La muerte de Alfonso Cano puede
marcar un antes y un después para las FARC y para el
desenvolvimiento de este largo y añejo conflicto.
La muerte de Alfonso Cano puede marcar un
antes y un después para las FARC y para el desenvolvimiento
de este largo y añejo conflicto. Muerto Cano, hombre de
amplia tradición y con capacidad de articular las FARC para
el enorme reto de construir un acuerdo que posibilite salir
de esta violencia que no va para ningún lado bueno, hay que
pensar cuál puede ser el rumbo de una organización forjada
en las adversidades y que está lejos de deponer su voluntad
de lucha.
Los llamados a desmovilizaciones chocarán
contra la voluntad de mantenerse en la lucha y serán
residuales y su núcleo duro se empeñará en mostrar que
están vivas y activas en su intención de seguir presentes
en la vida nacional, con un discurso político y una agenda
de poder.
Las FARC vienen buscando un camino de
acuerdos, lentamente, como es su talante y lo cual comunicó
en todas las intervenciones públicas que realizó Alfonso
Cano; desde cuando asumió la presidencia Juan Manuel
Santos, su mensaje fue el de priorizar la concertación y de
reafirmarse en la convicción de que la solución de este
conflicto no tiene posibilidades por la vía militar, como
mecanismo único, lo cual es cierto, las FARC no cesarán en
su agenda política, lo que significa reformas que permitan
su integración a un sistema de competencia sin armas, lo
cual es posible si se logra una sinergia de voluntades y
sensatez entre todos los actores nacionales que son
decisivos, empezando por las mismas FARC, el gobierno del
presidente Juan Manuel Santos, los partidos políticos en
todo su espectro y las organizaciones sociales y gremiales
que pueden y deben concurrir a la construcción de un
acuerdo político para salir de este conflicto armado, que
es de interés de minorías que se mantenga.
La perspectiva de este conflicto con
las FARC y el ELN puede ser la de perpetuarse por 10 o 15 años
más, lo que significaría mantener un desangre y una crisis
humanitaria en las zonas donde se desenvuelve el conflicto,
que pueden ser alrededor de 250 municipios; invertir
cuantiosos recursos en seguridad y defensa, mantener una
situación de desgobierno en estos territorios, facilitando
que otros actores de signo mafioso, autoritario y criminal,
medren en un conflicto no resuelto y se aprovechen de nuevos
ciclos económicos de una minería en expansión y un
reordenamiento del mundo rural, que se puede dar en clave de
concentraciones excluyentes y órdenes antidemocráticos.
Las FARC y el ELN no van a deponer su
voluntad de lucha. Si no hay un proceso político que
permita los acuerdos y las concertaciones, en el cual ellas
deben ser protagonistas con iniciativa y promoviendo la
distensión del conflicto, respetando las comunidades y
aplicándose al respeto de los derechos humanos y el derecho
internacional humanitario, lo que vendrá es una larga agonía
en la que estas fuerzas con una vocación de poder poco a
poco cambiarán su esencia de organizaciones en armas para
promover unas ideas políticas en organizaciones donde el
narcotráfico ganará cada día más espacio en sus
motivaciones principales en tanto que podrían recurrir con
mayor decisión a modalidades terroristas, lo cual será un
reto mayor para el Estado y la sociedad.
El Estado tiene un balance positivo en
la ultima década en la confrontación con las guerrillas,
al haberlas desalojado de zonas importantes del territorio,
golpear a la dirigencia de las FARC, desestructurar
estructuras importantes tanto de FARC como del ELN, mostrar
una superioridad tecnológica y operativa y contar con un
amplio respaldo ciudadano, pero aun con todos estos
elementos a favor, el conflicto continúa y las guerrillas
han mostrado una importante capacidad de adaptación. Por
ello es imperativo combinar la acción legítima del Estado,
una movilización ciudadana que promueva los acuerdos, con
una voluntad de las partes en contienda para construir un
acuerdo para ponerle punto final al conflicto.
Las FARC van asimilar la muerte de
Alfonso Cano y está por verse si la decisión de buscar un
acuerdo es una decisión tomada como una prioridad por toda
la organización y a ella se aplican, lo cual en los próximos
meses equivale a liberar a los policías y militares en su
poder y dar pasos en la dirección de construir un proceso
con el Gobierno, que puede tener como referente reformas en
el mundo rural, donde FARC y ELN pueden aportar, al igual
que concertaciones para el desarrollo de regiones y garantías
para una competencia política de mayor rigor y por
supuesto, el delicado asunto de los crímenes de guerra y
las violaciones a los derechos humanos cometidas por todos
los contendientes en esta violencia de medio siglo.
Alfonso Cano habría podido ser desde
las FARC un gran articulador de este proceso, ya no está y
no tengo duda de que hará falta para la política, por
ahora es un logro para el Estado colombiano y una pérdida
para un proceso de concertaciones; no es buen camino
eliminar a la dirigencia de las FARC, si no queremos
abocarnos a una fragmentación de esta organización donde
sufrirá mucho esta precaria democracia y una frágil
institucionalidad, por no decir el mayor sufrimiento de la
gente que día a día soporta los rigores de la confrontación.
(*) Oficina de Incidencia Política
– Nuevo Arco Iris.
Las FARC y
su encrucijada en el peor
momento
Las FARC están obligadas a buscar
el sucesor de su máximo cabecilla, pero su nuevo líder no
tendrá la misma ascendencia. Las Fuerzas Armadas seguirán
la presión militar. Para muchos es el momento de pensar en
una salida negociada, donde la guerrilla tendría poco que
exigir.
El golpe militar contra el máximo jefe
de las FARC fue calificado por expresidentes, dirigentes políticos
y politólogos con múltiples adjetivos, pero en el mismo
sentido: la muerte de alias 'Alfonso Cano' es un golpe al
cerebro, a la espina dorsal, al propio corazón de la
guerrilla.
Si bien nadie se atreve a decir que se
trata del golpe definitivo a las FARC, muchos coinciden en
señalar que sí podría significar el comienzo del fin de
medio siglo de violencia subversiva.
Desde el 2008 las FARC han sufrido los
más duros y contundentes golpes. Como se recordará, el 2
de marzo de ese año en la provincia de Sucumbíos (Ecuador)
fue abatido el que en ese momento era considerado el número
2 de las FARC, alias 'Raúl Reyes'.
En ese entonces la guerrilla, que desde
el 2002 había empezado a defenderse de la mayor ofensiva
del Estado colombiano (tras el fracaso del proceso de paz
del Caguán), sintió que su secretariado empezaba a ser
vulnerable.
En mayo de ese mismo año, el máximo líder
de la guerrilla, Manuel Marulanda Vélez, murió de forma
natural en la selva colombiana. En ese momento alias
'Alfonso Cano' asumió la jefatura del secretariado de las
FARC y aunque su perfil de ideólogo abría la puerta para
una eventual salida negociada, sucedió todo lo contrario.
'Cano' era quizás el más radical de la guerrilla, como
recuerda el analista Alfredo Rangel, hasta el punto de
oponerse a los diálogos del Caguán.
Con 'Cano' como jefe de la guerrilla,
las FARC continuaron sufriendo sus más duros golpes. Gota a
gota fueron cayendo otros cabecillas, quizá de menor
impacto mediático, pero que tenían funciones importantes
dentro la estructura económica y militar de esta organización
ilegal.
El golpe del 23 de septiembre del 2010,
ya en el gobierno de Juan Manuel Santos, denominado operación
Sodoma, fue otro impacto a la entraña de las FARC. Su jefe
militar, alias ‘Jorge Briceño Suárez’ o ‘Mono
Jojoy’, caía tras un bombardeo de la Fuerza Aérea.
Después de ese golpe, las FARC
modificaron su estrategia ante el asedio de la ofensiva
estatal, que, según la había descrito el propio presidente
Juan Manuel Santos, por primera vez el Ejército “había
entrado a las madrigueras de la guerrilla”.
Las FARC se defendían del asedio
mientras adelantaban hostigamientos propios de la guerra de
guerrillas contra la fuerza pública. El pasado mes de
febrero el presidente Juan Manuel Santos reveló que a
'Cano' le estaban respirando en la nuca, y en ese mismo mes
empezaron a crecer las versiones de un golpe al jefe de esta
guerrilla.
Pero, ¿qué vendrá para las FARC?
El politólogo Alejo Vargas considera
que la muerte de 'Cano' llega en un momento en que la
guerrilla ha perdido sus liderazgos internos. Por eso
considera que, quizá como ninguna otra, la muerte de 'Cano'
va a generar “la mayor tensión” al interior del
secretariado de las FARC.
El relevo, dice Vargas, se lo disputarán
alias 'Timochenko' y alias 'Iván Márquez'. Dos
guerrilleros de perfiles distintos, el primero más militar,
el segundo más político. Y por esas características,
considera el politólogo, la decisión llevará tiempo y
probablemente será conflictiva al interior de las FARC.
Sin embargo, cualquiera que llegue al
relevo, considera el analista Alfredo Rangel, no tendrá la
misma ascendencia dentro de la tropa de la guerrilla que tenía
'Cano', y por eso advierte la mayor crisis de liderazgo de
la historia de las FARC.
En todo caso, considera Rangel, quien
llegue a asumir la jefatura del secretariado no tendrá otro
camino que pensar en la salida negociada al conflicto.
Un escenario donde las FARC, según el
expresidente Andrés Pastrana, quien durante su gobierno se
sentó a dialogar con la guerrilla, “ya no tienen para
exigir”.
Pero, a diferencia de lo que muchos
podrían pensar, la muerte de 'Cano' no significa el final
de las FARC. Eso dice Víctor G. Ricardo, excomisionado de
paz durante el gobierno del presidente Pastrana. “la
guerrilla está más debilitada que nunca, pero no está
acabada”.
Carlos Lozano, director del semanario
VOZ, y que conoce a las FARC, considera que el escenario
inmediato será que la guerrilla nombre rápidamente el
sucesor de 'Alfonso Cano', y el Ejército esperará esa
decisión para iniciar una nueva ofensiva militar.
Pero en lo que todos coinciden es que
los recientes golpes a las FARC, y este en particular,
demuestran el fracaso de la lucha armada y, como dijo el
presidente del Consejo de Estado, magistrado Mauricio
Fajardo, tras conocer la noticia, “predomina el imperio de
la Constitución”.
Dirigentes políticos hicieron un
llamado a una gran desmovilización colectiva y a que los
jefes de frentes y columnas de la guerrilla se sometan a las
condiciones para reincorporarse a la vida civil.
Consideran que puede ser el momento
ideal, debido a que tras la muerte del líder, con más de
33 años en las FARC, y el último de los hombres de la
segunda generación de esta guerrilla, la moral de la
subversión está por el piso.
Las condiciones de esa eventual
desmovilización están enmarcadas en las fórmulas
ofrecidas por el Gobierno a través de su Alta Consejería
para la Reintegración. Una invitación que hizo el ministro
de Defensa al anunciar que no hay cabecilla ni jefe de
ninguna estructura que pueda resistirse a las Fuerzas
Militares. “Su hora ha llegado. El tiempo es ahora”,
dijo Juan Carlos Pinzón.
Pero también la muerte de 'Cano' se
produce cuando el Congreso de la República estudia un acto
legislativo para que la Constitución, de forma temporal,
contemple mecanismos de justicia transicional que permitan
establecer “un marco jurídico” para que la guerrilla
deje las armas. Una iniciativa legal que el propio
presidente Juan Manuel Santos ha pedido, con el símil de
que necesita una llave para abrir la puerta de la paz.
La paz, sin embargo, no estará a la
vuelta de la esquina. El excomisionado de paz Camilo Gómez
califica como "utópico" que se produzca un
comunicado en el que las FARC anuncien que abandonan las
armas.
Todo lo contrario, dicen varios
expertos en conflicto. El más probable escenarios es que
las FARC, a falta de un único líder, con ascendencia, se
"atomice" y se "bandolerice". Que quede
reducida a pequeñas estructuras que sobrevivan con los
fusiles en alto, y sustentando su economía en el narcotráfico.
Eso lo sabe el mayor verdugo de las
FARC en toda su historia, el hoy presidente Juan Manuel
Santos, quien después de felicitar a las fuerzas armadas
les pidó "perseverar hasta traerle la paz a los
colombianos".
Pero Santos también sabe que las FARC
están en la mayor encrucijada de su historia, que
precisamente se produce en el peor momento de la guerrilla.
Y por eso les ofreció dos caminos: "o la desmovilización,
con plenas garantías para reincorporarse a la sociedad, o
una cárcel o una tumba".