La
inflación global inicia un nuevo ciclo y la Fed complica
los antídotos tradicionales
La
inflación está de vuelta
Por
Andrew Batson
Wall Street Journal,09/04/08
Después de
años en que la inflación permaneció bajo control, una ola
de precios crecientes está rompiendo sobre la economía
global. Y no pudo haber llegado en un momento más
inconveniente. La Reserva Federal está recortando
agresivamente las tasas de interés en Estados Unidos —la
reacción opuesta a la habitual para combatir la inflación—,
con el objetivo de impedir que la crisis inmobiliaria y de
crédito cause una recesión profunda. Eso es lo que está
complicando la respuesta global a los aumentos de precios.
Los precios
al consumidor en Estados Unidos, Europa y otros países
ricos crecerán un 2,6% este año, el nivel más alto desde
1995, dijo el miércoles el Fondo Monetario Internacional
(FMI). En EE.UU., los precios aumentaron un 4% en febrero
con respecto a un año antes. Los 15 países de la zona euro
están viendo una inflación de 3,5%, la mayor en una década
y muy por encima de la meta del banco central. Incluso Japón,
durante años castigado por precios estancados o en baja,
tiene ahora un poco de inflación.
El alza en
los precios de los alimentos y de la energía impactan con
especial fuerza a los países emergentes, donde los
consumidores gastan una proporción mayor de su ingreso en
ambas necesidades. El FMI prevé que la inflación en los países
emergentes crecerá 7,4% este año, la tasa más alta desde
2001. En China, los precios habían aumentado 8,7% entre
febrero del año pasado y febrero de este año, el ritmo más
rápido en más de una década. En Venezuela, la inflación
actual es del 25,4%; en Ucrania, del 21,9%.
Los
detalles de la inflación son distintos en cada lugar:
pactos sindicales y aumentos salariales en Alemania, escasez
de carne de cerdo en China, problemas en la red eléctrica
de Sudáfrica. De todos modos, el hecho de que la inflación
está aumentando en casi todo el mundo sugiere que algunas
de sus causas son globales. Una causa principal son los
altos precios de los alimentos, el petróleo y otras
materias primas. El arroz, un alimento básico para miles de
millones de personas en Asia, ha subido un 147% por encima
del precio de hace un año.
Otro factor
es la debilidad del dólar: no sólo está empujando al alza
los precios de las importaciones a EE.UU., sino que está
transmitiendo inflación a decenas de países, como Arabia
Saudita cuyas monedas están atadas al dólar. Debido a esa
relación, estas economías se ven obligadas a imitar los
recortes de tasas de la Fed, aunque no combatan una recesión.
La
globalización puede ser otro culpable. La globalización
recibió algo de crédito por la baja inflación de los últimos
años, a medida que la integración de China, India y los países
de la ex Unión Soviética en la economía mundial expandían
la mano de obra global y la capacidad industrial. Ahora, por
el contrario, la creciente demanda de estos países está
haciendo subir los precios de las materias primas. "En
general, los efectos de la globalización —probablemente
en el largo plazo— han dejado de ser espontáneamente
desinflacionarios", dijo el mes pasado el gobernador
del Banco de Francia, Christian Noyer.
El alza en
los precios recorta el poder adquisitivo de los
consumidores, especialmente de los pobres y de quienes
tienen ingresos fijos, y reavivan los malos recuerdos de épocas
pasada de alta inflación.
Si las
familias y las empresas empiezan a pensar en los aumentos de
precios como algo normal, eso puede crear expectativas
autocumplidas que mantengan la inflación alta. "Es difícil
reducir las expectativas inflacionarias una vez que ya han
aparecido", dice Kenneth Rogoff, profesor de la
Universidad de Harvard y ex economista jefe del FMI.
La brasileña
Vale do Rio Doce, la mayor productora de mineral de hierro
del mundo, conocida como Vale, acordó con sus clientes un
incremento del 65% en el precio para este año del mineral
de hierro proveniente de su principal mina. Eso ha hecho que
las siderúrgicas eleven sus precios. Baosteel Group Corp.,
la mayor siderúrgica de China, aumentó sus precios entre
17 y 20% en los últimos meses. Eso "tendrá un efecto
bastante grande en los costos de nuestros materiales",
dijo Jim Owens, presidente ejecutivo del fabricante
estadounidense de equipos de construcción, en un reciente
viaje a Beijing. Caterpillar prepara alzas de hasta 5% en
sus productos, las que entrarían en efecto en julio.
Así como
hay diferencias en los niveles de inflación —desde el 1%
de Japón al 17% de Letonia—, también es diferente la
respuesta de los países. Los bancos centrales de EE.UU. y
del Reino Unido están concentrados en los riesgos de una
recesión, y están recortando sus tasas. Pero en otros
lugares domina el miedo a la inflación: los bancos
centrales de Australia, Chile, China, Colombia, Hungría,
Polonia, Rusia, Sudáfrica, Suecia y Taiwán han aumentado
sus tasas.
La elección
entre mantener el crecimiento y combatir la inflación es
especialmente difícil en Europa, donde los bancos también
están en problemas y los precios se están acelerando. El
Banco Central Europeo considera a la inflación una
preocupación mayor que los coletazos de la crisis de crédito
en EE.UU. y se ha negado a bajar sus tasas, pese a las
tensiones financieras. El BCE teme que los altos precios de
los alimentos y la energía se contagien a los salarios y
otros precios. La semana pasada, unos 2 millones de
empleados públicos en Alemania recibieron alzas de casi el
8% en sus salarios para los próximos dos años, su mejor
acuerdo en 16 años.
Algunos
bancos centrales, y especialmente la Fed, tienen la
esperanza de que el magro crecimiento en EE.UU. y Europa
alivie las presiones inflacionarias en el resto del mundo.
Algunos
economistas sostienen que los precios actuales de las
materias primas están por encima de lo que justifica su
demanda, y predicen que podrían derrumbarse si los
especuladores se retiran del mercado y el crecimiento global
se enfría. Además, en algún momento la Fed dejará de
recortar sus tasas, ayudando a revertir el declive del dólar
y los efectos inflacionarios.
China
teme más al alza en la inflación local que al
riesgo de la desaceleración económica global
Por
James T. Areddy
Wall Street Journal, 10/04/08
Shanghai.–
El gobierno de China permitió que su moneda se elevara
frente al dólar a su máximo nivel en más de una década,
a pesar del debilitado crecimiento global. Esto es un
indicador de que Pekín ve la creciente inflación como un
peligro mayor al riesgo de una desaceleración económica.
El jueves,
el dólar cayó a menos de 7 yuanes por primera vez desde
principios de la década de los 90, cerrando en Shanghai a
6,9916 yuanes, frente a los 7,0017 yuanes de la jornada
anterior. La moneda china ha ganado más de 18% versus el dólar
en menos de tres años, aunque se ha mantenido igual o hasta
se ha depreciado frente otras monedas como el euro.
El
incremento del valor del yuan frente al dólar es sólo una
señal de que la economía de más rápido crecimiento
continúa expandiéndose a un paso acelerado.
Las
ganancias en la moneda llegaron poco antes de que el
gobierno de China incrementara ayer su pronóstico del
crecimiento del PIB del año pasado de 11,4 a 11,9%. La
trayectoria de la moneda también se ve afectada por la
debilitada confianza en el dólar, a medida que el
tradicional motor de la economía global pierde potencia.
Un
fortalecimiento continuo de la economía significa que Pekín
necesita preocuparse menos sobre los efectos negativos de un
yuan más robusto, como el daño potencial a los
exportadores en China que han creado decenas de millones de
empleos. La expectativa es que el crecimiento económico de
China se desacelere este año, probablemente a un solo dígito,
lo que ocurriría por apenas segunda vez desde 2002. Aun así,
se mantendrá al rojo vivo según la mayoría de los estándares.
El Fondo Monetario Internacional prevé que la economía
china se expanda 9,3% este año.
La
reticencia de China a exponer completamente su moneda a las
fuerzas del mercado (lo cual podría provocar un alza aún
mayor del yuan) ha sido fuente de críticas por parte de sus
socios comerciales, quienes argumentan que eso abarata
injustamente las exportaciones chinas. Pero incluso algunos
críticos extranjeros están tomando nota del rápido avance
de la moneda desde el año pasado. En una visita a Pekín la
semana pasada, cuando parecía que el dólar caería por
debajo de 7 yuanes, el secretario del Tesoro de Estados
Unidos, Herny Paulson, le dijo al periódico estatal China
Daily que la acelerada apreciación fue "un paso muy
importante e inteligente".
El yuan ha
ganado 4,5% frente al dólar en 2008, luego de subir 7% el año
pasado. Muchos observadores esperan que la tendencia continúe.
"Seguirá
subiendo", pronostica Jim Rogers, un inversionista
estadounidense y entusiasta del mercado chino. Rogers cree
que la moneda china tiene la fortaleza para colocarse en 2
yuanes por dólar —2,5 veces más que los niveles
actuales— recordando que el yen japonés tuvo en su día
un incremento similar de 500 por dólar a 100 por dólar,
aunque eso tomó varios años.
El
fortalecido yuan y la fuerte economía china indican que los
inversionistas en el extranjero están inyectando dinero al
país rápidamente. Durante los primeros tres meses de este
año, la inversión extranjera directa subió 61% a US$
27.410 millones, tras alcanzar un total de casi US$ 75.000
millones el año pasado.
Muchos
economistas aseguran que se obtiene una mejor lectura de las
políticas de las tasas de cambio chinas al compararla con
varias monedas. Desde esta perspectiva, el yuan ha tenido un
desempeño mucho menos impresionante: apenas ha cedido este
año frente a una canasta de monedas de sus principales
socios comerciales. De hecho, el yuan se ha debilitado
frente al euro.
Sin
embargo, las exportaciones chinas han sentido el golpe. Los
pequeños fabricantes chinos están recortando empleos al
perder órdenes debido a que sus productos cuestan más en términos
de dólar, y están clamando al gobierno por ayuda. Pero de
momento, sus preocupaciones parecen secundarias para Pekín.
El hecho de que el gobierno, que ejerce un firme control
sobre el yuan, haya permitido que la moneda se eleve más rápido
refleja una creciente necesidad de compensar la creciente
inflación local, según analistas.
Una moneda
más fuerte podría ayudar a China a absorber los altos
precios globales de las materias primas, como el crudo y el
mineral de hierro, haciéndolas más baratas en yuanes, y
evitando que el alza de esos precios incremente la inflación.
En meses recientes, la inflación ha subido a su ritmo más
rápido en 12 años, incluyendo el incremento de febrero en
los precios al consumidor de 8,7% en comparación con el año
pasado.
La moneda
china no ha estado tan fuerte como lo está ahora desde
principios de los años 90, cuando comenzaron las reformas
económicas. Entonces, el régimen comunista apoyó el tipo
de cambio en una tasa artificialmente elevada para relajar
los costos de importación del país y asegurar que los
extranjeros pusieran dólares para invertir.
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