Por
el azar de los números, la economía nos devela a veces
misterios sorprendentes
Banqueros
salvados, derechos humanos sacrificados
Por
Eric Toussaint (*) y Damien Millet (**)
CADTM, 16/04/08
Traducido por Paulino Nuñez
Tras las
bambalinas del teatro de sombras animado por los celosos
servidores de la mundialización neoliberal, la cruda
realidad se filtra a través de las ranuras de la publicación
reciente de dos estadísticas internacionales.
Por una
parte, la ayuda oficial al desarrollo (AOD) otorgada por los
países ricos durante 2007 fue de aproximadamente 100 mil
millones de dólares. Según la Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), tal ayuda
descendió en un 8,4%, a exactamente 103,7 mil millones de dólares.
Esta tendencia a la baja es importante, por cuanto revela el
fiasco de los compromisos internacionales.
Ni una sola
cumbre de los ocho países más industrializados – el G8
– concluye sin una promesa de incremento de la AOD,
principalmente de la destinada al Africa, el continente más
golpeado por la miseria. Desde 1970, los países ricos
vienen prometiendo llevarla al 0,7% de su ingreso nacional
bruto (INB). sa cifra no es actualmente cumplida sino por
cinco países: Noruega, Suecia, Luxemburgo, Dinamarca y
Holanda. En el pelotón de cola, los Estados-Unidos, con una
cifra del 0,16%...
Desde un
punto de vista global, la APD no sobrepasa el 0,28% del INB,
pese a una serie de manipulaciones estadísticas destinadas
a enmascarar la escualidez de la ayuda suministrada por los
países ricos: en efecto, incluyen en la AOD rubros tan
discutibles como los montos de remesas de la deuda, los
gastos de los Estados-Unidos para reconstruir las
infraestructuras que ellos mismos destruyeron en Iraq o en
Afganistán, los gastos de escolaridad en el Norte de
estudiantes originarios del Sur, los salarios de personal
expatriado y los costos de los innumerables
“consultores” que defienden los intereses de los países
donantes, donde producen “estudios” tan costosos como inútiles
|1|.… Peor aún, esa ayuda es principalmente dirigida
hacia países que presentan un interés geoestratégico para
el país donante, independientemente de las necesidades
reales en los países del sur o del país del caso. Es así
que, además de Iraq y Afganistán, los principales
beneficiarios de la ayuda de los Estados-Unidos son Sudán y
Colombia…, sin olvidarnos de Israel…
Después de
la cumbre del G8 de 2005, en Gleneagles (Escocia), los
compromisos estaban claros: alza importante de la APD, y
destacadamente, duplicación desde entonces al 2010 de la
AOD destinada al Africa. Según la OCDE, ello suponía
“llevar la ayuda de 80 mil millones de US$ en 2004 a 130
mil millones en 2010 (a precios constantes del 2004)”. El
veredicto no tiene apelación: “de modo general, la mayoría
de los donantes no están respetando sus compromisos
anunciados en términos de incrementar la ayuda y deberán
proceder a escalamientos sin precedente para lograr los
objetivos que ellos mismos se han fijado para el 2010
|2|”. Tanto como decir que esos objetivos no serán
logrados. Decididamente, desde hace unos cuarenta años a
esta parte, la palabra de un Jefe de Estado de G-8 no vale
gran cosa…
Por otra
parte, 1 millón de millones de dólares es aproximadamente,
según el Fondo Monetario Internacional (FMI), el costo
potencial de la crisis financiera internacional actual,
consecuencia de la crisis conocida como “de las
subprimes” nacida en el verano del 2007, la que no termina
de hacer estragos. En un informe publicado el 8 de abril, el
FMI ha cifrado precisamente tal costo en 945 mil millones de
dólares para el sistema financiero internacional, de los
cuales, 565 mil millones directamente ligados al sector de
los préstamos hipotecarios a riesgo. Veamos lo que pasó:
para colocar sus activos líquidos y engullir beneficios
monumentales, los organismos de crédito le prestaron a un
sector de la población ya altamente endeudado, en el seno
de las clases pobres y medias, a una tasa de interés fija y
moderada durante los dos primeros años para “enganchar”
al cliente, antes de que tal tasa aumentara fuertemente
desde el tercer año. Los prestamistas le afirmaban a los
prestatarios que el bien que ellos compraban, que servía de
garantía al préstamo, a la vista del comportamiento del
mercado inmobiliario, incrementaría su valor rápidamente.
En el 2007, la burbuja inmobiliaria explotó. La crisis se
propagó entonces a múltiples sectores financieros que habían
elaborado quiméricos montajes de deudas y llevado a cabo
enormes operaciones fuera de balance. |3|
Los
Ministros de Finanzas de los países occidentales
reaccionaron vivamente a la publicación de la cifra (cálculo)
del FMI |4|, como si fuese peligroso el mostrar la extensión
de los daños. En todas partes de los países del Norte, ya
sean conservadores o social-demócratas, los gobiernos
aplican políticas neoliberales particularmente brutales
para la mayoría de sus ciudadanos. El alcance de la
cobertura de los servicios sociales es voluntariamente
reducido al extremo, los ingresos del capital son
protegidos, por cuanto la tasa de IVA, que golpea
proporcionalmente más fuerte a los hogares pobres que a los
acomodados, es incrementada.
Incapaces
de auxiliar a sus poblaciones necesitadas, esos mismos
gobiernos han rápidamente ido al auxilio del sector
privado. En el menú: nacionalización de los bancos en
dificultades, cambio de títulos desvalorizados por dinero
fresco, inyección de recursos líquidos, planes de
salvamento bancario, baja de las tasas de interés…
En el 2000,
el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD)
estimaba en 80 mil millones de dólares en (10) diez años
el monto necesario para garantizar un acceso universal – sí,
universal – al agua potable, a una alimentación decente
para los niños, a una educación primaria, a los cuidados
de salud de base, a los servicios de ginecología. El desafío
era entonces el encontrar 800 mil millones de dólares en
total… No los encontramos, y las condiciones de vida de
millares de personas continúan deteriorándose. La brutal
alza de los precios de los alimentos, debida en gran parte
al desarrollo de la producción de agro-combustibles, sumió
en la pobreza absoluta a decenas de millones de habitantes
de Africa, de América Latina y de Asia. Protestas y desórdenes
causados por el hambre han estallado en Haití, en Egipto,
en Costa de Marfil, en Senegal, en Camerún, en Burkina
Faso… Y eso es sólo el comienzo. En vez de acercarnos a
los Objetivos del Milenio para el desarrollo, bastante
modestos, nos estamos alejando a todo vapor. La crisis
bancaria actual va a costar un millón de millones de dólares
y prueba que fue la voluntad política la que faltó cuando
se trató de reunir los 800 mil millones propuestos por las
Naciones Unidas para garantizar ciertos derechos humanos
elementales. Estamos frente a una violación flagrante de la
Declaración Universal de los Derechos Humanos y de muchos
otros textos internacionales vinculantes. Es intolerable e
imperdonable. Y es la lógica misma del modelo económico lo
que está en juego.
(*)
Eric Toussaint, presidente del CADTM Bélgica (Comité para
la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo, www.cadtm.org),
autor de Banco del Sur y nueva crisis internacional, El
Viejo Topo, Mataró, 2008; Abya Yala, Quito, 2008.
(**)
Damien Millet, portavoz del CADTM Francia, autor de África
sin deuda, Icaria, Barcelona, 2008.
|1|
Ver « Les faux-semblants de l’aide au développement »,
Le Monde diplomatique, julio 2005
|2|
Comunicado de prensa de la OCDE, 4 abril 2008.
|3|
En muchos países de América Latina, los bancos y las compañías
de seguros, llevan estas operaciones y los fideicomisos bajo
el rubro de balance: “Cuentas de Orden”, frecuentemente
mucho más voluminosas que la totalidad de los restantes
activos y/o pasivos.
|4|
Despacho de AFP : « Los países ricos le reprochan al FMI
su ciframiento demasiado severo de la crisis », 10 abril
2008.
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