El
aumento de los alimentos y la baja del dólar
Por
Umberto Mazzei
ALAI,
América Latina en Movimiento, 04/04/08
"El
objetivo de la sociedad debe ser el progreso de la gente, no
el progreso de las cosas. ¿Es que la riqueza es todo y los
hombres no son nada en absoluto?"
(Jean Charles de
Sismondi) [1]
Cuanto
sucede hoy en la economía internacional nos recuerda las
advertencias de Sismondi. Jean Charles de Sismondi (1773 -
1842) fue quien acuñó el término "proletario"
para aquel cuya prole provee mano de obra barata; como decir
hoy, la maquila. Fue también quien exigió al Estado frenar
la avidez capitalista y mejorar el ingreso de los
asalariados; porque sin poder adquisitivo de los
trabajadores - dijo- se concentra la riqueza, no hay mercado
nacional, la producción se vuelca al exterior y la miseria
estalla en una lucha de clases. Sismondi - a diferencia de
Marx más tarde - no habló de destruir el capitalismo, sino
de encauzarlo para mejorar el nivel de vida general.
El
capitalismo sin fondos
Las
previsiones de Sismondi son evidentes desde los años
setenta. Entonces, el gobierno de Estados Unidos decidió
"flotar" el dólar (1973) y abandonar el oro como
valor de referencia. Eso constituyó el mayor desenfreno
capitalista de la historia: emitir dinero impagable y en la
moneda de referencia mundial. Desde entonces circulan dólares
de un valor adquisitivo siempre decreciente. El objetivo fue
devaluar el aumento del precio -en dólares- de los
productos agrícolas (1971 -73) y luego el aumento del petróleo
(1974 - 76). Por eso los países europeos subieron el valor
de cambio de sus monedas y anularon el alza. El efecto no
quedó allá, al efecto continúa y erosiona el valor de
todo cuanto se cotiza en dólares y de toda moneda en
general, porque son parte de las reservas. Por eso baja
siempre el poder adquisitivo del ingreso por salarios,
pensiones, materias primas o productos agrícolas.
Ese
dinero inorgánico [2] se entregó en los años 70 a
empresas agroindustriales, jeques árabes o transnacionales
petroleras, que lo depositaron en los grandes centros
financieros. Como sin colocación no hay ganancia, los
banqueros salieron a prestarlo recorriendo el Tercer Mundo:
del corazón de África a las alturas de los Andes.
Ofrecieron intereses bajos y pocas garantías, en ambientes
notorios por corrupción pública y placidez empresarial:
una combinación peligrosísima. Al cabo de pocos años esa
deuda hizo crisis. El FMI y el Banco Mundial corrieron a
salvar la banca privada con fondos públicos, prestando a
los países deudores - con exigencias draconianas- para que
pagasen su dinero perdido a los financieros imprudentes.
Igual
que sucede ahora. La emisión de dólares sin fondos paga el
déficit fiscal y comercial de Estados Unidos, llena los
bolsillos de los de siempre y regresa al ambiente
financiero. Allí se inventan "productos" que se
venden en las distintas bolsas del mundo. Con el curioso
nombre de Vehículo Estructural de Inversión [3]
aparecieron unos paquetes de hipotecas inmobiliarias
infladas que garantizaban los créditos de personas con poca
capacidad de pago. Esos paquetes bomba los adquirieron los
bancos de inversión, cuyos bien pagados ejecutivos decían
- en serio- que ese "instrumento" repartía y
equilibraba el riesgo; como si acumular préstamos riesgosos
no los hiciera más volátiles. Para colmo, esos créditos
están asegurados con otros "productos" revendidos
a no se sabe quien; pero lo sabremos cuando exploten en algún
lugar. Todo esto bajo la mirada cómplice de la Reserva
Federal de Estados Unidos, que al fin de cuentas no es un
Banco Central sino un ente político del sector financiero
norteamericano.
El
proletario que paga
Es
un hecho que el precio de los productos agrícolas subió en
el último semestre y con ello, la comida. La versión
preferida por las agencias de noticias atribuye el aumento
al consumo de cereales para producir etanol y a que los
chinos comen mejor. Como ambos hechos han sucedido
gradualmente, la explicación no es adecuada para un alza súbita.
Más parece la sólita desinformación que oculta
especulaciones. Podemos señalar - y pocos analistas lo
hacen - que el súbito aumento del precio en productos agrícolas,
petróleo y materias primas coincide con el súbito colapso
del dólar y que esos productos se cotizan
internacionalmente en dólares. En un año el precio global
de alimentos subió 40% en dólares, el dólar cayó un 28%
ante el euro y un 130% con respecto al oro (+$900/onza). ¿Hay
una relación allí?
El
derrumbe del dólar, las fechorías financieras de Wall
Street y la inyección histérica de dinero (en total, unos
600 millardos) para reponer a la banca el dinero perdido,
son hechos conocidos. En Economía I enseñan que al
aumentar la masa monetaria disminuye el valor del dinero y
eso causa inflación. Es lo que estamos viendo. En Europa -
cuyas monedas son más estables - el precio de los alimentos
ha variado poco y no se habla de inflación.
Otro
factor a tener en cuenta es la desigual participación en la
construcción del precio final que paga el consumidor. Un
estudio de IFPRI [4] muestra el poder de las transnacionales
para reducir las oportunidades a los pequeños productores
en los países en desarrollo: "Entre 2004 y 2006, el
gasto global de alimentos creció un 16 %: de US$5.5
millardos a 6.4. En el mismo período las ventas de los
insumos agrícolas creció 8%, la de procesadores de
alimentos un 13% y las de los principales distribuidores
finales crecieron un exorbitante 40%." En el gráfico
vemos que la parte del león es para el distribuidor final.
La especulación es evidente, porque quien menos invierte y
menos arriesga es quien más gana.
La
prensa de Guatemala nos dice quienes sufren por ese
desorden. He aquí unos extractos:
Siglo
Veintiuno (14/03/08) reporta que el portavoz de las
cooperativas de panaderos Marvin Ramírez, denunció que
"Las 10 mil TM de harina libre de arancel, se
distribuyeron entre unas pocas empresas: una fábrica de
sopas, una empresa de químicos, una de encurtidos y 2
procesadoras de harina. A las 4 cooperativas de panaderos
del país les tocó apenas unas 2 mil TM. Es una burla
porque con 47 mil quintales no podemos bajar el precio al
pan; manejamos unas 3500 panaderías, y con la harina
asignada le tocan entre 14 y 15 quintales a cada una".
Según
Prensa Libre (26/03/08), sucede igual en El Salvador.
Cientos de panaderos marcharon por las avenidas de San
Salvador, protestando por el alto costo de la harina, que
genera pérdidas en sus humildes negocios y causó el cierre
de algunos. Heriberto Vázquez - Presidente de los Panaderos
Artesanales de El Salvador- dijo "Estamos pidiendo un
control del monopolio de distribución, para que las
empresas harineras no sigan imponiendo las alzas a los
precios, abusando de la necesidad de los panaderos". En
todas partes cuecen harina.
"Alza
en fertilizantes afecta al agro" dice Prensa Libre
(27/03/08). Reporta que según el Sr. Oswaldo Macz -
director comercial de la Yara, en Guatemala -el fosfato
marroquí subió en 547% porque la demanda de fertilizantes
en China, India y Brasil creció pareja: un 10%. También leímos
que la Cámara del Agro no tiene posición al respecto, pero
está contra un subsidio. Nos consuela leer allí que
"El impacto se prevé en productos agrícolas poco
rentables, como los de subsistencia, y no afectará otros
con alta demanda, como la caña de azúcar y la palma
africana" Si, la subsistencia es poco rentable: ¡sólo
nutre a los pobres!
Las
cosas van mejor en Estados Unidos. En el Minneapolis Star
Tribune (27/03/08), Matt McKinney dice que el ingreso
promedio de las granjas en Minnesota subió un 73% - a 105
mil - por la demanda de maíz, leche, trigo y soja. Luego
dice "esa bonanza agrícola viene mientras el Congreso
termina su ley Agrícola (Farm Bill) que seguramente
continuará con los enormes subsidios a la agricultura, sin
importar cuan exitosas sean las cosechas actuales." El
reportaje habla de los costos para productores en Estados
Unidos que también han subido: "semilla 20%, químicos
10% y fertilizante 50%". Vaya. Mucho menos que en
Guatemala.
Conclusiones
El
alza de todos los precios cotizados en dólares implica dos
cosas:
a)
gran desconfianza en el dólar como moneda, aumentada con la
crisis de Wall Street y sus inversiones financieras. Eso
explica una fuga hacia la compra a futuro de bienes
primarios no deteriorables, como oro, petróleo, cereales,
etc.
b)
la caída del dólar arrastra el precio de los productos
cotizados en dólares - como los productos agrícolas- que
luego remontan porque hay mercados con monedas más fuertes.
Recalcamos que Estados Unidos es el gran exportador de
productos agrícolas (subsidiados) y allá la caída del dólar
sí aumenta los ingresos locales, como vimos en Minnesota.
El
crecimiento de la demanda en países que progresan como
China, India y Brasil es de apenas 10%, 8% y 5%. Eso es
compensado por un crecimiento de la producción interna, que
en China alcanzó 12% y en India 10%. El fracaso de la
cosecha en Australia influyó más.
Quitar
comida a la gente para alimentar vehículos es absurdo; pero
es rentable para quienes reciben subsidios, producen vehículos
o venden combustible, por ejemplo.
Recomendación
Abandonar,
cuanto antes, el dólar como patrón de precios
internacionales y asumir el euro, mientras se concuerda una
moneda internacional estable: ¿El viejo Bancor de Keynes?
Notas:
Fuente:
Instituto de Relaciones Económicas Internacionales (IREI),
Ginebra, Ventana Global www.ventanaglobal.info
[1]
" Le but de la société humaine doit être le progrès
des hommes, non celui des choses. Ainsi donc la richesse est tout et les hommes ne sont
absolument rien ?" [J.C.
Leonard de Sismondi, Nouveaux principes d'économie
politique]
[2]
inorgánico: que no corresponde a una actividad productiva.
[3]
Structural Investment Vehicle - SIV, en la jerga
fiananciera.
[4] International Food Policy Research Institute:
www.ifpri.org
|