Entrevista
a Jean Ziegler, ex ponente de la ONU para el derecho a la
alimentación
La
cumbre de la FAO de Roma fue un fracaso total
Por
Laura Marzouk (*)
Le Monde / Boletín Entorno, año 6 Nº 49, 12/06/08
La
cumbre de la FAO, en Roma, sobre la crisis alimentaria
mundial se cerró el jueves 5 de junio. ¿Qué opina de este
congreso?
Es un
fracaso absoluto, una decepción total, y muy inquietante
para el futuro de las Naciones Unidas. La cumbre es casi única
en la historia de esta organización: más de 50 Jefes de
Estado y de Gobierno se reunieron para discutir sobre las
medidas concretas que hay que adoptar para solucionar la
espantosa masacre diaria del hambre, que se agrava todavía
más con el estallido de los precios mundiales de las
materias primas agrícolas desde hace cinco o seis meses.
Pero el resultado de esta conferencia es un auténtico escándalo:
se han impuesto los intereses privados sobre el interés
colectivo. Las decisiones que se han adoptado en Roma
provocan el riesgo de empeorar el hambre en el mundo, en vez
de combatirla.
¿Qué
compromisos de los miembros de la FAO habría deseado?
Deseaba
tres decisiones. En primer lugar, la prohibición total de
quemar la comida para fabricar biocombustible. A continuación,
retirar de la Bolsa la fijación de los precios de los
alimentos básicos, e instaurar un sistema en el que el país
productor negocie directamente con el país consumidor para
excluir la ganancia especulativa. Y en tercer lugar, que las
instituciones de Bretton Woods, especialmente el Fondo
Monetario Internacional, concedan prioridad absoluta en los
países más pobres a las inversiones en la agricultura
alimentaria, familiar y de subsistencia.
La
declaración final de la cumbre, adoptada difícilmente el
jueves por la noche, compromete a los países miembros de la
FAO a reducir a la mitad el número de personas hambrientas
de aquí a 2015. ¿Es un objetivo creíble?
No, es la
hipocresía más absoluta. Por otra parte, éste es el
objetivo del milenio. En septiembre de 2000, en el umbral
del nuevo milenio, Kofi Annan, entonces Secretario General
de las Naciones Unidas, reunió a los países miembros de
las Naciones Unidas en Nueva York y fijó nuevos objetivos
del milenio para erradicar la miseria, el hambre, etc. El
primer objetivo que se adoptó, ya era reducir a la mitad
los muertos por el hambre de aquí a 2015. Pero entre 2000 y
2008, el hambre no retrocedió, sino que ha crecido
masivamente.
Según la
FAO, el año pasado había 854 millones de seres humanos
grave y permanentemente desnutridos. Sin contar los 6
millones de niños muertos de hambre. Y además hay 100
millones de personas más que desde ahora mismo pueden caer
en la desnutrición grave y permanente a causa del estallido
de los precios.
¿Quiénes
son, según su opinión, los responsables de este «fracaso»
de la cumbre de Roma?
Son
principalmente tres: por una parte Estados Unidos y sus
aliados canadienses y australianos, que sabotearon la cumbre
haciendo, prácticamente, la política de la silla vacía.
Por otro lado, las grandes sociedades multinacionales; diez
sociedades multinacionales controlan actualmente el 80% del
comercio mundial de los alimentos básicos, pero no son la
Cruz Roja y no están a cargo de los intereses colectivos. Y
el tercer responsable, y lo digo con mucha inquietud, es el
Secretario General de las Naciones Unidas, que es el
encargado de presentar propuestas. Y lo hace de una forma
muy débil.
(*)
Laura Marzouk es periodista del diario francés Le Monde. K
La
Conferencia de Roma, con participación del FMI y la OMC,
recomienda profundizar las medidas que provocaron la crisis
Hambre
para unos, negocio para otros
Por
Gladys Martínez López
Diagonal, 12/06/08
Cerca de
900 millones de personas pasan hambre mientras las
multinacionales del agronegocio especulan con los alimentos
y obtienen sustanciales beneficios de la crisis.
La
Conferencia de Alto Nivel sobre la Seguridad Alimentaria,
celebrada en Roma entre el 3 y el 5 de junio, convocada por
la Organización de la ONU para la Alimentación y la
Agricultura (FAO) y en la que participaron el Banco Mundial,
el FMI, la OMC y representantes de 183 países, se cerró
con un estrepitoso fracaso y sin soluciones para garantizar
el derecho a la alimentación.
Mientras
862 millones de personas pasan hambre en el mundo, las
poblaciones de los países en desarrollo gastan entre el 60%
y 80% de sus recursos en alimentación y la ONU anuncia que
otros cien millones de personas van a sumarse a las masas de
los que ya no pueden comer debido al alza del precio de los
productos básicos.
Los efectos
de las políticas neoliberales que han desregulado los
mercados de los países en desarrollo, desprotegidos frente
a los productos subvencionados del Norte, los monopolios que
controlan la cadena de producción y distribución de
alimentos, la especulación y los efectos de los
biocombustibles se han obviado en la declaración final, que
sí pide la liberalización del comercio agrícola.
“La
declaración final no llenará ningún plato. Las
recomendaciones de más liberalización provocarán más
violaciones del derecho a la alimentación”, declaró una
de las participantes en el foro paralelo Terra Preta, que
reunió a las organizaciones de la sociedad civil. Desde Vía
Campesina se apunta a que la principal causa de la crisis
son las políticas neoliberales del Banco Mundial, el FMI y
la OMC, que obligan a los países en desarrollo a eliminar
sus inversiones en agricultura y los aranceles aduaneros y a
abrir sus mercados a los productos subvencionados de los países
ricos, y que “socavaron las producciones nacionales de
alimentos y obligaron a los campesinos a producir cultivos
comerciales para compañías multinacionales y a comprar sus
alimentos de las mismas compañías en el mercado
mundial”.
De hecho, a
la par que la crisis se agrava, las multinacionales del
agronegocio, encabezadas por Cargill, ADM y Bunge, los tres
gigantes que controlan un 80% de la comercialización de
cereales a nivel mundial, han multiplicado sus beneficios
este año. En el primer trimestre de 2008, los beneficios
netos de Cargill han alcanzado los mil millones de dólares,
86% más que en el mismo periodo del año anterior, ADM ha
obtenido 1.150 millones de beneficio, un 55% más, y Bunge
ha incrementado en un 189% sus beneficios. A la vez,
Monsanto, la mayor multinacional de semillas y agrotóxicos,
ha obtenido 2.230 millones de dólares de beneficios.
Las
organizaciones de la sociedad civil advierten de que el
problema no es la falta de alimentos, pues la producción
mundial de grano estimada para 2007/2008 ha aumentado un
4,7% en comparación con 2006/2007, sino la especulación,
propiciada por el control de la cadena de producción y
comercialización de alimentos por oligopolios. “Los
vendedores mantienen sus reservas alejadas del mercado para
estimular las subidas del precio, creando enormes
beneficios”, explican desde Vía Campesina. De hecho, en
enero, mientras subía el precio de la soja en Indonesia,
Cargill Indonesia mantenía 13.000 toneladas de soja en sus
almacenes, a la espera de que los precios alcanzaran un récord
debido a la escasez.
Especulación
Además, como explica la investigadora Silvia Ribeiro,
“los grandes fondos de inversión especulativa trasladaron
millonarias sumas de dinero a controlar los productos agrícolas
en el mercado internacional. Se estima que estos fondos
controlan el 60% del trigo y altos porcentajes de otros
granos básicos. Estos alimentos se han convertido en un
objeto más de especulación bursátil, cuyo precio se
modifica en función de los jaloneos especulativos, no de
los mercados locales o las necesidades de la gente”.
Todo esto,
sumado a la desviación de millones de toneladas de grano
para la producción de biocombustibles, al alza del precio
del petróleo, que encarece los costes de producción y
transporte de alimentos, y al cambio climático, está en la
base de la crisis. Según Álex Guillamón, de la organización
Entrepueblos, la solución está en “promover la soberanía
alimentaria y el desarrollo rural y en invertir en la
capacidad productiva y en la capacidad del campesinado de
cada país para abastecer a su población, además de
regular a nivel jurídico el derecho a la alimentación”.
Mientras,
el Comité Internacional de Planificación para la Soberanía
Alimentaria ha declarado el Estado de Emergencia de los
Pueblos, por el que propone que pueblos y gobiernos
suspendan las medidas legislativas y los acuerdos que pongan
en peligro el derecho a los alimentos y la soberanía
alimentaria.
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