Bogotá.– Colombia debe modificar los
códigos penal, de comercio y aduanero, así como las leyes
ambientales y de propiedad intelectual, entre otras, para
adecuarlas al Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados
Unidos, promulgado este viernes por el presidente Barack
Obama.
El acuerdo comercial con Estados Unidos
se suma a los firmados por este país andino con Canadá, la
Unión Europea y Corea del Sur.
En el mismo acto, Obama también puso
su firma para habilitar tratados bilaterales similares con
Corea del Sur y Panamá.
Con la profundización de la crisis
económica estadounidense nacida en 2008, el gobernante
Partido Demócrata tuvo que dejar de lado su rechazo a los
TLC bajo el argumento de que quitan empleo a los
trabajadores de este país.
Exportar se volvió desde enero pasado
prioridad nacional para Washington. En la práctica, pasó a
segundo plano todo óbice a Colombia por el asesinato de más
sindicalistas que en el resto del mundo.
Hasta las migajas cuentan. La Comisión
de Comercio Internacional del gobierno estadounidense (USITC,
por sus siglas en inglés) calculó en 2006 que el TLC con
Colombia aportará menos de 0,05 por ciento de su producto
interno bruto.
Eso sí, la USITC dejó claro entonces
qué interesa: echar abajo barreras proteccionistas,
garantizar la seguridad de las inversiones y conseguir
marcos normativos amigables al libre comercio.
"Los efectos de tales medidas
sobre el comercio bilateral y los flujos de inversión
pueden llegar a ser más importantes en el mediano y largo
plazo", sentenció la USITC.
Colombia y Estados Unidos discutieron
este tratado entre mayo de 2004 y agosto de 2006, pero aún
restan asuntos por resolver.
Ahora Colombia tendrá que cambiar o
introducir decenas de leyes, como las ambientales y de
propiedad intelectual, además de expedir, quizá, cientos
de decretos para que la oficina del Representante Comercial
de Estados Unidos (USTR, por sus siglas en inglés)
certifique y autorice el tratado. En esa revisión también
entran los códigos penal, de comercio y aduanero.
Ya durante la negociación cambiaron o
surgieron varias normas e instituciones internas de Colombia
para "armonizarse" con el TLC estadounidense.
Su texto de 1.300 páginas reglamenta
exportaciones, importaciones, inversión extranjera,
agricultura, industria, servicios, telecomunicaciones,
propiedad intelectual, adquisiciones públicas, régimen
laboral, asuntos ambientales, sanitarios y culturales,
"en fin, todo", como declaró Jorge Robledo,
senador del izquierdista Polo Democrático Alternativo.
"El TLC incluía cláusulas de
propiedad intelectual que le iban a ocasionar a Colombia
sobrecostos en medicamentos del orden de 1.500 millones de dólares
anuales", recuerda Emilio Sardi, columnista del diario
El País, de la ciudad de Cali.
La Iglesia Católica, el grupo civil
Misión Salud y la organización no gubernamental Oxfam
formaron un grupo de presión que logró que la dirigencia
demócrata del Congreso legislativo estadounidense
"reversara este daño con el Protocolo Modificatorio
que hizo firmar a las partes", precisa Sardi.
Ejecución del TLC por fases
En dos años más comenzarán a entrar
a Colombia, progresivamente, manufacturas muy baratas e
incluso remanentes de segunda. La clase media se sentirá a
gusto por la oferta de productos importados a bajo precio.
Los supermercados se inundarán de arroz, maíz, huevos, lácteos
y carne de pollo y cerdo estadounidenses.
El retraso colombiano en
infraestructura será de diaria discusión. Hace decenios
que Colombia no usa el ferrocarril ni navega sus ríos.
Juan Martín Caicedo, presidente de la
Cámara Colombiana de la Infraestructura, advirtió, de cara
al TLC, de "problemas graves" en los corredores
viales de acceso a los puertos del mar Caribe, en el norte,
y Buenaventura, en el océano Pacífico, al occidente.
Toda negociación comercial busca
"ceder parte del mercado interno a cambio de ganar
parte del externo", definió el codirector del Banco de
la República (emisor), Carlos Gustavo Cano, exministro de
Agricultura.
El que con el TLC haya ganadores y
perdedores mantiene el ambiente agridulce. Para los críticos,
Colombia cedió en numerosos renglones a cambio de nada.
"El gobierno deberá resarcir (a
Estados Unidos) cualquier desmedro que, por acción del
Estado colombiano, sufran sus inversionistas en las
utilidades que esperan realizar en este país", remarcó
el analista Sardi.
El nuevo régimen, supone Bogotá,
consolidará el aparato productivo, atraerá inversión
extranjera, promoverá empleos dignos e irrigará riqueza a
más capas de la sociedad y a más regiones.
La depreciación del dólar llevó a
que los productos colombianos fueran menos competitivos. El
Departamento Nacional de Planeación estima que con el TLC
en vigor las exportaciones aumentarán solo 6,4 por ciento,
mientras las compras 12 por ciento.
Los principales beneficiados son los
importadores, banqueros, comerciantes y algunos sectores
industriales como partes de vehículos, plásticos,
confecciones y la biocombustibles.
Aunque los expertos coinciden en que el
sector agropecuario colombiano saldrá perdedor en su
conjunto, también sostienen que se benefician con el TLC
sectores como exportadores de flores, hortalizas y frutas, lácteos,
cárnicos y tabaco.
El pesimismo en el empresariado
agropecuario se debe a que Estados Unidos otorga subsidios a
sus productores por 51 por ciento del producto interno bruto
del sector, mientras que Colombia solo 11 por ciento.
"No podemos competir", dicen a lo largo y ancho de
este país sudamericano.
Esos subsidios son la forma preferente
de protección estatal a su agricultura en Estados Unidos.
Colombia lo ha hecho mediante aranceles, que tienden a
esfumarse por el libre comercio.
"La asimetría del tratado no
favorece sino a la contraparte: Colombia reduce sus
aranceles de 13 por ciento a cero y Estados Unidos de tres a
cero. Aquí desmontamos todo control de capitales y la
regulación cambiaria", remarcó la columnista del
diario El Espectador Cristina de la Torre.
Otros renglones de producción
afectados son minas y energía, cueros, maderas, una serie
de manufacturas y servicios y finca raíz, según el senador
Robledo.