Economía mundial

Las presiones inflacionarias en el mundo empeoran
la deteriorada salud del dólar

Por Joanna Slater
Wall Street Journal, 11/03/08

El aumento de las presiones inflacionarias alrededor del mundo eleva la tensión que enfrenta el dólar en momentos en que los bancos centrales de China a Chile optan por apreciar sus monedas como una herramienta para combatir la inflación.

El yuan ya se ha fortalecido casi un 3% frente al dólar en lo que va del año, con lo que se encamina a duplicar la apreciación del año pasado. La semana pasada, Vietnam relajó los estrictos controles sobre su moneda, el dong, permitiendo una apreciación más acelerada contra el dólar.

Estos cambios subrayan un giro más profundo que podría incrementar la presión bajo la que se encuentra el dólar. Desde que la moneda estadounidense empezó su declive en 2002, una buena parte de su debilidad se ha sentido contra monedas de flotación libre en mercados desarrollados, como el euro y el dólar canadiense.

Ahora puede haber llegado el turno de las monedas en algunos mercados emergentes, especialmente en Asia y Medio Oriente, de fortalecerse contra el dólar. El alza de la inflación está acelerando el cambio, dicen los estrategas cambiarios. Una moneda más robusta abarata las importaciones, lo que ayuda a paliar el impacto de la escalada de precios.

En el pasado, las economías emergentes habían sido especialmente reticentes a permitir que sus monedas se fortalecieran frente al dólar por temor a reducir la competitividad de sus exportaciones. Pero en el último año, a medida que los inversionistas han acudido en tropel a estos países, las presiones al alza sobre sus monedas han crecido, elevando los costos de las medidas del gobierno para mantener a la baja sus divisas.

Lawrence Goodman, estratega de divisas para Bank of America, dice que la inflación está cada vez más allá de las metas de los bancos centrales en los mercados emergentes. Hace un año, en un grupo de 24 grandes países en desarrollo, tres cuartas partes alcanzaban o mejoraban sus objetivos de inflación. Ahora esa cifra apenas llega a una quinta parte. Ante el aumento de la inflación, China empezó el año pasado a permitir que el yuan se fortaleciera a un ritmo más rápido versus el dólar. El presidente del banco central chino señaló recientemente que una moneda más fuerte "ayuda a controlar la inflación" (que en enero era de 7,1%, una máxima de 11 años) pero añadió que no era la prioridad del gobierno combatir el alza de precios.

Por su parte, Vietnam flexibilizó sus controles sobre su moneda después de que la inflación llegara a 15,7% en febrero, su punto más alto en 12 años. Como parte de varias medidas destinadas a controlar las presiones de precios, el banco central amplió la banda cambiaria del dong vietnamita frente al dólar.

"No hay ahora muchas monedas en la región (Asia) que no me gusten", opina Edwin Gutiérrez, un gestor de bonos en mercados emergentes de Aberdeen Asset Managers en Londres.

Gutiérrez relata que en los últimos dos trimestres ha llevado a cabo provechosas apuestas a que el yuan chino se fortalecería. Piensa que un futuro similar le espera al ringgit de Malasia, al dólar de Singapur, al peso de Filipinas, a la rupia de Indonesia y al baht de Tailandia.

Sin embargo, no todos los países del mundo emergente están enfrentando estos problemas desde el mismo punto de partida.

Países como Hungría, Turquía y Sudáfrica (los cuales tienen grandes déficit) podrían ver cómo sus monedas se debilitan a medida que esos vacíos se vuelven más difíciles de financiar.Pero permitir el fortalecimiento de la moneda local no es una panacea para combatir la inflación. Algunas divisas se han fortalecido bastante contra el dólar, pero las presiones inflacionarias no han cedido. En Chile, por ejemplo, la inflación alcanzó su nivel más alto en 12 años y el peso está en su mayor nivel en una década frente al dólar. Los exportadores se han quejado de que sus productos han perdido competitividad y algunos esperan que el gobierno intervenga para atenuar el fortalecimiento del peso.

El dilema de la inflación presenta el panorama más negro en países que relacionan sus monedas directamente al dólar estadounidense, tales como Arabia Saudita y los Emiratos Arabes Unidos. Como consecuencia, ahora luchan con precios más altos para los alimentos, los materiales de construcción e incluso la mano de obra.

Los precios al por mayor para las válvulas de latón que se utilizan para las tuberías de agua en los edificios, por ejemplo, casi se han duplicado en el último año, dice K.P. Marakar, gerente de Al Karama Building Materials, un negocio que provee materiales de construcción en Dubai. Para muchos trabajadores inmigrantes en el Golfo, el declive del dólar es especialmente doloroso. La inflación local se lleva una parte mayor de sus sueldos en costos de comida. El dinero que les queda a los trabajadores para mandar de regreso a sus familias en el extranjero vale cada vez menos.


La caída del dólar sugiere un ajuste de
los desequilibrios de la economía mundial

Por Yuka Hayashi y Joanna Slater
Wall Street Journal, 14/03/08

La caida del dólar se acentuó ayer, cuando la moneda alcanzó su nivel más bajo de la historia frente al euro y, por primera vez, desde finales de 1995, su valor cayó brevemente por debajo de los 100 yenes por unidad.

La debilidad de la divisa estadounidense crea una serie de problemas en todo el mundo, comenzando en Japón, donde el fortalecimiento del yen amenaza a los exportadores del país e incrementa la posibilidad de que la segunda economía del mundo se desacelere en forma significativa.

Los exportadores europeos también sufren las consecuencias. Un euro ahora compra más de US$ 1,55, un nivel sin precedentes, que preocupa a las autoridades políticas y de negocios de la región.

Los movimientos más recientes del dólar también apuntan a una nueva etapa en la contracción crediticia que afecta a Estados Unidos.

El declive del dólar podría acelerar el desmoronamiento de los grandes desequilibrios comerciales que se han acumulado en la economía global en los últimos años, una situación en la que EE.UU. gasta más de lo que ahorra y otros países financian la diferencia.

La pregunta en la mente de muchos inversionistas es si ese proceso será tranquilo y ordenado o abrupto y doloroso. Hasta el momento, la evidencia sugiere una transición benigna, pero eso podría cambiar.

Los inversionistas dicen que es especialmente importante observar si la debilidad del dólar comienza a impulsar declives en otras áreas, como las acciones y los bonos. La reciente confluencia de los altos precios del petróleo y descenso del dólar es una señal preocupante, agregan.

Ayer, sin ir más lejos, el oro superó brevemente la barrera de los US$ 1000 la onza y el petróleo alcanzó los US$ 110,33 el barril en Nueva York. Los inversionistas acumulan oro y petróleo a medida que su valor, denominado en dólares, sube y la moneda cae.

El alza del petróleo y el oro, entre otras materias primas, coincide con una avalancha de noticias negativas sobre la economía estadounidense, incluyendo pérdidas de empleos y una profundización de la crisis inmobiliaria y la contracción crediticia.

Un 70% de los 51 economistas que participaron en la más reciente encuesta realizada por WSJ.com, la página Web de The Wall Street Journal, piensan que EE.UU. ya se encuentra en una recesión.

Mal momento

Las repercusiones del descenso del dólar se presentan en un momento particularmente vulnerable de la economía japonesa.

El país vuelve a experimentar un sentimiento de falta de dirección a medida que las esperanzas de una recuperación robusta de su largo declive económico se desvanecen. Un parlamento dividido ha creado un embotellamiento político. Menos de una semana antes de que el actual presidente del banco central se retire, Japón no ha podido nombrar un reemplazo, lo que constituye un riesgo en momentos en que los mercados financieros globales están pasando por un período de turbulencias.

Mientras tanto, persisten serios problemas en la economía. Después de seis años de crecimiento modesto, los consumidores aún no han abierto sus billeteras. Eso implica que la inflación ha sido baja y que Japón sigue cerca de la deflación, que ha actuado como un freno al crecimiento.

La escasa confianza de los inversionistas en Japón ha vapuleado a las acciones. El Promedio Nikkei 225 ha caído un 19% desde principios del año, mucho más que el Promedio Industrial Dow Jones, pese a que los cautelosos bancos japoneses no han incurrido en las pérdidas causadas por la crisis hipotecaria en EE.UU.

Japón es particularmente vulnerable a las fluctuaciones cambiarias debido a su dependencia de las exportaciones.

La economía se expandió un 2,1% el año pasado y más de la mitad del crecimiento provino de las exportaciones. Un dólar más débil encarece las exportaciones japonesas y reduce el valor de las ganancias de las empresas en dólares cuando se convierten a yenes. Eso afecta las ganancias de los exportadores, que ya están siendo golpeados por el alza en los precios de la energía y las materias primas y la menor demanda de los consumidores estadounidenses.

Si el dólar continúa cayendo "enfrentamos una posibilidad considerablemente alta de tener una situación que sea definida como una recesión", dice Hiroshi Shiraishi, economista de Lehman Brothers en Tokio.

La automotriz Toyota Motor Corp. estima que su ganancia operativa anual disminuye en 35.000 millones de yenes por cada yen que se aprecia contra el dólar.

Katsuaki Watanabe, el presidente de Toyota, dijo que no está claro si la compañía logrará mantener el crecimiento de sus ganancias si el dólar continúa cayendo, a pesar de los recortes de costos y otras medidas posibles.

La última vez que Japón enfrentó un dólar gravemente débil fue en 1994 y 1995, cuando el dólar permaneció por debajo del nivel de los 100 yenes durante año y medio.