Los EEUU, tras el estallido de la burbuja
Por
Mike Whitney (*)
Counperpunch,
09/03/08
Sin Permiso, 10/03/08
Traducción
de Roc F. Nyerro
“Las
condiciones de los mercados son las peores que puedan
recordarse en esta industria. No creo que nadie guarde
memoria de una total desaparición de la liquidez... Hay
miles de millones de dólares en acciones para las que no
hay Mercado". Alain Grisay, jefe ejecutivo de la
consultora londinense F&C Asset Management Plc, en
declaraciones a Bloomberg News.
El huracán
que empezó con las hipotecas subprime ha avanzado por los
mercados crediticios provocando desastres en los bonos
municipales, en los fondos hedge de derivados
financieros, en las inversiones estructuradas complejas y en
la agencia pública de la deuda (Fannie Mae). Ahora mismo,
las primeras ráfagas de fuerza 5 están llegando a la
economía real, en donde se esperan daños generalizados. El
Departamento de Trabajo [de los EEUU] informaba el pasado
viernes de que los empresarios estadounidenses habían
recortado 63.000 empleos en febrero, la mayor bajada mensual
en cinco años. Los recortes de nóminas venían a añadirse
a los 22.000 puestos de trabajo perdidos en enero. Se
recortaron 52.000 puestos de trabajo en el sector
manufacturero y otros 331.000 se han perdido en el sector de
la construcción desde el mes de septiembre de 2006.
El
Departamento de Trabajo informó también el miércoles de
que la productividad laboral se desaceleró
significativamente en el último trimestre de 2007. Cuando
se ralentiza la productividad, crecen los costos laborales,
lo que contribuye a las presiones inflacionarias. Lo que
supone un obstáculo añadido para que las bajadas de los
tipos de interés por parte de la Fed estimulen la economía
sin provocar la temida "estanflación" (bajo
crecimiento con precios al alza).
Las
noticias procedentes del sector de la construcción son
igualmente desoladoras. El Wall Street Journal informa:
"Por Segundo mes consecutivo, el departamento de
Comercio dio a conocer una bajada del gasto en construcción
no–residencial.. Señales preocupantes se multiplicaron a
fines de año. A medida que crecían las dificultades en los
mercados crediticios, el espacio dedicado a oficinas vendido
en el cuarto trimestre bajó un 42% en relación con el
pasado año, y las ventas de establecimientos comerciales
bajaron un 31%, según Real Capital Analytics, un grupo de
investigación de la propiedad inmobiliaria... Si sigue
desacelerándose el gasto, los trabajadores de la construcción,
que están siendo arrollados por el ralentizamiento
inmobiliario, se enfrentarán a más despidos". ("Building
Slowdown Goes Commercial", Wall Street Journal.)
La
propiedad inmobiliaria comercial es está ya a los alcances.
Hay una tremenda sobreoferta de espacios de venta al detalle
en todo el país, y la sangría no ha hecho sino comenzar.
Los constructores han seguido levantado grandes complejos
comerciales y edificios de oficinas, a pesar de que la
construcción de vivienda se ha desplomado. Ahora, los
atribulados bancos tienen que embargar miles de edificios
vacíos en centros comerciales diezmados, sin la menor
posibilidad de poder alquilarlos en un futuro razonable. Es
un desastre. Entre diciembre de 2007 y febrero de 2008, el
gasto en construcción comercial conoció su nivel más bajo
en 14 años. El súbito desplome viene a engrosar más y más
las filas de desempleados.
¿Qué
quiere decir todo esto? Crece el desempleo, baja la
productividad, aumenta la inflación, se desploma el dólar,
la propiedad inmobiliaria comercial está por los suelos y
el país se desliza inexorablemente hacia la recesión.
En lo
tocante al mercado de la vivienda:
"La
vivienda conoce su 'desplome más profundo y rápido desde
la Gran Depresión', dijo el pasado jueves el economista en
jefe de la NAHB [Asociación nacional de constructores de
vivienda, por sus siglas en inglés], y el actual momento de
bajada de los precios de la vivienda parece estar acelerándose.
"La
vivienda está en situación de fuerte contracción, y será
otro lastre importante y grave para la economía en el
primer trimestre", dijo David Seiders, el economista en
jefe de la NAHB ("Rapid Deterioration", MarketWatch).
La venta
de vivienda ha caído un 65% desde su pico de 2005. El acúmulo
de invencidos es espectacular. El número de viviendas vacías
se acerca ahora a los 2 millones; 800.000 más que en 2005.
La demanda es débil, y los precios se desploman.
Entretanto, la Rsereva Federal y la administración Bush se
aprestan a ingeniar un plan que evite a los propietarios de
vivienda tener que hacer las maletas para librarse de sus
hipotecas. ¿Mas qué pueden hacer? Reducir, como recomienda
Bernanke, el valor de los activos que respaldan las
hipotecas y enfrentarse a años de pleitos con los tenedores
de bonos que compraron activos financieros hipotecariamente
respaldados en otros términos? ¿O permitirán que el
mercado haga su trabajo de limpieza y eche a la calle, sólo
en 2008, a 2 millones de propietarios de viviendas? El
desinflamiento de la burbuja inmobiliaria ha sido finalmente
percibido por la economía real. El valor de los activos de
la vivienda se está evaporando, lo que presiona a la baja
el gasto de los consumidores y provoca la disminución del
PIB. También el dólar está en una bajada histórica, y
crisis crediticia inmanejable ha desjarretado los mercados
financieros. Los expertos predicen ahora que el gasto no se
recuperará hasta que los precios de la vivienda dejen de
bajar, lo que podría no ocurrir hasta fines de 2009. Cuando
Japón experimentó una catástrofe similar
crediticio–inmobiliaria, tardó una década en
recuperarse. No hay razón ara creer que la presente crisis
tendrá un desenlace más rápido.
El pasado
viernes, el gigante bancario [suizo] USB estimó que los daños
crediticios terminarán por costar a las instituciones
financieras 600 mil millones de dólares, tres veces más
que su estimación inicial de 200 mil millones de dólares.
Pero el pronóstico de USB no toma en cuenta los 6 billones
de dólares de valores inmobiliarios perdidos, si el pecio
de la vivienda cae un 30% en los próximos dos años (lo que
es harto probable). Ni toma en cuenta tampoco las
potenciales pérdidas en el mercado de las finanzas
estructuradas, en donde han quedado en situación de
congelación profunda 7,8 billones de préstamos (ahora en
situación de pooled securities [activos financieros
puestos en un fondo común]). No hay forma de saber la
cantidad de capital que será drenado del sistema antes de
que termine todo este proceso, pero si se perdieron 17
billones de dólares con el estallido de la burbuja del
punto com, está fuera de duda que esa cifra se verá ahora
superada por mucho.
La
burbuja inmobiliaria era de todo punto evitable. Lo que la
hizo inevitable fueron las políticas de la Reserva Federal.
Fijando tipos de interés por debajo de la inflación
durante casi 3 años, Greenspan provocó la especulación
inmobiliaria y creó una ilusión de prosperidad. En
realidad, no fue otra cosa inflación de activos alimentada
por la expansión de la deuda. Las acciones de la Fed iban
de la mano de una revocación de la legislación regulatoria
que prohibía a los bancos zascandilear con el comercio de
activos financieros. Una vez cambiadas las leyes, los bancos
quedaron en libertad para trapichear y ofrecer sus activos
financieros hipotecariamente respaldados a inversores de
todo el mundo. (Los bonos hipotecariamente respaldados de
tipo A –los mejor valorados por las agencias de estimación
del riesgo— ¡se comercian en estos momentos a un 13% de
su valor nominal!) Ahora, esos bonos demediados pululan por
doquier, tornando disfuncionales amplias zonas del sistema
financiero.
Como los
inversores siguen huyendo de cualquier cosa remotamente
vinculada a las hipotecas, el precio del riesgo –medido
por la difusión de los bonos comerciales corporativos— se
ha disparado. De hecho, los inversores están rechazando
incluso las hiperextendidas GSE [empresas hipotecarias
patrocinadas por el gobierno, por sus siglas en inglés],
como Fannie Mae y Freddie Mac. A medida que sigan aumentando
los abandonos hogares hipotecados, la aversión al riesgo se
intensificará, desencadenando un huracán de apuestas
apalancadas en los fondos hedge de derivados
financieros y extendiendo la parálisis de los mercados
financieros.
No hay la
menor duda de que la tormenta actualmente en curso en el
mundo financiero acabará poniendo de rodillas a Wall
Street. Acaso sea éste un buen momento para recordar que el
24 de marzo de 2000 el índice NASDAQ alcanzaba un pico de
5.048 puntos. El 9 de octubre de 1002, se desplomaba a
1.114; una pérdida rayana en el 80%. ¿Podría volver a
ocurrir?
Se
admiten apuestas. Lo esperable es un índice Dow en torno a
los 7.000 a fines de este año.
El Wall
Street publicó el pasado jueves un artículo dando
cuenta del modo en que la reunión de Basilea (Suiza) había
cambiado los criterios, dando a los bancos mayor autonomía
para decidir asuntos hasta entonces gobernados con estrictas
regulaciones:
"Algunos
de los banqueros más importantes dedicaron cerca de una década
a diseñar nuevas reglas para ayudar a las instituciones
financieras globales a mantenerse fuera de perturbaciones...
Su primera exigencia: los bancos deberían tener mayor
libertyad para decidir por sí mismos el nivel los niveles
aceptables de riesgo, puesto que están en mejores
condiciones para ello que los reguladores." ("Mortgage
Fallout Exposes Holes in New Bank–risk Rules", Wall
Street Journal.)
Es un típico
caso de zorros que deciden quién debe vigilar el gallinero.
El Comité
de Baslea para la Supervisión Bancaria es un grupo dirigido
por banqueros, incluidos los gobernadores de los Bancos
Centrales del G–10, Bélgica, Canadá, Francia, Italia,
Japón, Holanda, Suecia, Suiza, Gran Bretaña y EEUU. Se
supone que este Comité de Basilea fija las reglas oportunas
para garantrizar que los bancos tengan una capitalización
suficiente, de modo que los depositantes estén protegidos.
Pura ficción. Parece más centrado en mantener el dominio
estadounidense y europeo sobre el mundo en vías de
desarrollo y en asegurar que las palancas del poder
financiero sigan en las manicuradas patas de los mandarines
bancarios occidentales.
Ahora que
el sistema financiero se halla en una enfermedad terminal
mucha gente se cuestiona la sabiduría de dejar tanto poder
en manos de organizaciones que no actúan movidas por el
interés público. Thomas Jefferson anticipó este escenario
y lanzó un aviso sobre los peligros de abdicación de la
soberanía en favor de unos banqueros movidos por el
beneficio y no elegidos por nadie. Dijo:
"Si
el pueblo americano llega alguna vez a permitir que los
bancos controlen la emisión de nuestra moneda, primero a
través de la inflación, y luego, por la deflación, los
bancos y las empresas que prosperarán a consecuencia de
ellos privarán al pueblo de toda propiedad, hasta que sus
hijos se despertarán un día sin hogar en el continente que
conquistaron sus padres."
A pesar
de que la nación está ahora camino de un aterrizaje
forzoso, los bancos sólo están interesados en hallar la
manera de salvarse ellos. La semana pasada, el New York
Times reveló una "propuesta confidencial" del
Bank of America a los miembros del Congreso para que
pidieran al gobierno de EEUU que garantizara 739 mil
millones de dólares en hipotecas que están "en riesgo
moderado o alto" de morosidad, a fin de salvar a los
bancos de potenciales pérdidas. El jueves, el congresista
republicano Barney Frank –actuando en interés de sus
mandantes banqueros— hizo un llamamiento precisamente en
este sentido en la Camara de representantes, diciendo que el
Congreso debería considerar la posibilidad de comprar
algunas de esas hipotecas fallidas para ayudar a los
esforzados propietarios de viviendas. Mas ¿por qué debería
pagar el contribuyente por los errores de bancos privados,
sobre todo cuando esos bancos han estado defraudando al público
miles de millones de dólares mediante la venta de activos
financieros subprime carentes de valor?
La Fed ya
ha rebajado los tipos de sus fondos en 2,25 puntos base,
hasta el 3% (más de un punto por debajo de la actual tasa
de inflación), para ayudar a los bancos a recuperar parte
de las pérdidas derivadas de sus malas apuestas. Bernanke
ha abierto también una Oficina de Subasta Temporal (TAF,
por sus siglas en inglés), que permite a los bancos usar
activos financieros respaldados hipotecariamente (MBS, por
sus siglas en inglés) y otras inversiones estructuradas
como colateral al 85% de su valor nominal (a pesar de que
los bonos no valen sino unos centavos por dólar en el
mercado abierto). Hasta ahora, la TAF ha prstado en secreto
75 mil millones de dólares a bancos que se habían quedado
sin capital, los cual, piensa Bernanke, es un desarrollo
positivo. Pero ¿porqué le parece positivo al jefe de la
Fed que los mayores bancos de inversión del país necesiten
tomar a préstamo miles de millones de dólares a tasas de
interés pactadas sólo para mantener la solvencia? La
verdad es que muchos de los bancos no hacen con ello sino
falsear sus desmayados balances para poder rastrear el
planeta en busca de inversores que compren sus franquicias.
El jueves
Bernanke se dirigió a la Comunidad Independiente de
Banqueros de América exhortándoles a tomar las medidas
necesarias para impedir que los propietarios de viviendas
desvalorizadas salieran de sus hipotecas. Junto a la
propuesta de "congelación de tipos de interés"
en las hipotecas de tipo variable (ARM, por sus siglas en
inglés), el jefe de la Fed sugirió que los prestamistas
rebajaran el principal de las hipotecas, a fin de lograr que
los propietarios de viviendas mantuvieran los pagos
nominales sobre sus préstamos. Pero es claro que abandonar
es la mejor elección para muchos propietarios que, de otra
manera, quedarían encadenados de por vida a un activo en
constante desvalorización. Los propietarios de viviendas
tendrían que basar su decisión en lo que mejor satisface
su interés financiero a largo plazo, igual que hacen los
banqueros. Si eso significa abandonar el hogar hipotecado,
eso es lo que deberían hacer. El propietario de vivienda no
es en absoluto responsable de los problemas dimanantes del
timo de los activos financieros subprime. Éste fue
obra exclusiva de los banqueros.
La FIDC
(Corporación federal aseguradora de los depósitos, por sus
siglas en inglés) ha comenzad a incrementar su personal en
muchas de sus oficinas regionales, a fin de enfrentarse con
la prevista ola de quiebras bancarias en los estados más
duramente afectados por el estallido de la burbuja
inmobiliaria. California, Florida y partes del suroeste
necesarián, de fijo, la mayor atención. En esos estados
está en curso una depresión inmobiliaria, y muchos de los
pequeños bancos que ofrecían hipotecas y préstamos
comerciales inmobiliarios se enfrentan inexorablemente a
problemas. Les falta, sencillamente, capital capaz de
amortiguar el golpe del venidero tsunami de quiebras y
abandonos de hipoteca. Los depositantes de esos bancos deberían
cerciorarse de que las normas de la FDIC cubren todos sus
ahorros, porque no se aseguran más de 100.000 dólares por
cuenta.
Los
mercados monetarios no están asegurados
Las
naciones del G–7 aseguraron también la pasada semana que
si persisten los movimientos "irracionales", tomarán
"medidas colectivas adecuadas para calmar los mercados
financieros". El grupo añadió que las medidas tomadas
lo serían en secreto, para mayor efectividad de las mismas.
La situación tiene que ser verdaderamente desesperada para
que los ministros de finanzas del G–7 lancen la
advertencia pública de que se preparan para intervenir en
el mercado para evitar una catástrofe. Es estupefaciente.
No especificaron si estaban hablando de sostener el
tambaleante billete verde o de la adquisición de futuros en
los mercados de activos, a modo de un Equipo Global de
Prevención del Desplome. Sin embargo, sus comentarios
abundan en la creciente percepción de que las cosas están
fuera de control y en rápido proceso de deterioro.
Con el
petróleo, el oro y los precios de los productos
alimentarios disparados, la Fed se ha visto frontalmente
criticada por su recortes de tipos y contribución a una
ulterior erosión del dólar. (Esta mañana, el dólar ha caído
a 1,53$ por 1 euro.) Pero lleva razón Bernanke; el
verdadero peligro es la deflación. Estamos en puertas de
una recesión originada en el desplome del consumo,
caracterizada por baja demanda, magros ahorros personales,
valores de activos a la baja (particularmente en vivienda) y
sobreendeudamiento. Los incrementos de suministro monetario
por parte de la Fed a través de unos bajos tipos de interés
no tendrán efecto sobre el espectacular declive que se hará
evidente a lo largo de este año. Billones de dólares de
derivados financieros, activos subprime apalancados y
otras malas apuestas vien juntos en avalancha, drenando de
la economía un océano de capital virtual. Si el el ritmo
de destrucción del crédito sigue como ahora, el país
colapsará en una crisis de tipo recesivo en 2009. Grez Ip,
del Wall Street Journal, lo presenta así en su artículo
"For the Fed, a Recession—Not Inflation—Poses
Greater Threat" [Para la Fed, la mayor amenaza viene de
la recesión, no de la inflación]:
"Bien;
¿por qué la Fed está más preocupada por el crecimiento
que por la inflación? Primero, porque piensa que el alza en
los precios de las mercancías explica los incrementos, no
solo de la inflación general, sino también de la inflación
subyacente: el aumento de los precios de la energía se ha
'comunicado' a otros bienes y servicios. La inflación
subyacente subre y baja con la inflación energética entre
principios de 2006 y mediados de 2007, y la Fed piensa que
lo mismo está probablemente ocurriendo ahora. Si los
precios de la energía y de los alimentos dejan de crecer
–no es necesario que caigan—, retrocederá la inflación,
la general y la subyacente."
Ip
prosigue: "Los funcionarios de la Fed no creen que el
último subidón (alimentario y energético) quede
justificado por los elementos fundamentales en la oferta y
la demanda... Una explicación más probable es que los
inversores, alarmados tal vez por la posición blandengue de
la Fed, están metiendo dinero en fondos de mercancías y en
divisas extranjeras como parapeto ante la inflación... Pero
las ganancias con los precios especulativos no podrán
mantenerse si los elementos fundamentales de la economía no
los sostienen. Si la Fed y los mercados de futuros están en
lo cierto, los precios bajarán, no subirán, de aquí a un
año."
Bernanje
lleva razón en este punto. Los incrementos temporales de
precios no son el resultado de la escasez, del aumento de
los costos productivos o de los elementos fundamentales de
la economía, sino de la especulación. De hecho, la demanda
de productos petrolíferos ha disminuido un 3,4% en las
cuatro últimas semanas en comparación con el mismo período
de tiempo el año pasado, lo que significa que los precios
probablemente bajarán paulatinamente cuando el frenesí de
mercancías entre en fase de decompresión. Los inversores,
simplemente, andan buscando sitios donde poner su dinero que
no sean ni los dudosos bonos corporativos ni los activos con
sobrepreciados. Las mercancías son la alternativa lógica.
Pero, así que el gasto de consumo se atasque, caerán
consiguientemente todos los tipos de activos, incluidos el
oro y el petróleo. (Y, sí, el dólar debería recuperar
parte del nivel perdido, aunque sea temporalmente.)
Muchos
analistas creen que la carrera del petróleo será corta. La
caída de la demanda de productos petrolíferos, que bajó
un 3,4% en las últimas cuatro semanas en relación con el
mismo período el año pasado, sugiere que los precios podrían
bajar paulatinamente una vez se calme el frenesí inversor
impulsado por el dólar. Eso dicen los analistas.
¿Descenso
cíclico o recesión postburbuja?
Un artículo
publicado en el New York Times por el presidente de
Morgan Stanley's en Asia, Stephen Roach, sostiene que el país
no está en un punto cíclico bajo, sino ne una recesión
postburbuja. Hay una enorme diferencia. No es probable que
los recortes de tipos de interés de la Fed y el "Plan
de estímulo" de Bush detengan la caída continua de
los precios inmobiliarios, ni pondrán milagrosamente fin a
los problemas de los mercados crediticios. La masiva expansión
del crédito en los últimos 6 años ha generado un globo de
45 billones de dólares que podría estallar, o al menos,
deshinchase parcialmente. Nadie lo sabe con certeza. Y nadie
sabe realmente la dimensiñon de los daños que causará en
el sistema financiero global. Estén atentos. Roacho obserba
que la recesión de 2000 a 2001 fue un colapso del gasto
empresarial que sólo representó un 13% del PIB. Se puede
comparra eso con la actual recesión que "ha sido
desencadenada por el estallido simultáneo de las burbujas
inmobiliaria y crediticia... Esos dos sectores, tomados de
consuno, montan el 78% del PIB, seis veces más que la parte
representada por el sector que llevó la economía a la
recesión hace siete años".
No sólo
la recesión en curso será seis veces más grave; será
también la voz de alarma para la sociedad norteamericana
basada en el consumo. Las actitudes respecto del consumo han
cambiado ya espectacularmente desde que han subido los
precios de los alimentos y de los combustibles. Esa
tendencia no hará sino crecer, a medida que vengan tiempos
más duros.
Y añade
Roach: "La recuperación cíclica de economías
dependientes de los activos y tendentes a las burbujas, aun
si asistidas por intervenciones monetarias y fiscales
agresivas, no es cosa que pueda darse por descontada... Es
posible que quienes toman las decisiones políticas en
Washington no sean capaces de detener este declive
posburbuja. No es probable que los recortes de los tipos de
interés consigan detener el desplome de los precios de la
vivienda en toda la nación... Los recortes agresivos de los
tipos no han logrado mucho en punto a contener el letal
contagio que se difundido por los mercados de crédito y de
capitales.
Una
estrategia más efectiva sería tratar de apartar del
consumo a la economía para derivarla hacia las
exportaciones y hacia las inversiones en infraestructuras
que se ne cesetana desde hace mucho tiempo."
La
Reserva Federal y quienes toman las decisiones en Washington
están todavía anclados en el pasado, tratando de reanimar
el gasto del consumo por la vía de crear otra burbuja de
activos con bajas tasas de interés y su "estímulo"
de 600 dólares por persona. Mal camino. Lo que hay que
hacer es invertir en infraestructuras y en tecnologías
medioambientalmente amigables, reconstruir la economía
desde sus raíces, reestablecer la salud fiscal y minimizar
el gasto deficitario, volver a poner a trabajar a los EEUU
fabricando cosas que el público use y que mejoren la
sociedad y (como dice Roach) "ayudar a las víctimas
inocentes del estallido de la burbuja, particularmente a las
familias de ingresos bajos y medios".Y, lo más
importante de todo, abolir la Reserva Federal y devolver el
control de nuestro dinero a nuestros representantes electos
en el Congreso. Ese es el único camino para volver a poner
el futuro económico de EEUU en manos del pueblo.
Ese es un
plan que todos podemos apoyar. Llegó la hora de partir
madera nueva y empezar otra vez.
(*)
Mike Whitney es un analista político
independiente que vive en el estado de Washington y colabora
regularmente con la revista norteamericana CounterPunch.
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