Economía mundial

La forma de la recesión en Estados Unidos

Por Nouriel Roubini (*)
RGE Monitor, abril 2008
Traducción de Kena Nequiz

Nueva York.– Ahora que ya es claro que Estados Unidos está en una recesión, el debate ha pasado a si será corta y ligera o larga y profunda – una pregunta que es tan importante para el resto del mundo como lo es para Estados Unidos.

La respuesta depende de la forma que adopte la recesión estadounidense: si es corta y ligera, un crecimiento suficiente en otros lugares asegurará que sólo haya una ligera desaceleración global. Pero si es larga y severa, el resultado podría ser la recesión abierta en algunos países (Inglaterra, España, Irlanda, Italia y Japón) e incluso crisis financieras en las economías vulnerables de los mercados emergentes.

En principio, la recesión estadounidense podría tomar la forma de una V una U, una W o una L. ¿Cuál de éstas es la más probable?

El consenso actual es que la recesión tendrá la forma de una V –corta y ligera– y por lo tanto será similar a las recesiones de 1990–91 y 2001, que duraron ocho meses cada una. La mayoría de los analistas predicen que el PIB se contraerá en la primera mitad de 2008 y se recuperará en la segunda mitad del año.

Yo preveo una recesión más larga y profunda, en forma de U, que durará al menos 12 meses y tal vez hasta 18 –una de las recesiones más severas en varias décadas– porque las condiciones macroeconómicas y financieras actuales son mucho peores.

En primer lugar, Estados Unidos está atravesando la peor recesión inmobiliaria desde la Gran Depresión, y el declive aún no termina. La construcción de nuevas casas ha caído alrededor del 50%, mientras que las ventas de nuevas viviendas han disminuido más del 60%, lo que ha creado una sobrecarga de la oferta que está provocando una abrupta caída de los precios – 10% hasta ahora y tal vez un 10% adicional este año y en 2009.

Ya se ha perdido riqueza por un valor de 2.2 billones de dólares y alrededor de 8 millones de hogares tienen capital negativo: sus casas valen menos que sus hipotecas. Para 2010, la caída de los precios de las viviendas será de cerca del 30%, se habrá perdido capital inmobiliario por 6.6 billones de dólares y 21 millones de hogares –40% de los 51 millones que tienen una hipoteca– se enfrentarán al capital negativo. Si los propietarios abandonan los hogares, las pérdidas de los créditos podrían ser de un billón de dólares o más, lo que acabaría con la mayor parte del capital del sistema financiero estadounidense y conduciría a una crisis bancaria sistémica.

En segundo lugar, en 2001 el débil gasto de capital del sector corporativo (que representa el 10% del PIB) fue la base de la contracción. Actualmente es el consumo privado de los hogares (70% del PIB) el que está en problemas. Los consumidores estadounidenses han gastado en exceso, no tienen ahorros, están agobiados por las deudas (136% del ingreso en promedio) y están recibiendo muchos golpes negativos.

En tercer lugar, Estados Unidos está experimentando su crisis más severa desde la Gran Depresión. Las pérdidas se están extendiendo de las hipotecas de alto riesgo a las de riesgo moderado y bajo, a las hipotecas comerciales y a los créditos al consumo no garantizados (tarjetas de crédito, préstamos para la compra de automóviles, préstamos a estudiantes). Las pérdidas financieras totales –incluyendo posiblemente un billón de dólares en hipotecas y productos titulizados relacionados con ellas– podrían ser de hasta 1.7 billones de dólares.

Dadas estas enormes cantidades, Estados Unidos podría sufrir una recesión doble, en forma de W. La pregunta principal es si la devolución de impuestos que los hogares recibirán a mediados de 2008 se dedicará al consumo –y por lo tanto generará un crecimiento positivo en el tercer trimestre– o al ahorro. En vista de las presiones financieras que sufren los hogares estadounidenses, es probable que buena parte de esa devolución se utilice para reducir las deudas de las tarjetas de crédito (o de otros créditos al consumo no garantizados) o para posponer la quiebra por las hipotecas.

Afortunadamente, es poco probable que se dé un período de estancamiento económico prolongado en forma de L –la experiencia de Japón en los años noventa. Japón esperó casi dos años después de que reventara su burbuja de activos para flexibilizar la política monetaria y dar estímulos fiscales, mientras que en Estados Unidos ambos pasos se dieron temprano. Además, mientras Japón pospuso durante años la reestructuración corporativa y bancaria, en Estados Unidos los esfuerzos privados, y sobre todo los públicos, para reestructurar activos y empresas comenzarán más pronto y serán más agresivos.

Con todo, dada una crisis financiera severa, la caída de los precios de las viviendas y una contracción del crédito, Estados Unidos se enfrenta a la recesión más larga y profunda en varias décadas, lo que echa por tierra cualquier esperanza de un aterrizaje suave para el resto del mundo. Muchas economías europeas ya se están desacelerando y algunas están entrando en recesión. China y Asia son particularmente vulnerables debido a sus vínculos comerciales con Estados Unidos. Y los mercados emergentes sufrirán cuando la contracción en Estados Unidos y la desaceleración global debiliten los precios de las materias primas.


(*) Nouriel Roubini es profesor de economía en la Universidad de Nueva York y presidente de RGE Monitor.