¿Se
avecina el colapso del sistema bancario moderno?
Por
Mike Whitney (*)
Sin
Permiso, 25/12/07
Las
acciones cayeron drásticamente la pasada semana al
conocerse la aceleración de la inflación, que limitará la
capacidad de la Reserva Federal para seguir bajando los
tipos de interés. El jueves, el Dow Jones Industrials cayó
294 puntos, tras anunciarse el recorte de un cuarto de punto
en el tipo de los fondos de la FED. El viernes, el Dow bajó
otros 178 puntos, cuando datos del gobierno revelaron que
los precios del consumo habían subido un 0,8% el mes
pasado, tras un 0,3 por cien en octubre. El mercado de
valores va dando tumbos cuesta abajo, camino de convertirse
en un “mercado primario bajista”. Ha habido un continuo
deterioro en las ventas al detalle, en el sector comercial
inmobiliario y en los transportes. La industria financiera
pasa por una importante retracción, habiendo perdido más
del 25% en capitalización agregada desde julio. El mercado
inmobiliario está colapsado. El gobernador de California,
Arnold Schwarzenegger, anunció el viernes que declarará la
“emergencia fiscal” en enero y pedirá más poderes para
hacer frente al déficit presupuestario de 14 mil millones
de dólares generado por la fusión del préstamo subprime.
Los
economistas están comenzando a reconocer públicamente lo
que muchos analistas demarcados sospechaban desde hace
meses; la economía de la nación ha entrado en barrena
picada.
El
presidente de Morgen Stanley en Asia, Stephen Roach, observó
lo que sigue en el New York Times del pasado domingo:
“Esta
recesión será más profunda que la superficial contracción
de comienzos de esta década. El desplome del punto.com
derivó del colapso de un capital de negocios, cuyo gasto
llegó a representar en el momento culminante, en 2000, sólo
el 13% del producto interior bruto. La presente recesión
tiene que ver con la capitulación del consumidor americano
que se avecina, el gasto del tiene ahora récord de un 72%
del PIB.”
La
mayoría de la gente no tiene la menor idea de la gravedad
de la presente situación, ni del desastre al que tendrá
que hacer frente el país, cuando empiece a soplar el huracán
de los billones de dólares procedentes de bonos y títulos
sobreapalancados. Está extendida la creencia de que los
pilotos del sistema - Bernanke y Paulson – pueden, de uno
u otro modo, maniobrar para sacar a la economía de este
“curso turbulento” y llevarla a aguas tranquilas. Pero
no es así, y el prejuicio revela una incomprensión
fundamental del modo de funcionamiento de los mercados. La
FED no tiene poderes mágicos, y no se expondrá ella misma
a ser atropellada por los mercados manteniéndose atravesada
en el camino de una avalancha de mercado. A medida que
aumenten los cierres y las bancarrotas, las acciones se
desplomarán, y la FED se mantendrá circunspectamente al
margen.
En
estas últimas semanas, Bernanke y Paulson han ensayado
varias estrategias fallidas. Paulson pergeñó un plan para
ayudar a los grandes bancos inversores a consolidar y
re-empaquetar su basura hipotecariamente respaldada,
convirtiéndola en un “Super SIV” [SIV: “vehículo de
inversión estructurada”, por sus siglas en inglés; N.T.],
a fin de darles otra oportunidad de descargar en el público
sus malas inversiones. El plan no era otra cosa que una táctica
de relaciones públicas que ha sido ya abandonada por el
grueso de los participantes clave. La implicación de
Paulson es un verdadero lamparón para el Departamento del
Tesoro. Tal parece como si tratara de engañar a los
inversores, mientras viene en socorro de sus amigotes de
Wall Street.
Paulson
agregó también una congelación de los tipos “para
apoyar a la industria” que, pretendidamente, habría de
ayudar a los 3,5 millones de propietarios de vivienda que se
enfrentan a la perspectiva de convertirse e morosos, si no
reciben asistencia gubernamental. Estimaciones recientes de
expertos dicen que el plan de Paulson solo ayudará a
140.000 hipotecados, abandonando en cambio a millones a su
suerte. Una y otra vez, Paulson ha demostrado no estar a la
altura de un desafío económico de esta magnitud.
El
jefe de la FED, Bernanke, no lo ha hecho mucho mejor que
Paulson. Su rebaja de tres cuartos de punto en los Fondos de
la FED no ha hecho bajar las tasas de interés hipotecario,
ni ha generado mayores ventas inmobiliarias, ni ha
estabilizado el mercado de valores, ni ha mitigado el masivo
endeudamiento de los bancos. Ha sido un pinchazo de
principio a fin. Todo lo que ha conseguido es debilitar el dólar
y disparar una ola de inflación. De hecho, de acuerdo con
las estadísticas que presenta ahora el gobierno, los
precios de la energía están subiendo un 18,1% anual. Se
diría que Bernanke está siguiendo al pie de la letra la
supuesto dicho de Lenin, según el cual “la mejor manera
de destruir el sistema capitalista es corromper la
moneda”.
El
miércoles, la Reserva Federal comenzó un “esfuerzo
coordinado” con el Banco de Canadá, el Banco de
Inglaterra, el Banco Central Europeo y el Banco Nacional
Suizo, a fin de afrontar las “altas presiones a que está
sometido el aprovisionamiento monetario a corto plazo de los
mercados”. La FED hizo una declaración, conforme a la
cual “pone a disposición del Banco Central Europeo y del
Banco Nacional Suizo 24 mil millones de dólares para
incrementar la oferta de dólares en Europa” (Bloomberg).
La FED añadirá otros 40 mil millones por vía de subastas,
a fin de incrementar la liquidez en EEUU. Bernanke trata de
aflojar el nudo con que el Libor (London Interbank Offered
Rate) ha ceñido los tipos en Inglaterra, reduciendo el préstamo
interbancario. El declive ha hecho cojitranco el ritmo de
crecimiento, y podría meter al mundo en una espiral de
recesión. El “plan maestro” de Bernanke es poco más
que inyección de efectivo en bancos a pique de hundirse.
Son ínfimas sus posibilidades de éxito. La FED está
ofrciendo 0,85 dólares por dólar atrapado en los títulos
hipotecariamente respaldados (MBS, por sus siglas en inglés)
y obligaciones de deuda colateralizada (CDO, por sus siglas
en inglés), que se vendían la semana pasada en la E*Trade
liquidation a 0.27 dólares por dólar. Al mismo tiempo, la
FED ha prometido mantener secretas las dentidades de los
bancos que toman prestados esos fondos de emergencia. La FED
está llevando sus negocios como un vulgar corredor de
apuestas.
Desgraciadamente,
la operación de salvamento de la FED no ha conseguido nada.
Los tipos Libor –que están ahora en su valor más alto de
los últimos siete años— no han bajado. Eso causa gran
preocupación entre los dirigentes de los Bancos Centrales
de todo el mundo, pero nada pueden hacer al respecto. Los
bancos están hacienda acopio de efectivo para subvenir a
las necesidades de capital. Tratan de contrarrestar la pérdida
de valor de sus activos (hipotecariamente respaldados)
incrementando sus reservas. Al mismo tiempo, el sistema está
obturado por billones de dólares de malos títulos, lo que
ha paralizado el crédito. Las gigantescas inyecciones de
liquidez realizadas por la FED no han hecho nada por mejorar
o rebajar los tipos interbancarios. Ha sido un pinchazo. El
mercado es el que dirige ahora los tipos de interés . Si la
situación persiste, el mercado de valores se desplomará.
Mirar
el abismo
Uno
de los principales economistas británicos, Peter Spence,
lanzó una advertencia el sábado:
“El
gobierno tiene que suspender un conjunto de regulaciones
bancarias que están en el núcleo de la presente crisis
financiera, o arriesgarse a ver cómo la economía entra en
una espiral, cuyo final podría hacer aparecer el crack de
1929 como un paseíllo por el parque.”
LLeva
razón Spencer. Los bancos no tienen el dinero necesario
para prestar a las empresas o a los consumidores, porque
tratan de hacerse con más efectivo para subvenir a sus
necesidades de capital en activos que continúan en declive.
(La FED puede pagar 0,85 dólares por dólar, pero los
inversores no están dispuestos a pagar nada.) Spencer
supone fundadamente que la razón de que los bancos hayan
paralizado el préstamo no es porque “desconfíen” de
otros bancos, sino porque están pillados de capital a causa
de todas sus engañosas hojas “fuera de balance”. Si no
se modifican las regulaciones de Basilea, los mercados
monetarios seguirán congelados, el PIB menguará y habrá
una oleada de quiebras bancarias.
Spencer
dijo:
El
Banco [de Inglaterra] está mirando al abismo. La Autoridad
de Servicios Financieros tiene que hacer una ronda y
comprobar que todos los bancos son solventes, y luego tiene
que rebajar el nivel de capital requerido por Basilea,
pasando de 8pc a 6pc. (“Call
to Relax Basel Banking Rules, UK Telegraph)
Spencer
confirma lo que ya sabíamos: que los bancos están
gravemente subcapitalizados y severán sometidos a creciente
presión, a medida que cientos de miles demillones de dólares
de títulos hipotecariamente respaldados (MBS) y de
obligaciones de deuda colateralizada (CDO) sigan perdiendo
valor y tengan que ser sostenidas con capital adicional. Los
bancos simplemete no tienen los recursos, y llegará el día
en que tendrán que echar cuentas.
Bill
Gros, de Princo, lo pone así: “En substancia, estamos
asistiendo al derrumbre de nuestro actual sistema
bancario”. Lleva razón Gros, pero con eso cubre sólo una
pequeña porción del problema.
El
economista Ludwig von Mises fue en su día más lacónico:
“No
hay modo de evitar el colapso final de un boom fundado en la
expansión crediticia. La cuestión es sólo si la crisis
llegará pronto, como resultado de la interrupción
voluntaria de una ulterior expansión crediticia, o más
tarde, como catástrofe final y total del sistema monetario
en cuestión.”
El
problema básico trae su origen en la FED, cuando el
anterior jefe Alan Greenspan bajó los tipos por debajo de
la inflación durante 31 meses seguidos, lo que inyectó
billones de dólares de crédito a bajo interés en el
sistema financiero y encendió un frenesí especulativo en
el sector inmobiliario. Greenspan ha dedicado mucho tiempo
últimamente a descargarse de toda culpa por la catástrofe
que engendró. Es un “pasa-culpas” de primera. En el
Wall Street Journal del pasado viernes, Greenspan pergeñó
una defensa en 1500 palabras de su acción como jefe de la
Reserva Federal, señalando con el dedo a todo y a todos,
desde el “bajo coste de la fuerza de trabajo” en China a
“la caída Delmiro de Berlín”. El opúsculo está
escrito en la habitual prosa confusionaria de Greenspan. Con
su opacidad marca de la casa, Greenspan pasa de puntillas
por encima de hechos bien documentados de la época de su
jefatura en la FED, para absolverse a sí mismo de cualquier
responsabilidad personal por el desastre subsiguiente.
La
apología de Greenspan es una obra maestra de lógica
viciosamente circular, deliberada evasión y patente negación
de la realidad. Dice:
“No
dudo de que unos tipos bajos federales en respuesta al
desplome del punto.com, y especialmente el tipo del 1%
alcanzado a mediados de 2003 para contrarrestar la potencial
deflación, bajaron los tipos de interés hipotecario
variables y pueden haber contribuido al aumento de precios
de la vivienda en EEUU. En mi opinión, sin embargo, el
impacto sobre la demanda de vivienda financiada con
hipotecas variables no fue grande.”
¿Qué
”no fue grande? 3,5 millones de embargos potenciales, un
acúmulo de oferta no vendida de 11 meses, desplome de los
precios inmobiliarios, todo un sector hundido en una
angustia terminal que arrastra a la economía global, ¿eso
“no es grande”?
Pero
Greenspan está parcialmente en lo cierto. Las cuitas
inmobiliarias no pueden atribuirse totalmente a las políticas
monetarias de “crédito barato” desarrolladas por la
FED. También fueron alimentadas por una Doctrina de la
Desregulación que ha penetrado, perneándolos, en los
mercados norteamericanos de capitales desde la era Reagan.
Las ideas de Greenspan sobre el modo en que los mercados
deberían funcionar estaban –en buena medida— moldeadas
por esa ideología no-intervencionista/no-supervisadora que
ha creado enormes burbujas en los mercados de valores y no
menos enormes desequilibrios. El apoyo dado por el anterior
jefe de la FED a las hipotecas de interés variable y al préstamo
subprime muestra que Greenspan se entendía a sí mismo más
como un animador de los grandes jugadores del mercado que
como un árbitro imparcial, cuya tarea era controlar los
comportamientos temerarios o poco éticos.
En
su artículo, Greenspan añade también esta reveladora
pieza de información:
“El
valor de los títulos comerciados en el mayor Mercado de
valores del mundo ha subido hasta alcanzar los 50 billones
de dólares, el doble que en 2002. La drástica subida de
los precios de la vivienda generó una erupción de grandes
burbujas inmobiliarias a escala mundial, siendo Japón y
Alemania las únicas excepciones.”("The Roots of the
Mortgage Crisis", Alan Greenspan, Wall Street Journal)
Admisión
que prueba la culpabilidad de Greenspan. Si sabía que los
precios de las acciones habían doblado su valor en apenas 3
años, también tenía entonces que saber que los títulos
no subían a causa de incrementos de productividad o de
demanda (fuerzas del mercado). La única explicación
razonable para la inflación de activos, pues, era la política
monetaria. Como dijera famosamente su propio mentor, Milton
Friedman: “La inflación es siempre y dondequiera un fenómeno
monetario”. Cualquier economista capaz habría sabido que
la explosión de los precios de la vivienda y de las
acciones era un signo de inflación irregular. Ahora que ha
estallado la burbuja, la inflación se propaga desatada por
la economía toda.
Greenspan
es un hombre muy listo. Es absurdo pensar que no sabía lo
que estaba pasando. Es teoría económica elemental. Claro
que sabía por qué las acciones y los precios inmobiliarios
se disparaban. Fue él quien puso la cadena del dominó en
marcha con la ayuda de su imprenta.
Pero
el crédito a bajo interés de Greenspan solo es una parte
de la ecuación. La otra parte tiene que ver con el modo en
que los mercados han sido alterados por las “finanzas
estructuradas”.
Lo
que resulta tan destructivo de las finanzas estructuradas es
que permiten a los bancos crear crédito “de la nada”,
arrebatando a la FED su papel de controladora de la oferta
monetaria. David Roche explica cómo funciona eso en
extracto de libro New Monetarism aparecido en el Wall Street
Journal:
“La
causa del crecimiento exponencial del crédito, pero no de
la moneda en general, fue simplemente que los bancos dejaron
de registrar sus préstamos en sus libros, y los que figuran
en las hojas de saldo del banco, cuentan como dinero. Ahora,
tan pronto hacen los bancos un préstamo, lo “securitizan”,
y lo sacan de su hoja de saldo.
“Sólo
había dos maneras de hacer eso. Una era vender el préstamo
segurizado como bono. La otra era proceder a una segurización
“sintética”: por ejemplo, usando derivados para escapar
al riesgo de morosidad (con cambios de créditos fallidos) y
aferrarse al tipo de interés debido al préstamo (con
cambios de tipo de interés). Ambas formas de segurización
significan que el banco prestador queda en libertad para
realizar nuevos préstamos sin que se vea afectada su
capacidad prestamista, una vez los préstamos realizados han
sido “segurizados”.
“Así,
para redefinir la liquidez bajo lo que yo llamo Nuevo
Monetarismo, a la tradicional definición de la moneda en
general, hay que añadir todo el crédito creado y movido
por las hojas de saldo de los bancos hacia las hojas de
saldo de los intermediarios no-financieros. Esa nueva forma
de liquidez ha alterado la naturaleza misma de la bestia que
es el crédito. Lo que ahora determinaba el crecimiento del
crédito era el apetito de riesgo: la disposición de las
empresas y de los individuos a llevar sus negocios con
mayores niveles de endeudamiento.” (Wall
Street Jornal.)
Los
bancos han estando creando billones de dólares de crédito
(por la vía de originar seguridades respaldadas
hipotecariamente, obligaciones de deuda colateralizada y títulos
comerciales respaldados por activos), sin mantener las
reservas de capital proporcionales para respaldar ese crédito.
Eso explica por qué los bancos estaban tan prontos a
proporcionar crédito hipotecario a millones de solicitantes
sin documentación, sin ingresos, sin colateral y con una
mala historia crediticia. Creían que no había riesgo,
porque estaban haciendo enormes beneficios sin comprometer
en lo más mínimo el propio capital. Era, literalmente,
dinero por nada.
Ahora,
desgraciadamente, el mecanismo generador de nuevos préstamos
(e ingresos) se ha derrumbado. La fuentes principales de la
renta bancaria, o han sido gravemente dañadas o se han
secado completamente. Una de esas fuentes de renta, los títulos
comerciales respaldados hipotecariamente (ABCP, por sus
siglas en inglés), han experimentado un decremento de un
tercio (400 mil millones de dólares) en sólo 17 semanas.
También la segurización de las seguridades
hipotecariamente respaldadas murió antes de ingresar en el
hospital. El mercado para MBSs y CDOs y otros complejos
bonos se ha unido a los pterodáctilos en los libros de
historia. Lo mismo vale para los “vehículos de inversión
estructurada” (SIV, por sus siglas en inglés) y otros
timos “fuera de hoja de saldo”, que o se han desplomado
por completo o se están ahora marchitando salvajemente en
bonos respaldados hipotecariamente. No hay vía de salida.
Vendrán bancarrotas y quiebras de bancos. Las “finanzas
estructuradas” han usurpado la autoridad de la FED para
generar crédito nuevo, poniéndolo en manos de los bancos.
Ahora
todo el mundo pagará el pato
Los
inversores han perdido su apetito por el riesgo y huyen de
todo lo que tiene que ver con propiedad inmobiliaria y bonos
hipotecariamente respaldados. Eso significa que unos 3
billones de deuda segurizada (CDOs, MBs y ASCP) se estrellarán
en tierra ocasionando una violenta sacudida a la economía.
No sólo los bancos sufrirán un revés. Como señala el
profesor Nouriel Roubini, los intermediarios financieros,
los bancos de inversión, los fondos de mercados monetarios,
los fondos de derivados financieros y los prestamistas de
hipotecas están igualmente en el punto de mira:
“Las
instituciones no bancarias carecen de acceso directo al
apoyo en liquidez de la FED y de otros bancos centrales, y
corren ahora el riesgo de un colapso de liquidez, en la
medida en la que tienen responsabilidades a corto plazo pero
su activos son a largo plazo y no líquidos; de modo que el
riesgo de algo equivalente a una quiebra bancaria está
creciendo en el caso de estas instituciones financieras no
bancarias. Y no hay posibilidades de que instituciones de
depósitos presten a su vez a esas instituciones no
bancarias los fondos que les prestan los bancos centrales,
porque ellas mismas tienen problemas liquidez y no acaban de
fiarse de las instituciones no bancarias. Así pues, en
resolución, la política monetaria es ahora totalmente
impotente para enfrentarse a problemas de liquidez y a los
riesgos de quiebra ante las responsabilidades líquidas de
una buena parte del sistema financiero.” (Nouriel Roubini,
Global EconoMonitor)
A
medida que se acelera el declive de los CDOs y los MBSs, los
inversores emprenderán un “febril vuelo” hacia la
liquidez, como se acaba de ver con el reciente incremento en
la demanda de bonos del Tesoro de EEUU. A eso podría seguir
una serie de quiebras bancarias y no bancarias
espectaculares. Los billones de dólares de “capital
virtual” milagrosamente creados por la segurización
cuando el mercado estaba henchido de optimismo se desvanecerán
en un instante en cuanto el mercado se deje llevar por el
miedo. De hecho, la burbuja accionarial ya ha pinchado, y el
proceso está en marcha.
(*)
Mike Withney es un analista político independiente que vive
en el estado de Washington y colabora regularmente con la
revista norteamericana CounterPunch.
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