Estallido mundial
del hambre

Momento de emergencia mundial

Hambre

Por Juan Torres López (*) y Alberto Garzón Espinosa (**)
Altereconomía, abril 2008

La impresionante subida de los precios de los alimentos está produciendo una gravísima debacle en el mundo entero. Estamos ante un momento de emergencia mundial que, en palabras del presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, puede provocar la muerte de "millones de personas en breve".

El hambre se extiende velozmente por los países pobres provocando importantes revueltas populares de protesta, que ya han producido muertos en Haiti y la intervención del ejército en Pakistán. Además, la situación de pobreza se está agravando seriamente y, según la ONU, más de 100 millones de personas van a sufrir especialmente esta crisis alimenticia.

A pesar de la magnitud de este problema, los políticos y economistas occidentales se mantienen impasibles. De hecho, se sabía que esta crisis iba a tener lugar y no se ha actuado en ningún momento para evitarla. Es más, en realidad los grandes culpables y responsables de la actual situación son las entidades y organismos supranacionales que ahora se muestran tan sobrecogidos por la dimensión de la crisis alimenticia.

Responsables y cómplices porque ellos han diseñado, fomentado y fortalecido la estrategia de las multinacionales destinada a sustituir la agricultura tradicionalmente orientada a la alimentación por la producción de biocombustibles con la excusa de disponer de fuentes de energía más sostenibles medioambientalmente en los países ricos.

Así, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) ha advertido que las reservas mundiales de cereales caerán a su nivel más bajo en 25 años.

De esa manera se ha abierto un nicho de mercado muy rentable, gracias a la alta demanda que generan los países ricos, pero a costa de producir hambre en multitud de países. O, dicho de una manera más clara, como hace Jean Ziegler, portavoz especial de las Naciones Unidas para el Derecho a la Alimentación, cometiendo un auténtico "crimen contra la humanidad".

Para colmo, esta crisis alimenticia de proporciones gigantescas se ve agudizada profundamente por la crisis financiera que comenzó el verano pasado y que ha encarecido los créditos y aumentado los costes financieros.

Como respuesta a la incertidumbre imperante con respecto a las entidades crediticias, y gracias a las continuas inyecciones de liquidez de los bancos centrales (que en lugar de solucionar el problema financiero lo que hacen es prestar más recursos a los grandes financieros para que sigan llevando a cabo sus actividades especulativas), los inversores están dirigiendo actualmente sus operaciones hacia el mercado de futuros para las materias primas.

Estas inversiones puramente especulativas en el mercado de futuros están produciendo alzas impresionantes en los precios básicos, y están agravando con ello aún más los problemas a los que se enfrentan millones de personas a la hora de comer.

Así, el Banco Mundial estima que los precios de los alimentos han subido un 83% de media en los últimos tres años, y que en el caso del trigo el incremento ha sido de un 120% con respecto al año anterior. Subidas que se prevé sigan produciéndose si no se corta de raíz la deriva especulativa de los mercados.

Como es lógico, son las clases sociales más desfavorecidas quienes sufren las peores consecuencias de estas subidas de precios, pues mientras que en los países ricos las familias destinan aproximadamente un 10% de los ingresos al consumo de alimentos, en algunos países subdesarrollados esta proporción puede llegar a alcanzar el 80%.

En este contexto, los grandes organismos internacionales muestran una vez su radical inoperancia. No sólo han contribuido a crear las condiciones que han provocado el desastre sino que han sido incapaces de prever lo que iba a ocurrir y, ahora, se limitan a hacer propuestas evasivas o claramente insuficientes.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) sólo se muestran preocupados por las cuestiones financieras y el Banco Mundial (BM) ha advertido del peligro de disturbios que podrían poner en peligro la estabilidad de los distintos países pero sin detenerse a estudiar la causa última de los mismos, limitándose a solicitar a los países ricos que realicen donaciones monetarias para paliar la crisis que serán insuficientes y que no solucionarán los problemas estructurales de las economías destinatarias.

La FAO, por su parte, destinará 17 millones de dólares para ampliar su sistema de información sobre el mercado de productos alimentarios. Una cifra ridícula en comparación con las millonarias sumas de dinero que los Bancos Centrales de los países ricos han inyectado en los sistemas financieros para salvar los extraordinarios beneficios bancarios y que ponen de bien claramente de relieve que las prioridades de los poderosos son otras: les preocupan los quebrantos financieros de los ricos pero no el hambre de millones de empobrecidos.

Que nadie se extrañe, entonces, si los miserables se toman algún día la libertad de arrebatarles como sea sus inmorales privilegios.


(*) Juan Torres López, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Málaga.

(**) Alberto Garzón Espinosa, estudiante de la Facultad de CC. Económicas y Empresariales de la Universidad de Málaga.


Banco Mundial advierte seguirán precios altos
de los alimentos

Reuters, abril 2008

Washington/Nueva Delhi – El alza en los costes de los alimentos no es un fenómeno temporal y los precios de la mayoría de los cultivos se mantendrán muy por encima de los niveles de 2004 hasta 2015, dijo el miércoles el Banco Mundial.

En un documento previo a los encuentros de la institución este fin de semana, el Banco dijo que los precios de los alimentos se mantendrán elevados este año y el próximo, para luego caer a medida que la oferta y la demanda respondan a los altos precios.

El presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, dijo que en algunos países, los avances en la reducción de la pobreza podrían revertirse por el mayor coste de los alimentos.

"Como comunidad internacional, no sólo tenemos que ofrecer respaldo inmediato, sino que también tenemos que ayudar a que los países identifiquen las acciones y las políticas para disminuir el impacto sobre los más vulnerables del mundo", declaró.

El Banco sugirió que la respuesta de política menos distorsionadora para abordar las alzas de precios sería que los países introdujeran o expandieran los programas de transferencias de efectivo a los pobres.

"Esos respaldan el poder adquisitivo de los pobres sin distorsionar los incentivos domésticos para producir más alimentos y sin reducir los ingresos de los vendedores pobres de alimentos", explicó.

Para responder a la inseguridad alimentaria doméstica, también dijo que los países deberían reducir los aranceles e impuestos sobre ciertos elementos clave de la dieta básica de cada país, lo que podría ofrecer cierto alivio a los consumidores, aunque tendría costos fiscales.

Además añadió que las prohibiciones sobre las exportaciones de alimentos son perjudiciales para los importadores de alimentos y reducen los incentivos para la producción.

La FAO advierte de disturbios

Por otra parte, el director de la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Jacques Diouf, dijo el miércoles que los disturbios por la comida que se han registrado en varios países pobres podrían extenderse ante la escasez y los altos precios que parece que continuarán por algún tiempo.

La combinación de precios altos de los combustibles, la creciente demanda de alimentos en Asia, el uso de cultivos para biocombustibles, el mal tiempo y la especulación con el futuro de los mercados han impulsado los precios, generando violentas protestas en unos cuantos países pobres.

"El problema es muy serio en todo el mundo por los severos incrementos de precios y hemos visto ya disturbios en Egipto, Camerún, Haití y Burkina Faso", dijo a los periodistas en Nueva Delhi.

Cinco personas han sido asesinadas en una semana de protestas en Haití por los altos precios de la comida en el país más pobre de América, mientras que los sindicatos de Burkina Faso han convocado a una huelga nacional por el coste de alimentos y combustibles.

"Existe el riesgo de que este descontento se extienda a países donde el 50 o el 60 por ciento de los ingresos van a los alimentos", añadió Diouf.

Los precios mundiales de los alimentos, según los registros de Naciones Unidas, crecieron un 35 por ciento interanual hasta finales de enero, acelerando una subida que comenzó en 2002.

Desde entonces, los precios han aumentado un 65 por ciento. Sólo en 2007, según el índice de la FAO, los precios de los lácteos subieron casi un 80 por ciento y el cereal un 42 por ciento.

Algunos de los países más poblados han sentido el impacto de los precios después de que el arroz se uniera a la tendencia que ya ha incrementado el precio de trigo y maíz.