El
papel estratégico del petróleo en la crisis global del
sistema capitalista
Agotamiento
de las reservas mundiales
Por
Manuel Freytas (*)
IAR
Noticias, 03/12/07
Tres
elementos básicos acosan al petróleo: reducción de la
reservas y alta demanda, escalada de precios y especulación
financiera (como su consecuencia más inmediata), y fracaso
cada vez más evidente de los llamados biocombustibles para
reemplazarlo como alternativa energética mundial, que lo
convierten a su vez en potencial detonante de conflictos
geopolíticos–militares a corto plazo. En este escenario,
y atendiendo a su propia supervivencia, las potencias
capitalistas (principalmente el Imperio estadounidense) ya
han trazado estrategias militares para preservar su hegemonía
geopolítica–energética en las regiones claves
productoras de petróleo. En esta dialéctica interactiva
petróleo–economía mundial (como detonante de conflictos
armados por la supervivencia), el oro negro ya se ha
convertido en el eje estratégico de una potencial crisis
global del sistema capitalista.
En
la energía (básicamente petróleo, gas y derivados del
petróleo) se encuentra la clave que mueve los centros
vitales de producción, elaboración y transporte de todo lo
que fabrica y consume el planeta nivelado por este modelo de
"globalización" económica capitalista.
Las
reservas de crudo están hoy en niveles mucho más bajos que
hace un año y los incentivos de mercado para almacenar petróleo
en caso de que surjan problemas de abastecimiento se han
evaporado, según los especialistas y la propia OPEP.
En
suma, la conjunción del "dólar débil" y del incremento en la demanda, alimenta la escalada del precio del
petróleo (el motor de las economías centrales y
emergentes) con el consecuente peligro de desatar un proceso
inflacionario con retracción de la economía y del consumo a escala global.
Además
de la especulación con la baja del dólar que hace subir el
precio del petróleo en los mercados globales (los grandes
inversores se refugian en las acciones petroleras) la
producción petrolera mundial enfrenta dos problemas claves
a futuro:
A)
La reducción de la producción y el agotamiento de la
reservas (que también se retroalimentan para subir los
precios),
y
B), el cada vez más evidente fracaso de los biocombustibles
(la "alternativa etanol") para reemplazarlo como
motorizador energético de la economía mundial.
Esta
posibilidad de agotamiento a corto plazo del combustible que
mueve a la
economía mundial y que conforma el resorte estratégico de
la supervivencia de las potencias capitalistas, precipitan
a su vez distintas hipótesis y especulaciones sobre el petróleo
como detonante inmediato de conflictos geopolíticos–militares.
¿Qué
pasaría, por ejemplo, con EEUU, la Unión Europea y China
(los principales consumidores mundiales) si se agotaran las
reservas de crudo?
Estados
Unidos consume mundialmente:
•
El 33% de los hidrocarburos
•
1 de cada 4 barriles de petróleo
•
40 de cada 100 litros de gasolina
•
1 de cada 3 derivados de hidrocarburos
•
1 de cada 5 de los destilados
El
déficit del 25% de su consumo energético equivale a unos
12 millones de barriles diarios de petróleo y gas, que
tiene que importar, principalmente de Venezuela y Medio
Oriente.
Según
coinciden varios informes técnicos, las grandes potencias
mundiales (conformadas por las grandes economías y las
grandes corporaciones multinacionales que controlan
gobiernos y recursos estratégicos a escala global)
tienen un déficit cercano a los 40 millones de
barriles diarios de hidrocarburos.
En
el transcurso de esta generación para el 2020 éste déficit
sobrepasará los 100 millones de barriles diarios, porque
sencillamente ninguno de esos países tienen reservas petrolíferas
en sus territorios que le alcancen más allá del 2015.
Según
expertos y productores mundiales consultados por el diario
The Wall Street Journal, cada vez más personas clave en la
industria del petróleo están apoyando una idea que durante
mucho tiempo fue marginal: que el consumo del mundo se
acerca a un límite práctico para la cantidad de barriles
diarios que se pueden bombear.
Algunos
pronostican que los productores del crudo podrían alcanzar
ese techo tan pronto como en 2012.
Este
límite aproximado –que dos altos ejecutivos de la
industria citados por el Journal
sitúan en torno a los 100 millones de barriles
diarios– está muy por debajo de la demanda que se
proyecta para las próximas décadas. La producción actual
está en unos 85 millones de barriles al día, según el
Journal.
Hace
unas semanas, el presidente ejecutivo de la petrolera
estadounidense ConocoPhillips se hizo eco de estas
conclusiones en un discurso durante una conferencia en Wall
Street. "No creo que el suministro supere los 100
millones de barriles al día", dijo. "¿De dónde
se supone que saldrá todo ello?", añadió.
Incluso
algunos funcionarios de los países miembros de la
Organización de Países Exportadores de Petróleo
pronostican límites, pese a que la OPEP siempre ha
insistido en que es capaz de abastecer al mundo.
El
presidente de Libya National Oil Corp. también afirmó en
la conferencia de Londres que será difícil para el mundo
producir más de 100 millones de barriles diarios.
Por
su parte, el ex jefe de exploración y producción de la
petrolera nacional de Arabia Saudita, Sadad Ibrahim Al
Husseini, afirmó que la falta de ingenieros y equipos
limitará la capacidad de aumentar la producción y mantener
el ritmo de demanda de la economía global. Además, dijo,
los campos recién descubiertos tienden a ser más pequeños
y más difíciles de desarrollar.
Según
un informe publicado en
el periódico
Soberanía, en
el año 2021 Venezuela,
Irak, Irán, Arabia Saudita, Kuwait, Emiratos Árabes
Unidos, Nigeria, Rusia y ciertos países de
la región del Asia Central, serán los únicos sobrevivientes
de la era del petróleo.
Todos
los demás países, hoy productores, dentro y fuera de la
OPEP, sencillamente no tendrán petróleo.
La
conclusión no deja dudas: quien controle el petróleo
controlará a su oponente. Quien controle el petróleo
controlará los misiles, aviones, submarinos, portaaviones,
tanques y armamento nuclear táctico que pueda ser empleado
en futuras guerras de control militar, y para la cual la dinámica
energética del petróleo es clave para su desarrollo.
La
invención de la doctrina del "eje del mal" y de
la guerra contra el "terrorismo islámico" con que
la Casa Blanca justificó
las invasiones de Irak y Afganistán, se explica en el hecho
de que el 90%
de las reservas mundiales de petróleo y gas están en manos
de países musulmanes de la OPEP, de Rusia, y de regiones
musulmanas de la antigua Unión Soviética.
Europa,
EEUU y China (las tres economías mundiales claves) están
aquejados por el mismo síndrome: el déficit de
hidrocarburos, un elemento esencial para su supervivencia y
sin el cual sus
infraestructuras industriales, económicas y militares se
desmoronarían en pocas décadas.
Esto
emparenta y junta a los viejos imperios europeos con el
nuevo imperio unipolar norteamericano en una cruzada
permanente: invadir países para apoderarse de recursos
naturales estratégicos y de petróleo, el elemento vital
para su existencia futura.
Y
explica la "sociedad" natural existente –más
allá de los discursos "opositores" europeos en la
ONU– entre el capitalismo norteamericano y el europeo en
las invasiones militares ejecutadas por el Pentágono, pero
aprovechadas económicamente, en primer lugar por los
consorcios norteamericanos, y secundariamente por las
corporaciones europeas que participan del botín de guerra
con el petróleo y de todo el negocio de la ocupación.
Según
informes del Departamento de Energía de EEUU, la demanda
mundial de petróleo pasó de 15 a 82 millones de barriles
al día entre 1955 y 2005, un aumento del 450%, mientras que
la producción mundial crecía hasta ahora en una cantidad
capaz de satisfacer esa demanda.
Las
proyecciones indican que la demanda mundial seguirá
creciendo en la misma proporción, o más rápido, en los próximos
años impulsada en gran medida por el creciente consumo
energético de China, India y otros países en pujante
desarrollo capitalista.
Pero,
como contrapartida de esta demanda creciente de petróleo,
una gran mayoría de expertos cree que la producción
mundial de crudo "convencional" (liquido) pronto
alcanzará un techo, en
2010 o 2015, y luego
comenzará una disminución irreversible de las reservas.
El
Departamento de Energía de EEUU reconoció en mayo pasado
que el mundo está saliendo
de la Era del Petróleo y entrando en la Era de la
Insuficiencia.
El
nuevo escenario, según el historiador estadounidense
Michael T. Klare (The Nation, noviembre 2007), significa el
comienzo de una nueva era de competición energética y
creciente uso de la fuerza militar para proteger las fuentes
extranjeras de petróleo, cuyas reservas están mermando drásticamente.
Un
informe del Consejo de Relaciones Exteriores titulado
Nacional Security Consequences of U.S. Oil Dependency,
apoyado por líderes demócratas y republicanos, alerta
contra los peligros a la "seguridad del flujo" de
petróleo extranjero, concluyendo que "una fuerte
presencia militar estadounidense es clave en las áreas que
producen y en las rutas marítimas" que transportan ese
crudo hacia EEUU.
El
presidente George W. Bush ya expuso claramente esta política
orientada al control de las grandes reservas energéticas
cuando, el 13 de septiembre pasado, afirmó
que la salida de tropas de Irak permitirá que Irán
pueda "controlar una parte clave del abastecimiento
global de energía".
Según
el experto Michael
T. Klare, en este escenario es previsible que los demócratas
no se opondrán a un ataque a Irán si se lo presenta como
una acción para prevenir que Teherán amenace los
abastecimientos de petróleo del Golfo Pérsico controlados
por EEUU.
De
acuerdo con Klare, esta situación llevará a que la próxima
Administración (sea demócrata o republicana)
aumente el uso de la fuerza militar para proteger
esos flujos y las inversiones
en regiones conflictivas como Asia y el Golfo Pérsico.
La
clave petrolera del ataque a Irán
Irán
es la potencia que tiene la llave estratégica para el
dominio y control militar de la región del Golfo Pérsico y
del llamado "triángulo petrolero" (Mar
Negro–Mar Caspio–Golfo Pérsico), por donde pasa más
del 40% de la producción petrolera y gasífera mundial, y
resulta un elemento clave para la supervivencia futura de
las potencias capitalistas sionistas con EEUU a la cabeza.
Si
hay guerra en Medio Oriente, se paraliza el estrecho de
Ormuz, y si se paraliza el estrecho de Ormuz, se paraliza el
transporte del 40% de la producción mundial del crudo,
elevando su precio a escalas astronómicas (US$150
el barril, según cálculos en boga).
Y
si estallan los precios del crudo, estallan los mercados
capitalistas (y el modelo económico vigente) a escala
global, y si estallan los mercados capitalistas estalla el
planeta con la recesión y los conflictos sociales y
gremiales como protagonistas centrales.
Tres
razones claves y fundamentales explican un potencial ataque
a Irán por
parte de EEUU:
En
primer lugar, el desenlace militar se hace inevitable porque
Irán (la mayor potencia del mundo islámico) es una pieza
clave en el gran tablero de la "guerra fría" por
el control geopolítico–militar y energético mundial
entre EEUU y Rusia, que tiene como escenarios centrales de
disputa a Medio Oriente y Asia.
En
segundo lugar, y como ya se dijo más arriba, Irán es la
llave estratégica para el dominio y control militar de la
región del Golfo Pérsico y del "triángulo
petrolero" (Mar Negro–Mar Caspio–Golfo Pérsico),
ya que por dicha región pasa más del 40% de la producción
petrolera y gasífera mundial, siendo esta situación vital
para el desarrollo y supervivencia de las potencias
capitalistas sionistas.
Y
en tercer lugar, el surgimiento de Irán como potencia
nuclear–petrolera–islámica, aliada estratégica de
Rusia y de China (potencias desequilibrantes en el orden del
dominio imperial capitalista mundial) pone en peligro la
supervivencia del Estado de Israel y la hegemonía del
control económico, geopolítico y militar estratégico del
poder imperial sionista en la decisiva región del Medio
Oriente y del Golfo Pérsico, utilizada por EEUU como llave
de proyección militar hacia el Asia.
En
este escenario, el ataque militar a las usinas nucleares
iraníes se torna inevitable, no por el "capricho"
de Bush y de Ahamadineyad, o de Olmert, sino como resultante
lógico de una ecuación de intereses estratégicos que
tiene al petróleo como objetivo central.
Si
bien (como coinciden todos los expertos) la operación
militar contra Irán (y quizás Siria) está programada para
antes de la finalización del segundo mandato de Bush, una
postergación, por la causa que sea, llevará a que la misma
sea ejecutada por el próximo que asuma en la Casa Blanca.
Resumiendo:
el escenario (por ahora en suspenso) de un ataque de EEUU a
Irán, se motoriza a partir de una resolución estratégica
de frentes de conflicto con el petróleo como detonante
principal, que supera a cualquier aventura personal de sus
ejecutores de turno, tanto en la Casa Blanca como en Teherán.
Y
en esta dialéctica interactiva petróleo–economía
mundial (como detonante de conflictos armados por la
supervivencia), el oro negro ya se ha convertido en el eje
estratégico de una potencial crisis global del sistema
capitalista.
(*)
Manuel Freytas es periodista, investigador y analista,
especialista en inteligencia y comunicación estratégica.
|