas
Entre las políticas de “corte
social” del actual gobierno, está la llamada Ley de
Victimas, una propuesta “integral” que envió al
Congreso y que se resume en indemnizar económicamente a
victimas de la violencia y restituir tierras a los
campesinos desplazados por la violencia.
Lo primero a tener en cuenta es la
dimensión de la tragedia y confrontarla con la propuesta
del gobierno.
En el 2008 Colombia ocupaba el primer
lugar del mundo de desplazados internos con más de 3
millones de victimas. Al 2002 según informe de Amnistía
Internacional, 70 mil personas fueron asesinadas en el
conflicto armado, del 2000 al 2002 10 mil personas fueron
secuestradas y de ellas 1500 desaparecidas. Del partido de
izquierda Unión Patriótica, fueron asesinados 5000
militantes, (hoy esta fuerza política está desaparecida).
En sólo el mes de marzo de 2011, cuando se escriben estas líneas,
han sido asesinados tres defensores de los sin tierra y 14
han muerto durante el gobierno de Santos. Como estos, hay más
hechos barbáricos que están recogidos en cifras.
El primer problema que ha presentado
esta Ley de Víctimas y restitución de tierras, (que es
limitada en el tiempo, en la profundidad y cobertura de sus
metas) ha sido la oposición de sectores tanto en el
Congreso, como por fuerzas políticas y sociales nacionales
y regionales que están interesados en que ésta no avance
ni un centímetro, pues un centímetro que avance, los
despojaría de poder y tierras. Además cuestionaría políticamente
la acción de los anteriores gobiernos principalmente el de
Alvaro Uribe, pues como ya hemos señalado en sus ocho anos
de gobierno y anterior a esto en las regiones donde Uribe
desempeñaba cargos públicos, el fenómeno de la violencia
contra sectores de los trabajadores y explotados, se
potenciaban significativamente.
El segundo problema, en caso de que el
proyecto logre prosperar en el Congreso, es su cobertura y
profundidad. En el caso de las indemnizaciones a las
victimas no hay consenso en cuanto a varios temas: tiempo
retroactivo para beneficiarios de la ley (hoy se plantea a
partir del año 1984), cobertura de la misma (algunos
plantean que además de los campesinos se beneficien
sectores burgueses). En caso de los autores de dichas
violaciones, algunos plantean que se excluyan las
perpetradas por las fuerzas del estado y sólo se atiendan a
las victimas de narcotraficantes, paramilitares y guerrilla.
El cuadro presentado muestra que hay
muchos intereses en juego y del proyecto limitado del
gobierno, se puede concretar un resultado que únicamente le
sirva a los políticos de turno para mostrar algunos
resultados, como “inmensos” logros ante la opinión
publica.
El tercer elemento es apreciar las
cifras que maneja el gobierno para comenzar el proyecto de
indemnización de victimas y restitución de tierras, y
compararlas con los números globales que el fenómeno de
violencia a dejado en el país en los últimos años. Citaré
algunas: la restitución de tierras beneficiaría en su
primera etapa a 130.000 familias con 312.000 hectáreas de
tierra. Mientras que los desplazados sólo durante los 8 años
del gobierno de Uribe suman 2.400.000 y las tierras que les
expropiaron, 6.000.000 de hectáreas.
Y un ultimo problema es que desde hoy,
algunos congresistas y líderes políticos dicen que el
proyecto es inviable ya que no hay presupuesto, para su
ejecución.
Las políticas del Estado
Colombiano
Santos como sus antecesores ha
mantenido unas políticas que son de la burguesía en su
conjunto. Podríamos llamarlas políticas del Estado
Colombiano, y por lo tanto varían muy poco de gobierno a
gobierno.
Aquí podemos mencionar: su
alineamiento incondicional a las políticas del imperialismo
(en especial al de Estados Unidos) en todos los terrenos,
económico, social, político y militar. En el ámbito
nacional, la lucha contra el movimiento insurgente ha sido
política de estado y dentro de ella se enmarca los momentos
en que ha realizado acuerdos (negociaciones de paz) o
combate por todos los medios (creación de bandas
paramilitares). El papel económico de Colombia en el
concierto internacional, como abastecedor de materias primas
y algunos productos agrícolas es también una política que
la burguesía nacional no pretende modificar. Y podríamos
decir que a partir del año 1990, la política neoliberal y
todo lo que ella significa en la vida practica de los
trabajadores y explotados, aceleró y agudizó las medidas
de empobrecimiento y precariedad laboral que desde décadas
atrás había marcado el rumbo capitalista de esta nación.
El neoliberalismo es en este momento
una política de estado que cada gobierno en su momento ha
venido implementando a las circunstancias especificas con
que se encuentre, pero como dinámica en su conjunto.
Podemos decir que sus planes han venido avanzando y pasando
coordinadamente.
La incidencia de la caída
de los países “socialistas”
En los anos 89 y 90 el mundo se
convulsionaba y las ondas de lo ocurrido llegaba a todos los
rincones del planeta. Los países del “Socialismo Real”
caían uno tras otro. Este hecho histórico repercutiría en
todos los ámbitos de interés para las naciones y sus
pueblos.
En Colombia este hecho y la política
neoliberal abrieron un periodo nuevo en las relaciones económicas,
políticas y sociales, pero también en la conciencia de los
diferentes grupos sociales y políticos. A partir de allí,
los actores políticos y sociales son afectados por estos
acontecimientos y su actividad cotidiana también.
La guerrilla
Una aclaración necesaria: Partiendo
del criterio básico, que la guerrilla es una consecuencia
de la política estatal–burguesa de empobrecimiento de las
mayorías en la historia de este país, y el sector
especifico del campesinado es uno de los blancos de estos
ataques constantes, no podemos obviar que el surgimiento de
este fenómeno social en Colombia tiene ondas raíces
sociales.
Además, somos concientes que algunas
condiciones han variado, entre ellas el peso especifico que
cada sector social tiene en el concierto nacional y que el
país de hoy, no es el mismo que el de los 50s o 60s, con
mayoría poblacional campesina, cuando se crearon las
guerrillas colombianas. Pero estos grupos armados siguen
presentándose como una opción de solución a los problemas
básicos, para sectores importantes de la población y por
tanto seguirán jugando un papel a tener en cuenta en el
desarrollo de la lucha de clases de este país.
Hoy la guerrilla todavía enfrenta
militarmente al gobierno de Santos y su régimen burgués,
pero cada vez enfrenta menos al estado burgués. Sus
propuestas, que en algún momento hablaban de socialismo y
lucha de clases, ya no utilizan ese discurso y mucho menos
van a hablar de dictadura del proletariado.
El retroceso ideológico de estas
organizaciones coincide hoy con su retroceso militar, pero
no es mecánica esa relación. Hoy en día la guerrilla solo
tiene un punto en su accionar que podríamos llamar “de
avanzada”, el antiimperialismo norteamericano.
Su política agraria se queda en los
marcos de la burguesía y su propuesta frente a los entes de
poder, es cogobernar con la burguesía.
La descomposición de la guerrilla en
los otros terrenos (no solo el político), también ha
golpeado a la insurgencia: sus alianzas “temporales” y
su papel de control en parte de los procesos del narcotráfico
(cultivo y comercio) son cada vez más evidentes. El
aislamiento en que se encuentran sus frentes de combate les
han quitado relevancia en la política nacional e
internacional, sus golpes al “establishment” son
cada día de menos envergadura y el método de guerra es un
argumento que el gobierno y sus medios de comunicación
utilizan en su contra y de los propios trabajadores. Además
la conducción que históricamente ha mantenido en una
franja de la clase obrera organizada ha conllevado a más
penas que glorias para los trabajadores y sectores
empobrecidos.
Todos esos hechos más los golpes
militares contundentes que el gobierno anterior y el de
Santos hoy, le vienen propinando a la insurgencia, hacen que
el gobierno actual e incluso el régimen planteen a la
guerrilla, una entrega incondicional y con muy poco a
cambio.
De parte del movimiento insurgente se
escucha su estribillo de “paz negociada y por una patria
grande y socialista donde quepamos todos los colombianos”,
“por la patria de Bolívar y el pluripartidismo donde se
respeten los derechos humanos” y cosas de este calibre,
donde se le da a cada sector social un bocado de su programa
de gobierno, mostrando su política de concertación hacia
la burguesía y ninguna confianza en la clase obrera,
protagonista fundamental en la lucha por el socialismo.
La izquierda y las
centrales obreras
Los partidos de izquierda y las
centrales obreras sufrieron también su proceso de
derechización.
En cuanto a los partidos de izquierda,
en su gran mayoría actualmente se reúnen en un frente
electoral (el Polo Democrático). Allí convergen con
sectores de la burguesía y algunas alas de la guerrilla.
La actividad del Polo gira en torno a
los procesos electorales y su objetivo es colocar a sus
dirigentes en cargos públicos y administrativos. Creen (o
quieren hacer creer) que desde el Congreso se hacen las
transformaciones necesarias para beneficiar a los
trabajadores y los sectores explotados.
Hoy algunos miembros del Polo. en su
proceso de descomposición, tienen abiertas investigaciones
ante la justicia colombiana por corrupción y otros delitos,
al haber recibido comisiones por los contratos que
adjudicaban. A este episodio se le conoce como “el
carrusel de las contrataciones”.
Las centrales obreras, desde el
comienzo del neoliberalismo y la contrarreforma laboral en
Colombia en 1990, se han dedicado principalmente a hablar
del problema, a concertar con el gobierno o los patronos, a
presentar demandas y a hacer lobby en el Congreso para
detener la avalancha de medidas que afectan a sus afiliados.
Cuando deciden enfrentar con la
movilización o las vías de hecho estas medidas, son
cautelosos de hacerlo y lo hacen sector por sector. Si
convocan una acción nacional, entonces se encargan de no
prepararla y de levantar la actividad de manera burocrática.
Las centrales sindicales han girado a
la derecha. En su referencia internacional buscan o ya son
filiales de organizaciones controladas por el imperialismo.
El caso más reciente de un dirigente
de una central sindical en su proceso de postración ante la
burguesía lo dio el año pasado Carlos Roberto Gómez,
presidente de la CGT, al renunciar a la directiva del Polo
Democrático y afiliarse al Partido de la U. (como ya
dijimos, la organización política de los presidentes
Santos y Uribe).
Algunos datos nos muestran el estado de
la clase Obrera Colombiana en lo que respecta a su
organización. Veamos:
• Trabajadores que se
benefician de una contratación colectiva: 4,2%.
• Trabajadores que negocian
una convención colectiva: 1,3%.
Estas cifras además muestran una dinámica
poco halagüeña para los trabajadores en su conjunto, pues
las tasas de organización sindical han venido bajando año
tras año. Según datos de las propias centrales, a mitad de
la década de los 80 ésta concentraba un 15% de la fuerza
laboral. Luego, fue bajando por desaparición de empresas
del estado, por cierre o reestructuración de empresas
privadas, por negociación y presión directa a los
trabajadores para que renuncien a cualquier tipo de
organización sindical, por las interminables trabas que se
colocan a la creación de nuevos sindicatos y peor aun por
la política consensada entre patronos, bandas del crimen y
el propio estado en amenazar, perseguir, desaparecer y
asesinar a dirigentes o miembros de organismos sindicales.
Con respecto a este ultimo punto, el numero de sindicalistas
asesinados desde 1986 hasta agosto del 2008 en Colombia fue
de 2500.
La situación de los trabajadores y
el salario mínimo
Los trabajadores y las mayorías
empobrecidas han sufrido los efectos de este panorama de
entrega de sus conquistas sin una preparación conveniente y
sin ir a una batalla de las dimensiones que ameritaba el
acontecimiento.
Sin embargo, podemos decir hoy que los
trabajadores y los sectores afectados por las medidas han
siempre estado dispuestos a dar la pelea. Hoy los hechos
muestran que la política de Santos, la burguesía, el
imperialismo y los patronos no ha cambiado un ápice, y por
tanto las luchas se seguirán presentando.
Algunos datos que muestran el estado de
postración en que se encuentra la clase obrera y los
trabajadores en general, los referimos aquí:
• Población general en
Colombia para el 2005: 42.888.594.
• Población en edad de
trabajar en el 2009: 33.047.731.
• Población económicamente
activa (documento CUT 2003): 20.000.000 aprox.
• Población con algún tipo
de contrato laboral (El Tiempo, 19/08/05): 7.000.000
aprox., que se distribuyen asi:
– 1.7 millones con contrato indefinido.
– 2.3 millones con contrato a termino fijo.
– 1.4 millones son temporales.
–1.6 millones con contrato civil, donde se eluden
las obligaciones laborales a través de cooperativas de
trabajo asociado (El Tiempo, 19/08/05).
• Población activa en el
sector informal (U. Rosario y U. Nacional 2010): 59%.
• Tasa de pobreza 2005: 49.2%
DNP (Departamento Nal. de Planeacion).
• Tasa de indigencia 2005:
14.7% DNP (Departamento Nal. de Planeacion).
• Salario mínimo mensual para
el 2011: $535.600 (U$281 aprox.). Son necesarios 2,26
salarios mínimos para cubrir necesidades básicas de una
familia.
De las anteriores cifras sería bueno
destacar lo del salario mínimo, pues ayudaría a comprender
más de cerca como interactúan con este referente las otras
cifras y fenómenos nacionales.
Aquí es donde entran a jugar un papel
importante las centrales obreras, por su implicancia y
responsabilidad en este aspecto de la vida de los
trabajadores: su salario.
Tres son las centrales obreras, con un
total de afiliados de 846.638, un poco más del 4.2% de la
población económicamente activa.
La negociación del salario mínimo se
hace cada año y esto tiene sus implicaciones para los
trabajadores colombianos. Esta negociación no pasa de ser
un exabrupto para las mayorías, porque el gobierno y la
burguesía cuentan con la complicidad de las centrales
obreras y los representantes de los pensionados.
Las determinaciones salen de una mesa
concertada entre gremios, centrales obreras y gobierno, y
cada año se apartan más de las necesidades de los
trabajadores. Por un lado, van los aumentos permanentes en
los productos y servicios necesarios para que el trabajador
reproduzca su fuerza de trabajo, y por otra la capacidad
adquisitiva del salario. Así lo confirman las cifras de
pobreza y miseria que han crecido constantemente y no las
tablas de medición de la canasta familiar y poder
adquisitivo del salario, que hacen los entes
gubernamentales.
Por otro lado, las centrales obreras
representan menos trabajadores, pues sus afiliados
disminuyen año tras año como ya hemos referido. Los nuevos
ejércitos de trabajadores no tienen ninguna relación
directa con estas organizaciones.
El fenómeno de la informalidad también
tiene relación por varias vías con el salario mínimo. Es
que el salario mínimo y el desempleo presionan a la
informalidad, pero también la informalidad se convierte en
una respuesta de los trabajadores ante la injusticia del
salario mínimo. Muchas veces el trabajador prefiere
arriesgar su sustento y el de su familia en la “guerra del
centavo” que depender de un salario fijo que lo único que
asegura, es su muerte a cuenta gotas. Podríamos decir que
el salario mínimo está hoy desprestigiado entre la mayoría
de los trabajadores y la población pobre. Éste obliga a
los trabajadores a buscar otras formas de sustento para
llenar las falencias que impone un salario de esta
naturaleza.
Por tanto, el papel que juegan las
centrales al hacerle el juego al gobierno cada fin de año
negociando este salario, es un papel de cómplices con las
políticas hambreadoras de los patronos, más cuando no
plantean medidas alternativas para dar solución a los
ingresos de los trabajadores.
Así, la mayoría de los trabajadores
en Colombia no se sienten representados por los
participantes de esta mesa de concertación y mucho menos se
ven beneficiados de los acuerdos en ella negociados.
Lo ocurrido el año pasado fue un
ejemplo patético de lo que esta ocurriendo con todo lo que
rodea el salario mínimo, su valor real, los parámetros
base para negociarlo, los directamente implicados y
afectados por el mismo y el papel cómplice de sus
protagonistas. El gobierno de Santos solicitó la revisión
de lo decretado por su ministro de Seguridad Social:
desautorizó el 3,4% de aumento y lo subió al 4%.
Pero este gesto de “altruismo” no
le alcanzo para despertar en los trabajadores y pobres del
país, sentimientos eufóricos de alegría, ya que el 0,6%
de diferencia, con el decreto anterior, se traducía en la
vida de un paisano normal, en 2 pasajes de transporte
urbano, o 1/2 libra de carne o un litro y medio de leche
para extenderlo en un mes.
Los trabajadores y sectores
explotados
En cuanto a sectores de los
trabajadores, o sectores políticos que vayan rompiendo con
sus direcciones, o sectores independientes que tomen un
camino más por la izquierda, con métodos de la clase
obrera y con propuestas revolucionarias, todavía no se ven
en el panorama nacional.
Lo que sí podemos afirmar es que se
han presentado luchas, algunas muy radicales y de aguante,
contra las políticas de la burguesía y el imperialismo.
Estas luchas se seguirán presentando, pues las políticas
hambreadoras y de explotación no van a dar tregua. Por el
contrario, se agudizarán y, lógicamente, recibirán una
respuesta de los trabajadores y explotados. que no se
someterán pasivamente a este sistema de barbarie.
Conclusión
Espero que estos elementos (soy
consciente de mis limitaciones) sirvan para algo, para un
intercambio de opiniones, para profundizar cada día más en
el estudio, para la elaboración colectiva.
La realidad colombiana muestra sus
particularidades y pero también sus coincidencias con el
proceso mundial en conjunto. Precisar las desigualdades y
combinaciones de los diferentes fenómenos nos deben servir
para empezar a resaltar los puntos en los cuales una política
revolucionaria, acompañada de las elaboraciones políticas
y teóricas de la corriente, comiencen a forjar un núcleo
de trabajo propagandístico en esta zona del mundo.
De las cosas que podría afirmar de la
realidad colombiana, es su coincidencia con el resto de países:
es que las condiciones objetivas para la revolución
socialista están más que maduras, pero los factores
subjetivos aquí en Colombia –y en esto no sólo me
refiero al partido, sino también a lo que le corresponde a
los trabajadores y sus organizaciones– no lo están–
Esto es una diferencia con algunos países, donde este
proceso (el subjetivo) comienza a dinamizarse y a tener
protagonismo de parte de los pueblos y la clase obrera.