Entrevista
a Giovanni Arrighi (*)
“Y el
neoliberalismo habrá sido sólo un
paréntesis de locura”
Por Benedetto
Vecchi
Il Manifesto, 23/01/08
Sin Permiso, 03/02/08
Traducción
de Anna Garriga
Benedetto
Vecchi entrevistó para “Il Manifesto” a Giovanni
Arrighi a propósito de su último libro “Adam Smith en
Pekín”.
Giovanni Arrighi no cree
verdaderamente en la existencia del gran casino de la economía
mundial. Es un estudioso que siempre ha creído en la
dimensión histórica, “procesual”, de los fenómenos
sociales y económicos. En su último libro, que va a
publicar Feltrinelli con el título de Adam Smith en Pequín
(en las librerías, a partir del 21 de febrero), el
estudioso italiano, docente en la John Hopkins University y
director del Fernand Braudel Centre, propone un análisis
del capitalismo histórico tan fascinante como discutible.
Su tesis es que el centro de la
economía mundial se ha desplazado a Pequín, mientras que
los Estados Unidos continúan su lento, pero inexorable
declive. Una tesis “partidista”, que discute críticamente
a distancia con quienes, como el geógrafo marxista David
Harvey o la publicista Naomi Klein, consideran fundamental
sistematizar teóricamente el ciclón neoliberalista,
considerado por Arrighi sólo un paréntesis, a diferencia
de quienes lo han considerado como un modelo social cuya
comprensión ayudaría a entender las tendencias del
desarrollo económico capitalista.
La entrevista se ha celebrado en
Roma, donde Arrighi ha venido para participar en un
seminario organizado por el Centro de Reforma del Estado.
“Adam Smith en Pequín”
comienza con la fascinante sugestión sobre el retorno del
baricentro de la economía mundial a China, una sociedad de
mercado no capitalista. Una imagen que contradice las estadísticas,
así como los análisis procedentes de su realidad, que
describen a un país que ha tomado decisivamente la senda
del capitalismo. Al final del libro, la sociedad de mercado
no capitalista se convierte más en una esperanza que una
realidad. ¿En que punto estamos?
No hablaría de un carácter cíclico
del desarrollo histórico. Para empezar se recuerda que
Europa ha conocido un desarrollo capitalista con características
únicas, cuyo inicio coincide con el arranque de la “gran
divergencia” entre Oriente y Occidente. La apuesta teórica
en la que basarse es entender por que el desarrollo
capitalista muestra límites evidentes y por que Asia y la
China en particular, se han convertido en el centro del
mercado mundial, tal como lo eran al principio de la gran
divergencia.
China tiene una larga tradición de
una economía de mercado donde han estado presentes
elementos capitalistas muy innovadores. Al mismo tiempo, la
existencia de una diáspora china ha permitido siempre a
este país tener una estrecha relación con el resto de Asia
y, a partir del siglo XIX, también con los Estado Unidos.
Sin embargo, a partir del siglo XV ningún capitalista chino
ha tratado de controlar el estado, factor indispensable para
ejercer una hegemonía sobre la sociedad, como han
sostenido, si bien desde prospectivas no siempre
coincidentes, Karl Marx y Fernand Braudel.
Por lo tanto no expreso una
esperanza, sino que examino la posibilidad de que en dicho
país esté tomando forma una sociedad de mercado no
capitalista. Lo que no excluye la posibilidad de que, por el
contrario, se desarrolle un sistema capitalista. André
Gunder Frank, a quien he dedicado mi libro, me repetía,
antes de morir, que se abandonara la categoría capitalismo.
No estaba de acuerdo, pero su provocación puede acogerse
como una invitación a considerar al capitalismo como una
realidad que, como ha escrito Fernand Braudel, debe cambiar
continuamente para sobrevivir. De hecho, el capitalismo se
ha caracterizado por la esclavitud y la expansión
territorial. Y por eso hemos tenido el colonialismo y formas
agresivas de imperialismo. Después ha habido el welfare
state en los países centrales y diversas formas de
subordinación política y económica de gran parte de la
población mundial. Ahora estamos asistiendo al agotamiento
del impulso propulsivo constituido por el militarismo y el
imperialismo. Por lo tanto es evidente la pérdida de la
capacidad heurística de los paradigmas utilizados hasta
ahora para comprender hacia donde se encamina la economía
mundial. En el Manifiesto del partido comunista, Marx y
Engels prospectan una homologación capitalista del mundo.
Esto les conduce a un énfasis, muy discutible, en el carácter
progresivo del capital. Su profecía no está muy lejos del
“mundo plano” de un analista liberal como Thomas
Friedman. El mundo actual, sin embargo, es todo menos plano,
tal como evidencian los acontecimientos chinos. No sé si
China es capitalista o un socialismo de mercado, pero su
irrupción en la escena mundial provoca un cambio de las
relaciones en el sistema interestatal y que el Sur se
presenta ahora con una posición de fuerza con respecto al
Norte del mundo. Últimamente he hablado con frecuencia de
la posibilidad de una “nueva Bandung”. Es decir, de un
entendimiento entre los países del Sur del mundo, basado en
su aumento de peso en el mercado mundial.
La utilización que haces de Adam
Smith es fascinante. Mientras que la ensayística dominante
lo describe como el teórico del capitalismo, tú lo
consideras como un estudioso a favor del mercado, pero no
del capitalismo. El autor de la “Riqueza de las
naciones” tiene, sin embargo, como objetivo, elaborar
categorías útiles para comprender el funcionamiento del
capitalismo. Nosotros nos limitamos a percibir un gran
cambio, pero tenemos dificultades para innovar las categorías
útiles para entender las transformaciones en curso. Te
propongo una provocación: el análisis del tan maltratado
Lenin sobre el capitalismo de estado gestionado por el
partido podría ayudar a entender el dinamismo económico en
Asia oriental o en el Sur-Este asiático. ¿No crees?
Podemos sostener que existen
diversas formas a través de las cuales las élites
nacionales ejercen el poder de gobierno en la sociedad. Una
tesis ya avanzada precisamente por Adam Smith. En China, las
reformas de Deng Xsiao Ping fueron lanzadas para salvar la
revolución popular de la revolución cultural y se
centraban en el campo. Fue después que llegaron los
capitales extranjeros. En los años noventa la situación se
les fue de las manos al grupo dirigente, que ahora intenta
retomar el control. Me dejan muy perplejo algunas lecturas
sobre el carácter totalitario de la sociedad china, marcada
históricamente por las revueltas contra el poder central o
local. Actualmente, el número de huelgas, manifestaciones,
revueltas, es impresionante. Y son revoluciones que implican
a centenares de millones de hombres y mujeres. El partido
comunista chino tiene por lo tanto el problema de contener
esta tendencia a la revuelta. Hay también otro aspecto
sobre el que pocos se detienen. En el último decenio ha
ocurrido, por ejemplo, que la mayor parte de los cuadros
intermedios se han vuelto hacia los negocios. Por lo tanto,
el vértice del partido y del estado no disponen de la cámara
de compensación necesaria para ejercer un gobierno sobre la
sociedad.
En tu libro escribes que las
crisis de las bolsas no son una tragedia…..
La crisis de las bolsas provoca
empobrecimiento. Esto es indudable. Pero si razonamos en
temas de sistema es benéfica, porque pone fin a la locura
de los años ochenta y noventa caracterizada por la carrera
espasmódica para conseguir superbeneficios. Un veinteno
durante el cual ha ocurrido de todo. Crecimiento del crédito
al consumo, adquisición por parte del Sur del mundo de los
bonos del tesoro americano, que han arrojado una masa de
capital monetario en los Estados Unidos que ha alimentado la
financiariación de la economía. Si no ha habido un
hundimiento, debemos darle la gracias al Sur del mundo que
ha alimentado la demanda mundial, ha producido mercancías a
bajo coste para los consumidores estadounidenses y, en menor
medida, europeos; la China como el Japón en los años
ochenta, adquiere bonos del tesoro americano a través de
los cuales los Estados Unidos financian su dominio en el
mundo. La crisis de las bolsas pone fin a esta locura. También
marca el fin de la hegemonía americana en la economía
mundial. Ahora la locomotiva está representada por la China
y, en menor medida, por la India, que sostienen la demanda.
Otra cosa es el problema de cómo hacer frente a las
consecuencias sociales de las crisis de las bolsas. Respecto
a ello me parece que las propuestas existentes son, como
poco, deprimentes.
Como escribes en un cierto punto,
citando una conocida frase de Marx, para comprender al
capitalismo hace falta desvelar elsecreto de los
laboratorios de la producción….
Una indicación metodológica de
Marx que los marxistas pronto han quitado. Fue Mario Tronti
con “Obreros y capital” quien nuevamente la sacó a
relucir. Sin embargo dudo mucho que la indicación de
descender a los laboratorios de la producción ayude a
comprender algún secreto. Para comprender el funcionamiento
del capitalismo debemos tomar en cuenta la proliferación de
formas económicas de mercado, aunque no necesariamente
capitalistas. Y también de la simultaneidad de diversos
modelos de capitalismo.
El “mundo no será plano”,
pero entonces ¿por qué no pensar que existne también,
simultáneamente, diversos modelos productivos
interdependientes entre sí? Silicon Valley, por ejemplo, no
puede existir sin el “lager” donde se producen
microchips con una fuerza de trabajo casi reducida a la
esclavitud o a una condición carcelaria. En otras palabras,
la high-tech o las biotecnologías tienen un doble ligamen
con la militarización del trabajo, presente tanto en el
norte como en el sur del mundo…
Habría que escribir otro libro para
responder a esta pregunta. Por el momento, lo que me
interesa es comprender el papel jugado por el militarismo.
Muchas innovaciones productivas han sido consecuencia, por
ejemplo, de la producción de armas. Por otra parte, soy polémico
con quienes hacen coincidir al capitalismo con su fase
industrial.
Silicon Valley no es
industrialismo…..
Cierto. Estoy convencido de la
crisis del fordismo. Si hay que hablar de un modelo
productivo emergente, éste es Wal Mart. Repito: si se
quiere entender cómo el capitalismo ha ejercido su hegemonía
sobre gran parte de la población mundial, hay que tratar de
comprender la relación entre militarismo e imperialismo. Lo
cual significa expansión y conquista territorial. Por
ejemplo, el capitalismo se ha desarrollado a través de la
esclavitud ….
Pero en los Estados Unidos la
esclavitud convivía con la industria del acero que innova
profundamente la producción…..
Si, pero el elemento fundamental
para comprender la difusión del capitalismo y la hegemonía
que ejerce en el mundo debe comprender el papel del
militarismo, de la potencia militar. He dicho hace un
momento que existe una actitud hacia la insubordinación en
la sociedad china. Pero no se comprende cual es la relación
entre esta conflictualidad difusa y el poder político. ¿Como
se resuelve entonces la relación entre movimientos e
instituciones?
La revolución ha constituido una
vertiente en la historia china. Desde entonce el arbitrio
del estado puede ser contestado. Y cuando ocurre, las formas
de la crítica van desde la huelga hasta la verdadera
revuelta. Durante una visita a China he hablado con un
cuadro del partido que había constituido una joint- venture
con una empresa francesa para la producción de champagne en
China. Llegados a un cierto punto, la sección local del
partido propuso la expropiación de la tierra. Los
campesinos secuestraron a los dirigentes de haciendas, los
funcionarios estatales y los del partido, poniendo una
condición: “los liberamos solo si firman un acuerdo de
que la tierra continuaremos
cultivándola nosotros”. El partido firmó el
acuerdo rápidamente.
Me gusta recordar este episodio
porque indica claramente que el partido puede decidir esto o
aquello, pero si los hombres y mujeres objeto de las
decisiones no están de acuerdo no se andan con sutilezas,
porque se sienten legitimados por algunos principios de base
de la revolución.
Por lo que dice no está
precisamente en sintonía con quienes sostienen que el
neoliberalismo es el modelo hegemónico del capitalismo….
El neoliberalismo ha sido un paréntesis
de locura con el que los Estados Unidos y su fiel aliada,
Inglaterra, han tratado de imponer, por las buenas o por las
malas, su modelo. Pero ambos han fracasado, como testimonian
la caída de las bolsas y la derrota estadounidense en Iraq.
Estamos en una fase turbulenta cuyas salidas son todavía
difíciles de prever. Por el momento, grande es el desorden
bajo el cielo, pero no sé si la situación es excelente.
(*) Giovanni Arrighi, investigador
de origen italiano, es docente en la John Hopkins University
y director en esa misma universidad del Fernand Braudel
Centre.
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