El
triple pecado de la gran banca privada
Por
Eric Toussaint (*) y Damien Millet (**)
CADTM (1),
18/03/08
Traducción de Griselda Pinero y Raul Quiroz
Desde
agosto de 2007, los bancos estadounidenses y europeos se
encuentran bajo los focos de la actualidad debido a la grave
crisis que padecen, y que hacen padecer a todo el sistema
neoliberal en bloque. El monto actual de la devaluación de
activos que se vieron obligados a efectuar supera los
200.000 millones de dólares. Diversos servicios de estudio
de los bancos y experimentados economistas consideran que la
factura superará el billón de dólares (1.000.000.000.000
USD) |1|. (Ver www.rgemonitor.com/blog/roubini)
¿Cómo han
podido los bancos construir tal montaje de deudas tan
irracional? Los organismos de créditos hipotecarios
concedieron préstamos a un sector de la población ya
fuertemente endeudado. Las condiciones de estos préstamos,
de alto rendimiento (para el prestamista), constituyen una
auténtica engañifa: el tipo es fijo y razonable durante
los primeros dos años, pero luego sufre un fuerte aumento.
Los prestamistas afirmaban a los clientes que el bien que
adquirían con el préstamo se valorizaría en poco tiempo
dado el aumento de los precios en el sector inmobiliario. El
quid de la cuestión es que la burbuja inmobiliaria
finalmente estalló en el 2007, y los precios comenzaron
inexorablemente a bajar. Como el número de impagos tuvo un
considerable crecimiento, los organismos de crédito
hipotecario comenzaron a verse en dificultades para
reembolsar sus deudas. Para protegerse, los grandes bancos
se niegan a conceder nuevos préstamos o prestan a un interés
mucho más alto. Pero la espiral no se detiene allí, porque
los bancos habían comprado un gran volumen de acreencias
hipotecarias, y en gran parte fuera de balance, creando unas
sociedades específicas llamadas Structured Investment
Vehicles (SIV), las que financiaban la compra de deuda
hipotecaria de alto rendimiento, transformadas en títulos
(CDO, Collateralized Debt Obligations).
A partir de
agosto de 2007, los inversores dejaron de comprar los
commercial papers emitidos sin garantía por las SIV, la
salud y la credibilidad de los cuales estaban muy
deterioradas. En consecuencia, las SIV se quedaron sin
liquidez para comprar los créditos hipotecarios
titularizados, con lo que se amplificó la crisis. Los
grandes bancos que habían creado las SIV tuvieron que
asumir los compromisos de éstas para evitar que quebraran.
Mientras que hasta entonces las operaciones de las SIV no
figuraban en su contabilidad (lo que les permitía disimular
los riesgos asumidos), tienen ahora que incluir en sus
balances las deudas de las SIV.
Resultado:
¡Pánico a bordo! En Estados Unidos, 84 sociedades de crédito
hipotecario han quebrado o cesado parcialmente su actividad
entre el 1º de enero y el 17 de agosto de 2007, mientras
que en todo el año 2006 fueron sólo 17. En Alemania, el
banco IKB y la institución pública SachsenLB fueron
salvados a último momento. Recientemente, Inglaterra tuvo
que nacionalizar el banco Northern Rock, en bancarrota. El
13 de marzo de 2008, la Carlyle Capital Corporation (CCC),
cuya proximidad declarada al clan Bush es bien conocida, se
desmoronó: sus deudas representaban 32 veces sus fondos
propios. Al día siguiente, el prestigioso banco
estadounidense Bear Stearns (5º banco de negocios de
Estados Unidos), falto de liquidez, pidió ayuda a la
Reserva Federal de Estados Unidos (la Fed) para obtener una
financiación de urgencia. Será comprada por el banco JP
Morgan Chase a precio de ganga.
Varios
segmentos del mercado de la deuda constituyen construcciones
endebles en vías de derrumbarse. Arrastran en su fracaso a
los poderosos bancos, a los hedge funds, a los fondos de
inversión que las habían creado. El salvamento de las
instituciones financieras privadas se lleva a cabo gracias a
la intervención masiva de los poderes públicos. La
privatización de los beneficios, la socialización de las pérdidas
son una vez más la solución del problema.
Pero se
impone una pregunta: ¿Por qué los bancos, que ahora no
vacilen en anular unas deudas dudosas de decenas de miles de
millones de dólares, siempre se han negado a anular las
deudas de los países en desarrollo? Están demostrando que
esto es perfectamente posible y absolutamente necesario.
Recordemos que en el origen de las deudas actuales, cuyo
pago reclaman los bancos a estos países, se encuentran unas
dictaduras criminales, unos regímenes corruptos, unos
dirigentes fieles a las grandes potencias y a los
acreedores. Los grandes bancos han prestado sin miramientos
a regímenes tan poco recomendables como los de Mobutu en el
Zaire, de Suharto en Indonesia, a las dictaduras
latinoamericanas de los años 1970–1980, amén del régimen
del apartheid de Sudáfrica. ¿Cómo pueden continuar
infligiendo el yugo de la deuda a unos pueblos que han
sufrido unos regímenes dictatoriales que ellos mismos
financiaron? En el plano jurídico, son numerosas las deudas
odiosas que figuran en sus libros de contabilidad y que no
deben ser pagadas. Pero los bancos continúan exigiendo su
reembolso.
Así mismo,
recordemos que en 1982 la crisis de la deuda del Tercer
Mundo fue provocada por el alza desmedida y unilateral de
las tasas de interés decidida por la Fed. Antes de esto,
los bancos privados habían impuesto préstamos a tasa
variable a unos países ya sobreendeudados, que finalmente
fueron incapaces de afrontar. En estos momentos, la historia
se repite, pero esta vez en el Norte y de una manera específica:
los hogares sobreendeudados de Estados Unidos se encuentran
en la incapacidad de devolver su deuda a plazo variable
porque la burbuja ha estallado.
Las
anulaciones de deuda que realizan los bancos dan la razón a
todos los que, como el CADTM, reivindican la anulación de
la deuda de los países en desarrollo. ¿Por qué? Porque la
deuda a largo término de los poderes públicos del Tercer
Mundo con los bancos internacionales llegaba a los 181.900
millones de dólares en el 2006. |2| Desde agosto de 2007,
han tenido que anular una suma muy superior, y esto no ha
acabado...
Los grandes
bancos privados han pecado tres veces: – construyeron unos
montajes desastrosos de deuda privada que han llevado a la
actual catástrofe; – prestaron a las dictaduras y
obligaron a los gobiernos democráticos que las sucedieron a
reembolsar con creces hasta el último céntimo de una deuda
odiosa; – se niegan a anular la deuda de unos países en
desarrollo, a pesar de que su reembolso implica el deterioro
de las condiciones de vida de las poblaciones.
Por todas
estas razones, es necesario exigir que rindan cuentas de sus
maniobras en el curso de las últimas décadas. Los
gobiernos de los países del Sur tienen que llevar a cabo
auditorías de su deuda, como hace actualmente Ecuador, y
repudiar todas sus deudas odiosas e ilegítimas. Los
banqueros demuestran que esto es perfectamente posible. Se
trataría del primer paso para hacer que las finanzas
desempeñen el papel que les corresponde, el de una
herramienta al servicio del ser humano. De todos los seres
humanos.
(1)
Comité pour l'Annulation de la Dette du Tiers Monde
(*)
Eric Toussaint, presidente del CADTM Bélgica, autor de
“Banco del Sur y nueva crisis internacional”, El Viejo
Topo, Barcelona, 2008 y Abya Yala, Quito, 2008.
(**)
Damien Millet, portavoz del CADTM Francia (Comité para la
Anulación de la Deuda Pública del Tercer Mundo,
www.cadtm.org, autor de “Africa sin deuda”, Icaria,
Barcelona, 2008.
1.–
El servicio de estudio de Goldman Sachs evaluaba, el 7 de
marzo de 2008, las pérdidas en 1,156 billones de dólares;
George Magnus, de UBS, adelantaba en febrero una cifra
superior al billón; Nouriel Roubini, de la Universidad de
Nueva York, emitía la hipótesis de una pérdida de al
menos un billón de dólares.
2.–
Banco Mundial, Global Development Finance 2007.
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