Cumbre
de la FAO
Con
licencia para matar
Por
Silvia Ribeiro (*)
La
Jornada, 07/06/08
En
el contexto de las peores crisis globales en décadas
(crisis alimentaria y cambio climático), dos reuniones
globales de Naciones Unidas en las últimas semanas,
proponen medidas que en lugar de enfrentar las crisis las
empeorarán. Más apertura comercial, alta tecnología y
endeudamiento. Los que ganan, y mucho, son las
trasnacionales de los agronegocios, los especuladores bursátiles
y la nueva casta de los filantro–capitalistas como Bill
Gates, buitres cebados en el hambre ajena.
Durante
la Cumbre de la Organización de Naciones Unidas para la
Agricultura y la Alimentación (FAO) sobre seguridad
alimentaria (Roma 3–5 de junio), el organismo anunció, el
4 de junio, “una alianza sin precedentes entre elementos
de primera línea del desarrollo agrícola”, con el
objetivo de “dar un gran impulso a la producción de
alimentos en África”. Con ese anuncio, deberían ser con
los campesinos africanos, pero no, es un acuerdo entre la
Alianza por una Revolución Verde en África (AGRA)
promovida por los billonarios Fundación Bill y Melinda
Gates y la Fundación Rockefeller; con la FAO, el Fondo
Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) y el Programa
Mundial de Alimentos (PMA).
Obviando
las causas reales y que el problema no es producción sino
acceso, afirman que la solución “perenne” para África
es aumentar la producción de alimentos “modernizando” a
los millones de campesinos que han sobrevivido pese a las
olas de colonialismo y neoliberalismo, con una “nueva
revolución verde”. Es decir, arrojarlos a la dependencia
masiva de semillas industriales y agroquímicos patentados,
destruyendo sus ya frágiles suelos y su biodiversidad,
contaminando sus fuentes de agua con agrotóxicos, todo
condimentado con la imposición de nuevas leyes de semillas
y de propiedad intelectual para proteger a las empresas a
las que les venderán las semillas que nunca pidieron. El
objetivo es desarmar los sistemas alimentarios tradicionales
que no se basan en dinero. Qué coincidencia, parece la política
agrícola en México, que expulsó a millones de personas
del campo y a la emigración, hundiendo al país en la peor
dependencia alimentaria de su historia. ¿Será porque el ex
presidente Ernesto Zedillo es asesor estrella de la Fundación
Gates?
El
mismo día, Monsanto, que espera lucrar en grande con todo
esto, sacó un comunicado donde promete –sin ningún
fundamento real– aumentar al doble la producción de maíz,
soya y algodón transgénico para 2030, como solución al
hambre y al cambio climático. Anuncia que en equipo con la
Fundación Gates y el CIMMYT (centro internacional de
investigación agrícola sobre maíz y trigo, basado en
Texcoco), están desarrollando cultivos transgénicos
resistente a la sequía, pero que no le cobrarán la regalía
de sus patentes monopólicas a los más pobres en África
(al menos en la primera cosecha, hasta que se hagan
dependientes). Es una burda maniobra para legitimar los
transgénicos y abrir mercados, que contaminen a los
africanos (y a quien se deje), navegando las oportunidades
que le abren sus amigotes de Naciones Unidas.
La
Cumbre de la FAO, al igual que semanas antes lo hiciera la
novena Conferencia de Convenio de Diversidad Biológica
(CBD), reunida en Bonn, paseó el tema de los
agrocombustibles –que según numerosos informes compiten
con la producción de alimentos y son una amenaza a la
biodiversidad– para figurar como preocupados, pero sin
decretar ninguna medida efectiva que frene este loco
desarrollo. La excusa es que estos “pequeños errores”
se podrían corregir con una “segunda generación”, lo
que la práctica significaría inmensas plantaciones de árboles
y cultivos transgénicos.
Al
inicio de la conferencia del CBD, el secretario de este
organismo, Ahmed Djoglaf, declaró que “la empresa más
grande del mundo no es Wal–Mart, es la naturaleza”, y se
congratuló de que en esta conferencia habría gran
presencia de las industrias, gracias al uso que este
funcionario hace de los recursos públicos de ese organismo,
para facilitar que estén allí los principales destructores
de la diversidad biológica y cultural.
La
solución real a la crisis alimentaria y los efectos agrícolas
del calentamiento global, quienes tienen el conocimiento y
10 mil años de experiencia en crear alimento, abrigo,
cultivos adaptados a los diferentes climas y situaciones,
accesibles para todos, son los campesinos y campesinas del
mundo. Sin embargo, tanto en la Cumbre de la FAO, como en el
CBD, se reprimió y expulsó, tratando de callarlos, a
delegados de Vía Campesina. Su delito: en la FAO una
protesta pacífica portando carteles con datos de las
inmorales ganancias de los agronegocios gracias a la crisis
alimentaria y en el CDB, extender mantas que decían “la
naturaleza para la gente, no para el lucro” y “no hay
biodiversidad agrícola sin campesinos”. No están solos,
no se callarán y sobre todo, tienen razón.
(*)
Investigadora del Grupo ETC.
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