La economía global acusa el impacto de
la crisis en
EE.UU. en forma desigual
Por
Marcus Walker, en Berlín, James Hookway, en Bangkok,
John
Lyons, en México y James T. Areddy, en Shanghai
Wall
Street Journal, 03/04/08
La primera gran lección que se puede
desprender de la primera crisis financiera global del siglo
XXI es que algunas de las economías tradicionales están
capeando mejor la tormenta que aquellas que se endeudaron
para propulsar su crecimiento o apostaron al consumo de los
estadounidenses.
Estados Unidos, la economía en el
epicentro de la crisis, está arrastrando consigo el
crecimiento mundial. El miércoles, el presidente de la
Reserva Federal, Ben Bernanke, brindó su evaluación más
sombría de la economía e insinuó que es posible que el país
entre en recesión. "Ahora parece probable que el
Producto Interno Bruto no crezca mucho, o nada, en el primer
semestre de 2008 y es posible que incluso se contraiga un
poco", dijo ante el Congreso. Añadió que la Fed
proyecta un menor crecimiento mundial en los trimestres
venideros.
El impacto de la crisis en el resto del
mundo, sin embargo, es disparejo. Países como Australia,
Brasil y los Emiratos Arabes Unidos siguen expandiéndose en
forma vigorosa, aunque a un menor ritmo que en 2007, gracias
a su abundancia de materias primas como el crudo, hierro, alúmina
y cobre. A su vez, los productores industriales como
Alemania y Japón están sorteando los problemas gracias a
que han diversificado sus mercados para maquinaria pesada.
Mientras tanto, los exportadores asiáticos
de bienes de consumo como Tailandia, Filipinas, Malasia e
incluso China, que se volvieron prósperos impulsando el
comercio con Estados Unidos, están viendo cómo sus
estratosféricas tasas de crecimiento empiezan a descender.
Los países bálticos, Hungría e Islandia, que tomaron
grandes cantidades de dinero prestado para financiar su
desarrollo, están en la mira de instituciones financieras
internacionales para determinar si serán las próximas víctimas
de la crisis del crédito que comenzó en el mercado
inmobiliario de EE.UU.
Imagine la crisis como un tornado. Se
formó en Florida, California, Nevada y otros estados donde
colapsaron los mercados inmobiliarios. Cobró fuerza a
medida que los valores hipotecarios causaban onerosas pérdidas
en EE.UU. y Europa. Eso ha sacudido a EE.UU., ha secado el
crédito en este país y algunas partes de Europa, empujado
a la Fed a recortar las tasas de interés y debilitando al dólar.
Ahora, el tornado financiero se abre paso por el resto del
mundo, destrozando algunos lugares y dejando intactos a
otros.
"La diferencia notable entre este
período de agitación financiera y los del pasado es el
desempeño de los países desarrollados y emergentes",
dijo el presidente del Banco Mundial Robert Zoellick en un
discurso ayer en Washington. "No sólo ha cambiado el
epicentro del terremoto (alejándose de los países en
desarrollo), sino que, por ahora, las réplicas han sacudido
a los mercados de forma diferente."
La salud de la economía global
acaparará la atención de los debates que comenzarán el 12
de abril en Washington, a medida que los ministros de
Finanzas se reúnan con motivo de las reuniones semestrales
del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. En la
agenda resaltan temas como qué pasos tomar para actualizar
la regulación financiera global, cómo aliviar la crisis
crediticia y estimular el crecimiento.
Actualmente, la economía global parece
bien posicionada para superar las turbulencias, pero otro
gallo cantaría si EE.UU. cae en una recesión profunda y
prolongada. Se espera que la economía global crezca 3,8%
este año, en comparación al 4,7 por ciento del año
anterior, según cifras que revelará mañana el Instituto
Peterson de Economía Internacional, un centro de estudios
de Washington D.C.
Por ahora, los países con abundantes
recursos naturales, como Rusia, Brasil y Australia, parecen
encaminados a seguir prosperando. El voraz apetito por
materias primas exhibido por China, India y otros países
ofrece a los productores alternativas a EE.UU. y reduce los
riesgos de un colapso del mercado de commodities.
Las tasas de interés de Brasil, por
ejemplo, empiezan a caer tras permanecer varios años en la
estratosfera, lo que se traduce en crédito relativamente
barato para los brasileños, que lo están aprovechando para
cambiarse de casa, comprar autos e instalar pequeños
negocios. La automotriz estadounidense General Motors Corp.
batió una marca con la venta de 499.000 vehículos en
Brasil el año pasado y los grandes bancos de inversión se
están expandiendo en el país para sacarle el jugo al número
récord de salidas a bolsa y otros acuerdos.
"Por ahora, los brasileños
comunes y corrientes están a salvo de la crisis", señala
Luis Largman, director financiero de Cyrela Brazil Realty,
una constructora de São Paulo. En julio del año pasado,
justo cuando se desataba la crisis de las hipotecas de alto
riesgo en EE.UU., su empresa se vio obligada a cancelar los
planes para una emisión de bonos dirigida a inversionistas
estadounidenses. Acabó por recaudar los fondos, unos US$
285 millones, entre inversionistas brasileños a casi el
mismo costo.
De hecho, el mayor problema de algunos
productores de commodities es el riesgo de
sobrecalentamiento. Los productores de crudo de Medio
Oriente están volcando su nueva riqueza en carreteras,
aeropuertos y proyectos de desarrollo petrolero y gasífero
financiados por el Estado. Todo este gasto ha generado
fuertes presiones inflacionarias. El fenómeno es exacerbado
por la caída del dólar, que encarece el precio de las
importaciones en las naciones del Golfo Pérsico que
vinculan sus monedas al dólar.
Otras partes del mundo se están
preparando para la tormenta, como Turquía y las partes de
Europa Central y del Este que han tomado prestadas grandes
sumas de dinero en los mercados globales. Letonia, Lituania
y Estonia, además de Rumania, Bulgaria y Hungría podrían
enfrentar una sequía de crédito y la posibilidad de una
repetición de la crisis financiera de los 90, cuando países
de América latina, Rusia y el Sudeste Asiático se vieron
golpeados cuando no pudieron pagar su deuda externa. Los
bancos y las compañías cayeron en bancarrota y algunas
economías entraron en profundas recesiones.
Uno de los países vulnerables es la
diminuta Islandia. A fines del año pasado, su deuda
externa, principalmente en manos de los bancos, alcanzaba el
430% del PIB. La crisis global del crédito significa que
los bancos islandeses deben pagar tasas de interés mucho más
altas para endeudarse en el extranjero que lo que cobran por
los préstamos en el país y que los hogares y compañías
deben recortar sus gastos. Las autoridades islandesas dicen
que el país se salvará de la ruina porque los bancos aún
tienen amplias reservas para pagar sus deudas.
Los exportadores asiáticos de bienes
de consumo también enfrentan un período de vacas flacas
porque sus economías están muy atadas a los
estadounidenses, cuyo consumo ha bajado notoriamente en los
últimos meses. Sin embargo, es poco probable que se vea una
repetición de la crisis de los 90, porque los países asiáticos
han acumulado cuantiosas reservas de efectivo que podrían
utilizar para saldar sus deudas.
En los años 80 y 90, Tailandia salió
de la pobreza convenciendo a las compañías extranjeras a
que se instalarán en el país a construir cámaras,
televisores y refrigeradores para luego venderlos a EE.UU.
En los últimos años, los exportadores tailandeses han
intentado librarse de la dependencia de los compradores
estadounidenses pero no es fácil. Por un lado, los
exportadores en China, Vietnam, Malasia y otras partes de
Asia están tratando de hacer lo mismo, lo que intensifica
la competencia. Por el otro, las tendencias del comercio
global son tan complejas que no es fácil dirigir los
productos a destinos particulares.
Un componente fabricado en Asia es
incorporado a un televisor o un teléfono celular ensamblado
en China, que luego es vendido a EE.UU. y otros mercados. La
firma tailandesa Hana Microelectronics PLC vende componentes
electrónicos a las grandes empresas estadounidenses, que
luego venden los productos terminados en todo el mundo.
"Le vendemos a los mercados globales a través de los
consumidores estadounidenses, de modo que no es muy grande
el ajuste que podemos hacer. No podemos saltar de un mercado
a otro", explica Terry Weir, director de finanzas de
Hana.
Los fabricantes de bajo costo en China
tampoco se libran. La caída del dólar está fortaleciendo
el valor del yuan, que solía estar fijado en 8,3 unidades
por dólar. Esto encarece a las exportaciones chinas en dólares.
Tras registrar un alza de 7% en 2007, el yuan ha subido otro
4,3 por ciento en lo que va de año.
Los fabricantes europeos de bienes al
consumo también están en apuros. Las exportaciones
representan el 70% de las ventas de la francesa Look Cycle
International SA y EE.UU. es uno de sus mayores mercados. A
fines del año pasado, Look rebajó los precios en euros que
le cobra a su unidad estadounidense por importar bicicletas
en un 15%, pese a que suponía una reducción en las
ganancias. Ahora, Look ni siquiera se molesta en cambiar sus
ingresos estadounidenses a euros, guardando los dólares en
una cuenta bancaria.
Surgen las primeras señales de
enfriamiento en China
Por
Andrew Batson
Wall
Street Journal, 02/04/08
Pekín — La espuma ha empezado a
bajar finalmente en la boyante economía china. La inversión
en fábricas e infraestructura, que por tanto tiempo ha
impulsado el crecimiento del país, se está apaciguando. A
fines de 2007, el gobierno impuso límites al crédito, algo
que está afectando en particular a las empresas de bienes
raíces. Algunas empresas, golpeadas por el alza en los
costos de las materias primas, están registrando ganancias
menores, lo que les resta dinero para expandirse.
El gobierno buscó infructuosamente por
mucho tiempo ese enfriamiento en la inversión frenética y
las burbujas especulativas. Ahora, los efectos se dejan ver
en los mercados. Los precios de las propiedades, que
subieron considerablemente el año pasado, se han
estabilizado y la Bolsa de Shanghai ha caído 46% desde su máximo
registrado en octubre.
La modesta desaceleración tiene lugar
en momentos en que las expectativas para la economía
mundial son cada vez más inciertas. El crecimiento de las
exportaciones ha perdido fuerza a medida que la economía de
Estados Unidos se debilita, y no se espera que el sector
contribuya demasiado al crecimiento de la economía este año.
"En su conjunto, estos factores ya empiezan a tener un
impacto en el crecimiento", asegura Qu Hongbin,
economista de HSBC.
Las cifras para los primeros dos meses
del año muestran una desaceleración tanto externa —el
crecimiento de las exportaciones es inferior al 20% por
primera vez en varios años— como doméstica. Aunque el
crecimiento sigue siendo robusto, y algunos factores como el
consumo mantienen su dinamismo, las cifras apuntan a una
expansión significativamente menor para el primer trimestre
del año. La magnitud de la desaceleración no será
evidente hasta que China anuncie su PIB del primer trimestre
el 17 de abril.
"La pregunta crucial es: ¿cómo
va a reaccionar la gente?", plantea Qu. El Banco
Mundial acaba de reducir su pronóstico para China ante el
deterioro de la economía estadounidense y ahora prevé una
expansión de 9,4% este año, dos puntos porcentuales menos
que en 2007. El porcentaje es altísimo para los estándares
de cualquier otra economía, pero por cinco años
consecutivos China creció 10% o más. "Creemos que una
desaceleración del crecimiento a una tasa de un dígito
estremecerá los mercados y bien podría desatar un
repliegue en los precios de las materias primas industriales
y energéticas", escribió Carl Weinberg, economista
jefe de High Frequency Economics en una nota a sus clientes.
Parte del enfriamiento responde a la
mala suerte. Fuertes nevadas en varias zonas de China
interrumpieron el transporte y obligaron a cerrar tiendas y
fábricas en enero y febrero. Eso restará crecimiento a la
primera parte del año, quizá haciendo a la desaceleración
más severa de lo que en realidad es. Algunos indicadores
preliminares señalan que ha habido cierta recuperación en
marzo. En otros aspectos, no obstante, la economía china
podría estarse retrayendo más que lo que indican las
cifras oficiales. Por ejemplo, el índice de referencia de
gasto de capital, la inversión urbana en activos fijos,
creció 24,3% en los dos primeros meses de 2008 frente al
aumento de 25,8% en el año previo. Pero los números
divulgados por la Oficina Nacional de Estadísticas no toman
en cuenta la inflación, la cual se ha acelerado. Luego de
calcular los crecientes costos, la inversión subió 18% o
menos este año, frente a 23 o 25% para la mayor parte de
2007. Para los analistas, los culpables son la debilidad en
los mercados inmobiliarios, así como una menor expansión
en fábricas por parte de los exportadores que tienen menos
demanda de EE.UU.
Por otro lado, la oficina de estadísticas
halló que las ganancias totales para compañías
industriales en los primeros dos meses de 2008 crecieron
16,5% frente a un año atrás, una caída considerable
frente al alza de 36,7% para todo 2007.
Estas señales de un enfriamiento económico
no han convencido a los líderes chinos para que relajen su
campaña para combatir la inflación, que en febrero llegó
a 8,7%, su mayor nivel en más de una década. El yuan se ha
fortalecido 4,1% frente al dólar en el primer trimestre.
El primer ministro Wen Jiabao dice que
sigue de cerca la economía mundial y que China está lista
para cambiar su política si es necesario.
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