Economistas
dudan de que América latina salga
ilesa de los problemas que aquejan a EE.UU.
Por
Joanna Slater y Antonio Regalado
Wall
Street Journal, 17/01/08
Para
escapar de los problemas en Estados Unidos, los
inversionistas se han abalanzado sobre las acciones de las
economías de rápido crecimiento como China, India y
Brasil. Estos mercados, sin embargo, tal vez no ofrezcan el
resguardo esperado.
En
los últimos meses, a medida que el panorama estadounidense
se nubla, los inversionistas han comenzado a cuestionar si
los mercados emergentes se pueden "desacoplar" del
tren económico estadounidense, es decir, que continúen
creciendo conforme a las expectativas pese a una
desaceleración en EE.UU. Además, aunque estas economías
resistan, tal vez sus bolsas no lo hagan. Estas, en vez de
desligarse de EE.UU., se están conectando cada vez más.
La
preocupación por las crecientes probabilidades de que
EE.UU. entre en recesión se ha expandido por todo el
planeta. Los índices de referencia en Corea del Sur,
Tailandia, Turquía y Brasil han caído un 8% o más en lo
que va del año. El Índice Internacional de Mercados
Emergentes de Morgan Stanley Capital cayó 4% en dólares
hasta el martes. Ayer, los indicadores líderes de la Bolsa
de México y la Bolsa de San Pablo vieron un declive de 2,2
y 1,9%, respectivamente.
La
tendencia revierte el desempeño estelar del año pasado y
es una mala noticia para los inversionistas que han
considerado a estos mercados como refugios seguros contra la
crisis del crédito y el sector inmobiliario que afectan a
EE.UU. y Europa.
Aún
hay muchas cosas buenas en las economías emergentes. Estos
mercados han mejorado significativamente su habilidad para
capear las debilidades de la economía estadounidense. En
general, sus finanzas están en un pie mucho más sólido
que en el pasado. En conjunto, los mercados emergentes
cuentan con reservas en torno a los US$ 4,1 billones
(millones de millones) en las arcas de sus bancos centrales,
lo que hace que sea poco probable que se repitan crisis
pasadas. También han reducido su deuda externa. A su vez,
los consumidores locales están jugando un papel más
importante en el crecimiento económico, lo que ayuda a
contrarrestar la dependencia de las exportaciones.
Las
economías emergentes "estarán bien siempre y cuando
EE.UU. tenga una gripe y no una neumonía", predice
Ignacio Sosa de OneWorld Investments, un fondo de cobertura
especializado en los mercados emergentes.
Sin
embargo, sus lazos comerciales y financieros con el resto
del mundo han crecido desde la última vez que EE.UU.
experimentó una recesión. Eso es especialmente válido en
el caso de Asia. Las exportaciones representaron un 44% del
total de la producción económica asiática en 2002. En
2005, alcanzaron el 55% del producto, según el Banco de
Desarrollo Asiático. Aunque el comercio intra–asiático
ha crecido, cerca del 60% de las exportaciones asiáticas
van a parar a EE.UU., Europa y Japón.
Así
que a medida que crece a la posibilidad de una recesión en
EE.UU., los economistas e inversionistas se están
replanteando la idea de que estas economías pueden
defenderse por sí mismas. El mes pasado, Gray Newman, el
principal economista para Latinoamérica de Morgan Stanley,
publicó un informe en el que se apartaba de la visión que
la firma tenía de la región, diciendo que el crecimiento
podría estar por debajo de las predicciones de la firma.
En
un texto aparte Newman escribió: "Me preocupa que todo
el impacto (de una recesión en EE.UU.) haya sido
subestimado por mis colegas en las economías emergentes y
en nuestro equipo de commodities".Morgan Stanley
predice una recesión tenue en EE.UU. y un escenario más
pesimista para Europa y Japón, pero "el
desacoplamiento parece ser la palabra a la que hay que
prestarle atención", entre sus expertos cuando se
trata de economías emergentes, dijo Newman en su informe.
Una
semana después, el equipo de acciones del banco cambió de
estrategia en Brasil, aconsejando a los inversionistas que
redujeran su exposición por debajo de lo que indica el índice
MSCI de mercados emergentes, un indicador de referencia muy
popular.
Algunos
inversionistas concuerdan en que la percepción generalizada
sobre el desacoplamiento está equivocada. "Se está
creando un mito" que dice que las economías
emergentes, especialmente las de Asia, pueden desacoplarse
del resto del mundo", observa Harry Krensky de Atlas
Capital Management, un fondo de cobertura dedicado a los
mercados emergentes. "No creo que esta historia vaya a
funcionar."
Krensky
opina que las acciones de los mercados emergentes serán
vulnerables si la desaceleración estadounidense empuja a
los habitantes de ese país a reducir su consumo.
Después
de predecir avances de 25% en las bolsas latinoamericanas en
2008, Citibank publicó un informe esta semana que se
pregunta que sucedería en caso de que EE.UU. caiga en
recesión. El documento señala que, de darse este
escenario, la región podría enfrentar pérdidas de igual
tamaño. Newman y un colega construyeron un modelo
computacional que calculó cuál habría sido el crecimiento
latinoamericano en los últimos años si no hubieran
existido condiciones globales tan benignas. En vez de haber
crecido 8,8% al año, la expansión de Argentina habría
sido de 3,7%. Brasil habría perdido 1,6 puntos porcentuales
de crecimiento, borrando en gran medida las ganancias
recientes que han impulsado al alza su mercado. Newman cree
que "todo el impacto" de una recensión en EE.UU.
ha sido "subestimado por la mayoría de los
observadores regionales".
Los
países emergentes tienen vacunas, pero no son
inmunes ante los achaques de EE.UU.
Por
Patrick Barta y Marcus Walker (*)
Wall Street Journal, 24/01/08
La
actual crisis que se ha expandido a todo el mundo se gestó
en Estados Unidos. A pesar de las esperanzas de salvarse,
los países emergentes, desde Ecuador a Tailandia, tendrán
que compartir el dolor.
Las
economías en desarrollo (donde vive 85% de la población
mundial) están madurando y son mucho menos frágiles que
hace una década. Aun así, no son lo suficientemente
fuertes como para eludir los daños de una desaceleración
en el mundo industrializado, ni tan independientes como para
sostener por sí solas el crecimiento mundial.
Estos
hechos quedaron de manifiesto esta semana, a medida que las
bolsas de China, India y Brasil cayeron en medio de los
temores a una recesión global.
Ayer,
el Promedio Industrial Dow Jones revirtió una caída de 326
puntos para cerrar con un alza de 298,98 unidades, un 2,5%,
para quedar en 12.270 puntos. El cambio de tendencia se
produjo después de que trascendiera que los reguladores y
las firmas de Wall Street estaban buscando formas de
estabilizar al atribulado sector de las aseguradoras de
bonos.
La
mayoría de las bolsas asiáticas, europeas y
latinoamericanas cerraron con bajas. El índice Ibex, de la
Bolsa de Madrid, cayó 4,5%, al paso que el Bovespa, de la
Bolsa de San Pablo, descendió 3,3%. El índice Hang Seng de
Hong Kong sufrió el martes su mayor declive de puntos, e
Indonesia vio cómo sus acciones se desplomaban más de 7%.
Pese a que muchos mercados asiáticos remontaron con fuerza
el miércoles, las preocupaciones de que los mercados
emergentes sigan en zona de riesgo no se han disipado.
Muchos
mercados emergentes dependen de sus exportaciones a los países
más ricos. Aunque fuentes internas de crecimiento económico,
como el consumo, se han arraigado en países como China, no
son lo suficientemente fuertes para impedir una desaceleración
si el motor exportador pierde fuerza.
Los
economistas han debatido durante años si las economías
emergentes pueden seguir creciendo a buen ritmo si EE.UU. se
enfria. La teoría del desacoplamiento enfrenta ahora una
prueba de fuego y se ha convertido en uno de los temas más
candentes en la reunión de la élite política y de
negocios que tiene lugar en Davos, Suiza.
“Ningún
país puede desacoplarse de Estados Unidos”, asegura Kamal
Nath, el ministro de Comercio de India. “La pregunta es cuál
será el impacto.”
La
cervecera británica SABMiller dice que las ventas de
cerveza se han reducido en algunos mercados emergentes,
especialmente Asia y África, donde el crecimiento cayó a
8% en el cuarto trimestre de 2007, frente a 30% del año
anterior. Las remesas (el dinero que los emigrantes que
trabajan en economías desarrolladas como EE.UU., España y
Japón envían a sus países) han empezado a mermar en México
ahora que escasean los empleos de construcción al norte de
la frontera.
Economía
dominante
“Uno
no tiene que olvidar que EE.UU. sigue siendo la economía
dominante en el mundo”, dice Ifzal Ali, economista jefe
del Banco de Desarrollo de Asia, en Manila. Asegurar que el
crecimiento económico de los mercados emergentes puede
sostenerse sin EE.UU. es “bastante exagerado y puede ser
bastante engañoso”, señala.
Después
de todo, EE.UU. representa 22,5% de la economía mundial,
según los últimos cálculos del Banco Mundial. Japón,
junto a Alemania, Francia, Italia, España y el Reino Unido,
representan casi 23,6%.
Sin
embargo, eso no quiere decir que los mercados emergentes serán
víctimas de una hecatombe. China, de lejos el mayor mercado
emergente, se encamina a crecer con fuerza en 2008 (ver nota
relacionada abajo). Eso debería impedir un colapso de los
precios de las materias primas, pese a las recientes
preocupaciones de que una corrección es inevitable. Eso, a
su vez, ayudaría a que países ricos en recursos naturales
en América Latina, Africa y el Sudeste Asiático se
sostengan. Los economistas del gigante minero
anglo–australiano Rio Tinto predicen que los precios de
las materias primas seguirán en niveles históricamente
altos por mucho tiempo gracias a China, que representó
entre 60% y 80% del incremento de la demanda mundial de
acero, aluminio y cobre entre 2000 y 2006.
También
es probable que el gasto de los mercados emergentes en
infraestructura siga siendo estable más allá de lo que
ocurra en EE.UU. y Europa. Los últimos planes quinquenales
de China contemplan inversiones de más de US$ 100.000
millones para proyectos ferroviarios, como una línea de
tren de alta velocidad entre Beijing y Shanghai que cuesta
US$22.000 millones. Rusia, India y los países ricos en petróleo
de Medio Oriente comparten ambiciones similares.
Esta
tendencia beneficia a multinacionales como las
estadounidenses Caterpillar Inc. o General Electric Co.
Los
mercados emergentes “nunca llegaron a desacoplarse
totalmente” de las economías industrializadas, dijo el
presidente ejecutivo de GE Jeff Immelt durante una
teleconferencia con analistas la semana pasada. De todos
modos, “están cada vez más desacoplados”, destacó. GE
apuesta a una demanda estable de sus motores de avión por
parte de las aerolíneas latinoamericanas y de sus equipos
de generación por parte de India y Sudáfrica.
A
fines de los años 90, varios mercados emergentes se
quedaron sin reservas y entraron en cesación de pagos. En
la década que ha transcurrido desde la crisis asiática,
algunos de estos países han acumulado gigantescas reservas.
Brasil tiene reservas por un valor de US$ 185.000 millones,
mientras que Rusia ha ahorrado algunas de sus ganancias
provenientes del petróleo en un fondo cuyo valor asciende a
US$ 160.000 millones. En total, los mercados emergentes
cuentan con unos US$ 4,1 billones (millones de millones) en
las arcas de sus bancos centrales.
Una
protección contra la crisis
“Esta
vez disponemos de algo parecido a una vacuna para cuando
EE.UU. estornuda”, dice Claudio X. González, presidente
de Kimberly–Clark de México SA, refiriéndose a los casi
US$ 7000 millones que el país tiene a mano gracias a las
exportaciones de crudo y otras fuentes. “Este dinero extra
no nos libra totalmente de los efectos de una desaceleración
de EE.UU. pero debería ayudar.”
En
el caso de que el crecimiento en los países
industrializados como grupo cayera a cero (algo improbable
pero que ocurrió por última vez a principios de los años
80), el crecimiento en Asia, a excepción de Japón, se vería
reducido a la mitad del 8,7% registrado el año pasado,
calculan los economistas de Lehman Brothers. Su pronóstico
actual anticipa una desaceleración más modesta, a
aproximadamente 7,6%, aunque advierten que ahora “es
factible” pensar en “un bajón serio”.
Los
mercados emergentes han sido históricamente los eslabones débiles
de la economía global. Muchos han sido víctimas de la
pobreza, una mala gestión económica, corrupción y los
caprichos de los inversionistas internacionales.
Sin
embargo, muchas cosas han cambiado. Los estándares de vida
en economías asiáticas como Corea del Sur, Singapur y Hong
Kong han mejorado hasta alcanzar el nivel de algunos países
europeos. Incluso sin tener en cuenta estos ejemplos de éxito,
los mercados emergentes han crecido a un ritmo de más de 7%
en los últimos años, el doble de la tasa registrada por
los grandes países industrializados, según el Fondo
Monetario Internacional.
Pero
los mercados emergentes no son inmunes si la demanda por
exportaciones declina en EE.UU. y Europa y no se recupera en
Japón. Muchos dependen más que nunca de las exportaciones.
En Asia, sin incluir Japón, las exportaciones representaron
55% del PIB en 2007, comparado con 38% en 2001, según
Lehman Brothers. “El grupo de países que trata de crecer
a partir de las exportaciones es muy grande y no todos podrán
hacerlo”, asegura Simon Johnson, economista jefe del Fondo
Monetario Internacional.
México
es especialmente vulnerable a una desaceleración de EE.UU.,
porque cerca de 23% de su producción económica anual
proviene de las exportaciones a ese país. Los envíos de
autos terminados a EE.UU. cayeron el año pasado en 60.000
unidades a 1,2 millones. Hasta ahora, sin embargo, México
ha compensado tales descensos con un incremento en las
ventas en otras partes del mundo.
La
exportación de mano de obra mexicana también está en
riesgo. La crisis inmobiliaria en EE.UU. se ha traducido en
la pérdida de unos 100.000 trabajos en la construcción,
muchos de los cuales solían estar en manos de inmigrantes.
Eso ha frenado drásticamente el envío de remesas por parte
de los emigrantes. Tras alcanzar casi US$ 24.000 millones en
2006, frente a US$ 6600 millones en 2000, las remesas
enviadas a México crecieron 3% el año pasado, según el
Banco Interamericano de Desarrollo. Se trata del crecimiento
más bajo en más de 20 años.
Muchos
mercados emergentes esperaban reducir su dependencia de
EE.UU. y Europa al aumentar su consumo doméstico. Pese a
que se han visto subidas en muchos lugares, no han logrado
mantenerse al ritmo de otras fuentes de crecimiento. El
consumo ahora representa un porcentaje menor de la actividad
económica de China, Brasil e India que a principios de los
años 90, según cifras de la firma de investigación Global
Insight.
Los
problemas financieros en EE.UU. y Europa también
representan un riesgo para las economías emergentes debido
a la fuerza unificadora de la globalización. Entre enero y
octubre de 2007, el indicador líder de la Bolsa de São
Paulo se movió en la misma dirección que el S&P 500 más
de un 90% de las veces, según datos de Citigroup. En el
caso de India, la cifra fue de 70%.
(*)
Evan Ramstad, en Seúl, Zhou Yang, en Beijing, Bai Lin, en
Shanghai; Joanna Slater, en Nueva York, David Luhnow, en
Ciudad de México y Antonio Regalado, en Brasil,
contribuyeron a este artículo.
Los
problemas en EE.UU. ahora amenazan con
descarrilar la racha alcista de las commodities
Por
Ann Davis y Carolyn Cui
Wall
Street Journal, 23/01/08
La
lógica imperante sobre el auge de las materias primas de
los últimos años, la creencia de que la demanda por los
recursos naturales se mantendrá alta independientemente de
lo que pase en Estados Unidos, está tambaleando hoy.
El
desplome de las bolsas mundiales esta semana fue acompañado
de caídas en los precios de los metales y la energía,
tanto en EE.UU. como en el resto del mundo, un indicador de
que más inversionistas creen que una recesión
estadounidense podría tener un impacto más profundo en la
economía mundial que lo que los defensores de los
commodities previeron. Los precios de las materias primas se
recuperaron un poco ayer después de que la Reserva Federal
anunciara un recorte de tres cuartos de punto en su tasa de
referencia.
El
consumo de petróleo, cobre, acero y otras materias primas,
impulsado por una expansión en la infraestructura asiática,
ha sido el principal motor de la bonanza de los commodities
en los años recientes. La duración de este auge ha sido
notable dado que el consumo de energía en muchas economías
occidentales ha sido bajo o no ha registrado variaciones y
que el consumo de cobre en EE.UU., por ejemplo, ha caído a
medida que la construcción se ha desacelerado.
Esto
alentó la creencia de que las materias primas permanecerían
"robustas por más tiempo" porque las perspectivas
de los mercados emergentes se habían desacoplado de los
problemas económicos de EE.UU.
Eric
Wittenauer, analista de energía y metales industriales para
A.G. Edwards, cree que un bajón en la economía
estadounidense afectará la demanda asiática. "Una caída
significativa en EE.UU. impactará a los mercados emergentes
así como a las economías más desarrolladas",
advierte. A medida que los índices bursátiles en India,
Hong Kong, Japón y China se derrumbaban ayer, el cobre y el
zinc cayeron por su máximo diario de 4% en la Bolsa de
Futuros de Shanghai. Hasta el lunes, el cobre había sido un
ganador en 2008. Índices clave del níquel y el zinc
cayeron 3,1% en la Bolsa de Metales de Londres.
Wayne
Atwell, director general de Pontis Capital Management, una
firma de inversión en recursos naturales, afirmó que un
descenso en la bolsa china "elevará la ansiedad de los
consumidores (allí), quienes podrían reducir su gasto. Así
que se corre el riesgo de una desaceleración. Sin duda, la
demanda por commodities bajará". Pero, agrega, la
magnitud del impacto "aún no está clara".
De
hecho, los precios se recuperaron hacia el final de la
jornada ayer. El cobre en la división Comex de la Bolsa
Mercantil de Nueva York subió de US$ 3,0120 la libra
durante la noche a US$ 3,1965. El crudo en la Nymex, que se
cotizaba por encima de los US$100 a principios de año, bajó
ayer 72 centavos para cerrar en US$ 89,85 el barril.
Aunque
crecen las expectativas de que el auge de los recursos
naturales experimentará un freno temporal, muchos analistas
citan factores estructurales y de largo plazo, como cuellos
de botella en el suministro, como razones para que esos
mercados aún no hayan alcanzado su apogeo. Los temores de
una recesión, argumentan algunos, están provocando ventas
indiscriminadas pero temporales.
"Las
materias primas tienden a ser un mercado independiente y una
clase de activo sin correlación, excepto cuando hay una
crisis de liquidez. Cuando los mercados sienten una crisis
de liquidez, todos se van abajo", asegura Jay R.
Feuerstein, presidente de inversiones de 2100 Xenon, un
fondo de cobertura dedicado a las materias primas.
Los
mercados agrícolas, por ejemplo, no están generando tanto
pesimismo, en parte por mandatos estadounidenses que elevan
el uso de cosechas de combustibles alternativos e
incrementan la competencia por la producción de alimentos.
Apenas ayer, Goldman Sachs Group Inc. revisó al alza sus
proyecciones de precios en ese rubro.
Los
precios del crudo bajarán sólo hasta cierto límite.
Philip Verleger, un economista de energía independiente en
Colorado, dice que la crisis crediticia en EE.UU. se ha
traducido en costos de financiación de corto plazo más
altos para compañías como refinerías, que deben comprar y
mantener petróleo almacenado. "Podemos prever que
muchas firmas, especialmente las refinerías independientes,
reduzcan sus inventarios", escribió esta semana. Menos
acciones contribuyen a los precios. "Una recesión no
tiene que estar necesariamente acompañada de un descenso en
el precio del crudo", dijo.
Analistas
de Barclays PLC afirman que información de aduanas de China
recientemente revelada es optimista sobre los metales
industriales. China, un importante productor de materias
primas, fue un importador neto de aluminio en diciembre y
sus importaciones de cobre y níquel se elevaron. Sin
embargo, dada la incertidumbre económica, Barclays agrega
que espera "que los precios se mantengan
inestables".
Aunque
las acciones de mineras como BHP Billiton y Rio Tinto están
recibiendo una paliza, el analista de MF Global Securities
Ltd., Tobias Woerner, añade: "hemos visto esto antes
en la actual bonanza de commodities. El riesgo real es que
esta vez en verdad haya llegado a su fin, pero creo que
tasas más bajas, una mayor consolidación de la industria y
China e India harán su parte otra vez."
China
sigue creciendo a pasos agigantados, pero el bajón en
EE.UU. podría desacelerar su auge
Por
Andrew Bastón
Wall Street Journal, 24/01/08
Cuando
China dé a conocer su desempeño económico del cuarto
trimestre, se espera que anuncie un segundo año consecutivo
de expansión anual superior a 11%, un récord
extraordinario incluso para los estándares de ese país.
Aun
así, la posibilidad de una desaceleración global
encabezada por Estados Unidos podría forzar a China a
replantear sus prioridades: de limitar la inflación y otros
excesos de una economía floreciente, a sostener el
crecimiento necesario para generar los 10 millones de nuevos
empleos urbanos que el gobierno quiere crear este año. Eso
exigirá un enfoque más profundo en la economía local,
tras un período en el que el comercio exterior ha sido el
gran motor de crecimiento.
De
hecho, la máquina de exportación de China empezó a
desacelerarse hacia fines de 2007, y sus efectos ya se están
sintiendo. El crecimiento económico subió 11,9% en el
segundo trimestre, se redujo a una expansión de 11,5% en el
tercer trimestre y se espera que baje un poco más en el
cuarto.
Algunos
exportadores, que ven cómo los pedidos provenientes de
EE.UU. caen, planean reducir su personal, lo que podría
tener un efecto mayor en los hogares y el consumo. Esto
ocurre a pesar de que la inflación se mantiene alta, restándole
valor a los salarios, y a que un descenso en los precios de
las viviendas en algunas ciudades amenaza con erosionar los
ahorros. "Las condiciones económicas y financieras en
casa y afuera serán más complicadas en 2008, y China está
enfrentando retos mayores en su desarrollo", advierte
Jiang Dingzhi, vicepresidente de la Comisión de Regulación
Bancaria de China.
Por
ahora, las autoridades están concentradas en combatir la
alta tasa de inflación, que llegó a casi 5% en 2007.
Incluso han recurrido al congelamiento de precios en
electricidad y combustibles y al control de precios en
algunos alimentos. La persistencia de la inflación limita
la capacidad del gobierno para impulsar la economía con
medidas como recortes en las tasas de interés. Eso podría
cambiar rápidamente si la inflación se modera y si las
cosas se empeoran en EE.UU. y Europa.
"Creo
que el gobierno ya empezó a barajar la posibilidad de
una recesión en EE.UU.", dice Zuo Xiaolei, una
economista jefe de China Galaxy Securities en Beijing.
Aunque incluso los pronósticos más pesimitas sugieren que
la expansión de China llegará a 9% este año, esa sería
una desaceleración relativamente marcada. "Deben
estimular el consumo local para compensar por la pérdida de
demanda externa."
Las
autoridades chinas tienen un historial de responder con
fuerza a los bajones económicos externos. En 1998, durante
la crisis asiática, un enorme influjo de efectivo esta tal
permitió que la economía siguiera creciendo a casi 8 por
ciento.
El
auge en la construcción de viviendas, infraestructura y
nuevas fábricas ha sido la fuerza dominante en la reciente
expansión china. Esas inversiones se han dado tan rápido,
que algunas autoridades temen que se está construyendo más
de lo que realmente se necesita. Para evitar el exceso de
capacidad, el gobierno ha limitado varias veces la inversión
y ha advertido que el crecimiento futuro deberá depender
menos de ella. Pero estas inquietudes podrían no tener eco
si los líderes deciden que se necesitan más proyectos de
infraestructura para compensar la caída en las
exportaciones.
Impulsar
el consumo
A
medida que la economía de EE.UU. se debilita, los llamados
para limitar el superávit comercial chino se han
disminuido. El crecimiento de las exportaciones bajó de 29%
en el primer semestre de 2007, a casi 22% en el segundo, y
al gobierno otra vez le preocupa asistir a los exportadores.
"Las exportaciones de las compañías están
enfrentando nuevas presiones... la tarea de estabilizar las
exportaciones es dura", dijo el ministro de Comercio
Chen Deming en un discurso la semana pasada.
Si
la desaceleración global es suave, podría de hecho mitigar
algunos de los problemas económicos recientes de China: los
precios de los alimentos que han subido en parte por
mercados agrícolas globales ajustados, y un sistema
bancario rebosante de efectivo producto de un superávit
comercial que no para de inflarse. Pero, si el sector
exportador se sacude con violencia, podría elevar el
desempleo y eso sería otra historia.
Para
reducir la vulnerabilidad de las fluctuaciones comerciales y
los ciclos de inversión, el gobierno chino ha animado al público
a gastar más y ahorrar menos. Sin embargo, cambiar los hábitos
de consumo es una tarea larga. Este año, las autoridades
siguen instalando políticas diseñadas a elevar el poder
adquisitivo del consumidor, como sueldos mínimos más
altos, y seguirán expandiendo nuevos programas de salud y
seguro social parar reducir la carga de esos costos.
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