Disparadores
de la inflación agrícola
Por
Mario Osava
Inter
Press Service (IPS), 23/04/08
Río de
Janeiro.– Las viejas leyes de mercado ya no funcionan. Los
precios de los alimentos suben desde hace seis años por la
demanda en auge, sin que el aumento de la producción
restablezca el equilibrio como ocurría en el pasado. Por el
contrario, la tendencia al alza se acentuó a partir de
2007.
La llamada
"financierización" del mercado agrícola, es
decir la invasión en el sector de los fondos de inversión
en busca de activos más seguros y lucrativos, intensificó
la tendencia y "en este momento influye más que la ley
de oferta y demanda", evaluó el analista Fernando
Muraro Junior, de la empresa de consultoría AgRural.
No hay cómo
medir el peso de la especulación en la "agflación"
(neologismo creado para graficar la inflación provocada por
el sector agrícola), admitió.
Pero su
papel es innegable si se toma en cuenta que los fondos de
"commodities" (productos básicos) dominan 40 por
ciento de los contratos en la Bolsa de Valores de Chicago,
una proporción sin precedentes, y la compra de soja en ese
ámbito pasó de 10 millones de toneladas en marzo de 2007 a
21 millones el mismo mes de este año, destacó Muraro
Junior a IPS.
Hay un
exceso de dólares en el mundo y sus dueños transfieren sus
aplicaciones en los mercados y productos donde ven buenas
perspectivas de ganancias con precios en alza sostenida,
explicó.
El
representante para América Latina y el Caribe de la
Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y
la Alimentación (FAO), José Graziano da Silva, coincidió
con Muraro Junior en declaraciones hechas en vísperas de la
conferencia regional de esa entidad. El encarecimiento de
los alimentos, que agrava el hambre en el mundo, es
resultado de "un ataque especulativo", afirmó.
El alza de
los precios agrícolas de 2002 a 2006 se debió al mayor
consumo de alimentos en países en desarrollo y a paralelas
pérdidas de cosechas, pero desde el año pasado la
especulación financiera responde en mayor parte por este
incremento, según Graziano da Silva.
En cambio,
para Sergio Vale, consultor de MB Asociados, "no es
verdad que haya una burbuja financiera en el mercado de
'commodities' agrícolas". El alza de precios tiene
"base concreta" en el sostenido crecimiento de la
demanda de China, India y de otros países de Asia así como
de América Latina, arguyó ante IPS.
Es una
tendencia "estructural, que viene de lejos",
provocada por un mayor consumo debido al aumento de ingresos
de numerosas poblaciones pobres, por la reducción de la
oferta a causa de problemas climáticos y porque muchos
cultivos se destinan a la producción bioenergética, como
el maíz y la soja, explicó.
Las
aplicaciones financieras imprimen "más
volatilidad" al proceso, haciendo más rápidas las
alzas y caídas de precios, pero "no son el factor
decisivo" del aumento, acotó.
Vale
mencionó como ejemplo la caída momentánea de las
cotizaciones de productos básicos a mediados de marzo por
la fuga de fondos de inversión debido a la crisis bancaria
en Estados Unidos, sin que ello afectara la tendencia
alcista del año.
Atribuir el
aumento de los valores de los alimentos a especulaciones
"es tontería, no corresponde a la realidad", pues
presenta "fundamentos claros que sostienen los precios
elevados", coincidió Ricardo Cota, superintendente técnico
de la Confederación de Agricultura y Ganadería de Brasil
(CNA), asociación de los grandes productores.
Además de
la demanda en expansión, Cota agregó el petróleo caro,
los biocombustibles y los precios de insumos también en
alza como fundamentos de "los nuevos niveles de precios
agrícolas con que debemos acostumbrarnos", por
dificultades en ampliar la oferta.
Brasil es
una excepción al disponer de muchas tierras para expandir
su agricultura, pero su precaria infraestructura logística,
especialmente los puertos de capacidad limitada, impide un rápido
incremento de la producción y de la exportación, explicó.
Otras
limitaciones son el encarecimiento de los fertilizantes, que
acompaña el precio de los hidrocarburos, y la burocracia
estatal. También las presiones "ideológicas" que
traban avances en la biotecnología tendientes a incrementar
la productividad con semillas genéticamente modificadas, añadió
Cota.
El costo de
los fertilizantes se duplicó desde comienzos de 2007 y
puede subir más este año, pero aún así los altos precios
de los granos, especialmente de soja y maíz que responden
por 70 por ciento del total producido en Brasil, aún
aseguran buenas utilidades a los agricultores, estimó
Muraro Junior.
En su opinión,
la "financierización" acentuó la elevación de
los precios agrícolas a "niveles nunca vistos",
beneficiando así al agricultor, pero también lo atormenta
por la dificultad de fijar precios para sus productos.
"La
formación de precios ya no se hace con oferta, demanda y
clima", pues fue alterada por la fuerte presencia de
los fondos de inversión, afirmó.
El análisis
del mercado se hizo más complejo. Exige "herramientas
más técnicas, profesionales y modernas" para evaluar
factores macroeconómicos, como tipos de cambio, intereses y
flujos financieros, observó el analista.
Las
restricciones ambientales son los principales obstáculos a
un rápido aumento de la producción para reequilibrar la
oferta a la demanda mundial, advirtió.
Flavio
Turra, gerente técnico de la Organización de las
Cooperativas del Estado de Paraná (Ocepar), atribuye un
"peso relativamente pequeño" a la especulación
financiera en los precios, aunque "quien acompaña el
mercado tiene obligación de evaluar siempre la participación
de los fondos de inversiones".
Ese capital
"golondrina" puede acelerar tendencias, pero el
alza se debe básicamente a la "escasez de
existencias", al desequilibrio generado por el fuerte
incremento del consumo en países como China y últimamente
India, opinó.
Esa
aceleración del alza de precios también ocurre en estos días
porque algunos países, para controlar su inflación y
asegurar el abastecimiento interno, vedan o gravan
exportaciones, como ocurre en Argentina con el trigo, acotó.
Brasil
también acaba de suspender exportaciones de arroz, medida
ya adoptada por varios países asiáticos.
Brasil
acaba de suspender exportaciones del arroz que está en
manos del gobierno ––cerca de 1,5 millones de
toneladas–– sin imponer restricciones al sector privado
que podrá exportar, pero en una cantidad que poco mitigaría
la escasez mundial.
La
recuperación de las existencias puede demorar cinco o seis
años, aun contando con precios muy superiores a los
promedios históricos, concluyó.
Una excepción
a la tendencia alcista es el azúcar, cuyos excedentes
aseguran precios a la baja. En ese caso, el aumento de la
producción de etanol en Brasil no encareció el alimento,
aunque se disputen la misma materia prima, la caña de azúcar,
contrariando la ola de acusaciones a los biocombustibles
como estopín de la crisis alimentaria.
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