Noticias
desde el Titanic:
“¡Tranquilos
mientras se hunde!”
Por
Mike Whitney (*)
CounterPunch,
13/11/07
Sin Permiso, 18/11/07
Traducción de Xavi Fontcuberta
“Lo
único que apunta hacia arriba son los futuros sobre petróleo.
Y pronto
serán denominados en euros”
El lunes
12, las bolsas asiáticas recibieron otro golpe debido al
miedo que las restricciones al crédito que empezaron en
Estados Unidos empeoren en los próximos meses. Todos los índices
desde Tokio hasta Sidney cayeron bruscamente, siguiendo con
el proceso “retroalimentado” de pérdidas que se inició
en Wall Street la semana pasada. El Nikkei 225 cayó una
media de 3,3%, el Sensex de India un 2,9%, Taiwan un 3,5% y
el Hang Seng de Hong Kong se desplomó un 4,5%. El tsunami
de las hipotecas subprime se encamina en estos momentos
hacia el centro de Manhattan, donde comerciantes con los
nervios a flor de piel están ya atrincherados y con los
ojos bien abiertos.
En medio
del diluvio de malas noticias del fin de semana, hay una
historia que destaca entre todas las demás. El yen ganó un
1,5% respecto al dólar (un 9% de apreciación interanual).
Eso significa que el mayor timo de Wall Street, el comercio
de activos, se está finalmente esclareciendo. Los hedge
funds sobre–endeudados ahora se verán forzados a vender rápido
antes de que se cierre la ventana de tipos de interés bajos
y se encuentren atrapados con opciones mohosas que no pueden
cubrir.
Un yen
tambaleante es la grasa que lubrica la guillotina. A más de
un billón de dólares en préstamos a bajos tipos de interés
– que mantiene funcionando el motor de los negocios en los
mercados norteamericanos – se les va a aplicar un buen
tijeretazo en cualquier momento. El crédito barato japonés
es un volante oculto que dirige el rumbo de “Hedgistán”.
Una vez desaparezca, el sector se ralentizará rechinando
hasta pararse. Los gestores de fondos ya pueden ir olvidándose
de la paga extra para unas vacaciones en Hamptons. A partir
de ahora van a ser simples “don–nadies” bebiendo
whisky de malta Schlitz en Coney Island.
Durante el
fin de semana el Deutsche Bank anunció que las pérdidas de
las hipotecas subprime que se hayan “asegurado” pueden fácilmente
ascender a los 400 mil millones de dólares. La noticia
prendió una espiral de ventas en los mercados asiáticos,
donde los inversores se han vuelto más y más impacientes
por recortar su cartera de valores norteamericanos y activo
denominados en dólares.
De la noche
a la mañana, el billete de color verde se ha convertido en
el leproso invitado a la fiesta de cumpleaños: todo el
mundo se mantiene alejado por miedo al contagio. Los bancos
centrales de otros países buscan la oportunidad de reducir
sus reservas de dólares de forma que no se desestabilicen
sus economías o el sistema financiero global. Sus
intenciones puede que sean prudentes – incluso honestas
– pero no impedirá la inevitable sangría de dólares
norteamericanos que muy posiblemente empiece una vez los
gigantes financieros revelen el auténtico volumen de sus pérdidas.
Se han
puesto en marcha nuevas regulaciones que requerirán de los
bancos que anuncien los “precios de mercado” de sus
productos. Ello pondrá de manifiesto hasta qué punto están
des–capitalizados. Cuando corra la voz de que el sistema
bancario está con el agua al cuello, habrá una huída
masiva del dólar.
El domingo,
la AFP informó que el Grupo de las 7 naciones más ricas
del mundo (el G7) estaba considerando la posibilidad de una
“intervención directa” sobre la caída del dólar para
evitar una “corrección desestabilizadora”. “No es
demasiado pronto para empezar a contemplar el riesgo de que
haya intervenciones coordinadas por parte del G7”, dijeron
Stephen Jen y Charles St–Arnaud del banco de inversiones
Morgan Stanley. “La historia muestra como durante las últimas
tres décadas las intervenciones coordinadas y
multilaterales han sido claves en crear cambios en las
tendencias anuales de las divisas más importantes”. El
jueves el Secretario del Tesoro Hank Paulson, a cinco brazas
bajo las olas de la cubierta de popa del Titanic, dijo bien
claro por los altavoces que “es en interés de nuestra
nación que haya un dólar fuerte, y debería serlo en base
a nuestra economía”.
Según
Bloomberg News: "Más de 350 mil millones de deudas
colateralizadas, que incluyen activos usados para respaldar
obligaciones, puede que sean “degradadas” debido a caídas
en la calificación del crédito”.
Lo que está
claro es que la situación va a peor, no a mejor. La
honestidad debe ser vista como mínimo como una de las
muchas alternativas, aunque el Departamento del Tesoro la
evite como a la peste. Pero al final, a la gente habrá que
decírsele lo que está ocurriendo.
La semana
pasada, el Financial Times informó de que: “los últimos
días, los inversores se han encontrado con un flujo de señales
muy fiables de que el ánimo en el mundo financiero está
decayendo. Sin embargo, hundido en el fondo de la esquina
esotérica del las finazas, otro pequeño grupo de datos
poco conocidos está provocando una preocupación creciente.
La llamada correlación – un concepto que muestra cómo se
comercia entre distintas partes de complejos agregados de
derivados crediticios – se ha estado moviendo de manera
poco habitual. ‘Lo que estamos viendo en los mercados de
derivados, más sintéticos, es que hay un miedo importante
a un fallo sistémico’, afirma Michael Hampden–Turner,
analista estratégico del crédito en Citigroup. ‘No se
trata sólo de correlaciones de precios a través del
mercado colateralizado de obligaciones, sino de un aumento
potencial en los correlación media y la de los activos en
general’. Hasta hace poco, los agentes solían asumir que
había relativamente poca correlación entre diferentes
paquetes de deuda, porqué pensaban que el mayor peligro
para el mundo era idiosincrásico por naturaleza – en el
sentido de que si bien una empresa puede, en determinado
momento, quebrar repentinamente, era muy improbable que un
gran número de ellas quebrasen al mismo tiempo. Sin
embargo, algunos reguladores han estado advirtiendo que en
tiempos de nerviosismo la correlación no siempre se
comporta como creen los agentes”.
La
industria de los varios billones de dólares en derivados
– que nunca ha sido puesta a prueba en condiciones de
mercado a la baja – de momento se está sólo moviendo en
un mismo plano. Nadie sabe realmente lo que eso significa,
excepto que los instrumentos de deuda más opacos y volátiles
amenazan con quedar al descubierto, poniendo en marcha una
cascada de impagos inesperados y una pérdida de
capitalización colosal. Los llamados Credit Default Swaps
(CDS) rara vez son vapuleados en las conversaciones del
mercado. Son opciones de contrapartida que proveen una
salida en caso de que se sospeche un impago. Son de hecho un
equivalente financiero de la línea de San Andreas, que está
tambaleándose amenazadoramente a medida que se ejecutan más
y más órdenes y los bonos respaldados por hipotecas siguen
implosionando. Como sugiere el Financial Times, las ondas de
choque deberían llegar a los parqués de Wall Street en un
futuro inmediato.
También
hay nueva actividad en las ventas de las llamadas
"marked to model" CDO – la hijastra pelirroja
del nuevo paradigma estructural financiero. “El
responsable de una deuda colateralizada de mil quinientos
millones de dólares gestionada por State Street Global
Advisors ha empezado ha empezado a vender activos,
aparentemente empezando un proceso de liquidación”, dijo
Standard and Poor’s. “La venta es una bandera roja para
los otros titulares de un billón y medio de dólares en
CDOs, los cuales han estado esperando que cambiasen las
condiciones de mercado antes de intentar vender sus bonos
respaldados por hipotecas. La liquidación va a asignar un
‘precio de mercado’ a estos vehículos de inversión tan
complejamente estructurados. Si el precio de subasta se
queda en céntimos de dólar, entonces los bancos, fondos de
pensiones y las compañías aseguradoras tendrán que
registrar sus pérdidas o ampliar sus reservas para cubrir
el debilitamiento de sus activos. En pocas palabras, la
venta de State Street podría convertirse en el día del
juicio final para un gran número de bancos de inversión
infra–capitalizados. Sus ingresos ya son bajos; esto sería
el golpe de gracia.
Por último,
Greg Noland de PrudentBear.com informa sobre el “desastre
que se avecina” en Fannie Mae dónde la más conocida de
las Government Sponsored Entity (GSE) se ha situado de lleno
en la actual caída de la vivienda con un “Libro de
Negocios sobre hipotecas, MBS y otras garantías crediticias
de 2,7 billones de dólares”, el cuál está respaldado
por una mísera “participación de acciones por valor de
casi 40 mil millones de dólares”.
¿Eso
es todo?
Como
concluye Noland: “Un crack devastador en el sector de la
vivienda dejará en bancarrota los aseguradores de
hipotecas, mientras la solvencia de sus contrapartidas de
derivados estará en duda en cualquier caso. Las GSE están
integralmente vinculados o lo que me temo que será una caída
pasmosa del crédito asegurador y las finazas
estructuradas”. Amen.
Lo único
que apunta hacia arriba son los futuros sobre petróleo. Y
pronto serán denominados en euros.
(*)
Mike Withney es un analista político independiente que vive
en el estado de Washington y colabora regularmente con la
revista norteamericana CounterPunch.
¿Por
quién dobla la campana del cierre?
El
último toro muerto en Wall Street
Por
Mike Whitney
CounterPunch, 10/11/07
Rebelión,
17/11/07
Traducido por Germán Leyens
¡Qué
semana en el mercado de valores! El miércoles 7 la bolsa
vivió una bajada en picada de 360 puntos, seguida, dos días
después, por un planchazo de 220 puntos. Cuando terminó,
los trading pits se parecían más a una planta de embalaje
de salchichas que al epicentro financiero del mundo. Después
de la campana, negociantes abatidos pasaban de puntillas por
la masacre camino a la botillería cercana para cargarse de
vodka y cajas de vino barato – cualquier cosa que ayude a
calmar los nervios y a olvidar la semana.
Todos lo veían
venir: el choque de trenes. Fue sobre todo una continuación
de la noche anterior, cuando los valores asiáticos fueron
aporreados al llegar informes sobre un crecimiento más
lento en EE.UU. y crecientes problemas en los mercados
crediticios. Eso hizo tambalear el primer dominó. El
anuncio del jefe de la Reserva Federal, Bernanke, de que la
economía enfrentará “una aguda deceleración por la
contracción del mercado de la vivienda” y un “aumento
inflacionario por precios mucho más elevados del petróleo
y por la debilidad del dólar,” tampoco ayudó a aliviar
la situación. Sus observaciones provocaron una volatilización
en los mercados monetarios mientras las acciones eran
arrastradas al desolladero.
El mercado
de Shangai fue el más afectado, cayendo cerca de un 5%
antes de terminar el día. Taiwán y Hong-Kong le siguieron,
cayendo un 3,9% y un 3,2% respectivamente. Los precios de
las acciones en Japón bajaron un 2%. A la mañana
siguiente, Wall Street se derrumbó. Fue una masacre.
Ahora es un
mercado en baja. Al último toro se lo llevaron de Wall
Street el viernes con un arpón en el pecho.
El contagio
de las hipotecas subpreferenciales se ha extendido ahora más
allá de EE.UU. y Europa a mercados en el Lejano Oriente. A
nadie lo engañan las predicciones optimistas de Bernanke de
que la economía se recuperará el próximo año, con
resultados fuertes en el primer trimestre. Son estupideces y
todo el mundo lo sabe. La economía se cayó por el pozo del
ascensor y va camino al fondo. La confianza de los
consumidores tambalea, la vivienda se desmorona, el capital
extranjero escapa y bastaría un enjuague para los billetes
verdes caigan a la alcantarilla. Los tranquilizantes de
Bernanke no tienen sentido.
"No
veo ningún cambio significativo en las amplias tenencias de
dólares en todo el mundo. El dólar sigue siendo el activo
de reserva predominante y preveo que ese continúe siendo el
caso," sostuvo ante el Comité Económico del Congreso.
¿De verdad? ¿Por qué entonces se derrumba el dólar si la
gente no se está deshaciendo de esa moneda, Ben? ¡Qué
comentario absurdo! El dólar ha perdido un 63% contra el
euro y ha caído a un nivel bajo récord contra una canasta
de divisas internacionales. Los bancos centrales e
inversionistas extranjeros se libran del dólar lo más rápido
posible antes de que pierda aún más valor. La caída del dólar
ha sido el más deslumbrante cortocircuito de una moneda en
los tiempos modernos y Bernanke actúa como si siguiera
dormido con el interruptor en sus manos. Es una locura. El dólar
sigue siendo apaleado por la poción milagrosa del bajo
interés y el gigantesco déficit de la cuenta corriente. Si
Bernanke vuelve a recortar las tasas de interés para sacar
de aprietos al mercado bursátil, el dólar caerá por una
falla irreversible de su sistema respiratorio. Los precios
de los alimentos y del petróleo se dispararán hasta el
cielo de un día al otro y se llevarán los despojos del dólar
al cementerio más cercano.
El déficit
comercial de septiembre fue otro golpe para el dólar
menguante. El Buró del Censo informó el viernes que el déficit
fue de 56.500 millones de dólares. ¡Son 684.000 millones
de dólares por año! Bush ha estado cacareando sobre el
“déficit en disminución,” pero las cifras no son como
para cantar victoria. Todavía pedimos prestado más de lo
que producimos. Todavía vivimos más allá de nuestros
medios. Las cifras menores sólo reflejan la decadencia en
la construcción de viviendas que es intensiva en su
contenido importado. El hecho es que somos adictos al
consumo alimentado por la deuda y que hemos olvidado que, en
última instancia, los billones que hemos pedido prestados a
acreedores extranjeros, tendrán que ser pagados. Si el dólar
es reemplazado como la divisa de reserva mundial, tendremos
que devolver 9 billones de dólares en deudas pendientes.
Igual podríamos colgar ahora mismo el letrero
“embargado” y ponernos trajes de trabajadores chinos.
Lo
siguiente es de Bloomberg News:
“Mientras
cae el dólar, crece la preocupación de que su debilidad
pueda augurar el fin del reino de 62 años de la divisa de
EE.UU. como la moneda preferida del mundo para el comercio,
las transacciones financieras y las reservas de los bancos
centrales. El dólar debe su posición como la primera
divisa internacional del mundo a su condición como un
refugio durante tiempos de agitación, la ausencia de un
rival adecuado, la débil demanda interior en otros países
y simplemente la vieja inercia. La geopolítica también
juega un papel.”
Tontería.
¿Quién cree esas estupideces? El dólar es la así llamada
“divisa internacional” porque la Reserva Federal y sus
acaudalados protectores son los directores de la cábala
bancaria EE.UU.-Europa-Japón que está al centro del timo
global del dinero fiat [sin respaldo]. No significa nada más
que eso. Nótense las recientes duras medidas
“unilaterales” contra Irán adoptadas por el sindicato
bancario dirigido por EE.UU. La acción fue iniciada sin
aprobación de la ONU por el simple motivo de que la ONU, el
Banco Mundial, el FMI, la OMC y ONGs sólo son otras
propiedades de primera de los Bancos Centrales. No hay que
esperar que el padre le pida permiso al niño para castigar
a uno de sus hijos vagos. Los bancos son los que realmente
toman las decisiones y – detrás de la cortina de una
respetabilidad fingida – son la fuerza motriz detrás de
las interminables guerras.
El plan de
la Reserva Federal de “devaluar” nuestro camino hacia la
prosperidad parece haber chocado contra algunos badenes mal
colocados. El mercado de valores cuelga de un hilo y la
confianza de los consumidores está a su nivel más bajo
desde el comienzo de la Guerra de Iraq. Se espera que la caída
del dólar amargue los gastos de Navidad y deje fuera de
combate a los valores bursátiles. No puede ser bueno para
la economía – especialmente en circunstancias que un 72%
del PIB proviene de gastos de consumo.
Ya
comenzamos a ver las señales que delatan que el consumidor
pierde terreno y que está a punto de caer en un coma
inducido por las deudas. Según datos de la Universidad de
Michigan:
“La
confianza del consumidor llegó este mes a su nivel más
bajo en más de dos años entre inquietudes por los precios
del petróleo a niveles récord, los problemas permanentes
en el mercado de la vivienda y la mayor inflación. Aunque
las actitudes de los consumidores se deterioraron en
general, la caída sustancial en las expectativas contribuyó
fuertemente a la considerable disminución en el índice
general.”
El
mentecato promedio no da crédito alguno al palabreo de
Bernanke. Ve por sí mismo lo que le pasa cada vez que se
detiene en la gasolinera o va al supermercado. No necesita
que la Universidad de Michigan le diga que lo están
jodiendo; ¡lo sabe! La economía se hunde, la inflación se
dispara, y el país va a la deriva. Cada céntimo en el
tesoro público ha sido engullido por el agujero negro de
Oriente Próximo. ¿Piensa Bernanke realmente que los que
trabajan no lo saben? Todo el mundo lo sabe. Todo el mundo
sabe que la vida de la economía es mantenida
artificialmente; casi todos saben que el país se derrumba
como resultado de la mala administración. Incluso los maníacos
que agitan la bandera, que llaman a la guerra en la página
editorial del Wall Street Journal, comienzan a protegerse de
la avalancha de malas noticias. Ven lo que pasa y tienen
miedo – se cagan de miedo.
Por
desgracia, el repentino cambio en los sentimientos de los
consumidores afecta a los comerciantes minoristas que
dependen de Navidad para que los sustente durante el año.
Ya hemos visto la lentitud en las ventas de viviendas y
coches. Ahora se ve en el comercio minorista. Abercrombie,
American Eagle, Ann Taylor, Chicos, Dillards, The Gap y
Nordstrom informan todos sobre un decrecimiento en las
ventas. Walmart, Lowes y los otros grandes también rebajan
sus proyecciones. Va a ser una Navidad magra.
El pobre
consumidor estadounidense ha terminado por llegar al límite
de su capacidad y ya no puede recurrir al valor de su casa
para conseguir un crédito rápido. Tiene hipotecas hasta el
cuello y ya ha agotado 6 o 7 tarjetas de crédito hasta su límite.
En los hechos, la deuda de las tarjetas de crédito es otra
preocupación creciente de los bancos.
Los bancos
comerciales son víctimas de su propio éxito. Después de años
de seductivas promociones y campañas de correo de saturación,
la industria de las tarjetas de crédito está en su cenit
dejando a los consumidores con una cuenta asombrosa de casi
1 billón de dólares. (915.000 millones de dólares). Cada
vez más clientes ni siquiera pueden realizar pagos mínimos
de sus cuentas y los incumplimientos de pagos se acumulan a
un ritmo récord. Es la próxima fase del fiasco de los préstamos
subpreferenciales y tiene el potencial se ser casi tan
destructora como la catástrofe inmobiliaria. El problema
también es completo. Después de todo, la deuda de las
tarjetas de crédito en los últimos 6 años ha sido
“titularizada” y traspasada a inversionistas en el
mercado secundario, (fondos de pensión, fondos de alto
riesgo, etc.) Eso significa que podemos esperar más
temblores en el mercado de valores cuando los beneficios
corporativos partan hacia el sur después de que los bonos
respaldados por tarjetas de crédito sean degradados. Es más
del mismo embuste de las “finanzas estructuradas”;
deudas apiladas sobre deudas, hasta que todo el edificio se
derrumba.
Se ve cada
vez más que la “brillante ciudad sobre el monte” de
Reagan fue erigida sobre un montón de deuda tóxica. Es
sorprendente que no se haya hundido todavía.
El país va
a hacia la recesión y no hay nada que Bernanke pueda hacer
para impedirlo. La única pregunta es si enfrentaremos una
colosal catástrofe de estallido de la economía como en
1929 o una caída más suave de 5 o 6 años. Eso depende de
la Reserva Federal. Si el jefe de la Reserva decide oponerse
a la caída de los mercados reduciendo drásticamente las
tasas y destruyendo la moneda, es probable que tengamos que
desenterrarnos durante años. Pero si Bernanke se echa a un
lado, y deja que caiga quien caiga, el ritmo de la
recuperación será más rápido.
Sea cual
sea su decisión, no hay forma de evitar la inevitable
depresión. El martillo está preparado para golpear el
yunque. El mercado de valores caerá, los bancos
extralimitados y los fondos de alto riesgo se derrumbarán,
y el país entrará en una prolongada caída económica. Eso
es seguro. Uno solo puede dejar de lado los fundamentos económicos
durante un cierto tiempo. Cuando los mercados se corrigen es
como una marea que barre la bazofia de las apuestas
equivocadas e inversiones sobre-apalancadas dejando detrás
una amplia playa vacía.
Una recesión
es una parte normal del ciclo de los negocios. No puede ser
evitada. La economía tiene que desarrollarse para que se
puedan cancelar las deudas y los negocios puedan reequiparse
para el futuro. La próxima recesión se presenta como peor
que las precedentes – una verdadera maravilla.
El daño
causado por el crédito excesivo de la Reserva Federal ha
sido considerable. Tomará años hasta que se seque la tinta
roja y se ponga la casa en orden. Los mercados están patas
arriba, los inversionistas han sido vapuleados y la
confianza se acabó.
Las
finanzas estructuradas han sido un desastre absoluto. Deben
ser eliminadas. Necesitamos un nuevo sistema financiero para
una nueva época; un sistema que sea fuertemente regulado y
supervisado para cortar las alas de pillos y artistas del
timo; un sistema que mantenga su vínculo esencial con la
economía subyacente real, productiva, y evite la galaxia de
derivados complejos, obligaciones “titularizadas”, y
documentos de débito intransparentes que han llevado a la
actual crisis; un sistema que responda a las necesidades de
la gente trabajadora y tome en consideración los
amenazadores problemas de la degradación medioambiental, la
escasez de materias primas, y el cambio climático; un
sistema que reinvierta en comunidades, en la educación y la
atención sanitaria en lugar de engordar los resultados de
estafadores corporativos, y de elites sedientas de coñac.
Es hora de
sacar el andamiaje podrido y reconstruir ladrillo sobre
ladrillo todo el armatoste.
El sistema
está roto. Tal vez Greenspan nos hizo a todos un favor al
hacerlo reventar con su dinamita de los “intereses
bajos”. ¡Hasta nunca!”
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