El
deceso de la ronda de Doha
Neoproteccionismo
alimentario
Por
Alfredo Jalife–Rahme
La Jornada, 16/04/08
Se viven
los momentos necrófilos del fenecido modelo neoliberal (ver
Bajo la Lupa, 30/3/08), cuyas esquelas empiezan a ser
difundidas profusamente en el mundo entero.
La Ronda
Doha –el marco de negociación de la tambaleante
Organización Mundial de Comercio (OMC) para la irrestricta
liberalización agrícola, industrial, de servicios y códigos
aduaneros–, iniciada dos meses después de los atentados
terroristas texanos con máscara islámica de Al–Qaeda y
montaje hollywoodense, se había colapsado en 2003 en Cancún
debido a la gallarda oposición del Grupo de los 20, países
en vías desarrollo (liderado por el G–4: China, India,
Brasil y Sudáfrica) frente a los flagrantes subsidios agrícolas
de EU y la Unión Europa en beneficio de sus granjeros
capitalistas.
John
Ralston Saul, el solvente filósofo canadiense –quizá uno
de los principales pensadores humanistas del continente
americano–, había sentenciado que la detención de la
ronda de Doha en Cancún exhibía uno de los signos
irrefutables del Colapso de la globalización (título de su
libro de 2005).
La dantesca
crisis alimentaria global que ha golpeado a un mínimo de 33
países, de la confesión del disfuncional Banco Mundial que
dirige el fundamentalista mercantilista Robert Zoellick, se
encuentra en la intersección de otras dos crisis también
globales: la crisis energética y el cambio climático que
han contribuido directa o indirectamente en su eclosión y
de las que se retroalimenta mutuamente.
Desde el
alza del precio del transporte, pasando por las sequías de
los países exportadores, hasta la demencial utilización de
los alimentos básicos como biocombustibles en ciertos países,
todo ha conspirado en haber profundizado la crisis
alimentaria global que ha obligado a potencias neoeconómicas,
como el RIC (Rusia,India y China), sumadas de potencias
graneras como Argentina y Ucrania, para citar las más
conspicuas, a tomar desesperadas medidas neoproteccionistas
en nombre de la "seguridad alimenticia" con el fin
de nutrir a sus habitantes en peligro de ser deliberadamente
hambreados.
Las
revueltas en los pletóricos países hambreados –desde
Asia, África y el Caribe– no se han hecho esperar y se
encuentran al borde la ingobernabilidad cuando todavía no
acontece lo peor ni los precios han alcanzado su acmé, como
advierte persuasiva y ominosamente el investigador alemán
F. William Engdahl (ON LINE JOURNAL; Special Reports,
4/4/08): "un hongo letal, conocido como Ug99, que
aniquila el trigo, probablemente se ha expandido a Pakistán
desde África, de acuerdo a reportes que, en caso de ser
ciertos, colocan bajo amenaza a la vital canasta asiática
de pan, que incluye la región del Punjab".
¿Por qué
Pakistán, el punto más inestable del planeta a juicio de
los geostrategas rusos, además de poseer 523 kilómetros de
transfrontera con China, hoy la superpotencia geoeconómica
a vencer? A juicio de Engdahl, la "diseminación de
esta raíz rancia, para la que no existe un fungicida
efectivo, se genera cuando los inventarios mundiales de
granos alcanzan su más bajo nivel en cuatro décadas y la
producción de bioetanol subsidiado por los gobiernos, en
especial EU, Brasil y la Unión Europea, han suplantado las
tierras de producción alimentaria a una tasa
alarmante". Nos ilustra que "el hongo letal ha
sido utilizado por Monsanto y el gobierno estadunidense para
expandir las semillas patentadas de OGM" (organismos
genéticamente modificados").
Detalla la
letalidad del hongo sobre el trigo, así como sobre la avena
y la cebada, cuando la infección de las plantas es
absolutamente demoledora: alcanza 100 por ciento gracias al
ingenio protectivo de Monsanto y el gobierno estadunidense.
Aun sin la devastación del hongo letal Ug99, los pronósticos
de la neomalthusiana FAO para este año proyectan una
tendencia alarmante en el abastecimiento de los alimentos a
escala global, que se debe, a su juicio, al incremento de la
población y de los ingresos, pero más que nada al
"veloz crecimiento de la industria de los
biocombustibles", lo que ha elevado en forma dramática
los precios de los alimentos "desde los cereales, azúcar,
carne y productos lácteos".
A juicio de
Engdahl, la crisis alimentaria global es
"intencional", ya que cuesta trabajo entender que
los mejores científicos del planeta radicados en EU y la
Unión Europea que subsidian el "giro catastrófico"
a los biocombustibles no se hayan percatado de sus letales
consecuencias secundarias, sin contar todas las
"falsedades" sobre sus supuestas bondades, científicamente
insostenibles, como "ser menos dañinos al medio
ambiente que el petróleo". Todo lo contrario: los
biocombustibles resultaron más contaminantes que lo
publicitado engañosamente. A ver si el "mercado
neoliberal" propone a los humanos digerir motores de
vehículos para paliar el hambre mundial.
Pareciera
que existe una maligna geopolítica de los granos básicos
que constituye el andamiaje para su diseminación selectiva:
"Las primeras cepas de Ug99 fueron detectadas en Uganda
(Nota: de allí el sufijo "Ug") en 1999. Se
diseminó a Kenia en 2001, a Etiopía en 2003 y a Yemen en
2007, cuando el ciclón Gonu difundió sus esporas. Ahora el
virus letal ha sido hallado en Irán (¡súper sic!) y de
acuerdo a los científicos británicos (sic) puede
encontrarse tan lejos como Pakistán". Rememora que
"Pakistán e India representan 20 por ciento de la
producción anual de trigo mundial" y donde habitan
casi mil 200 millones de seres humanos, es decir, 20 por
ciento de la población mundial. La tesis nodal de Engdahl,
que explaya ampliamente en su libro Semillas de destrucción,
es que detrás de la "intencional" crisis
alimentaria global se encuentra el gran negocio de los OGM
que encabeza la maligna trasnacional estadunidense Monsanto
con el fin de obligar a cambiar el hábito gastronómico de
la mitad de la población mundial y así controlarla mejor.
Las
calamidades inducidas por Monsanto han sido tales que
ciudadanos estadunidenses conscientes de EU han creado
Monsanto Watch para monitorear sus andanzas y hazañas
globales. Será el sereno, pura coincidencia, o paranoia
geopolítica, pero llama la atención que la contaminación
del hongo letal Ug99 se calque perfectamente al
"creciente de la crisis" de Zbigniew Brzezinski,
al "arco de la crisis" de George Soros y a los
esquemas de hambruna neomalthusiana ideados por Alfred Heinz
(alias Henry) Kissinger en la década de los 70. Lo real es
que ya empezó la "guerra alimentaria global" como
parte de la "guerra multidimensional" israelí–anglosajona
detonada el 11 de septiembre de 2001.
|