Caída libre en
los mercados de valores
Por
Michael R. Krätke (*)
Freitag
- Die Ost-West Wochenzeitung, 25/01/08
Sin
Permiso, 27/01/08
Traducción de
Amaranta Süss
Se acabó
definitivamente esta pasada semana en las bolsas la engañosa
calma que precede a la tempestad. Los profesionales del
optimismo como Jürgen Stark, economista jefe del Banco
Central Europeo (BCE), no se habían cansado de anunciar que
las "turbulencias" habían quedado atrás, y que
no podía hablarse de crisis. Pero en unos pocos días se
han perdido las ganancias bursátiles de todo un año.
Desde comienzos
de enero se han esfumado 800 mil millones en valores bursátiles.
Apenas hay banco grande que no haya tenido que registrar en
sus informes anuales pérdidas milmillonarias derivadas de
sus fracasados negocios especulativos. La crisis crediticia
persiste: pese a todas las tentativas por parte de los
Bancos Centrales de reflotar el mercado de dinero con
inyecciones de liquidez y recortes de tipos, no pudo
contenerse el miedo a la recesión. Lo que empezó en el
mercado hipotecario de EEUU como crisis subprime, ha
terminado por infectar a todos los mercados financieros, y
encima, a la "economía real".
El 21 de enero
de 2008, un verdadero "lunes negro", el estragante
miedo a una crisis económica de alcance mundial llevó el pánico
a las bolsas de todo el mundo. En pocas horas, los precios
de las acciones, y en primer lugar los valores financieros,
se desplomaron. Los índices bursátiles señalaban por
doquier –en Europa, en Asia, en los EEUU— pérdidas dramáticas
de entre el 5 y el 8 por ciento. Queda sólo el débil
consuelo de que las pérdidas no llegaran a rebasar por poco
el umbral oficialmente establecido para un crac bursátil
(la caída de más de un 10 por ciento en un día). Sólo en
la India, cayó el índice Nifty –relativo a las 50
mayores empresas del país— un 10,68%. Pero desde el
comienzo del año bursátil los mercados de valores del
mundo han registrado un imponente 15% de pérdidas (sólo el
[índice alemán] DAX, un 10%).
La construcción
de vivienda en EEUU ha cedido más de un 40 por ciento
A diferencia de
lo ocurrido en la crisis asiática hace diez años, ningún
gobierno ni banco central consigue hoy ya contener la crisis
en proporciones regionales o nacionales. Hay una razón mus
simple: todos –desde los bancos de inversión
estadunidenses, hasta los probos bancos industriales y
comerciales alemanes (y aun los regionales)— se han
involucrado en el juego de alto riesgo de los derivados
crediticios: el volumen del comercio global con
"productos financieros estructurados" se multiplicó
por tres desde 2001. Apenas hay banco que no haya especulado
con fondos hedge o con "sociedades
instrumentales" de oportuna creación. Los préstamos
hipotecariamente respaldados no eran ni son otra cosa que
una forma de derivados financieros, tras los que se ocultan
créditos dudosos.
Cuando estalló
la crisis hipotecaria estadounidense en julio de 2007, sus
dimensiones sólo podían ser sospechadas. Pero lo que desde
el comienzo estuvo fuera de cuestión es que en todo el
mundo había grandes bancos, compañías de seguros,
empresas financieras o filiales suyas en posesión de
enormes cantidades de títulos devaluados. En
todo el mundo, los ejecutivos de los bancos trataron de
oculatar a sus accionistas las proporciones del desastre.
Los bancos se
cerraron unos a otros la espita del dinero, elevaron los
tipos de interés en el mercado de dinero a alturas
inauditas, endurecieron las condiciones del crédito y
atesoraron capital monetario. Cuando semanas después se
dieron a conocer los informes trimestrales, se vio con cuánta
razón desconfiaban unos de otros. Un gran banco
internacionalmente activo tras otro, tuvieron que sacar los
cadáveres del armario. El City Bank, Merrill Lynch, J.P.
Morgan, el suizo USB, la Deutsche Bank y muchos otros
tuvieron que reconocer pérdidas milmillonarias en el tercer
trimestre. Hasta ahora se han computado oficialmente más de
145 mil millones de dólares, pero bancos, aseguradoras y
fondos de inversiones siguen sentados sobre montañas de
papeles especulativos invendibles. Se estima que sólo eso
sumará unas péridas a escala mundial de entre 400 y 500
mil millones de dólares.
Particularmente
chocante para los alemanes: también los bancos regionales
SachsenLB y WestLB se libraron a aventuras especulativas,
registrando pérdidas milmillonarias. Ambos institutos
estuvieron a pique de la bancarrota, y sólo se salvaron
porque se obligó a los contribuyentes de Sajonia y de
Westfalia y la Renania septentrional a cargar con una
notable parte de las pérdidas. Luego de que el
pretendidamente sólido banco hipotecario de Munich Münchner
Hypo Real Estate tuviera que cargar en su debe casi 400
millones de euros en títulos crediticios dudosos, se puede
pensar con consuelo que apenas hay un gran banco alemán que
no se vea afectado por esta crisis financiera.
Pero la crisis
internacional no ha hecho sino comenzar; lejos está de
haber alcanzado su cenit. Incluso la crisis del mercado
inmobiliario con la que todo empezó, no ha hecho sino
iniciar su andadura. Desde hace meses bajan los precios
inmobiliarios, y sube rápidamente el número de los
morosos, de los embargos y de las subastas inmobiliarias
forzosas.¡La construcción de vivienda en EEUU ha bajado más
de un 40%! Cada mes, entre 20 y 30 mil millones de dólares
van a parar a créditos de rescate destinados a refinanciación
o aplazamiento, siempre con intereses notablemente más
elevados. Centenares de miles, acaso millones de
propietarios de viviendas de EEUU no podrán seguir pagando
sus hipotecas; avanza la ola de subastas forzosas (con la
correspondiente pérdida para los bancos). En 2007 hubo 1,4
milones de ventas forzosas; se calcula que en 2008 habrá
por lo menos 1,5 millones. Desde mediados de 2007, los
precios de las viviendas han bajado notablemente: cerca de
un 20% en las zonas rurales; cerca de un 40% en las
ciudades.
Las previsibles
pérdidas totales de esta crisis inmobiliaria rebasarán con
mucho –más de 3 billones de dólares— las pérdidas
derivadas del estallido de la burbuja de la New Economy en
2000/2001. La presente crisis financiera supera todo lo
hasta ahora conocido.
También en
Europa hay una crisis inmobiliaria en ciernes
No puede
sorprender el desplome del resto de los créditos a los
consumidores. Desde julio de 2007, la morosidad en la
financiación de los automóviles ha crecido rápidamente y
sigue creciendo en los EEUU. Algo fatal para el mayor
mercado automovilístico del mundo, en el que más del 89%
de todas las ventas se financian con créditos. El boom
del consumo de prestado –posibilitado y acelerado por unos
precios inmobiliarios en alza aparentemente indefinida—
está agotado (no sólo en EEUU). Así pues, los bancos, que
han venido financiando las compras de automóviles, las
tarjetas de crédito y otras formas de préstamo a los
consumidores, tendrán que amortizar miles de millones. Y de
tal modo, que también el mercado de seguros contra la
morosidad (credit default swaps) se verá afectado.
Las mismas grandes compañías aseguradoras no se ven ya en
situación de poder compensar las pérdidas generadas por la
espectacular caída de precios de los derivados financieros
y de los títulos de valor-papel. Se estima en más de 3,3
billones de dólares las reclamaciones de seguros en curso,
de manera que las grandes compañías aseguradoras, que han
especulado ellas mismas a lo grande, están a su vez
empantanadas por miles de millones. Esa tendencia fue el
desencadenante del pánico en las bolsas de todo el mundo la
pasada semana, porque, si las mismas aseguradoras del crédito
se tambalean, no se ve el final del túnel de la crisis
crediticia.
Así pues, la
recesión ha comenzado ya de hecho en EEUU. En Europa hay
varias burbujas inmobiliarias a punto de estallar: en España,
Gran Bretaña, Irlanda y Bélgica amagan crisis
inmobiliarias que provocarán en los bancos europeos
–también en los alemanes— una sacudida mucho más
fuerte que la conocida hasta ahora por causa de la crisis subprime
en EEUU. En los mencionados países se producen ya desde
hace tiempo ventas forzadas. Sólo en España, se han
cedido, empaquetado y revendido cerca de 700 mil millones de
euros en créditos hipotecarios: previsiblemente se
convertirán a no mucho tardar en créditos
"dudosos". En Gran Bretaña, el mercado
hipotecario ya se ha venido abajo. El peor de lo finales
–una verdadera crisis económica mundial— está
asegurado. Y presumiblemente, antes de lo que se piensa.
(*) Michael
Krätke, miembro del Consejo Editorial de Sin Permiso,
estudió economía y ciencia política en Berlín y en París.
Actualmente es profesor de ciencia política y de economía
en varias universidades alemanas y en el extranjero, desde
1981 principalmente en Amsterdam. Coeditor de la revista
alemana SPW (Revista de política socialista y economía) y
de la nueva edición crítica de las Obras Completas de Marx
y Engels (Marx-Engels Gesamtausgabe, nueva MEGA).
Investigador asociado al Instituto Internacional de Historia
Social en Amsterdam. Autor de numerosos libros sobre economía
política internacional.
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