La
deuda de EEUU crece un millón de dólares cada minuto
Por
Tom Raum (*)
San
Francisco Chronicle, 03/12/07
Sin
Permiso, 16/12/07
Traducción de Daniel Escribano
Como
una bomba de relojería, la deuda nacional es una explosión
que espera acontecer. Crece en torno a 1400 millones diarios
o cerca de un millón de dólares por minuto. ¿Qué
significa eso para ustedes? Significa casi 30.000 dólares
de deuda por cada hombre, mujer y niño en los Estados
Unidos. Incluso si ustedes se han escapado de los recientes
crujidos inmobiliarios y crediticios y se las arreglan con
los crecientes precios del combustible, pueden incluso ser
conducidos a la miseria económica junto con el resto del país.
Ello es porque el gobierno está abusando de recursos
necesarios para satisfacer los pagos de intereses en la
deuda nacional, que se coloca en 9,13 billones de dólares.
Y cual propietarios que retiran las hipotecas de tipo
variable, el gobierno se enfrenta a la posibilidad de ver
esta deuda –actualmente en tipos de interés relativamente
bajos– moverse hacia tipos más altos, cosa que
multiplicaría el sufrimiento financiero.
Mientras
que hay quien quiere seguir prestando dinero estatal, la
deuda se dispara. Pero mantener los pagos de los intereses
agravaría y podría al tiempo excluir la mayor parte del
resto de gasto público, lo que llevaría bruscamente a
impuestos mayores o a recortes en servicios básicos como la
Seguridad Social y demás programas estatales de
beneficencia. O a todo ello.
Un
decrecimiento económico, como algunos economistas sugieren
que se puede avecinar, que podría apresurar el día del
juicio final. La deuda nacional –la acumulación total de
déficits presupuestarios anuales– estaba por encima de
los 5,7 billones de dólares, cuando el presidente Bush tomó
posesión del cargo en enero de 2001, y ascenderá a 10
billones algún día poco antes o después de que lo
abandone en enero de 2009. Esto es, 10,000,000,000,000.00 dólares,
o un dígito más de lo que el "reloj de la deuda
nacional" del estilo cuentakilómetros próximo a la
plaza de The New York Times puede manipular. Y sólo irá a
peor.
Durante
los próximos 25 años se espera que el número de
americanos de 65 años y mayores casi se doble. La población
trabajadora se reducirá y más y más nacidos durante los años
sesenta estarán utilizando las prestaciones de la Seguridad
Social y Medicare, cosa que colocará nuevas peticiones en
los recursos estatales. Esas jubilaciones garantizadas y
programas de asistencia sanitaria supondrán el mayor
componente del gasto federal. Defensa es el siguiente. Y
subiendo rápidamente en tercer lugar está el interés de
la deuda nacional, que sumaba 430.000 millones el año
pasado.
Agravando
el cuadro de la deuda están las guerras en Iraq y Afganistán,
que la imparcial Oficina Presupuestaria del Congreso calcula
que podrían costar 2,4 billones de dólares durante la próxima
década. A pesar de las solemnes promesas de ambos partidos
en punto a contener el gasto federal, la deuda nacional como
porcentaje del PIB de los EEUU ha crecido desde en torno al
35% en 1975 hasta cerca de un 65% en la actualidad. Desde la
perspectiva histórica, no es proporcionalmente tan alta
como durante la Segunda Guerra Mundial, cuando subió
brevemente al 120% del PIB, pero es un pasivo enorme.
"El
problema avanza", dijo David Wyss, economista y jefe de
Standard and Poors, una agencia de informes de crédito
mayor. "Nuestro cálculo es que la deuda nacional
llegue al 350% del PIB en 2050 si se mantiene la misma política.
Algo debe cambiar, porque si miran qué va a ocurrir con los
gastos para programas de derechos después de que los
nacidos en los sesenta empiecen a retirársenos, con los
actuales tipos impositivos no serán financiables",
afirmó Wyss.
Con
las elecciones acercándose, los candidatos de ambos
partidos hablan de disciplina fiscal y de reducir el déficit
y acusan al otro de gasto irresponsable. Pero la deuda
nacional en sí –un legado de gasto excesivo que se
remonta a la revolución (norte)americana– sólo es
mencionada esporádicamente.
¿Quién
presta a Washington todo su dinero? Los inversores
corrientes que compran bonos del Tesoro y de ahorro de EEUU,
por ejemplo. También los bancos, fondos de pensiones, compañías
de fondos mutuos y gobiernos estatales, locales y, cada vez
más, extranjeros. Esto suma en torno a 5,1 billones de dólares
del total y es la denominada deuda "sostenida públicamente".
Los cuatro billones de dólares restantes se deben a la
Seguridad Social y cuentas de otros gobiernos, según el
Departamento del Tesoro, que mantiene los datos de la deuda
nacional por debajo del penique en su página web.
A
algunos economistas les gusta la situación apremiante del
gobierno, que gasta como si el mañana no existiera, sólo
para ver sus tarjetas de crédito en números rojos y tener
un mal momento en que lidiar con pagos de interés
creciente.
"El
gobierno se encuentra en el mismo apuro en que un
propietario medio que retira una hipoteca variable",
dijo Stanley Collender, un ex analista del presupuesto del
Congreso y actualmente director general en Qorvis
Communications, una consultoría de negocios.
Gran
parte de los préstamos recientes se ha cumplido mediante la
venta de bonos del Tesoro a corto plazo. Si esos préstamos
giran hacia tipos mayores, los pagos de intereses en la
deuda nacional se podrían disparar. Además, el declive del
dólar ante otras monedas mayores está convirtiendo los
valores del Tesoro en menos atractivos para los extranjeros,
aun si permanecieran como las inversiones más seguras del
mundo. De momento, grandes déficits comerciales de EEUU con
gran parte del resto del mundo a favor de la inversión
extranjera continuada en el Tesoro y los valores denominados
dólares. Al fin y al cabo, las enormes sumas que han pagado
los americanos –en dólares– por bienes importantes
tienen que ir a alguna parte. Pero esta dinámica podría
cambiar.
"El
primer día en que los chinos, japoneses o saudíes digan «hemos
comprado suficientes títulos suyos», la deuda
–cualquiera que sea su nivel en ese momento– será
inmanejable", dijo Collender. Un comentario reciente
del legislador chino sugiriendo que el país debería
comprar más euros en lugar de dólares ayudó al Dow Jones
a desplomarse en más de 300 puntos. El dólar ha caído
cerca de un 35% desde finales de 2001 frente a un conjunto
de monedas mayores.
Gobiernos
e inversores extranjeros poseen actualmente unos 2,23
billones de dólares o un 44% de la deuda estadounidense
sostenida públicamente. Esto es un 9,5% más que el año
anterior. Japón es el primero, con 586.000 millones,
seguido de China (400.000) y Gran Bretaña (244.000). Arabia
Saudí y otros países exportadores de petróleo suman en
torno a 123.000 millones, según el Tesoro. "Pedir préstamos
de cientos de miles de millones de dólares de China y de
los países de la OPEP pone en riesgo no sólo nuestra
economía futura, sino también nuestra seguridad nacional.
Es fundamental que nos aseguremos de que los países que
controlan nuestra deuda no controlen nuestro futuro",
dijo el senador George Voinovich, de Ohio, un halcón
presupuestario republicano.
De
todos los conceptos del presupuesto federal, es el interés
de la deuda nacional sobre el que el presidente y el
Congreso tienen menos control. Reducir pagos equivaldría a
impago, cosa en que Washington no ha incurrido jamás. El
Congreso tiene que aumentar periódicamente el límite de
deuda –algo así como la cantidad máxima de las tarjetas
de crédito– para que el Estado no quede incapacitado para
pedir cualquier otro para mantenerlo y pagar obligaciones
deudoras adicionales.
El
Congreso de mayoría demócrata ha hecho exactamente eso
recientemente, aumentando el límite a 9,82 billones de dólares,
ya que el tope anterior de 8,97 billones estaba a punto de
ser superado. Era el quinto incremento de límite desde que
Bush se convirtió en presidente, en 2001. Los demócratas
están condenando el nivel del déficit de gasto de Bush y
sus aliados republicanos, que controlaron el Congreso
durante los primeros seis años de su presidencia. Le
critican por resistirse a mejoras en atención sanitaria,
educación y otras áreas esenciales mientras intentaba
conseguir cerca de 200.000 millones para el gasto en el
nuevo Iraq y la guerra de Afganistán. "Pagamos cuatro
veces más en intereses de lo que gastamos en educación y
cuatro veces lo que costaría cubrir el seguro sanitario de
10 millones de niños durante cinco años", afirmó la
portavoz en la cámara, Nancy Pelosi, de California.
"Eso es irresponsabilidad fiscal."
Los
republicanos se empeñan en que son los congresistas demócratas
los irresponsables. Bush ha redoblado sus apelaciones a la
reducción del déficit mediante vetos y amenazas de veto y
menciona una inminente "debacle" si no se da
rienda a sus programas de derechos. Ya sus esfuerzos, hace
dos años, para poner a punto la Seguridad Social tuvieron
escaso apoyo, incluso entre sus compañeros republicanos.
El
déficit sólo refleja el desajuste entre el gasto estatal y
los ingresos impositivos de un año. No es precisamente la
manera como una familia o un negocio organizarían sus
cuentas. Incluso durante los cuatro últimos años, cuando
hubo un superávit presupuestario, la deuda nacional ha
oscilado entre los 5,5 y 5,8 billones de dólares.
Lo
mismo que intentar cancelar una deuda crediticia enorme con
sólo pagos mínimos, la deuda total podría ser imposible
de reducir sensiblemente, con independencia de quién ocupe
la Casa Blanca y de qué partido controle el Congreso, sin
mayores reducciones de gasto, aumentos de impuestos o ambas
cosas. "Los problemas básicos son cuestión de aritmética,
no de ideología", dijo Robert L. Bixby, director
ejecutivo de Concord Coalition, un grupo bipartito que aboga
por la eliminación de los déficits federales. "Existe
poca discusión en torno a la insostenibilidad de las
actuales políticas fiscales", dijo. "También
algunos de nuestros representantes electos en Washington están
dispuestos ya a reconocer la seriedad del problema fiscal a
largo plazo e incluso algunos intentan llevarlo a la agenda
política."
Las
encuestas muestran que a la gente no le gusta la idea de
endosar a las generaciones futuras la deuda, pero proponer
que se pague sola no arregla mucho. La gente tiende a alejar
algunos de esos problemas del largo plazo fuera de sus
pensamientos, presionada como está por preocupaciones más
inmediatas, tales como salario, trabajo y desigualdad de
ingresos", dijo Andrew Kohut, del independiente Pew
Research Center.
El
milmillonario de Texas Ross Perot hizo del pago de la deuda
nacional un elemento central de su quijotesco intento de
convertirse en tercer partido en 1992. La deuda nacional
estaba entonces en 4 billones de dólares y Perot enseñó
sus datos mostrando que se dispararía a 8 billones en 2007
si se mantenía sin restricción. Se quedó corto en un billón.
No mucho antes, parecía realmente que la deuda nacional podía
cancelarse íntegramente. A finales de los noventa, la
bipartita Oficina de Presupuesto del Congreso preveía un
superávit de 5,6 billones en 10 años y calculaba que la
deuda estaría cancelada tan pronto como en 2006. El ex
presidente de la Reserva Federal Alan Greenspan escribía
recientemente que estaba "atónito" e incluso
preocupado ante tal perspectiva. Entre otras cosas, le
preocupaba que el Estado aparcara su superávit si los bonos
del Tesoro dejaban de existir por no ser ya necesarios. No
se preocupe. Ese superávit se ha esfumado rápidamente.
Mark
Zandi, economista y jefe de Economy.com, ha dicho que le
preocupa más que el interés de la deuda nacional sea
insostenible que el hecho de que otros países se deshagan
de sus participaciones en dólares, algo que minaría el
valor de las suyas, enormes. "Vamos a tener que soltar
un montón de recursos para satisfacer el pago de esos
intereses. Hay un muy sólido argumento de por qué es
esencial que atajemos nuestros problemas presupuestarios,
antes de que vayan sensiblemente a peor", dijo Zandi.
"Por supuesto, esto no va a ocurrir hasta después de
que el próximo presidente llegue a la Casa Blanca", añadió.
(*)
Tom Raum es un analista económico norteamericano que
escribe regularmente en el San Francisco Chronicle.
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